para Descatalogados: Los mejores discos chilenos que ya no se pueden encontrar.

No hay mito más grande en el rock chileno de los años setenta que el de Congregación, el grupo eternamente de culto, con todo a su favor para la gloria y todo en contra para la fama: desaparecidos, descatalogados, desvinculados de nuestra historia oficial por la desidia de su época y el prejuicio más ramplón (la voz aguda de Antonio Smith consiguió comentarios de «tenorino con matices de homosexual», acusa el libro Prueba de sonido, de David Ponce). Un grupo sin privilegios ni recursos, Congregación abrazó una independencia auténtica, tanto de las tendencias musicales de moda como del mensaje hegemónico impuesto entonces por fuerzas políticas, religiosas o seudorebeldes. Quien descubre a Congregación lo hace con lógico asombro: la riqueza de su sonido avanza junto a versos contemplativos de una honda búsqueda filosófica, y timbres inesperados en el rock de la época (cantos de pájaros, ruido de viento, campanas de iglesia). La suya es música en capas, que no alcanza a abarcarse con una sola escucha y que exige una atención casi completa, debido a la infinidad de instrumentos que traman un sedante vuelo sonoro: flautas, chelos, trutruca y un invento propio de dieciocho cuerdas llamado plectófono.

Es tentador simplificar este disco con la categorización de “rock hippie” —que, en parte, lo es—, pero la profundidad de estas canciones supera con mucho la de un movimiento de época, y su capacidad para conmover incluso a los oídos actuales es fruto del elaborado tejido con la que fueron preparadas. La palabra inevitable ante su languidez hipnótica es “misticismo”.

El misterio de la historia del grupo es, sin duda, parte de su encanto. Congregación fue un grupo de vida breve (tres años), contactos privilegiados (Blops, Jaivas, Amerindios), mala suerte promocional, y final abrupto y militar. Su único disco se grabó gracias al interés de la visionaria etiqueta Machitún, y su riqueza hace inevitable el lamento sobre sus frustradas sucesiones. Viene… transmite, por momentos, la conciencia de esa oportunidad única. El grupo legó aquí un gran manifiesto vinculado a la propuesta de una vida personal y comunitaria diferente a la convencional. No es la rebeldía a la norma que poco antes tributaban grupos como Los Vidrios Quebrados, ni el envalentonamiento revolucionario que capturaba la Nueva Canción Chilena, sino una mirada que combinaba la propuesta de unión colectiva, la distancia de los marcos de tiempo, espacio y cuerpo físico; y la disposición a un cambio interior. Basta revisar los títulos de estas canciones: “Mentes preñadas de amor”, “Fantástico”, “Síntesis de la existencia”, “El dulce espíritu de la soledad”, “Ama la muerte, hermano”, entre otras. En su momento, Congregación fue una de las muchas bandas acusadas por la simpatía allendista de «evasiva», pero resulta conmovedora la convicción que transmite el grupo en este continuo de mensajes existenciales:

Tendrán que escucharnos
aunque no quieran oír
ya es mucho el hambre en la Tierra
para luego ponerse a llorar.

Tendrán que sentirnos
aunque no quieran saber
Es mucha la angustia en la tierra
para luego ponerse a jugar.

[…]Tendremos que unirnos
para poder construir
el mundo que tanto anhelamos
para luego aprender a vivir.

—”Tanto parcelamiento”.

Para alcanzar conciencia
debes aprender.
Pero eso te cuesta cuando
debes sacrificar
No siempre serás obrero
debes aprender.
No siempre serás gerente
debes evolucionar.

—”Ama la muerte, hermano”.

«Congregación es un grupo de seres hermanados por conciencias similares en el plano político, filosófico y relgioso», explica el grupo en esta carátula. «Tratamos de tomar lo mejor de cada doctrina sin encuadrarnos ni limitarnos». La buena intención podría haberlos llevado a una ingenuidad inconducente, pero en estas canciones hay, también, furia contenida hacia la rigidez de las estructuras y la fe ciega en los líderes, como queda claro en “Atrapados por un pensamiento”. Ese ánimo de parcial denuncia va tomando fuerza en la Cara B, donde Smith se permite nuevos énfasis vocales, y, en “Cuantos que no tienen y merecen”, se abraza más evidentemente al rock con protagónicos guitarra y bajo eléctricos, y la participación de dos de Los Jaivas (Gabriel y Eduardo Parra) y Julio Numhauser, de Amerindios.

Cuántos que no tienen y merecen
Cuantos que teniendo aún no están
para ver un poco el egoísmo
que gobierna nuestra sociedad.

—”Cuántos que no tienen y merecen”.

Estamos atrapados todos por un pensamiento
de hace mucho ya viajamos por el universo
estamos atrapados todos en nuestro intelecto
estamos atrapados desde nuestro nacimiento.

[…] Ya no está Jesús, Marx ni Lenin
para que vinieran hoy a ayudarte
te vas quedando solo con muchos lemas
residuos incoscientes de una civilización.

—”Atrapados por un pensamiento”.

El mejor rock chileno previo al Golpe —ése que había dado ya con la fórmula bendita de combinar sicodelia, folclore chileno y raíz latinomericana— es la crónica dramática de infinitos talentos sesgados por la dictadura, cuyo vuelo futuro y efectos culturales sólo podemos imaginar. Con pocas bandas este silenciamiento duele tanto como con Congregación, un grupo que en este primer disco ya era capaz de mostrar un despegue luminoso y dibujar la altura fantástica de su trayecto por venir. Desgraciadamente, no tenemos indicios de esas aventuras vetadas, pero no podemos privarnos de la profunda huella impresa en este álbum sideral.