Conversamos con John Convertino acerca de la historia de su grupo, de cómo fue compartir escenario alguna vez con Arcade Fire, acerca de si se siente el corazón de alguna escena… y sobre cómo Valparaíso y Víctor Jara se convirtieron en parte de su repertorio.

Las coordenadas sonoras de Calexico son difíciles de ubicar con precisión, más o menos como el pueblito de California, cerca de la frontera con México, que inspira el nombre de la banda. Porque Calexico, la banda, existe, como Calexico, el pueblito, a medio camino entre lugares muy diferentes. Eso obliga a apropiarse de lenguajes distintos, produce un mestizaje inevitable, una mezcla de sonidos que transita entre el country y las tradiciones mexicanas, que se alimenta de la soledad del desierto y de las fiestas multicolores del sur de la frontera. En ambos, el pueblo y la banda.
John Convertino contesta el teléfono desde su casa en Tucson, Arizona.

– ¿Crees que Calexico es algo así como el corazón de una escena de country alternativo, si es que así quieres llamarle?
– Creo que en los 90s, había demasiadas bandas tocando demasiado fuerte, los grupos del grunge, los que estaban redescubriendo el punk… en ese momento, cuando la pelea era por ver quién tocaba más rápido o más fuerte, fue natural que surgiera un movimiento de artistas folk o country. Porque puedes aprender los acordes, o puedes descubrir cómo se escriben canciones con tu grupo punk, pero cuando se te acaba el volumen y ya no puedes seguir gritando, tomas los mismos acordes en una guitarra acústica. Y pasa el tiempo y tienes que hacer menos ruido, porque ahora tienes un hijo, supongamos, y tu hijo tiene que dormir. No sé, creo que el surgimiento del folk tiene que ver con eso, con el punk enfrentado a la vida real. Y eso te hace escribir y cantar de una manera más personal, más suave, aunque todavía tienes la sensibilidad del punk. Joey [Burns] y yo solíamos ser más ruidosos, en un grupo que teníamos antes, GiantSand.

– Hace un montón de años.
– Sí, es sorprendente la cantidad de tiempo que ha pasado. Veinticinco años, o algo así. Y Joey tocaba su guitarra acústica y la pasábamos por pedal de distorsión. Al mismo tiempo, yo tocaba, por ejemplo, algo muy suave, con una escobilla sobre la batería… y eso nos fue alejando del punk. Tuve que inventar una técnica nueva para poder tocar la batería con la escobilla, pero hacer que sonara lo más fuerte posible.

– Hace algún tiempo, ustedes se fueron de gira junto a Arcade Fire… y tengo la impresión de que por ese entonces no eran tan grandes como son hoy en día… ¿cómo estuvo eso?
– Eran bien grandes, la verdad. Ya llenaban estadios. Cuando viajamos con ellos, la gente estaba recién llegando mientras nosotros estábamos en el escenario. Muchos jóvenes, por ejemplo, que no tenían idea de quiénes éramos nosotros. A veces, me dio la impresión de que ArcadeFire estaban un poco aburridos de nosotros, que no sabían mucho cómo aceptarnos. Pero fue una excelente gira, y fue muy bueno verlos tocar todas las noches. Tenían estas pantallas enormes, tres proyectores gigantes en diferentes partes del escenario… pero ¿sabes? Las pantallas y las luces son bien impresionantes, pero es su energía y su espíritu lo que más me emociona.

– Sí, ellos son el espectáculo
– Casi sería mejor sin todas las luces. A veces creo que sería lo mejor que no nos distrajeran con esas cosas, para que la gente se pudiera enfocar más en su expresión.

– ¿Nunca has sentido la necesidad de montar un espectáculo de esas dimensiones con Calexico?
– No, para nada. Entiendo que ellos lo pasen bien, pero a mí me gustan los escenarios más chicos, tocar en clubes o teatros donde uno pueda ver a la gente, tener una experiencia más cercana, y que permita, además, más improvisación. Es más difícil eso si estás tocando ante 10 mil o 50 mil personas… te obliga a diseñar un show que tenga luces y pirotecnia y un montón de otras cosas. Es difícil ser espontáneo en esas condiciones. En Calexico nos acomoda estar a una escala menor, poder alterar el orden de las canciones, el arreglo, preparar algunas sorpresas.

Las canciones saben lo que quieren

– Tu primer instrumento fue la batería…
– Sí, tenía nueve años cuando comencé con la batería. Pero cuando era muy, muy joven, mi padre era profesor de piano, y me dio algunas lecciones… no me gustó mucho. Y al poco tiempo, mi mamá me compró una batería para que yo pudiera tocar junto a ella en la iglesia, porque yo por supuesto no era parte del coro, no me interesaba. Así que la culpa fue de mi mamá.

– Pero finalmente te encontraste de nuevo con el piano, ¿Cómo fue esa transición?
– Sí, lo terminé amando. Es mi instrumento favorito. Cada vez que puedo, me siento a tocar un poco, aunque sea por un rato.

– ¿Te exige cosas diferentes que la percusión?
– Mira, el piano, de muchas maneras, es un instrumento de percusión. Creo que cuando empecé a tocar el vibráfono en TheFriends of Dean Martínez, ese fue el momento en el que entendí que el vibráfono era la combinación de batería y piano, es un instrumento melódico que golpeas con baquetas, y puedes usar varios pares de baquetas al mismo tiempo… cuando ocupas sólo un par de baquetas, en realidad lo que obtienes es sólo notas sueltas…

– Como tocar palillos chinos en el piano.
– Sí, como los palillos chinos. Es una manera muy simple de encontrar una melodía, de entender cómo funciona una melodía en términos estructurales. Y fue muy bueno encontrarme con el vibráfono.

– Cuando esbozas una canción… ¿tu proceso parte así, con el piano?
– Con Calexico las cosas suceden de un montón de maneras diferentes. De casi cualquier forma que se te pueda ocurrir. Puede ser que Joey o yo lleguemos con una idea que puede estar en piano, o en guitarra, la mayoría de las veces es guitarra, de hecho, y nos sentamos juntos un rato, y le agrego una batería, o el vibráfono, o toco algo en el acordeón. Pero la mayor parte son, siempre, guitarras. Y así nacen nuestras canciones. Pero ocurre también que podemos comenzar con un par de acordes de piano, y todo parte desde ahí. Para mí suele ser así, desde el piano.

– No hay un solo método, entonces.
– Es raro. Hay veces en que sólo estamos improvisando, y de ahí sale algo. Esas son mis canciones favoritas, la verdad. Cada uno está tocando cualquier cosa, y empezamos a darnos cuenta de que hay una estructura, definimos algunas pausas, nos damos cuenta de que suena bien y de que hay que grabarlo… de pronto aparece un coro, y entonces grabamos todo de nuevo. Llega un momento en el que la canción empieza a decirte lo que quiere, qué letra le hace falta, qué instrumentos usar en qué secciones. Esa es la manera en la que más me gusta trabajar, espontáneamente, en el momento.

Valparaíso y las manos de Víctor Jara

– A lo largo de la historia de Calexico, Joey Burns y tú han sido el núcleo de la banda, pero han invitado a infinidad de músicos a tocar con ustedes desde mariachi hasta amigos de Tucson… ¿cómo eligen con quién colaborar?
– No es tanto una decisión. Es más bien el destino. Hay gente que hemos conocido en festivales, como Amparo Sánchez, de España, que nos invitó a tocar en su disco, y nosotros la invitamos a cantar en el nuestro. También está Jairo Zavala, que comenzó a escribir canciones junto a nosotros… de hecho, él nos ayudó con ‘Víctor Jara’shands’. Es tan simple como eso: conoces gente, conoces músicos, compartes con ellos cierta sensibilidad, y empiezas a tocar con ellos, y eso es todo. No es tanto decidir juntarse, sino dejar que pase lo que tenga que pasar. Descubrir voces, o estilos, y dejar que ese interés se convierta en una canción.

– Esa canción, ‘The hands of Víctor Jara’, ¿nació durante tu última visita a Chile?
– Absolutamente. Nuestras experiencias en Chile y Argentina fueron muy poderosas. Vívidas. Llegamos de vuelta a casa y sentíamos que teníamos la cabeza llena de cosas, después de haber estado apenas unos días por allá… y nos decidimos a expresar eso en canciones. Fuimos a Sudamérica al final de una gira, lo que para nosotros suele marcar el comienzo del proceso de un nuevo disco. Y en Chile, nos fuimos a Valparaíso durante un día libre, y en el bus estuvimos escribiendo todo el rato, subiendo y bajando cerros, tomando vino… cuando llegamos de vuelta acá, ya estábamos listos para empezar a grabar el disco. La historia de Víctor Jara es tan fuerte y trágica que cuesta olvidarlo. Valparaíso y Víctor Jara entraron de manera muy fácil en nuestro siguiente disco.

– ¿Escuchaste a Víctor Jara acá o fue tan solo el poder de su historia el que te inspiró?
– Un poco de los dos. Escuchamos algunas de sus canciones allá, pero seguí descubriendo su repertorio cuando volvimos. Puedes ver algunos de sus recitales, y se nota que era una persona de gran poder. Sería genial que pudiéramos tener héroes como él en nuestro país.