Sobre su regreso a los escenarios, sobre el disco que ya viene, sobre la historia de la música independinte chilena y algo más, conversamos con Rodrigo Santis y Walter Roblero, dos tercios de Congelador.

Fotos de Cata Fuster

El 7 de julio pasado, Congelador cerró junto a Mostro el ciclo Neutral de Invierno, organizado por el sello Quemasucabeza.

Esa oración, anodina y escueta, es incapaz de hacerle justicia a la intensidad de esa presentación, más o menos como el lenguaje, en general, se acerca poco a las emociones que evoca el sonido de Congelador, pulcro, intimista, volcánico. Pero también esa oración es incapaz de resumir la carrera de un grupo que, como pocos, se convirtió en una institución en este asunto de la música independiente.

Me pasa que me cuesta escribir sobre ellos. Y curiosamente, sobre ellos he escrito más que sobre ningún otro grupo desde que empecé a escribir de música. Quizá porque escuchar la música de Congelador y tratar de ponerla en palabras, tratar de comunicar lo que pasa al verlos en vivo, me parece el desafío definitivo para un periodista.

Porque tenía que entender mi propia relación con ellos antes de entrevistarlos, revisé algunos de mis viejos artículos sobre Congelador. Porque necesitaba saber si estaba haciendo bien la pega: uno nunca es más injusto que con las bandas que aprecia. Puede parecer un ejercicio de autorreferencia vacía, es cierto. Yo lo ofrezco como prueba del perpetuo crecimiento de una banda que podría no haber sido más que otra leyenda muerta.

Esto fue lo que escribí de ellos hace diez años, en una de las últimas ediciones en papel de la Zona de Contacto: “En sus litúrgicos recitales, el sonido sacude a la gente como una marejada”. En esa misma entrevista, Walter Roblero dijo “Yo cacho que vamos a seguir hasta viejos. Pero con dignidad. Todo tiene que ver con la manera en que entendemos la música. Nosotros no componemos para un segmento, nuestra música no es para la juventud. Es para la posteridad”.

Años después, el 2006, Congelador anunció su separación tras diez años de carrera. Para este mismo sitio, reseñé ese recital en una columna con ganas de ser algo más, de ser una especie de pequeño relato de mi relación personal con la música de Congelador. Esa columna terminaba así:

“Diez años se acabaron en un instante, en el enésimo bis del cuarteto. Algo se había ido para no volver. Aunque esta despedida no sea la de verdad, aunque se junten para volver a tocar y volver a despedirse, el tiempo ya cambió las reglas. Ya no somos los mismos. La emoción quedó atrás, y sólo persiste el recuerdo intransmisible de la intensidad de ayer. De aquellas noches precarias, menesterosas, hoy reconstruidas en polaroids con las que la memoria se engaña a sí misma. Cuando recordamos, las cosas se comportan de acuerdo con una ley de perspectiva inversa: mientras más se alejan, más se agrandan. Y quedan así, heroicas, inmóviles. Enormes, inabarcables”.

Releo esas líneas con un poco de vergüenza. Porque claro, ni Congelador se acabó para siempre ni la gente salió de ese recital con la sensación de haber asistido a un funeral. Dos años más tarde, el trío nuclear de Walter Roblero, Jorge y Rodrigo Santis, junto a Gepe como segundo baterista, presentaron en 2008 Abrigo, el que hasta ahora es el disco más reciente del grupo. Esto es parte de lo que escribí entonces para Rolling Stone:

“Para Congelador, la historia parece no ser más que eso, historia. Sobre el escenario dejan claro que no están volviendo, sino empezando de cero, con más años en el cuerpo pero con el mismo espíritu inquieto que caracterizó las exploraciones sonoras de sus primeros tres discos y Cuatro, un disco recopilatorio que en algún momento pareció que iba a ser su testamento”.

Otra noche, después, no hace mucho, nos juntamos a hablar de su regreso.

¿Con qué impresión quedaron tras tocar en el Neutral de Invierno?

Rodrigo: La tocata fue más para juntarse con los amigos, tocar canciones antiguas, rockear un poco. Lo pasamos bien. No es que yo haya querido sentirme rejuvenecido ni nada, estaba planteada desde el principio como una presentación única, y lo teníamos todo muy controlado aunque hubo un par de detalles del sonido que no me terminaron de gustar. Hay una nueva manera en la que estoy cantando ahora, que estaba en los ensayos, y que sentí que no logramos al final sobre el escenario. Pero no es que sea un perfeccionista: siempre quedo con la bala pasada.

Walter: Yo lo pasé bien, me gustó. Cuando tocamos junto a Rodrigo y Jorge siempre logramos algo que surge de la presencia de cada uno de manera casi instantánea. Y también fue interesante la incorporación de dos músicos más jóvenes, Felipe Ruz, a quien conocía como guitarrista de Fernando Milagros, pero que junto a nosotros reveló una faceta más experimental que fue todo un descubrimiento, y Estefanía Romero en teclados, con quien colaboré en otro proyecto, Dormitorio, hace algún tiempo.

Rodrigo: Fue interesante eso, ya se veía desde los ensayos. Nosotros somos más intuitivos y ellos son mucho más teóricos.

Walter: Invitar a músicos que manejen sus instrumentos siempre expande tus canciones, por clásicas que sean, las hacen crecer. Y escuché algunos comentarios que me confirmaron esa impresión.

¿Y estos nuevos integrantes se quedan en Congelador?

Rodrigo: Por una parte, el año pasado nos juntamos a grabar algunas improvisaciones que serán un disco para finales de este año, o principios del 2013. Y por otra, nos propusimos hacer una presentación única en el Neutral de Invierno, para mostrar una selección de nuestros discos. Igual no hemos conversado acerca de si ellos van a seguir junto a nosotros. Congelador somos nosotros tres… aunque la experiencia me gustó mucho.

Walter: Me parece sano que nuestra relación con músicos invitados esté clara desde el principio: hemos tocado junto a guitarrista Jorge Silva, junto a Katafú, con Gepe en la batería… y claro, las ideas son nuestras, pero en ese sentido, tocar con músicos jóvenes nos ha mantenido en contacto con una generación con menos rollos, sin militancias cegatonas.

No sé si se dieron cuenta, pero en el GAM había mucha gente que los estaba viendo en vivo por primera vez. Vi a fans veteranos conversando con gente que había escuchado hablar de ustedes… ¿les interesa llegar a públicos nuevos?

Rodrigo: Sería de lo más entretenido tocar para gente nueva. A mí no me motivaba mucho el rollo nostálgico de reproducir las canciones de antes tal como antes.

Walter: En los ensayos probamos algunos temas antiguos que ya no nos gustan, que no nos acomodan ahora. Lo que pasa es que a pesar de nuestros períodos de inactividad, no nos hemos quedado estancados. Y yo creo que eso se refleja en nuestra selección de ese día.

Rodrigo: Tratamos de darle una lectura actual a algunos temas. No en el sentido de reversionar, pero había canciones que no me acordaba de cómo las tocaba antes, y no me preocupé de tratar de replicar eso. No era la idea tratar de repetir exactamente un momento de hace 10 años atrás. Es fome estar repitiéndose ante la misma gente. En Facebook me escriben cabros que se nota que son menores de 20 años, que no cachaban que existía Congelador. Esa gente me parece estimulante.

Walter: Igual, tampoco se trata de escapar del grupo de gente que siempre lo ha seguido a uno. Pero por supuesto que nos gusta ver cómo nuevas generaciones van haciendo suya nuestra música. No es que nuestros discos tengan una dimensión infinita tampoco, pero vale la pena que gente nueva los descubra.

En el momento en que Congelador había muy pocas bandas independientes, muy pocos lugares donde tocar, y yo creo que alrededor de lo que ustedes hicieron, de su trabajo junto a Quemasucabeza, se articuló una escena de la que salió mucha gente. ¿Son conscientes del lugar que ocupa Congelador en el circuito de música independiente en Chile?

Walter: Es algo que nunca he pensado. Yo creo que ocupa un lugar muy claro para nosotros, y para ciertas personas. Cuando empezamos, imitábamos a los grupos que nos gustaban en esa época, y parece que nadie estaba tocando esa música por acá entonces. No es que fuera un mérito. No éramos tan arrogantes como para creernos mejores que el resto, o a lo mejor sí éramos mejores y arrogantes y no nos dimos cuenta. Ese momento fue una casualidad, nos agarraron ciertas cofradías que sentían algo parecido y se empezó a correr la voz sobre nosotros. No teníamos pretensiones cuando empezamos, grabar un disco era apenas un sueño, y después resultó que las cosas eran mucho más fáciles.

Rodrigo: Nuestra motivación era sencillamente hacer música, no queríamos ser parte de una escena ni nada. La posición en que quedemos en la historia de la música, si es que quedamos, ya no depende de nosotros,

Walter: Y nunca fuimos mucho de carretear con rockeros. Éramos más bien autistas en cierto sentido.

Rodrigo: Sólo fuimos los primeros en tener cierto sonido aquí, o que sonábamos parecidos a otra gente… supongo que es una buena manera de vender un artículo. Haber estado en Pulsos, ese compilado de la Background, haber fundado Quemasucabeza, eso podría hacernos pasar a cierta historia, pero yo no lo veo tan así. No nos sentimos parte de un rock chileno, sea lo que sea eso, pero es inevitable.

Puedo estar equivocado, pero tengo la impresión de que su último disco, Abrigo, no tuvo la atención que merecía. Tal vez fue porque lo editaron sólo en MP3. Recuerdo que cuando hablamos de eso, estaba el plan de editarlo en formato físico, que al final no quedó en nada… ¿les parece que fue así, que ese disco no sonó todo lo que debería haber sonado?

Walter: En su momento no me di cuenta, pero creo que hay algo de cierto en lo que dices. Hay un montón de gente que no lo escuchó nunca, quizá porque para buena parte de nuestro público el formato físico sí tiene un valor. Hay gente que pasó un poco del disco por eso.

Rodrigo: En lo personal no lo echo de menos.

Walter: Congelador no ha estado nunca condicionado por las tendencias del mercado, pero sí por las tendencias de la edición y los formatos. Iceberg, por ejemplo, salió en un momento de crisis económica, y la gente no estaba gastando plata en grabar discos ni en comprarlos. De ese disco debemos haber editado unos 100 ejemplares, nada más.

Rodrigo: Me pasa al revés. Yo creo que Abrigo es el más escuchado. Hace dos años lo habían descargado 5 mil veces, contra los 500 discos que publicábamos antes. Durante la Expo Shanghai, mientras recorríamos la feria con Gepe, me encontré con chilenos que estaban allá y que sólo conocían a Congelador por Abrigo, porque lo tenían en el iPod. Igual, lo de hacerlo sólo en digital no fue un compromiso con ese formato ni nada, fue sólo porque no teníamos la plata para editarlo en disco. Pero el próximo queremos sacarlo en vinilo.

¿No han pensado en dedicarse de manera exclusiva a Congelador ¿qué va a pasar después de esta reunión? ¿Se van a dar otro descanso?

Rodrigo: Intuyo que la dinámica del grupo seguirá siendo la misma de ahora. De nosotros tres, yo soy el que está más dedicado a la música. Pero el trabajo en el sello no me deja tiempo para componer, y además Walter y Jorge están cada uno en lo suyo. Yo creo que va a seguir siendo así, no se me ocurre que en algún momento dejemos todo lo que hacemos para quedarnos sólo con Congelador. No necesitamos darle dedicación exclusiva, y nuestras vidas ya son lo suficientemente cercanas. Cuando nos cansamos, el grupo se desarma. Nos desmotivamos cuando empieza la dinámica de la banda tradicional.

Walter: Nunca ha sido diferente, incluso desde el inicio de la banda.

Rodrigo: No tiene que ver con no creer en el proyecto. Cuando éramos chicos, yo sentía que para hacer lo que queríamos hacer con la banda, cada uno tenía que tener su propia manera de ganarse la vida fuera del grupo. Jamás me lo planteé de otra forma. Me gustaría tener más tiempo para componer, claro, pero ese no es mi camino.

Walter: Y volviendo a lo de ahora, estamos en una posición muy interesante. No sabemos cuál va a ser el resultado final del disco que estamos haciendo, no sabemos en qué va a terminar, ni de si vamos a ser capaces de interpretar eso de alguna forma. Lo estamos tramando en el estudio, y si lo llegamos a tocar, vamos a tener que aprenderlo de nuevo. Lo que hay es un croquis, las líneas del paisaje. Lo que hay es un desafío, una forma en la que nunca hemos trabajado. Para mí eso es motivante.