Daydream nation, Loveless y The Stone Roses en libro Rodolfo Garcíaabril 17, 2007Blog12 comentarios Sí, como un fiel compañero para esos discos clásicos, verdaderos íconos de la cultura indie y popular, las series 33 1/3 han encargado a taquilleros escritores (como David Keenan de The Wire) escribir un libro acerca de tan imprescindibles obras de arte. Y no se vienen con pequeñeces. Entre los elegidos se cuentan: Low, por David Bowie Velvet Underground and Nico, por V.U. Loveless, por My bloody valentine Electric Ladyland, por Jimi Hendrix Ok Computer, por Radiohead Unknown Pleasures, por Joy Division Murmur, por REM In the aeroplane over the sea, por Neutral Milk Hotel Doolittle, por Pixies Endtroducing, por Dj Shadow Bee thousand, por Guided by Voices Let it be, por The Beatles In utero, de Nirvana People’s instinctive travels and paths of rythm, por A Tribe Called Quest Rid of me, por Pj Harvey Stone Roses, Por The Stone Roses 69 love songs, por Magentic Fields Double Nickels on the dime, por Minutemen y Paul’s Boutique, por Beastie boys Encuentra el listado completo acá. En camino están Xo, por Elliott Smith y Zaireeka de The Flaming Lips. Con motivo de la reedición de Daydream nation por Sonic Youth, aquí va una traducción de un extracto del libro que 33 1/3 publicó a principios de este año: “Lo que sigue es un detalle no poco parecido a las circunstancias en las cuales ocurre típicamente una primera exposición a Sonic Youth: Estás levantado hasta tarde en una noche de verano con algún primo mayor criminalmente peligroso (el primo de los cigarrillos-hierba-trago); todos los mayores, mareados con cocteles, se han ido a la cama. Te han instalado en el dormitorio improvisado de tu primo al lado del garage. Las cosas han tomado un aspecto sórdidamente placentero a estas alturas; tu primo fuma mentolados, mientras ustedes dos escuchan disco tras disco en una serie concordada de títulos que les son familiares. Luego tu primo te pregunta si has escuchado alguna vez _________________ por _______________________. Tu admites, cuál borrego, que no lo has hecho, y tu primo te mira con ojos siniestros y maldadosos (están rojos y amarillos, como mostaza en llamas, los ojos de alguien destinado a gastar su tiempo rondando alrededor de casinos y centros de rehabilitación). Tu primo cabecea en silencio, se sumerge profundamente en su pila de álbumes, saca una copia de un disco que luce una portada sospechosa que te hace pensar en todas las decepciones que te tiraron a piso, en los deseos imposibles, y arrepentimientos agridulces que te quedan por sufrir en tu vida, y lo desliza en el lector…Lo que sale de los parlantes es tan extraño a tus sensibilidades que tu mente, fuera de su profundidad de comprensión, guiña, se sacude, y, finalmente, agarra. La de-realización y el vértigo se fijan adentro al tiempo que tu vocabulario musical lucha en vano para acomodar lo que tus oídos desamparados fallan al momento de entender. Un estrago espantoso se ha producido en todas tus presunciones estéticas y gustos. Tus pobres orejitas están traumatizadas. Te cuestionas quién eres y lo que sabes. Tu primo es el demonio y su música es música del demonio. Cualquier disco que haya sido, acaba de volar tu tierna mente. Nada nunca volverá a ser como antes… Después de un período de recuperación, los oyentes más aventureros (o aquéllos con un vínculo con la música tan imperativo y consumidor que tienen poco que decidir en el tema) llegarán a abrazar estas experiencias desorientadoras, condimentando la agitación alborotada y dando la bienvenida a la expansión de lo que sienten es posible en música. Harás investigaciones acerca del disco temible, calmando tu miedo al tiempo en que amplias tu interés con el background y el criticismo sacado de revistas y libros. Llamarás a tu primo: “¡Hey, primo peligroso! ¿Qué más puedes decirme acerca de esa temible banda? ¿Me harás un compilado del demonio?” Pronto, juntarás el coraje para comprar tu propia copia de esa felonía de disco. Gradualmente, luego de escuharlo repetidas veces, se transforma en una parte permanente de tus archivos personales de música y anunciarás con resolución que estás entrando en una nueva banda. Secciones enteras de tu colección de discos de improviso sonarán obsoletas como resultado de ello. Colgarás nuevos pósters y te suscribirás a nuevas revistas – de las cuales llevarás los números antiguos a tu primo, con un cartón de Luckies, al centro de detención juvenil.” (Matthew Stearns, Daydream nation) (trad. por Rodolfo García)