Girl Talk es el proyecto de Gregg Gillis que tiene por objeto entretener, pero al mismo tiempo provocar. Provocar a los fans de música independiente haciéndolos disfrutar de música que han pasado la vida entera criticando. Provocar a los sellos convencionales, jugando al filo de la violación de derechos de autor y usando samples de canciones para hacer versiones completamente distintas. Provocar a los que asistían a sus recitales en sus inicios cuando no era capaz de llenar una sala con su música.

Girl Talk hoy es una fuerza en sí mismo. Un DJ que reniega ser DJ. Un DJ con alma de rockstar, que satíricamente transforma el show de un tipo con su laptop en uno épico digno del showman más ridículo del rock clásico. Girl Talk se puede escuchar y disfrutar como lo hemos hecho todos estos años, pero el 23 de noviembre en la discoteca Amanda podremos ver uno de los shows más interesantes que tiene la música indie.  Podemos frotarnos el mentón y llamarlo un posero. O podemos entregarnos a los placeres culpables del pop top 40 mezclado con el venenito del underground. Subirnos al escenario en espíritu punk, o en espíritu VIP como Paris Hilton en Coachella hace un par de años. Porque todos estamos llenos de contradicciones, Gregg Gillis nos ayuda a disfrutarlas.

-¿Es la primera vez que tocas en Sudamérica?
-Toqué en Brasil hace dos años en Río de Janeiro y en Sao Paulo en un festival. Esa ha sido la única vez antes.

-¿Cuándo comenzaste con Girl Talk?
-Hace unos diez años. Empecé a los 18. Antes de eso estuve en unas bandas. Jugaba un poco con la electrónica, jugaba con teclados. Me gustaba la música experimental, el noise, el avant-garde. Agarrar pedazos de canciones, samplearlas, tocarlas con teclados. Incluso en mi banda de colegio hacíamos muchos samples, cortando cassettes o tocando varios discos uno arriba del otro. Siempre tuve ese interés. Era fan, además, de Negativland, Kid 606 o John Oswald (lea nuestra colmna de Plunderphonics), que basaban su arte en samplear música de otros. Pensé que sería interesante hacer música basada en samples de canciones de otra gente.

-Considerando que en cualquier momento toda tu carrera puede terminar si te llega una demanda por derechos de autor, ¿ves la música como un proyecto a largo plazo?
-Para nada. Lo hacíamos para pasarlo bien, pero nunca esperando que a nadie le gustara. Los primeros años saqué algunos discos, salía de gira e iban unas quince  personas a cada recital. Yo estaba simplemente disfrutando de tocar en vivo y nunca esperé ganar nada, ni gané nada. Cuando empecé a crecer, tipo 2006, fue una sorpresa encontrarme con locales llenos. Desde entonces, simplemente he tratado de disfrutarlo mientras dure.

-Tenías una carrera que muchos considerarían más promisoria como ingeniero biomédico.
-Sí, fui a la escuela de ingeniería en Cleveland, Ohio, llamada Case Western. Pero igual siempre las bandas que me gustaban tenían pega de día. Nunca planeé  ganarme la vida con la música. Fui a la universidad a convertirme en ingeniero  y lo hice. Trabajé tres años como ingeniero, haciendo música en paralelo. Era lo que quería hacer en el momento, y fue una sorpresa para mí que al final me terminaría ganando la vida con la música.

-Eras bien discreto con tus colegas. O sea, no dabas luces de ese “hobby” nocturno que tenías, que hacía que llegaras con ojeras los lunes. ¿Les dijiste al irte de la pega que en realidad todo este tiempo habías sido una estrella que tocaba frente a miles de personas los fines de semana?
-No les dije cuando me fui. Cuando empecé en realidad un show de Girl Talk eran diez personas en un local de mala muerte, conmigo sacándome la ropa y tirándoles cerveza encima, haciendo que la gente se fuera. Era bien confrontacional, por eso no les decía. No quería que fueran a un show o que vieran fotos online de mí sin polera. Igual, no creo que les gustara la música que hago. Terminé mi relación en buenos términos con ellos. Le dije a mi jefe que necesitaba tiempo para viajar, pero no les dije que era para seguir una carrera de músico profesional. Un par de meses después le expliqué a mi jefe y le conté la verdad. Desde entonces los de mi pega ya saben lo que hago y me siguen en Twitter e incluso aparecen en mis shows.

-Pero en esos carretes fomes de oficina, ¿tomabas el control del equipo de música?
-(Risas). No, era una empresa grande, aunque mi grupo era pequeño. Yo tenía unos 20 y tantos y el resto tenía unos 40 años. No me quería destacar. Todos eran medio conservadores.  Eso le pasa a otra gente que tiene algo creativo fuera de la pega. Yo simplemente lo llevé al extremo.

-¿Has escuchado la canción “King for a day” de Bobby Conn? Es un vendedor de arte, y el video muestra cómo durante el fin de semana es  una estrella de rock y en la semana está en su pega fome remembrando mejores tiempos.
-Él (Bobby Conn) hace un show increíble… hace unos diez años lo vi.

-Usas canciones de otros, pero tratas de hacer algo nuevo, en lo que llamas “fair use” (uso justo) de la música: la pones en un nuevo contexto. ¿Has conocido a alguna banda de las que sampleas que conozca tu música?
-Sí, y ha sido una respuesta dispar, aunque nunca negativa. Conocía a Thurston Moore (de Sonic Youth) cuando abrí un show suyo. Le dije, “me encanta tu música y la uso para tales fines”. Él no conocía mi música, se la expliqué y en teoría le gustaba que usara el sample, que lo transformara en algo nuevo y que vendiera eso. Por otro lado, Big Boi de Outkast fue a un show mío y vio cómo desgranaba sus canciones en vivo. Desde entonces hemos tocado un par de shows juntos. De nuevo, no estoy seguro cuánto conocía mi música, pero por lo menos no se oponía al uso que le daba. Muchos de estos músicos estos días ya están acostumbrados a que los fans manipulen su música en remezclas de todo tipo, videos tributos en Youtube, etcétera. No es una idea tan radical para a ellos. Les han hablado de mí en entrevistas. En general tiene buena disposición con lo que hago.

-¿Pero con Metallica? ¿Qué diría Lars Ulrich?
-Bueno, todos saben que Metallica tuvo una reputación ganada por su forma de ver a Napster. No quiero pensar en eso cuando estoy armando las canciones, pero terminado el producto reviso los temas legales. El sample de Metallica (“One”, en Feed the Animals de 2008) pegaba perfecto, así que no tuve consideración si me iban a demandar al final. No creo que tampoco afecte las ventas de Metallica en forma negativa.

-Danger Mouse hizo The grey album y la lección fue no meterse con los Beatles. ¿Has sampleado a los Beatles?
-No, nada hasta ahora. En vivo sí los incluyo. A la altura de mi show en Chile estará saliendo el disco nuevo, y puedo anticipar que tiene unos guiños a los Beatles o a algún proyecto paralelo de algún miembro, como en el caso de Wings, donde he sampleado para Night ripper (2006). Igual, los que manejan a los Beatles son especialmente duros con temas de derechos de autor, al igual que los Metallica.

-Nos contabas que al comienzo tenías recitales bien confrontacionales. Había cierto espíritu rock dentro de la ejecución del show. ¿Cómo ha cambiado a lo que eres ahora?
-Ya en el colegio teníamos una onda bien loca y experimental. Rompíamos televisores, prendíamos fuegos artificiales… Pero en Girl Talk, cerca del 2000,  tuve que pensar lo siguiente: yo quería tocar con un laptop y en esos momentos había hartos músicos electrónicos haciendo música con laptops, pero en vivo parecía que estuvieran revisando el correo electrónico, moviendo el mouse. Y parecía que estuvieras pagando para ver a alguien revisar el correo. Otra forma era hacer una performance. Siempre supe que Girl Talk era un proyecto de música pop y quería que se desarrollara así en cada aspecto del show: hacer un show como un recital de rock.

-Al comienzo- continúa Gregg-, era medio incómodo. Si no iban a carretear te miraban sin reaccionar y se tomaban el mentón porque quizás estaban esperando ver a alguien revisar el correo. Esos shows algunas veces fueron confrontacionales. Otras veces pude prender a la gente. Me jugaba entero. Algunas veces pasaba vergüenzas, otras encendía un momento trascendental para quienes fueron al show. Fuimos evolucionando, cambiando. Tuve bailarines un tiempo, otras veces teloneé a bandas de hip-hop o punk. Cuando la gente me conoció en forma más masiva, hacia 2006, ya llevaba años con una idea de cómo hacer un show. Un show un poco satírico, un poco lo opuesto de lo que te esperas de un show de laptop, un momento roquero hecho y derecho. Cuando empezó a prender el tema no lo podía creer, porque ese juego de hacer un show grandilocuente con un laptop se empezó a volver realidad cuando tocaba frente a miles de personas en vez de para quince pelagatos. Simplemente me basé en experiencias previas: más roquero que una banda rock. Y así me quedo. No quiero ser un dj en una cabina. Quiero hacer música en vivo basada en música de otros, y que sea entretenido ver eso. Me gusta adónde llegamos con esto, y todavía no puedo entender cómo la mayoría de los shows en USA superan las mil persona, e incluso llegamos a tocar ante unas 5 mil. Y el show al final es un tipo con su computador.

-¿Cómo controlar eso? ¿Hay un balance delicado entre la cantidad de gente en el escenario?
-Bueno, eso de la gente arriba del escenario viene de los primeros recitales. Muchas veces no había escenario, así que tocaba entre la gente así no más. Parecía fiesta de casa. Invitaba a gente al escenario y no subía la mitad de las veces. Pero pasó el tiempo y la gente ya había visto videos online y se generó como una etiqueta del recital de Girl Talk, donde la primera fila se subía al escenario inmediatamente comenzado el show. Era como un mosh pit. Era un momento que todos esperaban que pasara. Por mucho tiempo pedí que no hubiera guardias, pero ya ha llegado el momento en que no puede ser “todo vale”. Quisiera que fuera así. Me encanta estar inmerso en el caos, pero llegamos a un punto en que la mitad de los shows terminaban a la mitad, porque había mucha gente arriba o porque desenchufaban algo. Ahora estamos organizados, tenemos gente cuidando eso.

-¿Tu computador tiene algo especial? Me imagino todos los curados con cervezas dándolas vuelta de casualidad…
-Es un Panasonic Toughbook. Además lo cubro con envolvente plástico para cada show. Aunque suben menos, siempre alguien puede dar vuelta la cerveza, o yo sudo mucho, o que alguien vomite. Me gusta estar al filo.

-En los videos se ven muchas chicas tratando de llamar la atención. Es incluso tierno, porque la mayoría son muy chicas y tú claramente eres muy mayor.
-Es divertido porque el público ha cambiado mucho. Cada vez es más diverso. Al comienzo, que la gente subiera al escenario era un guiño al punk, donde hay tradición de subirse al escenario, pero hoy alguna gente cree que esto es como subirse al área VIP y se toman fotos. Que hagan lo que quieran. Porque el origen es muy punk, pero la gente  lo asocia a estar en la exclusividad del club.

-Porque partiste en ciudades universitarias en locales chicos y ahora tocas en el estadio de la universidad.
-La naturaleza del público ha cambiado. Al comienzo había una sintonía completa con el público más under. Cuando crece el público a algunos les gustan las partes pop, a otros el hip-hop, a otros la parte electrónica, o incluso el Indie. Al comienzo quise desafiar la idea de que el pop de los top 40 era algo malvado. Hoy mis shows son un cruce cultural de gente de todo perfil demográfico y social. Cada cual toma lo que le gusta de tus canciones. Me pasó eso viniendo de un background de indie duro e intolerante, con promesas de que nunca escucharé rock clásico, pero cuando entran los samples en tus canciones es inevitable disfrutarlo. Hace una década disfrutar de Britney Spears habría sido un pecado indie. Hoy en día se puede ver gente disfrutando de canciones de Katie Perry u otros placeres culpables. Ha cambiado mucho la forma de relacionarse con la música. Hoy, con Internet, cualquier persona puede acceder a la banda más recóndita. La gente ya no escucha las radios necesariamente. En los noventa era una división clara entre el underground y el mainstream. Creo que esa división está menos clara hoy. Creo que la gente  ya no necesita esa división, es artificial.  Se puede escuchar a Katie Perry y se puede disfrutar de música muy experimental sin que sea contradicción.

-En el caso de las canciones pop y rock más clásicas los samples que usas se pueden identificar con rapidez, pero algunas veces usas  canciones bubblegum pop que no han superado la prueba de tiempo para decidir si están a la altura de los otras. ¿Qué pasa si a los samples de pop moderno que usas se les acaba el sabor? ¿Los sacas?
-Siento que el show es muy distinto que los discos. Suena como los discos, y para el auditor casual puede ser lo mismo, pero el show está más orientado para una celebración. En los discos experimento más. Para los shows estoy constantemente escuchando qué está sonando en los top 40 y pruebo cómo funcionan. A veces hay canciones que las uso un mes y pasan de moda y nunca llegan a los discos. Los discos llegan a tener una mezcla de material que he acumulado y probado con los shows, pero hay una parte de música muy reciente, a tal punto que me la juego con que alguna canción va a reventarla dentro de las que sampleo, sin que tenga por sí sola valor al momento de ingresarla al disco. A veces he fallado y no llegan a ser populares, y en tal caso la gente que escucha los discos termina exponiéndose a esa música en el contexto de lo que yo hago y no de la versión original. Entonces, puede que la canción no sea popular en sí, pero en nuestros shows son populares porque suena mejor la versión que hacemos. Podría hacer shows cien por ciento de música nueva, pero a la gente le gustan canciones más familiares, y eso “familiar” muchas veces es la versión que yo hice.

-Hay veces que las letras de una canción sampleada le habla a la otra, y en el contexto se nota mucha ironía. ¿Lo piensas mucho?
-Todo se reduce a la música. Cuando hago un disco saco varios samples de varias canciones que quiero probar. Es un proceso constante de prueba para poder seleccionar las mezclas que funcionan, las que en su mayoría no funcionan. Otras veces tengo una canción con letra que me gusta, o algún ritmo que me gusta, y la pruebo con otras. Tomo consideraciones como que si estoy muy ochentero  faltará alguna canción noventera en la mezcla. Y al final, si las letras pegan, es una consideración más dentro de todas. Pareciera que tuvieran relación más explícita, pero es más azarosa que nada. Simplemente, la música, en general, tiene temáticas recurrentes de amor y dinero. En algunas canciones es interesante ver cómo enfrentan estas temáticas los distintos géneros.

-La mayoría de las canciones del disco entonces ya las has probado en vivo.
-Entre un 50 a un 70 por ciento de la música del disco ya la he tocado en vivo. En el disco hay más detalles, ya que son imposibles de replicar en vivo. Imposible hacer eso en vivo si me demoré doce horas en hacer la canción en estudio, y en vivo tengo segundos.

-Entonces usas un PC en vivo.
-Uso los mismos programas desde el comienzo. Uno es Adobe Audition, muy común, donde corto los samples. Para los arreglos y tocatas en vivo uso AudioMulch, que fue desarrollado por un grupo de australianos. Me gustó desde el comienzo y me cumple con lo que quiero. Puedo prender samples en vivo y los puedo cortar en vivo, y secuenciar en vivo. Hay otros programas, como Ableton Live, que usan los músicos electrónicos más selectos, o hasta un músico en su pieza que no ha tocado en vivo nunca. He probado otros, pero me gusta quedarme con los que conozco.

-Tu recital en Chile va a ser en un local llamado Amanda, que es un cine refaccionado con muy buen gusto, inserto en el medio de un barrio residencial.  ¿Alguna parafernalia especial para el show?
-Es complicado, porque en Estados Unidos tenemos todo bien organizado y cruzar el mundo en avión reduce la cantidad de cosas que puedes traer. Pero en los últimos años hemos aumentado la presencia escénica de Girl Talk incorporando a un par de amigos míos que son mis asistentes. Porque aunque me gusta prender al público, en estricto rigor tengo que estar clickeando el mouse cada cinco segundos. Aunque me puedo alejar del computador, no lo puedo hacer con la frecuencia que me gustaría, así que tengo estos asistentes que le hacen a la parafernalia. Máquinas que disparan confetti, o una máquina que diseñamos que dispara papel higiénico.

-Esa que aparece en el documental de tus shows.
-En realidad, tenemos el show completo para mostrar. Hace rato que no vengo a Sudamérica y creo que la gente se merece nuestra entrega completa. Los otros asistentes estarán para ayudar a prender la fiesta tirándole aire en la cara de algunos con una máquina para soplar hojas.

Quiero estar presente cuando le expliquen a la Aduana qué cresta traen.
-(Risas). Nos han pasado aventuras medio locas con esos, así que siempre tenemos momentos incómodos con aduanas. Venimos con el show completo para que todos lo pasen bien.

Girl Talk se presenta el miércoles 23 de noviembre en el centro de eventos Amanda (Embajador Doussinague 1767, local 0027 Cobres de Vitacura). Las entradas tienen un costo de $6.000 en venta anticipada y de $8.000 el mismo día. Más información acá.