A pocas horas de su primer show en nuestro país, Gabriel Pinto entrevista a Pablo Díaz-Reixa, El Guincho. El músico habla de los orígenes de su particular pop, sus trabajos como productor y hasta de política.

Pablo Díaz-Reixa es delgado, amable y tiene un hablar calmo. Una figura que contrasta notablemente con su música: ritmos gruesos y festivos, plagados de momentos estridentes, ideales para irse de fiesta. Tal vez por eso mismo se nota algo agotado: desde que llegó el día martes a nuestro país no ha parado de presentarse en distintos eventos (como DJ set) ni de dar entrevistas. “Solo he dado vueltas por el barrio”, dice con resignación. Aún así, se muestra dispuesto a conversar sobre sus los inicios de su carrera, su particular visión de la música pop y las similitudes políticas que existen entre Chile y España.

¿Cómo es el lugar donde naciste y te criaste?

Las Canarias es un archipiélago de siete islas, ocho según como se mire, que está a unos 100 kilómetros de la costa africana, muy cerca de Marruecos y Mauritania, donde no viven más de 600 mil personas que son una mezcla entre gente española, gente de América Latina que llegaron ahí y luego se fueron de vuelta. Y bueno, se considera como un puente entre Europa, África y América Latina.

En ese contexto geográfico, ¿cómo tú te acercaste a la música?

Me acerqué a la música de bien pequeño: mi abuela es productora de música y cantaba también, de ahí que tengo una formación clásica. Por otro lado, me acerqué a la música como cualquier otro adolescente, escuchando rap francés: era algo muy grande, muy bueno y todos los pibes en el colegio escuchábamos eso. Por ahí, algunos teníamos un ordenador y con Fruity Loops (software de edición de audio), hacíamos unos beats.

¿No rapeabas?

No, no, no me gustaba rapear. Lo mío era más hacer ritmos para el resto…

La producción…

Sí, aunque tampoco entendía lo que era la producción en ese momento, era muy pequeño. Hacía mis ritmos en el ordenador, los iba guardando en carpetas, acumulando material.

¿Ahí se empezó a gestar El Guincho?

No, era muy pequeño, tenía 12 o 13 años. El Guincho se empezó a gestar en Barcelona, cuando me di cuenta que quería hacer música yo solo. Ya había tocado en muchas bandas, trabajaba en un estudio de grabación y ahí, investigando, llegué de alguna manera a eso.

Luego sacaste el Alegranza (Discoteca Océano, 2007) y ahora que me hablas del lugar donde naciste, una de las cosas que más me gustan de ese disco es que aborda el concepto de tropicalidad de manera transversal: a mi hermana menor, tu música le recuerda a El Rey León, otras personas me dicen que tu música les recuerda a Juan Luis Guerra, la bachata y el merengue, y otras cosas son más dub.

La idea de Alegranza es muy sencilla: yo quería ir a Estados Unidos a estudiar musicología y realizar una tesis sobre “música de islas”, sobre todo de islas que hubiesen un tenido un pasado colonizado muy fuerte. Quería estudiar las canciones tradicionales de los oriundos de esos sitios: Jamaica, Cuba, Suriname, Madagascar, Nueva Zelanda, Fiji. Ahí me di cuenta que muchas de las músicas de lamentos, que hablaban de muertes, de batallas o de cosas tristes para ellos, estaban en tonalidades mayores.

Pero para la música pop, las tonalidades mayores tienen referencias a otras cosas, a momentos alegres, a música uptempo. Esa es una construcción estética a partir de la maquinaria mediática de la música anglosajona, que había discernido entre las dos tonalidades para fijar unas emociones predeterminadas.

Y ahí, ¿cómo nace Alegranza?

Fue ahí, a partir de esa idea, la de la música de islas… que coincidió con un momento en donde iba mucho a los clubs. Esas dos formas, lo de la música de baile y la música de islas, se encuentran en ese disco de una manera máxima, no sofisticada. Por ahí tiene sentido eso que me dices tú, de que veas tantas similitudes entre las distintas músicas tropicales.

Pareciera ser que mientras Alegranza es un disco “intuitivo”, Pop negro (Young Turks, 2010) es un disco que destila esa idea inicial, ¿o no?

Para mí no tienen nada que ver un disco con otro, además de que los hice yo y que tengo mis querencias compositivas. Yo cuando hago un disco, siempre parto de un hallazgo técnico o de una idea de producción: esa es mi cárcel, de ahí no puedo salir. En Alegranza, la idea era música de islas más estética de clubs…

¿Y Pop negro?

Y en Pop negro la idea era hacer un disco de hi-fi, pero old-school. Por eso hablé con Jon Gass para que mezclara el disco, a quien los propios ingenieros de sonido en este momento alrededor del mundo, consideran a Gass old school, porque fue el hombre que definió la estética hi-fi de los ‘80 y ‘90, con trabajos para Michael Jackson o Whitney Houston. Para mí, trabajar con él era una rebelión contracultural: atacar los clichés de la cultura pop, a nivel de estructura, contratar al tipo, darle forma a la mezclas del disco y a partir de esa idea de canción pop – algo que la gente no conocía de mí – girar por abajo con timbres no convencionales, con letras cuya métrica fueran muy raras, cosas que no te esperarías de una canción de pop.

¿Cómo logras, entonces, ponerle nombre a una canción que nace desde una idea de producción o desde un concepto musical?

Es una buena pregunta esa. Los nombres generalmente me vienen. Yo siempre voy haciendo beats en mi ordenador y los nombro: “Muerte MIDI” era un archivo MIDI que se llamaba “muerte” y partir de ahí nació una idea: ¿cómo sería una muerte MIDI? ¿Cuáles serían sus características a nivel de adjetivos, a nivel estético? Son cosas muy tontas las ideas de las canciones. “Novias” fue porque vi a dos chicas en la calle caminando de la mano y peleándose muy fuerte; “Bombay” fue porque, estando en Singapur, no había agua en el hotel y tuve que beber ginebra Bombay. Son siempre chistes muy tontos que luego me hacen pensar. El nombre de Pop negro, a fin de cuentas, es también por un chiste tonto y a partir de eso, generé una idea, un concepto con eso.

Antes de esta gira por Latinoamérica, ¿qué estabas haciendo en España?

Estaba produciendo el disco de unos amigos, Extraperlo y también el disco nuevo de Los Punsetes.

¿Eso quiere decir que tanto Extraperlo como Los Punsetes van a tomar un giro más tropical en sus canciones?

No, para nada. Cuando hago producciones, intento no exportar mi sonido a lo que hacen las bandas. Al revés, me interesan las bandas que tienen una singularidad, que marcan el signo de sus tiempos. E intento aportar lo mío desde el punto de vista de sonido a partir de lo que ellos me cuentan, sin imponerles nada.

Extraperlo me pedían que les hiciera ritmos, que me implicara más en composición y eso hago. Los Punsetes me pedían que me metiera más en la arquitectura sonora del disco y no que les dijera “pon aquí una coma” o “esta guitarra no”. Yo respeto muchísimo el trabajo del artista y me parece que también puedo aportarles algo.

¿No vas a grabar material nuevo ahora que regreses?

Me gustaría, pero no tengo tiempo. Cuando hago una producción, no me gusta guardarme cartas. Me gusta dar todo lo que sé, todos los conocimientos que tengo hasta ese día que empecé a grabar. No me gusta guardarme cosas para mí, ni si tengo una idea para un ritmo dejármela para mí. Lo que no se puede negociar en la música es el entusiasmo y si tienes entusiasmo, encontrarás nuevas maneras de expresarte.

En el disco anterior de Extraperlo, está mi huella en los ritmos que quería expresar en ese momento, en el 2011: son los ritmos que quizás hubiera hecho para un hipotético disco mío que hubiese sacado en ese año. Pienso que si sigo investigando voy a encontrar en algún momento algo que me guste para El Guincho.

Quiero cambiar un poco el tema y preguntarte un poco por la situación política actual. Vienes en una gira por distintos países y en cada uno de ellos hay un clima de efervescencia política, de movilizaciones muy fuerte: México contra los narcos, Colombia y las FARC, Brasil con los líos ministeriales, Argentina que siempre es un despelote. En España tuvieron todo el tema de los indignados y acá en Chile, los estudiantes estuvieron movilizados más de seis meses. ¿Qué opinas de todo eso?

Es un tema un tanto poliédrico (risas). Pero puedo contarte un poco sobre lo que pasa en España. Nosotros no tuvimos una dictadura que no fue derrocada por el pueblo, sino que fue una suerte de transición o, mejor dicho, de teatro que se dio por las presiones internacionales. La gente que está ahora en el gobierno español es gente que estuvo directamente involucrada en los ministerios de Franco o que son hijos de gente que estuvo involucrada con el franquismo. El Partido Popular nace de Alianza Popular que es un partido fundado por Fraga y Fraga fue ministro de Franco: no hemos superado eso y es muy normal que se de esa fricción tan bestia y que el país esté dividido de esa manera. La gente que volvió del exilio está dolida…

Hay un resentimiento ahí….

Y de ambos lados. Desde mi punto de vista, pienso que es un error la gente que está gobernando ahora. Ahí tienes un juez como Garzón al que inhabilitaron por intentar investigar causas franquistas. Cuando salió el dictamen, mucha gente del gobierno salió a celebrarlo diciendo que era un gran día para la democracia, cuando en realidad era un gran día para la censura. Es una cosa peligrosa, eh.

También está todo el tema de la represión.

Sí, hay un momento muy duro con la represión policial contra cualquier tipo de protesta. Es muy curioso, porque cuando pasó lo de la Guerra de Irak, nos dejaron protestar y fuimos un millón de personas a protestar contra eso. Dio igual, porque el gobierno igual hizo lo que le dio la gana, pero por lo menos podíamos protestar. Ahora salen unos estudiantes a protestar y la policía carga contra ellos durísimamente, es un momento medio crudo.

Quizás va a morir alguien y quién sabe lo que va a ocurrir en ese entonces. Eso podría ser lo peor que puede pasar.

Para lo de los indignados, unos amigos míos que acamparon en el Paseo de Cataluña, les dieron con bolas, dejándoles las piernas deformadas, con heridas y no pasó nada, nadie dijo nada. Morirá alguien y la represión policial seguirá pasando.

Acá puedes ver las fotos de la entrevista (que también puedes revisar en Facebook) tomadas por Rodrigo Ferrari.