Durante la última década, hemos sido testigos de cómo se ha activado el sector de la música en vivo en detrimento de la industria discográfica como la conocíamos. Sin embargo, los promotores de conciertos no han cambiado mucho sus prácticas, como tampoco los músicos y el público que asiste a los shows. Desde 1997 hasta 2005, la venta de entradas se duplicó según el semanario inglés Music Week, mientras que las ventas de discos continuaban cayendo, como se afirmaba en The Guardian.

A mediados de los naughties (sobrenombre con que se conoce la década de los 2000), comenzó a operar la que se convertiría en la promotora de conciertos más grande a nivel mundial: Live Nation. Esta empresa comenzó a usar las mismas prácticas que los grandes sellos discográficos, como el acto de selección conocido como gatekeeper. Esto significa que la promotora le da más oportunidades a los artistas más establecidos que a los músicos nuevos y algo más desconocidos.

Live Nation no es sólo una empresa promotora de conciertos, sino que desde sus inicios comenzó a cooptar compañías que tienen que ver con el negocio de la música en vivo, como apropiarse de importantes teatros en los cuales se llevan a cabo conciertos. También se fundió con Front Line Manager, la compañía de managment de músicos, que tenía a su haber 200 artistas, como se aseguró en Music Week el año pasado. Al mismo tiempo, en febrero de 2009 Live Nation anunció su fusión con Ticketmaster, la compañía de venta de entradas más grande y conocida. Nacida en Estados Unidos, se ha expandido por toda Europa y Reino Unido.

¿Cuáles son los alcances de Live Nation? Partamos con un ejemplo concreto. El festival T in the Park que se lleva a cabo en Escocia, solía ser una plataforma relevante para los artistas de ese país. Cuando Live Nation comenzó su labor de promotor para el festival, ya no eran los grupos más famosos de Escocia los que eran los headliners, sino que comenzaron a ser reemplazados por REM o Rage Against the Machine. El problema visto por el académico de la Universidad de Glasgow, Martin Cloonan, es que las ganancias que hace Live Nation en T in the Park no se invierten necesariamente en la industria musical escocesa.

Si había algo que caracterizaba a los sellos discográficos, que además de darles más difusión a artistas que prometían más ganancias y éxitos, también funcionaban como reguladores de la innovación, al presentar nuevos artistas. El antiguo modelo discográfico cumplía las labores de promoción y difusión en la prensa, convirtiendo a estos nuevos artistas, a veces, en fenómenos de la música. Live Nation va por la vereda del frente, pues para que su negocio sea exitoso, prefiere fichar a grupos o solistas que ya se conocen de antemano, y que tuvieron aquella difusión con el antiguo modelo, antes que artistas desconocidos, y que por lo tanto podrían representar un negocio riesgoso.

¿Cuál es el mejor caso ilustrativo de eso? Firmar a artistas que lideran las convocatorias luego de muchos años, como ha sido el caso de The Police, Blur, Pixies y este año – era que no- Pulp. Conciertos así son éxitos asegurados porque aglutinan a una mayor cantidad de espectadores, convirtiéndose en un magnífico negocio desde donde se lo mire. Relacionado con eso, la mayor cantidad de las ganancias están concentradas en el 5 % de los artistas.

El público puede haber reemplazado la compra de los álbumes por los tickets. No olvidemos que Live Nation también tiene el control sobre estos, haciendo que los costos de recargo y el de los tickets en sí, suban de manera considerable, lo que tampoco es algo que beneficie a la audiencia, como lo que sucedió con el festival de Glastombury, una vez que se asoció con la promotora.

Para cerrar, dejo una inquietud: una vez que los artistas más grandes, aquellos que alimentan el negocio de la música en vivo, se vuelvan más viejos ¿qué artistas en su reemplazo se convertirán en el futuro, tomando en cuenta que no tuvieron el tratamiento de difusión que gozaban los artistas de las décadas anteriores? Si ya cayó la industria discográfica como la conocíamos, habrá que sentarse y esperar a ver qué pasa con esta nueva forma de aglutinar el negocio de la música en vivo.

 

*Esta columna es una adaptación de un ensayo para el ramo Recording Industry as a Cultural Industry en el Instituto de Música de la Universidad de Liverpool.