Macarena Lavín repasa distintos aspectos de la autenticidad rock de bandas sesenteras, que se rebelaron ante la industria musical de la época y marcaron tendencias. Haciendo un repaso por los libros que hablan de ellos, ahora conocemos sus historias y lo que piensan.

Contar historias escondidas en el mundo de la música popular es atractivo. Es lo que han hecho algunos libros al incluir música rock de los ’60 en sus páginas. Estos son “Primavera Terrestre” (Fabio Salas), “Canción Telepática” (Tito Escárate), “Se oyen los pasos” (Gonzalo Planet), “Historia social de la música popular” (González, Ohlsen y Rolle), y “Prueba de sonido” (David Ponce) y actúan como vehículos de la memoria colectiva.

De esta manera, amplían el conocimiento a los lectores respecto a la música popular de esa década. Los Beat 4, Los Vidrios Quebrados, Los Mac’s y Los Jockers son considerados por la mayoría de estos autores como las piedras fundacionales del rock chileno. De ellos veremos diferentes aspectos de la autenticidad.

Una cosa de autenticidad: ser lo otro

A mediados de los ‘60 se empieza a hablar sobre la autenticidad rock a través del periodismo musical, y se empieza a legitimar el género rock como arte frente al pop. Los grupos beat se instalan como lo artístico frente a la maquinaria de la industria musical llevada por el productor Camilo Fernández y apoyado por las revistas juveniles, en que las estrellas tenían una imagen deslavada y ejemplar.

Los “nuevaoleros” eran la adaptación de los pretty faces americanos, que consistió en el blanqueamiento del rock and roll, caracterizado por la rebeldía. Según el autor Warren Zanes, si la autenticidad debe ser definida por la negación, debe existir otro. Los grupos beat se ubicarían como lo otro y lo amenazante. Así, fueron catalogados como una mala influencia para su generación.

Rock en vivo

Los Jockers pasaron a la historia por romper el record mundial de tocar 54 horas seguidas. “La demanda por la actuación en vivo siempre ha expresado el deseo por la marca y prueba visual de autenticidad”, dice el académico Lawrence Grossberg. Qué mejor ejemplo que tocar por más de dos días para probar que ellos son los intérpretes y que son ante todo una banda de escenarios, más allá de que tocaran bien o no sus instrumentos. “Cuando eres muy energético te despreocupas un poco de la parte musical”, cuentan en “Prueba de sonido”, y se conoce en el mismo libro que rompieron una guitarra a lo The Who, algo que en Chile no se veía para nada en ese entonces.

Los Vidrios Quebrados fueron invitados a la televisión y el baterista en vez de tocar con baquetas, lo hizo con flores y cantaron versos que no tenían relación con el audio del momento, rebelándose contra el playback.

Arte versus comercio y composiciones propias

Los Vidrios Quebrados, tal vez, es el que mejor responde a los aspectos arte versus comercio. Después de su primera tocata en la Universidad Católica, les ofrecen hacer un disco a lo “Beatles chilenos” y cambiar su look, ellos dan un rotundo no. Como plantean los estudiosos Marion Leonard y Rob Strachan, ellos no ceden ante los imperativos comerciales y graban solamente con temas propios: un single y su único LP, Fictions.

A mediados de los ’60, el paradigma de la autenticidad dentro de la cultura rock se basaba en romanticismo y la sinceridad autoral se transformó en algo primordial. Los Vidrios Quebrados siguen la tendencia del rock anglo haciendo valer sus convicciones a grabar sus propios temas y marcan a la vez una tendencia en Chile, ya que todos los otros grupos beat grababan covers para poder editar un disco.

Los Beat 4 también comenzarían a hacer canciones propias en discos como Juegos Prohibidos y Había una vez. Los Mac’s siguen el ejemplo con Kaleidoscope Men. En una entrevista concedida a la revista Ritmo, esta banda admite que al grabar ese LP hicieron una especie de suicidio artístico. Se habían aburrido de consentir al público de mujeres que les chillaban, querían tocar rock psicodélico. Eso les significó renunciar a una gira y perder dinero. Aquel disco fue un fracaso comercial y pasaron a la historia por haber hecho ese giro en su carrera.

El idioma

Evan McColl en el texto de Allan Moore, plantea que ser auténtico conlleva cantar en el propio idioma y eso se condice con la búsqueda de una identidad chilena, a la que Ricardo García clamaba en una columna en la revista Ritmo, cuando llamaba a componer en castellano.

Los Beat 4 (según David Ponce en “Prueba de Sonido”) fueron los primeros en grabar rock chileno en castellano. Ellos querían que la gente entendiera el mensaje de las canciones beat, y por eso los covers son traducidos. Ellos decían que no protestaban sino que mostraban una queja adolescente de incomprensión. En su canción “Ta, ta, ta” entonan “rebélate contigo estoy”.

Los Mac’s, por su parte, interpretaron “La muerte de mi hermano”, que tenía la música de Payo Grondona. Hablaba sobre la ocupación americana en Estados Unidos y en el libro “Se oyen los pasos” se preguntan por qué comenzaron a hacer canción de protesta, si su público era gente de barrio alto, principalmente.

Como conclusión, en las biografías de rock se trata de desvincular a los artistas de todo atisbo comercial para reforzar su heroicidad. En el caso de algunos de los libros antes mencionados (pese a que no todos se pueden considerar biografías rockeras), por supuesto sí hay mención al involucramiento de los músicos en la industria discográfica, pero se otorga más importancia a las anécdotas, que legitiman su discurso de autenticidad rock.

Con el paso del tiempo, los mismos músicos de Los Jockers, Los Beat 4, Los Vidrios Quebrados y Los Mac’s, se posicionan como víctimas del aparataje mediático que los dejó afuera, pero es ahora algo que les conviene como héroes auténticos del primer rock chileno.

*Esta columna es una adaptación de la ponencia con el mismo título, presentada por la autora en el Primer Congreso Chileno de Estudios en Música Popular, ASEMPCH, llevado a cabo entre el 9 y 11 de junio en Santiago.