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Publicado originalmente el 6 de enero de 2002.

Tan prolífico, inabarcable y musicalmente ambiguo como Frank Zappa, John Zorn o Jim O’Rourke, Uwe Schmidt se ha situado como uno de los creadores más interesantes de la escena electrónica mundial. Su carrera ha transcurrido desde la penumbra y el anonimato mediático, lo que lejos de ser un problema le ha otorgado la tranquilidad y el tiempo suficientes para desarrollar sus múltiples facetas artísticas. Teniendo en cuenta la certera admiración que le profesan sus fans y el reconocimiento de músicos de todo el mundo; para este alemán avecindado en Santiago de Chile cada segundo de su vida es más valioso que el oro. Considerable, si pensamos que sus últimos momentos han sido utilizados para remezclar a Air o a Depeche Mode, producir a los franceses Holden y preparar nuevos discos con Flanger y Señor Coconut.

Por diversas circunstancias de la vida, Uwe Schmidt, decidió en 1996 empacar sus maletas y equipos, para cambiar los aromas de su Frankfurt natal por los no muy limpios aires de Santiago. Una opción bastante arriesgada si miramos desde un asunto de gestión artística –Europa es como la Meca para los artistas electrónicos-. Sin embargo, para Schmidt la experiencia no ha dejado de ser interesante desde un punto de vista creativo. Su alma siempre lo ha apuntado hacia la búsqueda de nuevas experiencias. Ya antes, durante el 93, había vivido en Costa Rica y cuando visitó nuestro país por primera vez, quedó muy fascinado con él.

No estamos hablando del típico europeo trotamundos que decide tomarse un año sabático para recorrer los extraños recovecos de la geografía y la cultura sudamericana. Nos referimos a uno de los artistas más importantes de la escena electrónica mundial, dueño de una capacidad de creación que lo ha convertido en uno de los músicos electrónicos más prolíficos e inabarcables del planeta.

Con varios heterónimos conceptuales, Uwe Schmidt viene trabajando desde la segunda mitad de los ochenta. La rusticidad del formato parecía ser la consigna para muchos artistas en el momento que el de Frankfurt comenzó a dar sus primeros pasos dentro del underground. “En los ochenta era fácil editar música de forma independiente, pero había otra forma de trabajo. En Estados Unidos existía una escena muy grande que funcionaba con cassettes; todavía no se masificaba el compact disc. Era solo vinilo y cintas. Todos se conectaban por las cintas: distribuidores, músicos, artistas, los cuales se comunicaban por correo. Hicimos contacto con músicos de todo el mundo???, señala Schmidt.

Ya en la primera mitad de los noventa Schmidt había formado su propio sello discográfico Rather Interesting, e inventado uno de sus nombres artísticos más conocidos: Atom Heart. Comenzó a editar discos como condenado, llegando el año 94 a publicar nada menos que un trabajo al mes.

La mitad de los noventa, fue positivamente agitada para Atom Heart. Sus múltiples viajes lo llevaron a tocar en diversas latitudes del planeta y a colaborar con músicos variados, nutriéndose de múltiples influencias estéticas que rápidamente fue incorporando a su acervo mental. En el 96 aterrizó en Chile presentándose en algunos lugares de Santiago. “Quería cambiar de lugar. Durante el 95 y 96 me encontré viajando mucho. Artísticamente me sentía un poco encerrado en Alemania; aunque allí pasan muchas cosas es difícil desarrollar un estilo propio. De todas formas no soy un tipo que salga mucho, ni escucho radio ni veo demasiada televisión. En el lado personal me sentía un poco aburrido. En el 96 me invitaron a Chile y me gustó. Decidí quedarme un año por acá, por que tu nunca sabes lo que pasa en Europa, por los contactos, tu vida personal y todo eso. Y así fue, todavía sigo acá???.

Vivir en un lugar tan apartado –el culo del mundo dirían los argentinos- no ha sido impedimento para que Uwe Schmidt siga desarrollando su trabajo. Vive completamente dedicado a la música, que de un tiempo a esta parte ha cobrado connotaciones absolutamente polifacéticas, llegando a incursionar en la electrónica experimental, en el “pop sintético??? (como él mismo lo denomina), en el avant garde, en el jazz e incluso en la salsa electrónica y la techno cumbia.

Uno de sus proyectos más interesantes, por su irónica semblanza entre la cultura latina y la electrónica europea es Señor Coconut, su alter ego tecno tropical, el “Santiago’s fun-loving latin playboy??? por antonomasia. Con este proyecto Schmidt revitaliza el concepto de las sonoras clásicas de música tropical, asumiendo el rol de un Pérez Prado posmoderno, un director de orquesta que en vez de llevar la batuta de su conjunto con Congas o Maracas lo hace desde los controles de su sampler. El concepto de su conjunto en vivo es el de una sonora como las de antaño; músicos muy bien vestidos y engominados siguiendo los dictados de su maestro de ceremonia, los que juntos producen la combinación perfecta y ecléctica entre el sabor latino y la frialdad de la electrónica europea.

Paralelamente, Schmidt a seguido sus incursiones creativas colaborando con músicos de todo el mundo haciendo producción para los franceses Holden, remezclas para los ultra famosos veteranos del tecno pop Depeche Mode o trabajos compartidos con el inclasificable bajista Bill Laswell, entre muchos otros proyectos. En Chile ha tenido colaboraciones con el líder de Los Prisioneros Jorge González –en el disco de versiones de cumbias clásicas Gonzalo Martínez y sus Congas Pensantes (RCA/BMG, 1997)-, con Tea Time de Los Tetas – XXX (Rather Interesting, 1999)- y con el chileno-germano, Dandy Jack.

En este sentido, para el alemán trabajar con bandas de todos los estilos, ya sean famosas o desconocidas, supone siempre una experiencia enriquecedora, ya que como él mismo aclara “Si una banda ultra famosa me manda un demo y no me dice nada, ni me motiva, no puedo hacer nada por ellos. A lo que voy es que trabajar con un artista siempre implica dedicar parte de tu vida en eso, entregar tu tiempo a otra persona. No hay ningún dinero del mundo que pueda pagar tu tiempo de vida. Si un artista es fome, que hace música fome, no voy a dedicar ningún momento a la vida de otra persona por plata, sería absurdo”.

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De Krautrock y pop sintético

Dueño de un temperamento apacible, que se dibuja en un rostro rubicundo y en una estatura que se eleva sin piedad, Uwe Schmidt habla con pasión de las múltiples aristas de su trabajo. Vive dedicado a la música, imbuido en los preceptos casi autistas de la era en que el ordenador ha pasado a formar parte vital del trabajo diario de los creadores electrónicos. Si bien este apelativo no le acomoda para nada –lo de músico electrónico- es en el área tecnológica donde ha podido fraguar cada una de sus ideas desde que un día, atraído por las nuevas músicas surgidas con el advenimiento de la new wave y el tecno pop, decidiera comenzar su propia aventura como músico.

Kraftwerk y Depeche Mode han sido nombres que, casi como mandamientos de la ley del eterno retorno, se han repetido en su diario de vida. Primeramente como simple fan adolescente. En segunda instancia como reversionador – pensemos en “El Baile Alemán??? de Señor Coconut, con versiones de Kraftwerk en plan tropical- y remezclador por encargo – para últimos trabajos de Depeche Mode.

Pero también ha podido deslizarse a terrenos donde prima lo intelectual, inclasificable y ecléctico –su participación en el disco In Memoriam Gilles Deleuze (Mille Plateaux 1996), homenaje al desaparecido pensador pos-estructuralista, lo atestigua-. Así le gusta ser a Schmidt y a todos sus alter egos –Atom Heart, Coconut, Lisa Carbon, en fin-. Tranquilo por fuera. Artísticamente impredecible.

En tu pagina web www.atom-heart.com dice que comenzaste como baterista.
Me compre una batería y toqué como una vez con una banda de covers de rock con mi profesor de inglés. Tenía como 16 años.

¿Cómo empezó tu vinculación con la electrónica?
La primera música que escuché conscientemente fue música electrónica de comienzos de lo 80. Cosas como Visage o Depeche Mode. Yo sabía que era algo nuevo y especial, pero sin mucha idea de lo que se trataba. Paralelamente empecé a hacer música con la batería. A los 17 años vendí la batería y me compre una drum machine, que era un instrumento mucho más compacto. Ese fue mi primer instrumento electrónico.

¿Cómo era el formato de la música que hacías entonces?
Era música popular. Como a los 16 años, comenzó a interesarme la electrónica underground. Por el 85 empecé a escuchar música industrial. El formato que desarrollamos con algunos amigos no era pop, al contrario, era muy ruidoso. Escuchaba Front 242 y ese tipo de cosas. Esa fue toda una onda un poco oscura de música industrial que se desarrolló por Europa. Nosotros nos adscribimos a todo eso.

¿En Alemania cosas como Kraftwerk y el Krautrock eran masivas?
Sí. Lo que pasó con Kraftwerk fue que cuando me inicié con la electrónica por allá por el 82-83 no tenían ninguna canción sonando en la radio. Fue justo cuando me interesé por la electrónica en el momento en que no estaba sonando Kraftwerk. Cuando sacaron un álbum en el 85 (Electric Cafe) después no sacaron nada hasta el 92. Por esos años estaban ocurriendo cosas más importantes que Kraftwerk. Pero en su época tuvieron tantos hits que era imposible no conocerlos. Por otra parte, el Krautrock era la música que se estaba haciendo en el 68, cuando yo nací. Era una onda más rock que electrónica, eran grupos que experimentaban mucho. Eso lo he sabido leyendo y escuchando después, por que Can, Faust o Neu! no son de mi generación. Las primeras músicas que recuerdo de cuando era niño pertenecen a la onda disco. Habían muy pocos hits de las bandas de Krautrock. Tuvieron eso sí mucho éxito en su época, por que era un movimiento netamente alemán, contrario a lo que hicieron los ingleses y los gringos que trataron de monopolizar la dirección artística del mundo occidental después de la segunda guerra mundial. La generación kraut fue la primera que le dio preponderancia al hecho de cantar en alemán.

¿Cuándo te diste cuenta de que, como músico, querías trabajar solo?
Cuando compré mi primera drum machine, yo tenía la idea de juntarme con otras personas para hacer música. Con unos amigos hicimos un grupo y un sello de cassettes. Yo estaba muy motivado, pero las otras personas no tanto. Era gente poco constante y yo tenía otro ritmo de trabajo. Los resultados eran muy pequeños para las ganas y el esfuerzo que ponía en el asunto. Compré algunas máquinas que me faltaban, teclados sintetizadores y un pequeño sampler, y decidí trabajar solo. Desde el 85 al 88 estuve en un sello con unos amigos, luego me preocupé de otras cosas.

¿Cuándo inventaste el concepto Atom Heart?
A mí me gustó el nombre Atom. Ese nombre fue inventado antes de editar mi primer disco. Edité un disco el 90 o 91 con otro nombre. Más tarde hice música para otros sellos, pero no tenía nombre, así que invente Atom por que recién había descubierto Atom Heart Mother de Pink Floyd . Así derivó a Atom Heart. Se puede decir que tu dominas perfectamente lo que quieres hacer.

¿Tratas de que los elementos del azar y las cosas accidentales queden un poco de lado?
No. Yo creo que esos elementos tienen su lugar dentro de la creación, pero también defino el tamaño del accidente. Yo se que a veces tengo lista una canción en mi cabeza y que no hay lugar para los accidentes. Muchas veces me pasó que, desarrollando una idea, me topé con accidentes muy interesantes, pero no había espacio en la canción para ellos. Por lo general esas ideas se guardan para otra ocasión o para algún proyecto con cosas formadas de puros accidentes.

¿Has privilegiado en algunos proyectos ese procedimiento?
He comenzado haciendo cosas sin saber para adonde van, donde van a terminar. Solo tienes una imagen de lo que quieres lograr, el efecto que deseas. Nunca es completamente abierto lo que estas haciendo sometiéndote a esa forma de trabajo. Lo que llama la atención es tu capacidad de edición, lo cual es muy poco común desde un prisma de mercado. Cuando yo empecé a hacer música habían muchos sellos y posibilidades de hacer discos. Como a los 20 años, cuando estaba en la universidad estudiando filosofía, tenía mucho tiempo libre y muchas ganas de hacer música. Saque varios discos, pero trabajando con varios sellos me tope con gente que no tenía ningún conocimiento de negocios, por lo que me metí en muchos líos monetarios y de derechos de autor. Mi nombre se hizo conocido, lo que fue muy bueno, pero no me gustó trabajar con los sellos. El otro problema fue que los fans se confundían mucho con los trabajos y los nombres de los sellos. Mi trabajo se volvió muy difícil de seguir. En ese momento me dije “no más sellos, yo voy a ser mi propia discográfica en la que voy a sacar todas las cosas que se me ocurra hacer???. De esta forma puedo mantener informados a todos los fans sobre los trabajos que son de mi autoría. De todas formas sigo trabajando con sellos más grandes las ideas que necesitaban mayor difusión y producción, ya que Rather Interesting trabaja con ediciones limitadas.

Has participado con músicos de muchas tendencias y variados estilos ¿cómo te ha influido eso?
Si uno cierra su visión a un estilo definido no hay muchos horizontes para hacer cosas. Es aburrido ser estrecho. Yo escucho muchos tipos de música. Me interesa todo. Los estilos son las puntas del espectro, entremedio de los estilos hay cosas mucho más interesantes. Lo purista ya no existe, solo existe como idea.

Tu otra faceta es la de remezclador ¿Qué es lo interesante de hacer relecturas de trabajos de otros?
Es como hacer covers. Tu tienes que encontrar perspectivas nuevas de canciones que ya están hechas. Tienes que descubrir como puedes incluir tu estilo en las composiciones de otra persona.

Hiciste hace muy poco una remezcla para Depeche Mode ¿cómo fue esta experiencia para ti?
No trabajé directamente con ellos. Siempre me gustó la banda. Cuando me enviaron el material, no sé si por política del sello u otra cosa, todo era como súper secreto. Nunca me llegó la canción original, solo me llegaron las pistas separadas de la canción. Yo tenía la esperanza de escuchar una buena composición de Depeche Mode y lo que me llegó fue un tema de lado B que no estaba en el disco, fragmentado en pistas, sin voces y en segmentos separados. Era todo lo que precisamente no quería. Tuve que armar todo y lo que armé al final no era tan interesante, por que era un lado B. Pero igual tenía que encontrar un momento especial con la canción y me pregunté “¿que hago con esto????. Finalmente hice algo que me entretuvo, pero todo bajo mucha presión. Tuve que terminar el material en dos días y mandarlo de vuelta. Todo fue un poco raro, no resulto todo lo perfecto que yo quería.

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Colaboraciones, decepciones y nuevos proyectos

Dentro de los nuevos discos que Schmidt está por editar se encuentra un trabajo con Flanger, proyecto en conjunto con su compatriota Burnd Friedman. Este se titula Inner Space / Outer Space y saldrá bajo la prestigiosa etiqueta londinense Ninja Tune. Además se cuentan remezclas para el brasileño Moreno Veloso –hijo del afamado Caetano- y Bonnie Pink de Japón. En su sello, Rather Interesting, se viene la edición de un nuevo disco del Señor Coconut y del proyecto The Disk Orchestra y su álbum K. Tal vez alguna de las excentricidades a las que el germano nos tiene acostumbrados –nótese desde Coconut hasta Los Samplers-. Además, algo que próximamente llene de tinta algunas páginas de los periódicos locales como es el encargo de mezclar el futuro disco en vivo de Los Prisioneros. Tales y cuales labores nos obligan a reparar en el tema de las apariciones junto a otros músicos que engrosan su currículum vitae.

De todas formas no todo ha sido brillante para el músico, ya que ha debido soportar ciertos egos y fricciones propias del entramado artístico. Su apacible vida de hoy permite que reflexione más en las certeras convicciones que Schmidt tiene sobre el mundillo musical y el star system; si bien algunos de sus trabajos emanan raudales de sofisticación y lujo, su modus operandi está muy lejos del glamour y el estrellato. Estamos frente a lo que se conoce como un tipo quitado de bulla.

Con relación al tema de las colaboraciones ¿con que músicos te has sentido bien trabajando?
Todos los músicos con los que he trabajado tienen su carácter y poseen modos especiales de ver la música. Casi con todos me ha gustado: con Haroumi Hosono de Yellow Magic Orchestra, con Burnd Friedman de Flanger, con Dandy Jack, etc. Con el único que no me gustó mucho trabajar fue con Bill Laswell. Fue una gran decepción

¿Qué pasó en esa ocasión?
Lo que hizo en el disco que hicimos juntos fue poner su nombre. Fuimos a su estudio de Nueva York durante dos días con un amigo, preparamos todo horas y horas, mientras él hablaba por teléfono. Cuándo estábamos listos llego y dijo “¿estamos? vamos a grabar la primera toma???. Resultó que en la primera toma su bajo estaba muy mal tocado. Nosotros estuvimos muy bien, con muy buena inspiración. Tuvimos que repetir todo y nuestro feeling no estuvo tan bueno como en la primera toma. Pero él había quedado conforme con su bajo. Ese fue su imput: media hora de tocar bajo mal y otra media hora más o menos.

El se puso a improvisar sobre sus ideas. ¿No habían hablado nada antes de tocar?
El no estaba. No se, eso es algo que yo hago una vez pero no hago dos veces. Algo parecido me pasó con Hosono. Tocó muy poco, pero por lo menos tuvo una conexión espiritual con lo que estábamos haciendo. Dio su toque en el momento correcto. Además, es un músico que sabe cuando tocar y no tocar. Fue un momento bueno tocar con él.

¿Te motiva trabajar con una banda underground tanto como con una banda mainstream comercial? (Recordemos que Laswell ha trabajado hasta con Mick Jagger).
Lo hago con el mismo énfasis. Hace poco produje el último disco de la banda francesa Holden, que no son para nada famosos. Lo hice por que me gustó mucho su música. Encontré una banda y unos músicos haciendo composiciones excepcionales. Si una banda ultra famosa me manda un demo y no me dice nada, ni me motiva, no puedo hacer nada por ellos. Con Holden fue mi primera experiencia como productor de otro grupo y me di cuenta de que igual existen etapas difíciles en este trabajo, en que no hay acuerdos o no surgen ideas.

¿Te agradan las cosas que están sucediendo en la electrónica nacional?
De hecho no estoy muy enterado. En general no me gusta el término música electrónica, por que no me dice mucho. Por ejemplo, Jorge González, que en los ochenta hacía rock y pop, ahora trabaja con máquinas y hace música que podría considerarse electrónica. En los años veinte a lo mejor el equipo electrónico tenía una conexión mucho más grande con el sonido. La música electrónica sonaba realmente electrónica. Con los samplers esa conexión desapareció. Lo que es electrónico ya no suena electrónico. Tu puedes samplear una guitarra o una batería y reconocerla como tal cuando en realidad es un archivo de sampler o computador. El concepto música electrónica, como yo lo veo, me dice mucho más sobre el equipo que sobre el resultado.

¿Tu eres capaz de dimensionar la importancia que tienes como músico en la escena electrónica actual?
Si, pero existe una imagen pública de las personas, otra imagen que existe entre los músicos de la escena y otra que tu tienes de ti mismo. Como yo no vivo como fan, yo solo tengo mi propia imagen y no puedo dimensionar la que tienen de mi los demás. Yo no sigo la prensa ni lo que está pasando, no me interesa.

Igualmente debe ser gratificante el hecho de que todo lo que has logrado como músico se debe a meritos estrictamente artísticos. Tu no te promocionas demasiado ni sales en televisión, por ejemplo.
Claro y si me invitan no voy. En mi caso yo sé que mi nombre y mi persona están presentes ente los músicos, eso sí. Me gusta un poco esa sensación por que eso da cuenta de la influencia que tienes en la música misma. Casi todos los músicos cuando comienzan su trabajo lo hacen por proyectar parte de su ego, y tal vez por lograr afecto. Eso es un momento en que solo quieres sacar discos y estar presente. Pero creo que ya con el quinto disco que editas y la décima entrevista que haces eso desaparece. En ese preciso momento que ocurre eso muchos artistas se vuelven locos. Ahí comienzan los problemas, cuando tu trabajo lo has hecho para lograr el afecto llegas a un momento de vacío. Ese problema yo nunca lo he tenido. Las cosas que he hecho las he hecho para mí, y todos los otros elementos, como la prensa y la fama son cosas que no importan. Esta bien decir que te ayudan y a veces uno se siente bien con tener reconocimiento de la prensa, los medios y los fans, pero esa es solo una parte de todo este cuento.

Tampoco te sientes un músico electrónico.
No.