El líder de Yeasayer habla de las eclécticas canciones de su recién lanzado Amen & goodbye, revela su interés por las religiones y los mitos griegos y avisa que vendrían a Chile sólo por los pasajes de avión.

A principios de abril Yeasayer editó su cuarto disco de estudio, Amen & goodbye (Mute Records), que luce por su vocación pop y logra sonar muy amable, a pesar de la complejidad estilística que exhiben sus trece canciones, entre sicodelia, arreglos barrocos y timbres medievales. “Siempre tratamos de incorporar una mayor gama de instrumentación, usar varias capas y hacer armonías vocales”, confirma al teléfono Anand Wilder, voz y guitarra del trío que completan Ira Wolf Tuton (bajo) y Chris Keating (teclado y voz).

—Todos tenemos gustos eclécticos y queríamos que el disco sonara así—, continúa Wilder. Si una canción tenía una vibra medieval y sonaba bien, la empujábamos en esa dirección. Si tenía un lado turco, lo mismo. Tratamos de componer sin ninguna limitación estricta.

Son de Brooklyn, Nueva York, donde conviven distintas culturas. ¿Cómo incide la ciudad en su música?
—Escuchamos música diferente en cafés, clubs, bares. Hay que tener los oídos abiertos a las influencias. Cuando estamos trabajando en una canción, tratamos de descifrar qué podemos usar de cierta música. Aunque sea de un género completamente distinto, se puede conectar a lo que uno hace. “Esa es una buena idea, déjame robarla de esa canción”, nos decimos.

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Este disco fue producido por Joey Waronker, de Atom for Peace. ¿Por qué lo eligieron?
—Nos dieron una lista de productores que podían colaborar con nosotros. No queríamos trabajar con alguien que solamente nos diera ideas, porque nosotros ya tenemos muchas. Joey es un baterista excelente, no nos dimos cuenta cuán talentoso era hasta que llegó con su gran set de batería a nuestro pequeño estudio y empezó a tocar las canciones con nosotros. También fue como un terapeuta, un entrenador.

¿Cómo traducen la complejidad de su música en los conciertos?
—Estamos tratando que los shows sean una experiencia más directa e inmediata. Nunca hemos intentado capturar el disco de manera perfecta en un concierto, sino que cambiamos un poco las cosas. Por ejemplo, en el álbum trabajamos con Mauro Refosco, un percusionista brasilero que nos presentó Joey y que también ha colaborado en Atom for Peace. Estuvimos un día entero grabando en su casa ¡y tenía tantos instrumentos de percusión! Pero no podíamos comprarlos todos para la gira.

Amen & Goodbye es un disco de tintes religiosos, que van más allá de algunas voces góspel, ya que incluye referencias a personajes del Antiguo Testamento y a los cuáqueros. “Daughters of Cain”, por ejemplo, sugiere el apocalipsis, mientras que en “Phrofecy gun” las iglesias son sólo para un grupo selecto de personas.

Ustedes no se consideran creyentes. ¿Cómo perciben las religiones?
—Siempre quise capturar la espiritualidad de no ser religioso. Tengo un par de amigos cuya crianza fue bajo una fe muy estricta, uno de ellos era testigo de Jehová y el otro mormón. Los dos me describieron exactamente lo mismo cuando abandonaron su religión: vieron al mundo pasar de blanco y negro a color. Nosotros hacemos referencias de diferentes biblias y de religiones babilónicas, mezclando todo. De alguna manera, estamos escribiendo un manifiesto religioso de la era moderna, ja ja.

El Antiguo Testamento tiene muchas historias de aventuras, igual que la mitología griega.
—Es divertido, porque justo anoche le estaba leyendo un libro de mitos griegos a mi hija. La primera historia era sobre la competencia de tejido entre dos diosas, Atenea y Aracne.

Dicen que la mitología griega es literatura, pero es más que eso: es una cosmovisión que se puede seguir reinterpretando.
—Ares, el dios de la guerra, no es nada de glorioso. Es un tipo que quiere ir a la guerra como sea, igual que Dick Cheney. Con eso trae lo peor: hambruna, violaciones y brutalidad.

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Acerca de su propia mitología: Yeasayer está cumpliendo diez años de carrera, ¿cuáles serían los hitos?
—¡Son tantos! Para mí, el primero fue mezclar el disco debut el 2007. Fue como “¡oh, esto está sucediendo, es real y va a salir al mundo!”. Siempre habrá hitos de los que nos sintamos orgullosos, como haber tocado en el late show de Conan O’ Brien. También podría ser ir a tocar a Chile, sólo necesitamos los pasajes de avión.

Yeasayer partió junto a bandas como MGMT. ¿Cómo se ven al compararse con ellos?
—Oh, Dios, creo que todavía nos estamos tratando de poner al día con ellos. MGMT se volvieron tan, tan grandes con su primer disco, mientras que nosotros mantuvimos esa oscuridad medio indie. Una persona norteamericana típica nunca ha escuchado Yeasayer, pero si le pregunto a alguien “¿conoces Vampire Weekend?”, me dice “por supuesto”. Nosotros somos un poco más pequeños que eso, pero está bien. Creo que hemos encontrado a nuestros fans y ellos son muy fieles. Tenemos libertad absoluta en lo que hacemos, sin una fuerza exterior que nos presione constantemente.

¿Entonces no te importa tener una canción que sea hit?
—¡Me encantaría tener un hit! No sé en este disco cuál podría ser, tal vez “I am chemistry” o “Silly me”. Me gustaría sonar en los medios mainstream, porque sería maravilloso llegar a más gente y ser parte de la conciencia colectiva.