Caléxico @ Festival FIIS
Viernes 24 de octubre
Teatro Nescafé de las Artes

Fotos: Rodrigo Ferrari

En un mundo perfecto, Calexico reinaría no sólo en los rankings, sino en el reproductor de música de tus padres. Alguna multitienda intentaría aprovecharse de tanto fervor popular y nos venderían artículos que no necesitamos al son de “Güero Canelo” o “Crystal Frontier”(y a ese ritmo iríamos a comprarlos, por supuesto). Mientras tanto, Joey Burns, John Convertino y los amigos a bordo animarían todas las fiestas comunales, matrimonios y, si me apuran, más de algún bautizo. Pero lo más importante de todo es que en un mundo perfecto, nadie necesitaría comenzar una crónica con una frase tan gastada como “…en un mundo perfecto” para explicar cosas que no ocurrirán jamás.

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Y mira que todo ello podría ocurrir si te detuvieses unos minutos a escuchar esa mezcla formidable entre americana, indie, spaghetti western y sones latinos que llevan brindando en 7 discos. Desde su expresión mínima en el tímido Spoke (Quarterstick, 1997) hasta su transformación en una orquesta popular en los rutilantes Hot rail (Quarterstick, 2000) y Feast of wire (Quarterstick, 2000), la ex base rítmica de Giant Sand han evolucionado para convertirse en un combo multicultural y pluri pasional. Juntándose con la misma soltura con mariachis chicanos u orquestas sinfónicas vienesas ; lo de Calexico es una suerte de sueño húmedo de Manu Chao sin el discurso mesiánico gratis. Como dijimos antes, los señores estos de Tucson, Arizona (y sus amigos españoles, mexicanos y gringos que los acompañan en escena) son la mejor banda de matrimonio del mundo.

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El problema es que el matrimonio de los señores chilenos efectuado el viernes pasado en el Nescafé de las Artes, estuvo algo tibio. Habrá sido poco el alcohol, mala la comida o la actitud como de primo lejano del novio, que tenía buena parte de los invitados; la cosa es que el esfuerzo de Calexico por animar a los presentes no tuvo todo el resultado esperado. Lo intentaron con lo mejor de su repertorio personal, con esos covers que tan bien logra llevar a su terreno (esta vez algo nuevo con The Smiths y uno recurrente con Love) y con toda la actitud que sólo puede tener el que instala sus propios equipos, toca como los dioses, anima la fiesta y luego agradece por muy poco. La cara de incredulidad del español Jairo Zavala (Depedro), invitado en las guitarras eléctricas; o esos bailes solitarios de Jacob Valenzuela, aferrado a su trompeta; hablaban de cierta decepción en la banda.

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Pero de si profesionalismo se trata, démosle el premio al empleado del mes a Joey Burns que cantó con ganas y tocó su gitarra con pericia y a John Convertino, firme conduciendo el barco con su batería. El repertorio tuvo al reciente Algiers (Anti, 2012) representado en “Epic”, “Fortune teller” y “Splitter”; alusiones al pasado reciente en la magnífica “Two silver trees” y varias páginas de esos discos que cimentaron el prestigio como “Crystal frontier”, “Black heart” o “Minas de cobre”. Ello, sazonado con los covers referidos, los snippetsde rigor (“Love will tear us apart” en “Not even Stevie Nicks”) y algo de movimiento del público en la parte final con “Güero canelo”. O sea, nada de soundscapes (que sí los tienen), largos instrumentales (que también) o todo lo que justificara aquel ceño adusto de buena parte del público.

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Instalados coherentemente en la lógica multicultural y de celebración del FIIS (Festival Internacional de Innovación Social), que daba el marco para esta segunda visita de la banda a Chile; la actuación de los de Tucson dejó con gusto a poco. Sobre todo si la comparamos con aquel portentoso primer encuentro en la ex Oz en 2007. Si aquella vez, la visita de Calexico tendría un par de emocionantes resultados en forma de canción en “Victor Jara’s hands” y “House of Valparaiso” de Carried to dust (Quarterstick, 2008); la del viernes pasado bien podría ser homenajeada de otra manera. Con un coverque esta vez, paradójicamente, no incluyeron entre medio de “Crystal frontier”: “Ghost town”.

Uno de los momentos favoritos de la noche:

Fotos: Rodrigo Ferrari

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