Blonde Redhead en Chile
Teatro La Cúpula
Viernes 28 de septiembre

Fotos de Rodrigo Ferrari

Había que estar ahí simplemente. La oportunidad de ver tocar a Blonde Redhead en Santiago era imperdible. El ingreso a La Cúpula fue fluido, pero la espera demasiado larga. Con más de una hora de retraso, los nacionales Astro abrieron el show con una puesta en escena afiatada que duró cerca de 45 minutos. Tras otra pausa, la banda neoyorquina por fin apareció en el escenario, equipado con un buen juego de luces.

Sin embargo, desde el comienzo Kazu Makino evidenció problemas con el retorno. Para decirlo bien claramente, estaba bien tostada con la situación y de hecho debieron parar para tratar de superar el impasse, aunque se mantuvo la incomodidad de ella a lo largo de gran parte de la presentación.

Dejando de lado los problemas mencionados, el trío hizo un gran show que más que la puesta en escena (bien austera), destaca en cómo suenan si los comparamos a lo mostrado en los discos. Con un excelente desempeño instrumental y en voces, la potencia sónica abraza contundente y se percibe un ensamble de años de trabajo. Kazu con esa ligereza física que la tuvo descalza gran parte del concierto y su voz delgadita que, sin ser brillante, cautiva por la emocionalidad que transmite en esa mezcla de melancolía, angustia e inocencia como si fuese una heroína adolescente de animé.

Junto a ella los gemelos Pace, cada uno imbuido en la ejecución perfecta y que da muestra de su formación académica, aprovechando los recursos tecnológicos actuales, que los llevan a crear una atmósfera de ensueño estéreo. Prestos a cualquier posible inconveniente, tienen las bases precisas para paliar.

El repertorio estuvo basado en los hits de sus dos últimos álbumes: 23 (4AD,  2007) y Penny sparkle (4AD, 2010). Entonces la veta shoegaze-dream pop fue la que sostuvo gran parte de la presentación, pese a que hubo algunos temas bien rockeros que dieron cuenta de sus orígenes cercanos a Sonic Youth. Dieron la impresión que tocaron justo lo que el público vino a escuchar.

Un sentimiento de trágico romanticismo es el que logran plasmar con esas melodías sónicas que Kazu eleva con su voz. Y pese a sus disculpas por las fallas técnicas que parecieron incomodar más a ellos que a nosotros, se mostraron sorprendidos por la gran recepción del público, que se plasmó en una gran ovación final, producto de uno de los mejores conciertos del año. Intensidad total.

Revisa acá la galería de fotos de show, tomadas por Rodrigo Ferrari, o también en nuestro Facebook.