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La música intimista de Klima se basa en una voz rodeada de elementos acústicos utilizados de manera creativa. Teclados, guitarras y percusiones varias ilustran los recorridos de esta artista algo escondida tras un manto de timidez y sensualidad casi infantil. ‘I love that day’ es el perfecto ejemplo de su bella hipnosis en constante desarrollo.

Klima es una cantautora post moderna, nutrida de influencias tan disímiles como Cat Power o Bjork, no escatima recursos a la hora de buscar melodías intrincadas y misteriosas. Su debut para el taquillero sello Peacefrog (Marc Hellner, Nouvelle Vague) no se sitúa tan lejos de un cierto pop desprejuiciado y joven, o nuevo, si se quiere. Arreglos de cuerdas más ensoñación y electrónica parece ser el enigma resuelto de temas como ‘Neverending’.

El disco posee pasajes que sorprenden y recuerdan que las canciones todavía pueden sonar frescas y cómplices. Es difícil no terminar de oír alguna sin una sonrisa en los labios. ‘The lady of the lake’: magia barroca y algo medieval, con sonido pop. Es decir, seres como Klima ya casi no existen, por eso se les aprecia y se aprende a quererlos. Y a guardar sus cartas confidenciales en formato canción bien cerca de uno.

“It’s not the end of the world, there’s always a second chance”, no es el fin del mundo, todavía hay una segunda oportunidad. Pocas veces esta frase ha sonado tan alentadora como en boca de esta francesa editada en Inglaterra. Mitad nostalgia, parte mostrarse, otra esconderse, el disco de Klima sobresale dentro del mero panorama folk para transformarse en algo bastante más peligroso.