Con el pasar del tiempo, los grupos y las distintas corrientes musicales, ha quedado en evidencia que no es necesario ser pionero en algo para ser bueno (o el mejor). En otras palabras, la clave no está (siempre) en descubrir la rueda, sino en el saber usarla, darle un mejor uso o un diseño adecuado.

Lo que presentamos hoy no es una gran innovación musical, sino más bien una muy buena ejecución.

Titi Stier es una argentina de 23 años hija de padre francés, la cual, convencida de que la música merece una oportunidad en la vida (o la vida merece una oportunidad en la música), se radicó a mediados del año pasado en París para dedicarse a tocar en las calles y bares del barrio Montmartre, de donde salieron las canciones que hoy dan vida a su primer EP By the riverside.

Lo que comenzó como un puñado de covers de sus principales influencias (Bob Dylan, Laura Marling, Joni Mitchell, Marika Hackman, Lucy Rose, etc) y alguna que otra canción propia, recibió la energía necesaria de las calles parisinas para darle forma a su primogénito disco.

Lanzado el 31 de Octubre de este año y preparado para ser presentado en vivo el próximo 12 de noviembre en Buenos Aires, el EP concentra cinco precisas y armoniosas canciones en inglés, que combinan parte del country estadounidense de los años 20′ con las distintas corrientes del folk europeo, otorgándole un carácter camaleónico al trabajo: uno que se parece a muchos pero, a la vez, a ninguno en específico. Melodías que recuerdan a ratos a The Lumineers, Mumford & Sons, y a algo que no conocemos: Titi Stier. Porque cuando nos empezó a sonar parecido a uno, ya se nos empezó a familiarizar con otro, y terminamos por encontrar algo nuevo, pero familiar.

Dueña de una dulce voz que nos hace recordar por momentos a Florence Welch en sus versiones desenchufadas, recubre sus canciones de armoniosas melodías vocales que rehusan a la presencia de los clásicos “Ohhh” y “Yeahh” que tanto se suele abusar en este género. Guitarras eléctricas y cellos acompañan sus acordes acústicos, que en conjunto con una percusión en base a bombo y caja le dan el protagonismo necesario a su voz, logrando un cierre preciso para canciones que admiten que detrás de la simpleza hay una gran parte de la grandeza.

Canciones que nos trasladan a paisajes rurales, e incluso mediavales (“Learn to breathe”), y que a la vez no cuesta demasiado imaginar sonando en un festival al aire libre pero que, a diferencia de grupos similares, le asienta a la perfección un espacio de suma intimidad.