Soledad Valdés Liquori entrevista a los esposos Alan Sparhawk y Mimi Parker, principales responsables de Low, proyecto de larga trayectoria que el año pasado volvió a las grandes ligas con C´mon, uno de los mejores discos de la temporada según nuestro staff.

Texto y fotos por Soledad Valdés Liquori

 

Sin duda uno de los mejores álbumes del 2011, C’mon, fue grabado en una iglesia de Duluth, la ciudad natal de Low. La pareja se apronta a ser parte, a comienzos de marzo, del festival All Tomorrow’s Parties 2012, curado nada menos que por Jeff Mangum, a quien conocen desde hace ya casi veinte años. De eso, de la revolución estudiantil en Chile y de otras cuantas cosas hablamos con Alan Sparhawk y Mimi Parker, justo antes de una íntima y bellísima tocata en el templo masón de Winona, un pueblo de Minnesota que es, curiosamente, cuna de Winona Ryder.

¿Cómo fue el proceso de componer C’mon? ¿Fue diferente a los discos anteriores?

Alan Sparhawk: Por lo general, nuestras canciones salen de un mismo sitio: partes con cero y luego tratas de juntar cosas y las canciones te dictan el sonido que les vas a dar. En todo caso, ya teníamos un par de canciones para C’mon desde cuando creamos Drums and guns, y llevábamos tocándolas ya un tiempo en vivo… pero no sonaban bien. Así que ese fue el comienzo: sabíamos que esas canciones tenían un cierto tono; mientras Drums and guns era más crudo y un poco más ofensivo, estas otras canciones eran más tranquilas y más dulces. Por ejemplo, “Done”: la teníamos por algunos años, e intentamos incluirla en Drums and guns, pero no nos sonaba bien con el resto del disco.

En general, ¿qué compones primero? ¿La música o la letra?

AS: Prefiero empezar ambas al mismo tiempo. Lo mejor es cuando uno trata de hacer funcionar un acorde y una melodía y de pronto una frase sale al camino; así es cómo empezamos las canciones la mayoría de las veces: una pequeña idea o una pequeña melodía a partir de nada, y luego intentamos traer a la mesa lo que sea necesario para que funcione. Hay cosas que están fuera de tu control y otras que puedes controlar. En algún punto se juntan y generan una canción.

Pero a veces creamos canciones a la vez que las grabamos, como si el proceso entero se diera en un mismo momento.

¿Tú y Mimi escriben las letras?

AS: Ella escribe las letras de las canciones en que canta, por lo general. Lo mismo yo. No sé… Para mí, las letras son algo personal. Me costaría cantar las letras de alguien más; las estaría criticando mientras las canto.

Hay algo sagrado en la música que hacen, algo medio hipnótico.

AS: Sí.

Y sé que grabaron C’mon en una iglesia en Duluth. Me pregunto si se sienten influenciados por la música sacra, por ejemplo, Bach.

AS: Para mí, el órgano fue un instrumento fundamental. Crecí cantando música en la iglesia y ese conocimiento siempre ha estado a la mano. Mimi creció cantando “older gospel”, algo así como “country gospel”; crecimos con eso y no importa lo rockeros que seamos: siempre tenemos que admitir que nuestra primera noción musical fue la música de iglesia, que es muy potente. Y bueno, en los Estados Unidos-donde nada es más antiguo que cien años-, los techos altos de una iglesia son muy… acústicos. La reverberación, el sonido, además del peso espiritual, o el hecho de respetar que miles de miles de personas entran allí con sus esperanzas, sus sueños y sus miedos, y de creer que sus almas se quedan ahí.

Creo que la mayoría de los músicos que hacen discos reconocen que es fundamental grabar en un lugar interesante que te dé buenas vibraciones y donde te sientas cómodo. El lugar en que grabas, dónde creas tu música puede tener una influencia enorme; es casi un miembro más de la banda, una vocecilla que toma decisiones creativas en tu nombre.

¿Qué es lo mejor de tener una banda en pareja?

AS: Bueno, como te imaginarás, crear con la persona que amas es muy intenso, y te une mucho a ella. Yo soy de la opinión de que cuando amas a alguien, puede tentarte la idea de trabajar juntos; pero, a la vez, reconoces que hay un peligro en ello. Hay miles de historias de parejas que se unen en un negocio y terminan destruyendo el negocio y divorciándose. Porque es cierto, es imposible separar las dos relaciones, son una misma cosa siempre. Para nosotros, bueno, esto es algo que queríamos hacer desde muy jóvenes; queríamos crear algo juntos. Nos conocemos hace mucho tiempo y nos gusta creer que somos fuertes y que podemos defendernos de cualquier daño y de cualquier tormenta. Y ha funcionado.

¿Tienen alguna conexión con otras bandas que son pareja o que viajan con sus hijos?

AS: Claro. Nos identificamos con ellos, y somos amigos. Porque no es fácil.

AS: Sonic Youth fue una de las bandas que tuvieron niños al mismo tiempo que nosotros. Es mucho trabajo ser padres. Pasas 23 horas del día en casa con tus hijos, ¿por qué no vas a poder pasar una hora en el escenario?

En mi país hubo una revolución política liderada por los estudiantes que luchan por mejorar la educación. Son problemas muy similares a los problemas de Estados Unidos, y me pregunto si te parece que los artistas y los músicos deben involucrarse en política. Sé que ustedes han tocado en conciertos de apoyo al partido demócrata…

AS: En convenciones para recaudar fondos, sí…

MP: A mí no me parece que tengamos que estar obligados a involucrarnos en política. Si es algo en lo que crees, va a pasar de todas maneras; o sea, la plataforma se va a dar.

AS: Para mí la pregunta es ¿tienes algo qué decir?

MP: Cierto.

AS: En Estados Unidos, nuestra generación salió de los ‘60 y ‘70, cuando había un esfuerzo juvenil cultural congruente con el rock n roll; la música estaba muy conectada con el movimiento. Y creo que en nuestro país, nuestra generación ve el pasado con un poco de hastío. Algo así como “ya, está bien, todo el imaginario de la época, etc., pero seamos realistas: ustedes no cambiaron nada; y ahora son parte del congreso o son presidentes de grandes corporaciones que siguen contaminando, o están a cargo de Wall Street”. Así que para los músicos de nuestra generación el paisaje es un poco desalentador, sobre todo pensar que por ser músicos, por pararnos en un escenario y tener un micrófono, somos dueños de un poder legítimo o serio…

Supongo que nuestra generación ve ese poder como un exceso. Yo no soy líder de nadie. Mira lo que los líderes hacen. Yo no me siento líder. Quién soy yo para pararme aquí arriba y decir algo cuando hay personas que se leen The Economist de cabo a rabo y saben mucho más acerca de lo que pasa que yo. Con qué cara me voy a parar aquí arriba y decir: “Oye, sería increíble si esta guerra terminara” o “Oye, no debería haber tanta gente sin casa”. Y ese es el problema. Pareciera que solo necesito poner voz de hippie y decir cosas así. Cosas que son completamente legítimas, por lo demás.

MP: Claro, pero si las dices poniendo esa voz de hippie… (risas).

AS: Cierto. Pero hace una o dos generaciones atrás habría sido imposible hacer burla o hacer algo como “poner voz de hippie”. Nuestra generación se trata más de eso, de burlarse de los referentes culturales. “Paz, loco, salvemos a las ballenas”.

MP: Somos más cínicos y apáticos.

AS: Es un asunto cultural bastante sutil, en todo caso. En Estados Unidos, más que en ningún otro lado, nos creemos a la cabeza de todo, porque aquí nació el rock, el jazz y estamos siempre en la frontera. Uno querría creer que si de alguna parte vendrá el sentido o la rebeldía, será de aquí.

Tal vez respetando tu propia música y tratando de no venderte sea la mejor forma de enviar el mensaje…

AS: Sí, vivirlo así es un gusto, tratar de hacerlo. Pero esta, la del presente, es una cultura muy ruidosa y nunca vas a influenciar a la gente como lo hizo Jimi Hendrix cuando tocó el himno nacional; simplemente no puedes ni podrás jamás. ¿Qué puedes decir hoy en día como artista en Estados Unidos? ¿Qué puedes hacer para despertar algo en alguien? Podrías cortarle la cabeza a tu propia madre y la gente va a decir que la fórmula ya se usó y te preguntarán cuál es tu agenda, cuál es tu mensaje, qué tratas de decir. Y eso es desde ya desalentador. Pero sí creo que es penoso y que la historia va a mirar a nuestra generación con decepción. En especial a los Estados Unidos, que se sentaron a ver cómo todo se iba a la mierda, cuando tan solo hace una generación atrás se estaba incendiando edificios y manifestándose. Ya no se pueden hacer cosas así aquí. No alcanzas a juntar suficiente gente.

MP: Bueno, también tiene que ver con el tamaño de este país… Es difícil unificar.

AS: Claro, en lugares más pequeños todo es más volátil, es más fácil incendiar y sentir unidad con tu gente. En Estados Unidos somos más quedados y flojos, y no sabríamos cómo reaccionar frente a algo que debiera aterrarnos.

Estados Unidos es tantos países a la vez. El sur es tan diferente a las costas. Y el oeste medio, de donde son ustedes, es como otro país en sí mismo…

AS: Claro, las actitudes son muy distintas. En España, por ejemplo, -nosotros vamos mucho a España-lo notas en la cultura; están aún en la resaca de reacción a la dictadura. Aún tienen la euforia del rock’n’roll, las ganas de tirar piedras. Sienten el deseo de salir a pelear porque al menos sus madres les contaron historias de lucha contra la policía. Lo sienten más cerca.

En Chile es parecido. Sin embargo, mucha gente se ha sentido sorprendida por el movimiento estudiantil porque nos sentíamos una generación cínica y hastiada, pero para sorpresa de todos…

MP: Me parece bien. Apoyo a cualquiera que tenga la energía.

Pasando a otro tema. ¿Les entusiasma ser parte de All Tomorrow’s Parties curado por Jeff Mangum? ¿Están conectados con otras bandas que tocarán allí?

AS: Sí va a ser fantástico.

¿Eres fan de Jeff Mangum?

AS: Claro, nos conocemos un poco. En uno de nuestras primeras giras, a principios de los ‘90, tocamos en Shreveport, Louisiana. Jeff estaba tocando la batería en una banda que tocó con nosotros en una fiesta de casa. Fue extrañísimo. Me acuerdo de haber estado con él un buen rato. Hace mucho tiempo… debe haber sido cuando estaba trabajando en su primer álbum.

Vaya. Principios de los noventa…

AS: Sí. Empezamos nuestra banda en el 93. Imagínate.

Increíble. ¿Qué edades tenían cuando empezaron.

MP: Yo tenía tres años. Iba a cumplir cuatro.

O sea, eran como Bam Bam y Pebbles (risas).

He visto un par de covers que han hecho. Anoche vimos uno de “Africa” en YouTube. Muy chistoso.

MP: No fue nuestra culpa.

AS: Fue una tontería.

MP: Qué canción tan espantosa. Lo hicimos para reírnos.

¿Tocan algún cover en sus giras?

AS: A veces sí, a veces no. En general, lo de tocar covers en serio comienza cuando alguien nos pide que toquemos para un disco tributo. No hemos hecho ninguno últimamente.

MP: Estoy tratando de recordar cuál fue el último cover que hicimos antes de “Africa”.

AS: Si le cambiáramos las voces a ese tal vez funcionaría bien.

MP: No estoy terriblemente interesada, la verdad.

¿Les gustaría ir a Chile?

AS y MP: Seguro, por supuesto.

Sería fantástico. Tienen muchos fans allá.

AS: Sería fantástico, sí. Hemos estado cerca de ir incontables veces, la verdad.

Minnesota y el sur de Chile no son muy diferentes. Hay mucha influencia germana también.

AS: Cerveza y vino. Suena bien. Nos gustaría muchísimo ir…