Originalmente editado un 2 de septiembre de 1996.

El tercer disco de Suede fue el primero sin el guitarrista Bernard Butler. Los alejó del pesimismo de los primeros discos y los posicionó como una banda que podía armar himnos pop perfectos, sobre la noche, la fiesta y la juventud eterna, sin dejar de lado su esencia.

Suede, alguna vez nombrados “la mejor nueva banda en Gran Bretaña”, fueron presentados de cierta forma como una promesa para los viudos de The Smiths. Cuatro jóvenes de Londres inspirados por el glam de T. Rex y David Bowie, que no tenían nada que ver con el sonido de Madchester o de los Beatles y que mostraban un gusto exquisito en sus arreglos y cierta oscuridad suburbana en letras llenas de desesperanza, sexualidad, drogas, amores tóxicos y noche. Además de contar con la voz muy particular de un frontman andrógino, que seducía a hombres y mujeres por igual, y las guitarras de Bernard Butler, que irradiaban suficiente filo y emotividad para que se gestara el nacimiento de una banda icónica en plena retirada del shoegaze y auge del britpop, etiqueta en la que quedaron erróneamente encasillados.

Después del debut homónimo en 1993, por el que ganaron un premio Mercury, y la continuación perfecta y melancólica con Dog man star (1994), editan Coming up, un disco que llega como una bocanada de aire fresco luego de la partida del guitarrista, pianista y compositor fundador Bernard Butler. Un trabajo menos complicado que los anteriores y que los llevó a posicionarse en los primeros lugares de listas alrededor del planeta, con una alta rotación de sus principales singles en algunas radios chilenas.

El álbum abre con el hit “Trash”, que fue el primer single lanzado y cuyo coro decía “somos basura tú y yo / somos los desperdicios en la brisa / somos los amantes en la calle”; éxito absoluto, el single mejor vendido en la historia de la banda y que logró alcanzar el tercer lugar de las listas en el Reino Unido. De ahí en adelante, es una sucesión de cortes de glam pop sintético y baladas melancólicas. “Filmstar”, suena como una rendición al glamour, la elegancia, la noche y los bares de los que Coming up nos habla en forma reiterada. “Lazy”, una canción de estribillos perfectos que al igual que los otros singles alcanzó el top ten y que es, en cierta forma, una apología al hedonismo, habitual en la discografía de Suede.

La primera balada llega de la mano de “By the sea”, la caída y la redención, empezar de nuevo, pero sin dejar de pasarlo bien, porque tiempo para arrepentimientos hay de sobra. En “She”, vuelven a afilar las guitarras y otra vez hablan de la figura femenina omnipresente en el imaginario de los británicos: “Ella, caminando como una asesina / ella, otra noche, otra almohada”.

El segundo gran hit del álbum llega justo en la mitad con “Beautiful ones”, una oda a la belleza, la juventud, el sexo y los excesos de la noche, donde las drogas nunca están de más. Un éxito radial tan grande que Marcelo de “Cachureos” no dudó en hacer suyo para el programa infantil, bajo el nombre “Los ancianos”, cambiando la letra por una en defensa a la tercera edad: “Quiérelos / son los ancianos / dales tu amor / ya no esperes más”. Uno de los momentos más extraños de la cultura popular chilena.

La electricidad retorna con “Starcrazy” con más guiños a Marc Bolan y David Bowie. Otra protagonista femenina, esta vez “volviéndose estúpida en las calles esta noche”. Siguen destacándose los recién llegados Neil Codling en teclados y el joven Richard Oakes en guitarras, acá adoptando en forma muy marcada la firma estilística de Bernard Butler, que pesa en gran parte del disco.

“Picnic by the motorway”, otra balada suburbana, con más guitarras butlerianas y el registro agudo de Brett Anderson cantando sobre lo hermoso que puede ser un día “mirando a los amantes detenidos en la berma”. Seguimos en la misma atmósfera en “The chemistry between us”, con arreglos de cuerda a cargo de Craig Armstrong y letras que nuevamente parecen hablarnos de la relación con las drogas: “¿Oh, clase A, clase B / es esta la única química entre nosotros?”.

El cierre perfecto lo pone la balada “Saturday night”, quizás la canción que mejor resume el espíritu de jolgorio melancólico del disco: “Esta noche vamos a bailar, nos vamos a reír, vamos a marearnos/ y estará bien como todos dicen”.

No podemos dejar de mencionar la caratula del álbum a manos del legendario Peter Saville, quien fue responsable del arte de discos fundamentales de Joy Division, New Order, Peter Gabriel y Pulp, entre muchos otros.

Coming up fue elegido por The Face, Melody Maker, Select y Q como uno de los diez discos de 1996. Ubicado en el puesto número 195 dentro de los 1000 álbumes de todos los tiempos, en una encuesta mundial a cargo de Virgin, se reeditó con motivo de su vigésimo aniversario en un formato de lujo que incluye cuatro cedés, más DVD con shows en vivo y un libro de 36 páginas con letras, fotos y nuevas notas de Brett Anderson.

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