Dentro del espectro actual de música a nivel mundial, el movimiento indie es de los que más ha logrado expandirse en cuanto a difusión. Llámese moda, vanguardia, o el nombre que gusten asociarle, el movimiento ha sabido ser un boom por donde se lo mire. Su desarrollo lo ha llevado a adaptar formas renovadoras de géneros ya existentes como el rock, folk, hip hop, electrónica, entre otros, logrando armar una escena musical lo bastante fuerte como para dominar la oferta melodiosa actual.

Sin embargo, la innovación de este movimiento radica más en el saber adaptar elementos de distintos géneros manteniendo una base musical reconocible, que en la creación de melodías estrictamente innovadoras –con excepciones obviamente-. Es por esto que suele pasar que las bandas indie suenan muy parecido a grupos o estilos que ya conocemos, pero que no terminan de ser lo uno ni lo otro.

Algo similar puede ocurrir con el disco que vamos a destacar esta semana, A Space Device (diciembre de 2016) del proyecto del uruguayo Ignacio Vecino llamado Mountain Castles. Dueño de un indie-pop psicodélico que nada tiene que envidiarle a muchas de las agrupaciones europeas y norteamericanas que suenan estos días, el oriental trae bajo el brazo un disco que transita entre melodías siderales y armoniosas canciones de verano.

Con un antecesor llamado To The Bounds and Beyond (2014) y otros proyectos como Adan Yeti y Marino, Ignacio Vecino presenta su último trabajo con influencia declaradas como Paul McCartney, The Beatles, Connan Mockasin y Led Zeppelin. Pese a ser un proyecto solista, donde él graba y produce todo, la puesta en escena la hace con una banda que se compone de Francisco Etchenique en batería, Ale Hauser en bajo, Mariano Gallardo en guitarra y teclados, e Ignacio Vecino en guitarra, voz y teclados. En cuanto al lanzamiento, A Space Device espera hacer su debut en vivo a comienzos de mayo en Uruguay, y está planificada la presentación en Chile para el 27 de mayo bajo el marco del festival URCH.

Comenzando con las lentas-y-psicodélicas “Plastic Vision” y “Full of Fears”, que recuerdan a ratos a uno que otro disco de Spiritualized, A Space Device sube de tono con “All That I Can Say”, uno de los puntos más altos del disco. Un pop/rock playero con influencia beatle pintado para listas de verano, que a través de una armonía acústica acompañada de guitarras y keys llenos de efectos celestiales, dejan a la voz de Ignacio Vecino propagarse en el espacio mientras la canción avanza para culminar en un correcto solo de guitarra que se diluye en fade-out. Luego, el disco vuelve al trance espacial con “Out of Bed” –aunque un poco más movida que las dos primeras-, para continuar con “Do I Make You Feel”, una composición que recuerda pasajes de The Whitest Boy Alive y que sigue una línea bastante similar al tercer track del disco.

La muy-bien-nombrada “Blues Interlude” (con clara influencia “zeppeliana”) hace de entretiempo perfecto para encarar la segunda parte del álbum, la cual retoma su faceta psicodélica a una marcha un poco más acelerada, con canciones que recuerdan en forma a Pink Floyd y The Beatles (también algo de Tame Impala) como lo son “Should I Believe You?” y “On Your Own”, otros puntos claves del disco. Para terminar, el álbum se despide con “Forever, Together” y la destacable “Ocean”, ambas composiciones con una connotación más acústica que el resto la producción. Un cierre sobrio y medido para un disco que te pasea por diferentes sensaciones y espacios sin marear.

43 minutos de melodías siderales y atardeceres acústicos que logran fusionar la psicodelia de los 70’ y complementarla con el indie pop de estos días. Un disco que no abusa de armonías alegres, y que pese presentar similitudes en alguna de sus canciones, logra dar espacio suficiente para que se desarrolle de manera correcta una faceta retrospectiva y otra más popera, consiguiendo un equilibrio al menos agradable en primera instancia. Un disco para escuchar de espalda al pasto mirando el cielo, o en un armónico atardecer playero.