Después de cuestionarse a sí mismo como artista y persona, Alex Anwandter encontró algunas respuestas y las plasma en el disco Amiga, una excusa que aprovechamos para abordar el mensaje de su nueva música y adentrarnos en la trastienda de su grabación.

Fotos: Rodrigo Ferrari – Música sin flash

“No sé para dónde va el pop chileno”, contesta Alex Anwandter cuando le preguntan si adquirir tintes políticos es el salto natural para los músicos de su generación. Esta entrevista empieza con una cuota de incertidumbre y terminará de la misma forma. Pero, entre medio, aflorarán las certezas que le trajo hacer Amiga, su flamante tercer disco. “Yo llegué a esto como mi camino por muchos motivos. Quería usar mis canciones como vehículos de reflexión, no de mensajes como ‘no seas homofóbico’ o ‘no seas fascista’. No quería ser panfletario. Una cosa que evité fue retrotraerme a estéticas obsoletas de protesta. Por ejemplo, una canción de seis minutos con guitarra acústica y que sólo lleve estrofas me parece que suena muy muy antigua, ya no tiene el impacto que tuvo hace décadas”.

Esa elección implicó encontrar otra vía. “Me pregunté cómo hacerlo. Esa búsqueda de método fue súper importante, y si tuviera que resumirlo, usaría una frase ajena: lo personal es lo político. Y mi método de ser político es ser lo más personal posible, porque lo político aparece en cada esfera de tu vida, desde qué música puedes escuchar sin que se burlen de ti hasta con quién te puedes casar. O cuánto cuestan los porotos y cuánto cuesta el arriendo. Hablando de eso estás no desconectándote de tu contexto. Y te vuelves personal, las canciones toman una dimensión que antes no tenían”.

Solapadamente, Anwandter deja ver que antes había una brecha entre las cosas que cantaba y la realidad en la que se desenvolvía. Consultado al respecto, asegura que “es difícil alcanzar una conexión profunda con uno mismo o un contexto social. Los genios la tienen de inmediato y uno, que es un simple mortal, tiene que trabajar en eso. A mí me tomó mucho tiempo, mucha reflexión y autocrítica. Hay gente pensando que Amiga se trata de mí tirándole palos a mi generación, pero no, sólo soy yo unificando mis preocupaciones como persona, como ciudadano, con mi trabajo. En Rebeldes había un avance hacia allá. Ese disco salió a fines del 2011 y yo ese año ya estaba tocando en tomas y no podía evitar preguntarme qué tan conectado estaba lo que yo cantaba con lo que ellos vivían. Qué grado de conexión hay con eso, aunque sin tratar de ser el vocero de algo”.

Alex Anwandter

Ser lo más sincero posible se convirtió en un propósito artístico. “Hubiese sido una falsedad ponerme a cantar tonadas porque yo escucho J-pop, Juan Gabriel, house. Y no lo digo para dármelas de especial, porque ahora, con Internet, todo el mundo tiene esa aproximación ecléctica. A lo que voy es a que, a la hora de hacer canciones de protesta, no quise autoimponerme tantos límites estéticos. Pienso que esa categoría gigantesca del pop, que no significa nada realmente, sólo tiene un criterio unificador: la preocupación por no aburrir, por ser entretenido, con un cierto grado de eficacia. Y eso como herramienta para discutir ideas me parece algo potente, y medio tonto de desperdiciar, versus dar la lata. A The Knife le pasó, hicieron su disco político (Shaking the habitual) con ese tema de 18 minutos sobre teoría de género, súper academicista y denso, y a nadie le gustó. Cuando, en un nivel más performático ponte tú, el video de “Pass it on”, ese que tiene al hombre trans cantando y al tipo de The Knife bailándole, es cien mil veces más político e impactante que ese disco que se propuso a sí mismo ser discursivo. Esto de ser muy personal y muy vulnerable es un método que yo descubrí para mí mismo, más que para vislumbrar el futuro de la música, para hablar de las cosas que yo quería”.

No va a faltar el que interprete Amiga como un acto oportunista, como un intento de apegarse a la moral de las redes sociales para conseguir seguidores. Para ellos, una aclaración: “Vengo escribiendo este disco hace rato, me preocupan las mismas cosas de antes. Este disco es muy personal, aunque sí, claro que tiene lecturas feministas. En una entrevista que di hace poco, hablé de una de las preguntas que me hice en este proceso: si quería ser parte de una generación como la Nueva Ola o como la Nueva Canción Chilena. Muchos pensaron que yo estaba diciendo que mi generación era descomprometida como la Nueva Ola, así que pongámoslo de otra manera. Esto es como ser un artista en el Estados Unidos de principios de los 60 y tener la opción de conectarse con el movimiento de los derechos civiles. Algunos lo hicieron y otros no. Esa es una decisión que uno toma. Y yo ya la tomé”.

La forma que llega al fondo

“Nadie me había dicho que “Manifiesto” suena como (Me llamo) Sebastián”, responde ante el comentario sobre la canción más cruda y desgarrada del nuevo repertorio. “La verdad es que conozco sólo un tema de él y no me gustó tanto”. Que minutos antes mencionara a The Knife incentivó las ganas del que escribe de hablar sobre otros músicos. Sobre Planeta No, también pendientes de los asuntos de género, sacándose fotos con maquillaje de mujer. O sobre otros solistas pop con los que tal vez pudiese haber alguna conexión sonora, como Shamir o MNEK. Pero no. “Va a ser una respuesta muy decepcionante para ti, pero yo escucho muy poca música. Las mismas tres o cuatro cosas desde hace años: Juanga, Perfume, Mahler. Te diría que eso es. Con eso tengo suficiente”.

Anwandter vuelve a motivarse cuando la conversación se concentra en Amiga, específicamente en la duda que asoma al ver que fue mezclado en Estados Unidos: ¿en Chile no existe la capacidad para hacerlo como él quería? La explicación está en los recursos que puso el sello Nacional, que “son los dueños de mi alma por tres años (ríe) y permitieron que viajara. Los estudios son lugares entretenidos para ir a jugar y yo quería superar en la técnica al disco anterior porque siempre es mi intención crecer, entonces elegí salir de acá con la intención de aprender, de colaborar con otras personas”.

Alex Anwandter

Del viaje, saca conclusiones alentadoras para el medio local. “Estuvo bacán, pero al final me di cuenta de que no estábamos tan lejos, y eso te habla del buen estado de la música acá. El nivel de producción en Chile está súper bien. De hecho, la masterización de un par de temas la hizo Tom Coyne, que es un hueón capísimo de Estados Unidos que trabaja para Adele, Beyoncé y Taylor Swift, y al que le mandas un tema por mail y, si quieres una corrección tienes que depositarle plata de nuevo. Le envié tres canciones y lo hizo la raja en dos, las dos que quedaron (“Siempre es viernes en mi corazón” y “Cordillera”), pero el resto del trabajo lo hizo en Chile el ingeniero del disco, Francisco Holzmann”.

Las grabaciones de Amiga fueron realizadas en distintos puntos del país. “En Estudios del Sur grabamos el 70 por ciento. Hay un 10 por ciento que viene de mis demos caseros hechos en pantuflas, porque los demos tienen esa cosa espontánea que uno nunca logra reproducir. Otro lugar fue donde grabamos a Raúl Aliaga tocando vibráfono y glockenspiel. A la Universidad Austral fuimos a grabar a su Orquesta de Cámara en el Aula Magna, con una acústica preciosa. Esa es una de las partes más lindas del disco, en mi opinión, porque podríamos haber dividido los micrófonos en grupos de voces, poniendo los violines por acá y este otro instrumento por allá, pero al final capturamos el sonido de la sala. Entonces lo que se escucha son los músicos resonando en el Aula Magna. Cuando mezclamos, nos preguntaban (imita el acento gringo) ‘¿dónde grabaron esto?’”.

Miranda! y Julieta Venegas son los invitados célebres del disco, en “Siempre es viernes en mi corazón” y “Caminando a la fábrica”, respectivamente. Sobre los comentarios acerca de la influencia de los argentinos en el pop chileno, Anwandter puntualiza que “hay una insistencia del periodismo en hacer un linkeo de influencias demasiado directo, y en mi opinión las cosas simplemente no funcionan así. Hicieron lo mismo con Corazones de los Prisioneros y sí, nos gusta, pero también nos gustaban los Pet Shop Boys y Giorgio Moroder, que influyeron un montón en Corazones. Creo que es un error establecer que una cosa es consecuencia directa de la otra. Uno es una suma de un montón de cosas y un montón de experiencias, y uno también es un filtro de todo eso”.

“Los Miranda! son simpatiquísimos y me encantaban sus canciones”, aclara. “Los conocí porque me invitaron a cantar a un show suyo. Y con Julieta, que es una fuente de historia mexicana, somos amigos. Cuando ella viene, nos juntamos. Si yo voy, paso a su casa”. La intención era tender un puente entre culturas latinoamericanas. “Presentando mi película (Nunca vas a estar solo) en Berlín y Guadalajara, noté que las experiencias entre nuestros países están conectadas por ese conservadurismo heredado de la iglesia y por la idea del macho, que no existe en ninguna otra parte del mundo”.

Pese a que firma Amiga con su nombre y apellido, insiste en que el disco tiene una dimensión colectiva que busca ser una metáfora sobre la transversalidad de los asuntos que toca. “Hay literalmente muchas voces aparte de Miranda! y Julieta, porque están también mis amigos que cantan los coros, aparte de la orquesta, Raúl Aliaga y los demás músicos. Me gusta mucho la sensación que eso transmite, y me importa hacer cosas entretenidas con gente que me cae bien. Si no, ¿para qué?”. Para finalizar, otra pizca de incertidumbre: “Al final esto no tiene que ver con alcanzar un estado de coherencia política absoluta, es un camino solamente, un esfuerzo. No sé si voy a lograr hacer algo increíble, pero creo que estoy caminando hacia el lado correcto. ¿Qué otra cosa se puede proponer uno en la vida?”.

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