2020 suma y sigue. El despertar de este miércoles 9 de septiembre fue mucho más amargo al enterarnos de la partida de Simeon Coxe, cantante y músico fundador de Silver Apples, dúo fundamental en el desarrollo de la música más arriesgada de nuestra era. Nacido un 4 de junio en Knoxville, Tennessee, se crió en New Orleans, donde comenzó a cultivar su pasión por la música, aprendiendo instrumentos como el banjo y el clarinete, junto con escabullirse a temprana edad en clubes y garitos de la ciudad para ver en vivo a gente como Big Mama Thornton y Fats Domino. Una ver terminada la secundaria, dejó la comodidad del hogar familiar para instalarse en New York e iniciar una carrera como artista plástico. Pese a tener buena acogida -llegó a exponer en el Museo de Arte Moderno (MOMA)- no logró ganarse la vida de este modo y debió emplearse como lavaplatos en un campamento de verano en Connecticut. Estando ahí, comenzó a gastar las horas libres improvisando melodías de soul y rock junto a otros empleados bajo el nombre de The Random Concept, lo que le convenció de labrarse un futuro como músico.

En medio de la efervescencia psicodélica de 1967, Simeon regresó a New York para integrarse como cantante en The Overland Electric Stage Band, quienes se presentaban regularmente en el Café Wha? del Greenwich Village. Atento a los movimientos de vanguardia y ávido por experimentar nuevos rumbos musicales, una noche llevó un viejo oscilador que conectó en escena, generando extraños sonidos electrónicos que no fueron del gusto de sus compañeros, quienes renunciaron uno tras otro, dejando solo a Simeon con el baterista Danny Taylor, el único que sintonizó con las ideas del cantante. Bautizados como Silver Apples, por un poema de W.B. Yeats, el nuevo dúo montó una atípica propuesta formada por la robusta batería de Taylor y un armatoste ensamblado por Coxe, que llegó a ser conocido como “The Simeon”, formado por 9 osciladores de audio, algunos switches de telégrafo, un pedal de wah-wah, un par de Echoplex y 86 controles accionados con las manos, codos, rodillas y pies, con el que generaba las envolventes y enrarecidas atmósferas que musicalizaban letras propias y poemas cedidos por amigos, respaldado por los metronómicos patrones rítmicos desarrollados por Taylor.

Gracias a los contactos de su manager, su primer concierto fue un breve set de seis canciones en un festival en Central Park ante 30.000 personas, junto a artistas como The Mothers Of Invention, The Fugs, The Children Of God y The Steve Miller Band, entre otros. Al día siguiente, los medios especializados hablaban del “sonido único de Silver Apples”, fueron contactados por varios sellos, y el dúo se decidió por la etiqueta independiente KAPP, con quienes lanzaron los fundamentales Silver Apples (1968) y Contact (1969), obras minimalistas, misteriosas y aún adelantadas a su tiempo que exploraron nuevos derroteros para el rock, la psicodelia y la música electrónica, que, sin embargo, encontraron cierto rechazo de parte de los puristas, para quienes era inconcebible una banda sin guitarras. La carrera del dúo llegó abruptamente a su fin tras la edición del segundo disco, cuyo arte de portada mostraba a los músicos en un fotomontaje simulando la cabina de una aeronave donde podía verse el logo de Pan-Am, y en la contraportada aparecían en medio de los restos de un avión siniestrado de la misma compañía. La aerolínea interpuso una demanda por 1 millón de dólares, por uso no autorizado de su imagen corporativa. A causa de esto, el disco fue retirado de las tiendas, su manager intentó requisar sus instrumentos -debieron esconderlos en casas de amigos para evitar perderlos- y el sello KAPP, incapaz de hacer frente a los costos del juicio, fue absorbido por MCA, quienes tenían poco y nada de interés por la música de Silver Apples, quienes vieron frustrada la continuidad del proyecto, disolviéndose al poco tiempo, con un nuevo disco terminado que quedó juntando polvo en un estante.

Mientras que Danny Taylor se retiró por completo de la música, Simeon compaginó sus ocasionales ensayos con su nueva labor como reportero y productor en una estación televisiva de Mobile, Alabama, donde permaneció por más de veinte años, hasta que un reportaje sobre Viejos Pascueros en un centro comercial local provocó su despido, según recordaba hace unos años: “Después de que la nota se transmitió por televisión, el canal recibió cientos de llamados de madres furiosas y angustiadas, contando que sus hijos se revolcaban en el suelo, gritando que les habían arruinado la Navidad”.

A mediados de los 90s, la recuperación del material del dúo a través de ediciones bootlegs del sello alemán TRC, el lanzamiento del recopilatorio Electronic evocations: A tribute to The Silver Apples (Enraptured, 1996) -donde participan proyectos como Windy & Carl, The Third Eye Foundation, Flowchart, Amp y AlphaStone, entre otros- y la reedición de los dos álbumes en el volumen Silver Apples (MCA, 1997) impulsó a Simeon a reflotar el proyecto junto a Michael Lerner y Xian Stephens (Sybarite), lanzando álbumes como Beacon (Whirlybird Records, 1997), Beacon remixed (Whirlybird Records, 1998) y Decatur (Whirlybird Records, 1998), junto a homenajes/colaboraciones con fans confesos como Spectrum (A lake of teardrops, lanzado en 1999 por Space Age Recordings) o Windy & Carl (el split single I have known love / Crazy Iin the sun, editado por Rocket Girl en 1997). En medio de giras y grabaciones, logró ubicar a su antiguo compañero Danny Taylor, y tras unos conciertos de reunión, publicaron The garden (Whirlybird Records, 1998), el disco que había quedado en el limbo tras la disolución a fines de los 60s, cuyo master finalmente había quedado en manos del baterista.

Sin embargo, la mala suerte parecía ensañarse con nuestro hombre: El mismo año de la reunión del dúo, un accidente de tráfico en medio de una gira, provocado por un conductor imprudente, le causó graves lesiones a Coxe, incluyendo fractura de cuello, lo que obligó a poner en pausa todos sus planes para concentrarse en su recuperación. Pese a que logró salir adelante, ya no fue capaz de tocar su instrumento tal como estaba acostumbrado, y la actividad del dúo se hizo cada vez más esporádica. En 2005, sufrió un nuevo golpe con la muerte de Danny Taylor a causa de un infarto en su hogar de Kingston, New York. Dos años más tarde retomó las actuaciones en vivo, principalmente en festivales de Europa y Norteamérica, sampleando las baterías de su desaparecido compañero para conservar el espíritu original del proyecto, que incluso se presentó en Santiago el 14 de noviembre de 2015 en el Centro Cultural Perrera Arte. Junto a colaboraciones en directo junto a Portishead  o Hans-Joachim Roedelius como Silver-Qluster, publicó en 2016 el postrero Clinging to a dream (Chicken Coop Recordings), tras lo cual fue alejándose paulatinamente de la música debido a problemas derivados de una fibrosis pulmonar, que le quitó la vida a los 82 años en la ciudad de Fairhope, Alabama. Nos quedan sus discos, y la influencia de sus sonoridades en alumnos aventajados como Suicide, Spacemen 3, Jessamine, Portishead o Stereolab, quieres supieron rescatar la inusual propuesta del dúo para transformarla en nuevo material que sigue brillando con la misma fuerza que inspiró su creación.

Buen viaje, Simeon. Descansa en paz.