Arab Strap – Philophobia (Chemikal Underground/Matador) Rodolfo Garcíaabril 18, 2007Discos9 comentarios Aparecido el 19 de mayo de 1998. “La cama es un desastre cuando hemos terminado y en reposo, y sólo puedo ver el rubor post-polvo que atraviesa tu pecho. La tele está silenciosa y el dormitorio se ilumina sólo por la pantalla, y ahora somos moldes perfectos con sólo nuestros pulsos entremedio”, dice él. “Bueno no estoy oyendo lo que mi madre dijo – lo que estamos haciendo adentro de mi cama. Y no estoy pretendiendo esta vez que eres otra persona, pero estoy limpiando todas estas sábanas yo misma”, replica ella. La canción es ‘Afterwards’ y grafica muy bien la sensibilidad de Philophobia (Chemikal Underground, 1998), tal vez el mejor disco de Arab Strap o, por lo menos, el que les dio fama mundial y les consiguió contrato a estos escoses con el gigante norteamericano Matador Records, infame por haber puesto en el mercado álbumes de Yo La Tengo, Pavement y los también de Glasgow, Mogwai. Estos últimos eran los fans número uno de Arab, lo que se traduce en constantes colaboraciones entre ambas bandas. No sólo ellos, John Peel de la BBC enloqueció con The First Big Weekend (Chemikal Underground, 1996), una historia sicotrópica que resultó ser el primer single de Arab Strap y que quedó de inmediato entre sus cincuenta elegidos ese año. La sinceridad de un joven que narra abiertamente y sin tapujos sus primeras vivencias sexuales con una sensibilidad única (Aidan Moffat, el letrista-cantante de la banda) resultaría ser la médula del segundo álbum del dúo completado por Malcolm Middleton (casi todo lo musical), que lleva por nombre el pánico ante el amor (Philo-phobia). Una gran cantidad de novias circula por los relatos del disco, concebido como una novela – ¡Ah! Aquí no sirve la descarga de internet pues te quedarás sin los textos, elemento central de la historia, sin los cuales es difícil entenderle gran cosa a este oso barbón proveniente de las Highlands, a causa de su marcado acento y su voz etílica -. Philophobia reúne la clase de relatos que experimentas a las 5 de la mañana. La fiesta termina y tu novia se enoja y camina a veinte pasos tuyo haciéndote sentir una basura y luego llegas a su casa y su madre se despierta y te pilla con los ojos enrojecidos, hechos bolsa (de seguro no te quiere mucho) y ya te vas, pero ella quiere explicaciones. Es ‘Here we go’, primer single del disco. La frase reveladora: “Y si de veras quieres dos hombres de una misma vez, supongo que mejor seré uno de los tipos que tienes en mente para la ocasión”. Video: Here we go La atmósfera que impregna estos cuentos de juventud, que van desde la secundaria en adelante, es la misma de esa Escocia perdida y sórdida y sin esperanzas de Breaking The Waves de Lars Von Triers. La manera de hablar es idéntica, así como los escenarios donde prevalece Fairkirk, la ciudad de origen del dúo Arab Strap. La municipalidad les otorgó medalla al mérito por hacer conocido el pueblo en todo el mundo, pero luego fue retirada cuando declararon en un programa turístico internacional que era un antro de drogadictos, alcohólicos, corruptos y pervertidos, a empezar por la policía y el alcalde. No fue sorpresa cuando -con el dinero de un contrato ganado gracias a Philophobia con el sello de Portishead, Go Beat, para el disco siguiente, Elephant Shoe (1999) – Moffat y Middleton se mudaron a Glasgow. Cuna de Jesus and Mary Chain, Belle and Sebastian y The Pastels, la ciudad se presenta como uno de los bastiones musicales más colaborativos y originales del Reino Unido. Todos son amigos y Belle and Sebastian terminó robándole el nombre del grupo a Moffat y Middleton para el disco que los hizo surgir: The Boy With The Arab Strap (Jeepster, 1998), como referencia a las míticas desventuras románticas de Aidan. El disco es rosado con una plasticidad lúbrica no lejos de la de un condón. El tema que abre el disco se refiere a ellos: “Era el falo más grande que hayas visto pero no tienes ni idea de dónde este pene ha estado. Dijiste ser cuidadosa, nunca lo fuiste conmigo. Dijiste que con ésta lo has hecho cuatro veces esta noche y los johnnies vienen en paquetes de a tres”(‘Packs of three’). Herederos reconocidos del nihilismo de Palace Brothers (los mismos que se enamoran de sus hermanas), Arab Strap deja la moral convencional dada vuelta sin perder de vista una ética sorprendente. “…Ahora recuerdas cómo besa y tienes la chance de descubrirlo”, narra Aidan en ‘New birds’, respecto a una ex-novia que acaba de encontrarse en el mismo bar, y vuelve a hablar con ella y se cuentan sus vidas y les dicen a sus amigos que dejen de mirar. Y todo vuelve a respirar un aire de calidez pero Moffat cierra la escena con su novia actual: “Pero tienes que recordar ese otro beso. Ella está en casa, preguntándose dónde estás y qué te has hecho. Y trabajaste duro en ese beso y lo conoces de adentro hacia afuera, es tan tuyo como es de ella. Y tomó mucho tiempo llevarlo a cabo, tomó meses de práctica y meses de momentos embarazosos pero ahora lo tienes perfeccionado y has estado buscando ese beso toda la semana.” Video: Afternoon soaps ‘One day, After school’ retrata uno de los momentos más tristes del disco: “Le dije que conmigo nunca correría peligro de ser herida, y entonces ella agarró un tenedor y se lo enterró en el brazo. Ella acostumbraba masturbarme pero nunca pude calentarla y solía decirle a todas sus amigas que yo la golpeaba”. Lo turbio sigue en ‘The night before the funeral’: “La noche antes del funeral, agarré algo – Me pesqué una muchacha arriba de las escaleras y pasado mi madre. Le quité la ropa y jugué con sus partes y ella hizo lo mismo pero me tomó siglos correrme. Demasiado borracho y envejeciendo…Fue un show adorable para un Dios en el que no creo. No pude cantar una sola nota durante el servicio. Cuando cantaron “How great thou art” lo único en lo que pude pensar fue mi viejo elepé de himnos por Elvis. No hay nada como el pecado…Le dije a Laura: ‘Espero conocerte para siempre y cuando me vaya me iré de la manera vikinga. Pónme en un bote con todas mis cosas favoritas y préndeme fuego y arrójame en el camino. Patéame al mar”. Philophobia se pasea por todas las relaciones de Moffat hasta encontrar a Adelle (Adelle Bethel, a quien le dedicará los discos siguientes, Elephant shoe y The Red Thread (2001, Matador), basados en la experiencia y el desgaste y las maravillas de la pareja estable). Adele permanecerá con él hasta que se irá con el futuro batero de la banda hacia el 2004 y fundará con él los increíblemente rockanroleros, crudos y primitivos Sons and Daughters. De hecho, Philophobia le debe su magia al ser aún un disco inocente (en la manera de mostrarse, se desnuda con sencillez) e intuitivo. Si bien Aidan y su amigo Malcolm se han puesto hasta las nubes en sus fiestas, aún no existe gran ambición, como la que les llevará a romper con sus amigos de Chemikal Undergound por un tiempo y la que colmará la cava de Moffat con los más finos vinos europeos, tras gozar de la tranquilidad financiera de haber triunfado en la música. Es este impulso juvenil y desesperado el que mejor les sale, con grandes canciones como ‘Soaps’ y ‘My Favourite Muse’. El álbum cierra con la pareja de Adele y Aidan en el consultorio esperando su plan público de planificación familiar, y con canciones como ‘The first time you’re unfaithful’: “La primera vez que eres infiel no es la última vez que eres infiel. Será probablemente sólo un beso con un extraño cuando vas hacia el baño. Pero la próxima vez, podrás follarlo, o incluso peor, podrías chuparlo. Sé que dije que me gustaría saber pero eso depende en cuán lejos vayas. ¿Cómo crees tú que podremos ajustarnos ahora que hemos incorporado la lujuria? ¿Cómo poner la confianza a prueba si el polvo no es de lo mejor? Dices que sabes cómo soy.” Luego Moffat se deja seducir por la hermana, quien le repite que no será la última vez que será infiel: “Una vez que le agarras el gusto, estás dispuesto a perder lo que sea por ello”. Philophobia es un clásico gracias a su realismo crudo pero siempre tan humano. A sus provocaciones y sinceridad a veces rayanas en lo pornográfico, pero un porno íntimo, personal y entrañable ya que son historias propias vividas, literalmente, en carne propia. Moffat logró hacer lo que Hanif Kureishi siempre quiso lograr: conmover hasta los huesos con su mundo síquico-sexual de micro-historias privadas, las que al final del día son las únicas verdaderas. Y te agarra por dónde se maneja de verdad al ser humano – si hemos de creerle a Freud -, donde de verdad duele: en la cama. *Todas las semanas revisamos un clásico contemporáneo. Algo para hacer memoria reciente.