Alberto Fuguet: Implante de recuerdos Rodolfo Garcíaabril 13, 2007Artículos63 comentarios El nuevo libro de Alberto Fuguet es la excusa perfecta para concertar una cita con este creador inquieto. Tras Cortos (2004), su compendio de relatos breves editado hace un par de años por Alfaguara, el escritor/cineasta reaparece con Apuntes Autistas, una suerte de scanner a todo lo que pasa por su mente, compartida íntegramente con el lector. Esta es una entrada directa a sus carpetas, incluyendo archivos ocultos. Con su entrada de puerta giratoria y su look gótico tipo Metrópolis, al costado de la Plaza de Armas, el Hotel City constituye el lugar ideal para adentrarse en el ‘universo Fuguet’. Aquí terminó su primera novela al borde del colapso, gracias a la inspiración de Faith No More en el festival de Viña, además de usar el sitio como locación en su película debut, Se Arrienda. Ahora, el director/novelista piensa instalar su productora Cinépata en una de sus habitaciones. Directo en el corazón de la ciudad, con sus miles de estímulos que tanto lo cautivan: miles de olores, colores, formas arquitectónicas, roces, historias. En estos días, su próximo film, Perdido, ocupa sus días concentrados en reuniones y perfeccionamiento del guión. Superada su crisis existencial acerca de dedicarse al cine o a las letras, Fuguet se asume a sí mismo como un narrador en formatos múltiples, sin otra misión que la de narrar, conmover y crear recuerdos en los demás. En una época de hiperconexión, su nuevo libro es un llamado al autismo. A perderse y encontrarse –su tópico predilecto en estos tiempos-. Junto a Christian Heyne (Shogún), Alberto ha establecido una amistad que los ha embarcado en distintos proyectos. Uno de los últimos: dirigir el vídeo clip para la canción Esquemas Juveniles, de la naciente estrella del pop nacional, Javiera Mena. ¿Cómo fue tu conexión con Javiera Mena? -Yo estaba muy interesado en filmar algo que fuera ajeno a mí. Creo que el día de mañana me encantaría hacer una película que no sea escrita por mí, para llegar a lo que es realmente la labor de un director. Esto es poder plasmar en imágenes el trabajo de otros. ¿Es lo que estás haciendo con El Empapado Riquelme, de Francisco Mouat, en Perdido? -A él yo lo elegí. Es distinto. Aquí surge esta idea, de hacer un videoclip de Javiera Mena. Yo solamente había escuchado la canción que aparece en la banda sonora de Se Arrienda (Departamentos Vacíos), y un día me llama Heyne con la propuesta y me dice: ‘Hagámoslo a media’. Tenía dos canciones para elegir. Me di cuenta rápidamente que la canción por la que optamos no era rockera, por lo que no podía ser sostenida sólo por el montaje y la interpretación. Entonces, dije: ‘Contemos una historia’. Así que nos juntamos un día con ella, durante unas tres o cuatro horas, a conversar. Traté de que me explicara la canción. Me metí a Internet a averiguar cómo era ella. La primera idea que tuve fue de las chicas haciendo esquemas juveniles. Se la propuse. Le gustó. La intención era plasmar la melancolía propia del tema y creo que resultó. Además me interesó que el clip tuviera todas las lecturas e interpretaciones posibles, porque la idea medular, al final, es acerca de no pertenecer, sea por la razón que sea. El resultado es bien Nueva Ola, a contracorriente… Sí, bueno, está filmado con luz natural. Hoy en día, los videoclips tienden a ser sobreproducidos. Fue un placer trabajar con ella y con Christian. Es tu amigo… -(Se ríe) Bueno, pero no tiene nada que ver que sea mi amigo con dirigir un clip a medias. Puede ser peor. Es un riesgo, no terminamos peleados. Salvo pequeñas decepciones, supongo, y al final terminaba diciéndole: ‘Tengo más experiencia que tú’… Antes de destacarse como cineasta con Las Hormigas Asesinas, el cortometraje ‘de culto’ que dio pie a su carrera como director (había escrito antes el guión para Un Lugar De La Noche (alias Dos hermanos), una cinta que pasó sin pena ni gloria por las pantallas chilenas ya que se estrenó después del boom de la comedia tipo El Chacotero Sentimental), Fuguet permanece como uno de los narradores más importantes del habla hispana de fines del Siglo XX. Tanto así que Newsweek lo consideró entre los 100 jóvenes líderes del futuro, mientras que la Fundación para un Nuevo Periodismo Latinoamericano, dirigida por Gabriel García Márquez le otorgó una beca. Además, fue invitado a la prestigiosa escuela para escitores en Iowa, Estados Unidos, donde, según su amigo el peruano Daniel Alarcón -quien compartió ese tiempo ahí con él- es la mejor de Norteamérica y las clases las dictan casi exclusivamente premios Nóbel generosamente pagados por el government. ¿Cómo ocurrió esto? Que este chico chileno, ajeno a su entorno – las politizadas aulas de los ochenta – fuera partícipe de una verdadera revolución que dejó atrás el mundo ensoñado del realismo mágico, o del surrealismo de Cortázar, para contar historias más cercanas y cotidianas, in yer face (en tu cara), por ponerlo en slang gringo. Con cientos de críticas en su contra, él, más un puñado de amigos como su entrañable Ray Loriga y su admirado Rodrigo Fresán, lograron introducir en América Latina el mal de vivre tan bien descrito en otras latitudes por Salinger, Auster o Bukowski. Parte de ello aparece en Apuntes Autistas, donde describe a uno de sus primeros personajes, Matías Vicuña (Mala Onda), como una suerte de Papelucho. Pero un Papelucho que crece, se masturba y jala coca. Un antihéroe. Del mismo modo en que Chéjov lo había planteado ochenta años antes, como precursor de esta corriente contemporánea en que las grandes historias de la épica universal ya no son significativas. Tampoco los ganadores. Ese modelo tan simplista y cliché. El futuro, ahora, se encuentra en la compleja sicología de aquéllos que pierden, de aquéllos que seguramente han sufrido, de sus frustraciones y también conductas erráticas por un mundo que, ah, vuelta, no les pertenece, y al que no pertencen tampoco. Esto es, Kurt Cobain, Trent Reznor o Thom Yorke. “Your god is dead, and no one cares, if there is a hell, i’ll see you there”, canta (chilla) el de Nine Inch Nails (Tu dios -o creencias, o fe, o seguridad- han muerto, y a nadie le importa, si acaso hay un infierno, nos vemos ahí). “I don’t belong here” (no pertenezco aquí), se queja el de Radiohead: . Here we are now, entertain us” (“aquí estamos, ahora, entreténgannos“), berrea el de Nirvana: . ¿Cómo surgió lo tuyo en las letras, es decir, alejarte de lo que fue el boom de Gabo o de Isabel Allende, esa suerte de New Age donde todo es pintado más bonito? A mí me cuesta mirarme. Pero te doy vuelta la pregunta: ¿Cómo no ocurrió antes? Estoy seguro, sin conocerte mucho, de que tu vida no debe haber sido muy del tipo ‘realismo mágico’. Yo no conozco a casi nadie que haya vivido su vida en esos parámetros. Yo siempre cuento, a modo casi de cliché mío, de que ello es como decir que se puede creer que en Nueva Zelanda viven puros hobbits, por ponerlo en términos más anglo, de la cultura imperante. No creo que nadie piense que el de allá es el mundo de El Señor De Los Anillos. ¿Por qué se cree que nosotros somos así? Yo leí Cien Años De Soledad en el sur profundo, mochilendo entre el Lago Llanquihue, Frutillar, Puerto Montt, por ahí. Y nunca sentí que ése era mi mundo. Yo sentí que estaba leyendo un equivalente a Harry Potter, un libro de fantasía…Nunca sentí que estaba leyendo algo como que fuera ‘mi vida’. Ahora, me entretuve a gritos. No sé si tú leíste ese libro, es genial. No quieres terminarlo, te quedas toda la noche leyéndolo, pero, al mismo tiempo, nunca sentí que era sobre mí, ni sobre mis conocidos, ni mi familia, ni mi país. No me pasó lo que siento escuchando a Radiohead, por ejemplo. Un libro fascinante, pero ajeno. Me encantó, pero nunca me emocionó. Años después, cuando empecé a entender que yo vivía en el mundo, para o según los otros, del realismo mágico, quedé en estado de shock. Literalmente. En Estados Unidos, me preguntaban si mi abuela volaba, o cuando estaba en Iowa, , que bajara a las reuniones con mi traje típico. Y yo estaba vestido igual que tú, como un joven cualquiera de la ciudad, y les dije: ‘Qué les pasa, si este es mi traje típico’, y me insistían en que no fuera tímido, que les mostrara mi traje típico. Más adelante, cuando les mostré lo que había escrito para Por Favor, Rebobinar, me dijeron ‘sí’, pero que no era lo suficientemente latino…Entonces te dices: ‘¿Pero qué significa eso?’ . Eso ha cambiado ahora… -Sí, las cosas han cambiado harto. Tú me dices: “¿Por qué ocurrió?” Pero yo te digo: “¿Cómo no iba a ocurrir?”. Eventualmente, uno puede más o menos deducir lo que va a ocurrir, si es medianamente inteligente, en tres o cuatro años más porque es lo que se está sembrando ahora. Los escritores del futuro ya saben que un texto es un texto. Tú me acabas de decir que ésta es la mejor novela que has escuchado este año (por The Downward Spiral). Y el día de mañana, esa frase que estaba mal redactada va a ser entendida: el mejor libro que ví, la mejor película que leí. Ahora, alguien te dirá “¿Cómo?”, pero eso está cambiando. Es como la revista Time, que acaba de poner como hombre del año a You Tube, siendo que You Tube no es un hombre. Eso es afuera. Seguramente, los diarios chilenos habrán puesto entre los hombres del año a algún diputado o ministro… ¿Qué opinas de la cibercultura? -Me parece que ya no hay mucha brecha digital. Hoy en día, está lleno de cibercafés a precios muy accesibles. Aquí, pero sobretodo en Argentina y Perú, donde la gente no está conectada en sus casas. Una de las cosas más relevantes de la revolución de la información es que ya no dependes de lo que diga tal o cual crítico, tú te formas tu visión del mundo. Se ha gestado una horizontalidad de los medios, donde tú eres quien decides a quien le compras. Esto gracias al acceso horizontal. Eso quiere decir que una crítica que sale en Rollong stone o en Esquire no es necesariamente mejor que una que salga por Super45. Ya no existe esa predominancia. Al mismo tiempo cada cual se forma sus gustos, los que son igualmente válidos. A través de su nuevo libro, uno se sumerge en las cavilaciones y experiencias de Fuguet. Desde su percepción del viaje -y ojo, el turismo no tiene nada que ver aquí, es el viaje entendido como experiencia iniciática- como un método para encontrarse a sí mismo, hasta sus encuentros -telefónicos o en persona- con personajes relevantes de la cultura popular del siglo pasado, como Woody Allen o el guionista de Martin Scorsese (con invitación a sus oficinas et al). Es una radiografía certera a sus sentimientos, como los que expone contra el establishment de los escritores ‘serios’ que son vendidos a precio de oro en librerías cool de barrios fashion. ‘Una vez me indigné con un periodista que decía: publicado nada menos que por Anagrama. “¿Qué significa eso? ¿Significa que si publico por Alfaguara voy a ser menos? ¿Significa que Javiera Mena va a ser menos porque edita por un sello independiente, que si saliera, digamos, por Warner?”, comenta indignado Alberto. Hay una parte de Apuntes… donde reivindica a Isabel Allende como una de las mejores escritoras chilenas, discriminada a muerte por los círculos literarios a causa su éxito comercial. Su prueba, un párrafo de una sensibilidad y erotismo tales , dice, que a Gabriel García Márquez jamás le habría surgido algo similar. A través de Apuntes Autistas, se nota la mano de un escritor experimentado que, oh sorpresa, no sólo narra sus procesos internos creativos como literato y cineasta, sino que además ha logrado la facilidad de escribir como siente y respira. ¿Por qué Apuntes Autistas? -Es una reacción frente a cosas que me molestan. Siempre he estado en contra de lo que está en boga. En algún momento con Loriga y McOndo, tuvimos que reaccionar contra la cultura imperante que no sentíamos nuestra. Ahora es tanto el ruido ambiente que hay, que se me hizo necesario un llamado al autismo. No sé, ya no estás tranquilo en ninguna parte, tienes que apagar el celular, desconectar el wifi… Porque es tanto el peligro y uno, al final, es humano, y pierde horas, semanas, años estando conectado, y al final te das cuenta que estás desconectado. Vivimos en una sociedad que esta muy desconectada de sí misma. Un arquitecto construye casas. Un ingeniero diseña puentes y centrales eléctricas. ¿Cuál es el rol, y la plusvalía que vende un escritor, un cineasta? -Crear recuerdos. No sé si viste Eternal Sunshin Of a Spotless Mind… (Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos). Pero es eso, implantarte recuerdos, vivencias, sentimientos.