Lockett Pundt es Lotus Plaza y también el guitarrista de los lisérgicos Deerhunter. Su último disco, Spooky action at a distance, se adentra en melodías simples que despegan hasta quedar flotando. Este músico de 30 años define sus canciones como la banda sonora para mirar por la ventana. Rodolfo García lo entrevistó en exclusiva tras un reciente show en Lausana, Suiza.

Lockett Pundt se sube al escenario junto a 4 músicos que conforman la banda en vivo de Lotus Plaza. Es en este contexto que las canciones elaboradas por el norteamericano para su reciente Spooky action at a distance adquieren un poder inusitado y expansivo, de melodías sencillas que se van repitiendo hasta alcanzar un estado de trance, con un volumen cada vez más fuerte.

Las paredes del club Le Romandie, en Lausana, reverberan con las armonías en clave evasiva de este norteamericano que acaba de cumplir 30 años. Talento no le falta ya que, además de su proyecto personal, Pundt es el guitarrista de Deerhunter, y la contraparte compositora a la fuerte personalidad de Bradford Cox en esa banda. Una suerte de genio tímido en las seis cuerdas, siempre de bajo perfil, dentro de una larga línea en la que pueden ubicarse Johnny Marr (The Smiths) o Bernard Butler (Suede), por nombrar a dos que sufrieron de la avasalladora presencia de frontmen desatados como Morrissey y Brett Anderson.

Es justamente esa sutileza que irradia la persona de Lockett Pundt la que se plasma con total elegancia en las canciones de su nuevo disco, y la que lo aleja de toda una gama de adeptos recientes al pop ensoñador (DIIV, Ringo Deathstarr). Lo volátil aquí carece de ambiciones y se expresa en hallazgos de simplicidad etérea, en temas como “Strangers” o “Jet out of the tundra”, los que suenan hipnóticos durante el concierto hasta dejar a la audiencia suspendida sobre el piso. Elementos del kraut rock, como en los primeros Stereolab, y una legión de pedales de efectos, son algunas de las causales de ello.

La total falta de pretensiones del segundo álbum de Lotus Plaza y su efectividad melódica a toda prueba es lo que bien podría convertirlo en uno de los mejores del año. Ello, sumado a su emotividad, ya que son principalmente canciones nostálgicas y/o de amor. La sorpresa está en la diferencia con su disco debut, constituido de pasajes más atmosféricos.

En lo nuevo de Pundt, las canciones aparecen y se muestran bien presentes, las guitarras se vuelven más nítidas y la voz se escucha con claridad. Al igual que otros proyectos solistas de su generación (Wild Nothing y The Soft Moon, por citar un par), el músico grabó todos los instrumentos en el estudio -junto al ingeniero en sonido de Deerhunter- para luego formar una banda para ir de gira.

¿Cómo fue para ti grabar un álbum tocando todos los instrumentos?

Fue divertido. Ya tenía todas las canciones escritas y terminadas, con todas sus partes listas, antes de entrar al estudio. Preparé todo en una porta-estudio de 8 canales, de esas con una tarjeta SD. En el estudio, escuchaba eso antes de grabar cada parte. Luego, iba y lo registraba.

¿Cuándo escribiste esas canciones?

Algunas de esas canciones eran bastante antiguas, las escribí al mismo tiempo que las de mi primer álbum (The floodlight collective, 2009), otras son más nuevas. Estoy escribiendo canciones todo el tiempo. Tengo un montón, entonces voy eligiendo las mejores, o las que puedan encajar con un disco en particular. Cuando estamos en el estudio con Deerhunter, ocurre algo muy distinto. Ahí, tocamos todos juntos al mismo tiempo, en vivo, y si algo sale mal, comenzamos todo de nuevo.

Por eso provocan esa sensación de escuchar a una banda en vivo…

¡Oh! ¿Encuentras? Qué gusto oír eso. Espero que mis discos solistas tengan algo de esa emoción, también…

Tocas todos los instrumentos ahí. ¿Qué es lo más difícil, la batería?

Para nada, la batería no me cuesta, la toco de manera natural. Lo que me cuesta realmente es cantar. En Deerhunter, yo no canto mucho, y tampoco canto demasiado en general. Entonces, esa es la parte que más me cuesta. Escribo canciones, y otros las cantan, por lo general. Pero, aquí, me toca cantar y tocar guitarra al mismo tiempo, por lo que es lo más complicado para mí.

¿Cómo sabes qué parte de canción será para Deerhunter o para Lotus Plaza?

No lo sé. En el pasado, solía escribir canciones que sabía que serían, definitivamente, temas para Deerhunter. Ya sabía lo que Josh o Moses harían encima de ellas. Yo les proponía una parte y con ellos veíamos qué resultaba de aquello, es como si hubiera una dinámica especial en la banda. Ya que todos nos conocemos y sabemos qué es lo que puede suceder.

¿Y cómo solista, dejas las partes más etéreas?

En cuanto a Lotus Plaza, si yo viviese solo en el mundo, con mis dispositivos, haría que todas mis canciones sonaran así, con ese grado de reverberación. Creo que el sentimiento que quiero lograr es el de estar manejando un automóvil y ver las cosas que suceden por la ventana. Quiero que mi música suene como la banda sonora para esas ocasiones, que tenga su propia vibración, su propia narrativa. Hay canciones que escucho mientras estoy de gira, en la Van, y quiero plasmar esa emoción, aunque no sé muy bien de qué se trata.

¿Te gustaría imprimirle una sensación cinemática a tus canciones?  

Es posible. Para mí, la música que hago debe tener un componente visual. Quiero decir, cada vez que escribo una parte, salgo a caminar, voy al parque, y me pregunto qué es eso que acabo de componer, y qué me pasa con ello. Eso me pasa con todas las canciones.

Propulsión a chorro

Lotus Plaza edita sus discos por el sello Kranky, un dato no menor si se tiene en consideración que esta compañía escoge a sus artistas con pinzas y que éstos han ayudado a expandir las fronteras del rock y del pop mucho más allá de los cánones convencionales.

Basta pensar en nombres como Labradford, Windy and Carl, Jessica Bailiff, Low y Jessamine, para darse cuenta lo mucho que esta discográfica ha aportado a la escena avantgarde actual. Lockett Pundt forma parte de este conglomerado desde los tiempos en que Deerhunter publicaba ahí, antes de pasarse a 4AD, un ícono dentro del underground desde los años 1980.

¿Cómo ha sido la experiencia de editar en un sello como Kranky?

Es increíble. Para mí, ellos son familia. Me llevo muy bien con el resto de las bandas, y cualquier cosa que me proponga hacer en lo musical tiene ahí su cabida, su espacio.

¿Qué tal es para ti pasar de un proyecto de estudio, donde grabas todo, a la ejecución en vivo con más músicos?

La banda que junté son personas que pensé como ideales para ello. Son todos muy buenos músicos y trabajan tan duro. No podría pedir más. Es un poco aterrador el pasar a una situación en vivo, luego de grabar el disco. No me gusta perder el tiempo sobre-explicándole las cosas a la gente con la que toco.

¿Has pensado en establecer Lotus Plaza como una banda?

A veces. Me gustan mucho The Bats, por la manera en que pueden sonar como música pop muy simple, aunque en realidad no lo sea, y, al mismo tiempo, tan bella que te agarra. No es quiera plagiarlos, pero me gustaría ir por esa veta, es tan hermosa. Me gusta mucho componer.

¿Cómo fue tu formación como músico?

Tomé clases de guitarra cuando tenía 12 o 13 años, pero sólo aprendí acordes y escalas. Muchos de mis amigos tomaron clases, también, y ahí descubrí cosas más complejas. Al principio, mi profesor me enseñó acordes simples transpuestos en canciones de los Beatles. Luego empecé con John Denver. Ahí aprendí.

¿Están celosos los Deerhunter por tu aventura como Lotus Plaza?

Para nada, están muy contentos con ello. En realidad, los otros también tienen proyectos. Moses, el baterista, tiene uno muy bueno llamado Moon Diagrams, que estuvo de gira con Ariel Pink en septiembre. Bradford, el cantante, siempre está haciendo canciones como solista, bajo su alias de Atlas Sound.

Crecimos juntos haciendo música, nos conocemos y sabemos que en algún momento nos va a picar el bicho de hacer algo por uno mismo. Brad fue el primero en hacerlo y yo estaba muy feliz por él. Cuando hay gente que tiene talento, estás feliz de que se realicen. Asimismo, me ocurre con Josh y Moses. Aparte, entiendes que hay partes que no encajarán necesariamente con tu banda.

¿Cómo componen ahí, eres tú y Bradford Cox los que llegan con ideas?

Sí, pero hay algunas canciones que nacen de todos. En Cryptograms (2007), hay elementos de partes que cada uno de nosotros aportó. En los álbumes que siguieron, son más canciones que cada uno escribió y luego las trajo a la banda. Ya sea Josh, Moses, Brad o yo, y puedes sentir la emoción de cada cual en ellas.

¿Te sientes influenciado por gente como My Bloody Valentine o Spacemen 3?

Para nada. ¿Cómo explicarlo? A ver, cuando estoy tocando música, ni siquiera tengo idea de qué es lo que estoy haciendo. El 99% de las veces que toco, trato de hacer algo que sea completamente diferente al resto. Me pasa que a veces escucho una canción de The Kinks y me digo que me gustaría ir en esa dirección. Es imposible forzarlo, me encantaría hacer una canción como los Kinks, pero no puedo.

¿Cómo te sientes al ser vinculado al dream pop y al shoegaze?

¿Si acaso estoy asustado por ello? Sí, y mucho. No quiero estar ahí. Escuchando mis canciones, no creo que suenen de esa manera, aunque no puedo decir que no lo hagan, pero personalmente no siento que suene así. Yo quiero que mi música suene como mirar a través de una ventana. Si ello quiere decir que va a sonar como dream pop o shoegaze o lo que sea, bueno, que así sea, pero no es esa, ciertamente, la piedra angular en la que me sustento cuando escribo una canción o cuando toco.

¿Qué has estado escuchando últimamente?

He estado escuchando mucho a Smog, de la época Red apple falls y “Rock bottom riser”, para mí eso es algo con lo que me gustaría identificarme. Me gustaría dirigirme hacia allá. No me refiero a hacer algo acústico, pero sí participar de esa honestidad simple. Me gusta lo que él hace. No tantas capas, solamente batería, piano y guitarra slide, es simple pero lo escuchas y te dices que “eso es”. Es complejo, al mismo tiempo.