Luego de una seguidilla de tocatas a lo largo del año, El Gato, La Virgen y El Diablo cerraron el 2013 con un show el pasado jueves 5 de diciembre en la sala SCD Vespucio junto con Eleo.  Gracias a una serie de singles interactivos lanzados durante sus pocos años de vida, han logrado llamar la atención atención de diversos medios internacionales, siendo destacados en evolver.fm , createdigitalmusic.com y hasta celebrados por las cuentas oficiales de Soundcloud, transformándose en una de las bandas más inquietas y que más sorpresas podría dar durante el 2014. Tomás Dintrans cuenta su historia.

Como compañeros de colegio en San Miguel con intereses en común y luego estudiantes de Diseño en la Universidad Católica, desde sus comienzos su propuesta ha hecho un llamado a la comunicación apoyada de nuevos medios, incluyendo en sus presentaciones en vivo elementos con los que el público ha pasado a ser parte del espectáculo. Paralelamente a la liberación de sus canciones vía web, expusieron durante un mes en el Museo de Bellas Artes su instrumento Depresión intermedia, una especie de maqueta táctil con teclas luminosas, que al ser pulsadas emitían acordes que respondían al perfil topográfico de la cordillera de los Andes en el sector chileno, variando las notas según la altura del suelo en cada paralelo de su extensión.

Entre  dinosaurios inflables que compraron al por mayor en el barrio Meiggs, trabajan soldando y conectando los cables que serán el show de luces de sus futuras presentaciones, pudimos interrogar junto a Valentina Peña Caroca, a Vicente y Fello, los dos personajes tras GVD, a pocas semanas del lanzamiento de su primer EP titulado “Beta”, programado para fines de enero.

¿Cómo juntan lo musical con lo visual en escena?

Fello: Desde que empezamos a tocar fue como “ya, hagamos tal cosa”, y poco a poco nos ibamos consiguiendo las herramientas necesarias para lograrlo. De a poco se han ido dando las cosas, conversándolas. Al principio nos ganamos un arduino y nos pusimos a experimentar… Ahora ya tenemos más implementos. Hemos tocado con un sensor de manos –Leap Motion-, y eso, a pesar de que no es como una propuesta visual, o sea, no es como un video que estái mostrando de fondo, sí resulta ser inusual para alguna gente que después se te acerca y te dice “oye, y eso qué es, qué era…”. Igual te juega en contra tener cosas pensadas, pero ya tenemos unas ideas para desarrollar el próximo año. Siempre pasa eso de no estar haciendo las cosas que quieres estar haciendo, pero estái haciendo cosas que van en la misma línea. Suponte el trabajo que expusimos en el Museo de Bellas artes nos tomó entre seis y ocho meses.

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–¿Cómo se organizan para componer?

Vicente: Siempre ha sido difícil hacer coincidir los tiempos. El Fello primero estaba con lo de su título, después yo estuve en mi título y el Fello estaba trabajando. Ahí ya era como difícil muy difícil juntarnos. Y ahora el Fello está trabajando y yo estoy como en un “freelanceo” que es como tener tiempo y no tener.

F: En general lo que nos pasa es que nos tomamos como un mes para hacer una canción… En una primera etapa nos juntábamos a improvisar y así salían las ideas, y después como que empezamos a pimponearnos cosas, pero igual nos demorábamos caleta, porque como no estábamos tocando en vivo eramos una banda que no existía. Sólo existíamos por internet. Lo único que nos preocupada era subir temas y que sonaran bien, que resultaran ser algo interesante, y como nos auto-producimos y no tenemos muchos conocimientos como un sonidista o, no sé po, un ingeniero que cacha, nos ponemos de acuerdo: “ya, esto tiene que ir así”, “esto podría sonar así”, “súbele a esto”. Siempre estamos conversando.

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¿Qué tratan de exponer en sus canciones?

V: Como que ningún tema en especial, nada voluntario ni definido. No hay como algo cerebral en eso. Hay ideas, propuestas… como “exploremos un ritmo y veamos qué sale”. “Exploremos la samba argentina y veamos qué sale…”

¿Alguna historia detrás del nombre “El Gato, La Virgen y el Diablo”?

V: Hay una historia y hay una cosa (entre risas…). De partida es un nombre extraño, según yo. Teníamos la teoría de que un nombre gigante es más recordable que un nombre corto.

F: De hecho como que hay un parámetro. Cuando alguien dice mal el nombre es porque no le importa. Como que estamos en un carrete así y llega alguien: “oye… el zapato, la puerta y la ventana”, y es como “no, a este hueón no le importa”.

V: También hay gente que lo dice mal a propósito. Es como “ay, ¿cómo es?… la virgen, el diablo y el gato… ay, lo dije mal!”.

F: Aparte un nombre tan malo nadie más lo va a querer, y si lo buscai en google aparece altiro. Hoy día, no sé po, si te llamai “Pasto” o “Andes” o no sé po, estái cagao, porque existe la globalización.

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¿Cómo se proyecta la banda en el corto plazo?

F: Lo que queremos hacer con muchas ganas, con mucha angustia (risas…), es sacar un EP antes de que termine el año, como para cerrar un ciclo. Cerrar con las canciones que tenemos y dejarlas como…

V: Encapsuladas.

F: La idea central de hacer cosas juntos es tratar de acompañarnos en la exploración de inquietudes; la música, el diseño, disfrutamos las dos cosas. Ése es como el marco de El Gato, La Virgen y El Diablo.

V: No tendría sentido de otra forma, si no fuera por internet. Los dos estudiamos diseño. Hace algunos años tú pensabas en que si hacías música deberías sacar un disco de alguna forma, auto editarlo y sacarlo a la venta, y cada vez más pensar en eso tiene menos sentido.

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¿Qué ha sido lo mejor que les ha pasado como banda hasta ahora?

F: Lo más bacán que nos pasó… un niño. Nos agregó y nos empezó a hablar de que quería hacerse cargo de nuestro canal en YouTube. Fue lo más bacán que ha pasado. Un niño de 11… 9… 10… una cosa así. Muy bacán.

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