Vuelo de Tenesee a Buenos Aires sin escalas (o al revés?)

Nicolás Beraciartúa es un guitarrista argentino de 34 años quien, pese a su corta carrera, carga encima con un vasto recorrido por escenarios trasandinos y americanos.

Ex miembro de piedras angulares del rock argentino como lo son Riff y Viticus, el bonaerense supo dejar de lado la sombra de su padre (Javier Beraciartúa, miembro y fundador de estas bandas) para hacerse su nombre propio e incluso llegar a ser llamado por el mismísimo Rich Robinson (The Black Crowes) para formar parte de su banda solista durante su última gira por los Estados Unidos.

Tras incursionar por las distintas ramas del rock, se internó en el estudio para grabar lo que es su primer y (hasta el momento) único álbum solista desde el anonimato, Nico (2015). Con claras influencias del country, blues y rock de los 60’ y 70’, Nico es un disco instrumental que deambula entre punteos lentos y arpegios armónicos (a lo Eddie Vedder) que nos hacen transitar por múltiples sensaciones e imágenes, que bien podrían hacerlo banda sonora de alguna película ambientada en Nashville. Partiendo con un claro amanecer en el campo (“Viento Sur”), hasta un atardecer después de un largo camino de carretera (“Audio/Glory Hallelujah”), las canciones de este álbum corren como si se tratase de escenas contiguas de una historia.

Desde percusiones sutiles hasta punteos desafiantes (como en “Arenga”), y siempre acompañado de un exquisito uso del slide que nos hace recordar los mejores pasajes de los Allman Brothers, el disco recorre una infinidad de recursos y sensaciones sin nunca perder su norte. Un country que suena a blues, y un rock que suena a country. Uno de esos discos que uno no se espera encontrar, pero cuando llegan a uno, pucha que se agradecen.