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La inclasificable cantante parisina se ha legitimado como una artista de vanguardia sin enchufar ningún instrumento y montando shows completos sólo con los sonidos de su cuerpo. Su imaginativo trabajo vocal es parte de un concepto mayor de música teatral y de enorme carisma personal. Hablamos en Barcelona con la estrella francesa del Sónar 2008.

Por Marisol García (solgarcia.wordpress.com)

Sólo al frente de sus zapateos, sus saltos y sus peculiaries diálogos con el público entiende uno porqué Camille advirtió que Music hole era un disco que no se entiende completamente “hasta que no lo ves en vivo???. Tan a capella como el exitoso Le fil (2005) -aunque ahora en inglés- el álbum 2008 de la reina francesa del festival Sónar amplía el registro de pura ductilidad vocal hacia terrenos propios del teatro, la danza y, por qué no, el cabaret. Por algo el juego de palabras del título: música hecha con “los agujeros??? del cuerpo, que a la vez tributa a la tradición estadounidense del music-hall.

La apuesta no sería ni la mitad de atractiva sino fuese por el apabullante carisma personal de la parisina que alguna vez le puso la voz a un disco de los Nouvelle Vague. Su belleza sin esfuerzo, sus risas largas y su multilingüismo (entiende las preguntas en español, las precisa en francés y las responde en inglés antes de despedirse en catalán) no desentonaron con los impresionantes espacios del barroco Palau de la Música de Cataluña, en Barcelona, donde ofreció tanto sus notas de prensa como el concierto de cierre del Sónar 2008, sólo acompañada de un piano y cuatro coristas (beatboxers, más bien). No cualquiera frente a un público así de entendido termina saliendo cuatro veces de regreso al escenario y logra que miles la sigan en una secuencia de maullidos y ladridos (para el tema “Cats and dogs???) tan graciosa como delirante.

-Parece haberte preocupado de manera especial el montaje escénico que tendría Music hole. ¿Cómo es eso de que el disco no se entiende sino se complementa con el show?
-La música pop sigue ciclos promocionales muy rígidos: grabas un disco, lo publicas y luego vienen las entrevistas y los shows. De algún modo, siento que Music hole aún se está haciendo sobre el escenario. Para mí, la grabación del CD ha sido recién un laboratorio para comenzar con el proyecto. Ningún disco ni concierto es crucial, todos son partes del camino que te trazas. Mientras más aprendo, más creo que la música tiene menos que ver con el estudio y el micrófono, por ponerlo así, y más creo en la importancia de la fisicalidad y el espacio. En este minuto definiría así a la música: espacio y momento.

-En un show casi sin instrumentos, tu voz pasa a tener un protagonismo apabullante. ¿Dirías que la preparas de una manera más intensa que la de una cantante convencional de pop?
-Claro: me hacen tan bien los aviones, las entrevistas (irónica). Mira, todo eso del “entrenamiento vocal??? es discutible. Piensa en Amy Winehouse, quien parece tener una vida muy diferente a la mía y no es precisamente cuidadosa, y quien, sin embargo, tiene una voz estupenda. Creo que la mejor manera de cuidar tu voz es siendo tú misma, conectándote contigo misma. Lo que salga de eso tendrá alma. Entonces digamos que ésta es como la práctica de un deporte, pero con alma.

-Mucha gente utiliza el ejemplo de Bobby McFerrin para explicarle qué haces a quienes no te conocen. “Don’t worry, be happy???, sin embargo, era un experimento vocal más jocoso, como quien ostenta una habilidad. Lo tuyo sale desde un sentimiento mucho más personal.
-Lo que me gusta de “Don’t worry, be happy??? es que es una buena canción, más allá de lo vocal. Cuando la escuché por primera vez me gustó, y ni siquiera sabía que él hacía todo. Conocí a Bobby McFerrin hace poco en Nueva York, donde ofrecimos juntos un taller. Al hablar con él comprendí mejor su concepto de “circle songs??? (el nombre de un disco casi experimental del estadounidense), y ahora entiendo que hay una conexión entre nuestro trabajo. No dudo que es un músico estupendo. Pero te diría que, para mí, lo vocal no es una meta en sí misma sino un medio para desarrollar mejor las ideas que tengo sobre arreglos, sobre cómo quiero que suenen mis composiciones.

-¿Cómo así?
-Siento que, a través de la voz, puedo lograr una conexión más íntima con quien me escucha. No hay nada que me interese más en la música que la interacción. Para mí, la música es una provocación que no tiene sentido si no obtiene una respuesta. Por algo es que el sonido necesita resonancia, un espacio en el cual se puede escuchar. Si me preguntas por el éxito entendido como número de álbumes vendidos, cantidad de apariciones en televisión… no sé qué decirte, no es lo mío. Me interesa el éxito como el logro de una reacción en quien me escucha.

-Hay un juego de palabras ingenioso en el título del disco.
-Me gusta la imagen del ‘hole’: el vacío, la boca, el hueco donde haces fuego… Por otro lado, me gusta la tradición del espectáculo completo, aquel donde debes contar una historia con la mayor cantidad de recursos a tu alcance. Es una forma de cabaret, peor a mi manera: conectada con mi cuerpo, con lo orgánico, con la voz, que debe ser de lo poco propio que nos va quedando. Alguna gente lo ve como un esfuerzo por interesar al público anglófilo, pero yo jamás he visto al francés como un obstáculo. Sí sucede que el inglés me permite encontrar nuevas áreas dentro de mí, como te sucede siempre que aprendes un idioma. El lenguaje es algo fascinante: puede ser tan loco en términos de imágenes y sonidos. No sé quién los inventó, pero los idiomas son algo genial.

www.camille-lefil.com

Camille – “Gospel with no lord” (Music hole, 2008, Virgin France)