Su atractivo manejo de materiales sonoros provenientes de múltiples fuentes, el cruce de identidades, la superposición de timbres, de métricas e intensidades, y presentaciones muy bien concebidas, hacen de Montaña Extendida uno de los proyectos a los que hay que prestarle atención.

Ligado a la escena de música de nuevos formatos levantada por la Productora Mutante, Rodrigo Araya, también parte de Olaus Roemer -dúo actualmente en receso-, está próximo a editar un disco a través de Jacobino Discos, y el 7 de noviembre en Galería Bech (Alameda 123), inaugurará la exposición audiovisual Nueva Ola, donde montará tornamesas triples fabricadas por él, con música de la Nueva Ola chilena y norteamericana y con material gráfico que reflexiona sobre la apropiación y comercialización de lo extranjero por medio del maquillaje y ocultamiento de las fuentes.

Ciudad de origen: Santiago de Chile
Edad: 25
Ocupación. Artista visual, diseñador
Contacto: www.myspace.com/montanaextendida

-¿Por qué elegiste ese nombre para tu música?
-Me interesa el contrasentido que plantea: enuncia la acción de extender, como si fuera posible el estiramiento de una elevación, de una montaña, produciendo la pérdida de su forma y transformándola en un terreno plano homogéneo. El nombre es una fantasía, pero para mi es la disposición previa a cualquier composición, la cual posibilitaría un espacio ideal para edificar luego los elementos desde una misma superficie, donde cada uno de estos se sume y se disponga partiendo de una misma base y se relacione entre otros de la misma forma. Propiamente tal, el nombre surgió buscando palabras que referenciaran características de un tema de Olaus Röemer. Ahora, con distancia, entiendo que en aquella composición se encontraba el inicio de lo que seria Montaña Extendida, tanto por lo que me empezaba a preocupar en las composiciones, como la manera en que las realizaba.

-¿Cuando y cómo comenzaste a tocar?

-A tocar, concretamente ya como hace seis años, pero mi primer contacto con la música fue por el año 1995, cuando se instaló la nueva escuela del rap y hip-hop en Chile. Con amigos del barrio nos las arreglábamos para confeccionar bases rudimentarias sin echar mano a instrumentos tradicionales, con caseteras y equipos tres en uno. Al pasar el tiempo me topé con otras maneras de trabajar, con la llegada de un computador a casa todo cambio: se ampliaba la forma de manipular sonidos y también se podía acceder a más información en materia de música. Producto de esto me alejé rápidamente del rap mas purista.

-¿Esbozarías una definición de tu música?
-Intento entender el sonido como un material cargado por su uso. Con esto me refiero a lo que he trabajado hasta ahora: recuperando elementos y estrategias estables de la música pop, frecuencias extremas que generan espacialidades similares a las utilizadas por la música industrial, como también características rítmicas de música más primitiva o folklórica. Todo lo anterior me interesa en la medida que posibilita la referencia de estructuras ocupadas y productivizadas, por tanto reconocibles, más que definiciones de género o tipificaciones. Me interesa que quien escuche, más que encontrar algo novedoso, se permita experimentar otras relaciones de lo que ya conocía.

-¿Cómo diferencias tu trabajo solista del de Olaus Roemer?
-Olaus siempre ha sido una instancia de aprendizaje, por lo que es fundamental para lo que hacemos ahora. Principalmente, las diferencias están en que funcionábamos como grupo, y los resultados siempre dependían del trabajo en conjunto, de lo que cada uno podía aportar: yo me preocupaba de las bases, de hacer las secuencias, luego Jorge Pasten aportaba con melodías y sonidos que le dieran más dinamismo a la base. Así teníamos cada uno tareas que luego se verificaban en el resultado. Dentro de nuestras posibilidades intentábamos tocar todo, y lo que concluía siempre tenía que ver con lo que nos gustaba, lo que escuchábamos. En el caso de Montaña Extendida es mucho más complejo, porque suelo no tener una estrategia estable para componer, pero a la vez también es más conciente, porque pienso mucho más en cómo funcionará y qué información acarrea lo que estoy manipulando. En Olaus probábamos y tanteando llegábamos a algo, mientras que Montaña es mas concreto, es el desplazamiento a otro medio de lo que investigo en las artes visuales.

-¿Cual es tu proceso de composición?
-No tengo una forma estable. Mi dominio del lenguaje musical es muy elemental, por lo que mi acercamiento a los instrumentos y a componer siempre ha sido de forma intuitiva o adquirida. Producto de esto, siempre me aproximo de manera poco ortodoxa a las estructuras del sonido y sus normas. Siento que esto es importante en los resultados que puedo obtener, porque la relación que establezco con las herramientas que ocupo me permiten generar básicamente sonidos o desarrollarlos más como objetos que como piezas estructurantes de un tema. El trabajo que hago es más bien de laboratorio, porque ahí es donde tengo la posibilidad de flexionar, distorsionar, manipular el sonido con mucha más libertad que la que tendría en vivo. Me atrae mucho la posibilidad de filtrar los sonidos hasta hacerlos perder su naturalidad, pero a la vez me preocupa que señalen o refieran algo concreto.

-¿Qué set utilizas para tocar?
-Lo que ocupo tanto para componer como para tocar en vivo son: un computador portátil con (el software) Live 4, que manipulo mediante un controlador MIDI fabricado por mi; un mixer, que a estas alturas es un instrumento más; bastantes cables, tres efectos de guitarra (delay, pitch y fuzz, éste ultimo lo fabricó Jorge Pasten, el otro Olaus) y una batería electrónica vieja a la cual le conecto unos pad de una de juguete.


Imagen de “Nueva Ola”. Desde el 7 de noviembre en Galería Bech (Alameda 123).


-¿Cómo planteas tus presentaciones?

-A grandes rasgos, las armo pensando en marcar una duración. Si bien compongo temas, en vivo evito las pausas entre ellos. Trato de preocuparme en cómo se conecta uno de otro para lograr un flujo continuo, intentando que se desarrolle una única situación, que no se corte en quienes escuchan. También me importa que todo el aparataje que involucra una presentación sea los más transparente posible y permita el acceso, tanto visual como auditivo, a todas las capas que se desenvuelven. A pesar de que mi trabajo está en gran parte sustentado por recursos electrónicos, me preocupa conservar la confrontación del rock y evitar la relación pasiva de la electrónica de computador: ahí es donde, sobretodo, me interesa la ejecución física de los ritmos y la manipulación de grabaciones en directo. En el ultimo tiempo, para las presentaciones en vivo, he trabajado con dos amigos, Nicolás Rupcich y Rodrigo Lobos, los cuales por su cercanía con mi trabajo han podido acoplarse en la proyección de imágenes con criterios análogos a cómo funcionan los sonidos, y ahora son parte fundamental de lo que es Montaña Extendida.

-¿Cómo surge tu interés por los ritmos y sonidos nortinos y de raíz folclórica?
-De estos, principalmente me interesa cómo se construyen y cómo funcionan sus elementos. Los ritmos y sonidos nortinos no desde mucho tiempo, pero de estos me llama la atención el folclor del altiplano boliviano, la característica de los instrumentos de viento y su cercanía con la voz. Inicialmente, mi interés proviene de cuando encontré una serie de compilados llamados The rougth guide, del label World Music Network, que se dedican a una especie de turismo musical. A medida que los escuchaba me fui interesando cada vez más por los que provenían de países africanos y, por consiguiente, de toda su influencia en la música latinoamericana. Esto, principalmente por la posibilidad de desarrollar temas desde el ritmo, las particularidades de la polirritmia, la polimetría y el trabajo con los timbres.

-¿A qué atribuyes la proliferación de músicas experimentales y de nuevos formatos en la música local?
-Principalmente a Internet y al vació que deja la industria de música nacional, que sólo da espacio para que se repliquen un par de estilos musicales, como también a movimientos extranjeros que en el contexto de Chile, por ser de menor escala, siguen pareciendo de vanguardia.

-¿Con qué bandas o solistas te sientes cercano, musicalmente y por modo de trabajo?

-Con El Banco Mundial, Namm, Luis Munita con sus proyectos Onda Bidón y Chileno Medio, La Golden Acapulco, El Sueño de la Casa Propia y mi amigo LAV.

-Nombra 5 discos que te hayan influenciado
Christian Marclay – More encores (1988, ReR)
Jhon Oswald – Plexure (1993, Avant)
Varios artistas – Rough guide to music of Cape Verde (2001, World Music Network)
Wara – Quimsa (1978)
Growing – All the way (2008, Social Registry)