bjork_nota.jpg
Fotos: Erez Sabag

Esta vez se desentiende del rótulo de “famosa??? y “experimental??? para retornar premeditadamente al negocio musical con Volta (Atlantic, 2007). Para el público, entre el fanatismo ciego y el prejuicio tendencioso, queda la interrogante: ¿volverá a conquistarnos con canciones o dará una nueva vuelta de tuerca al ombliguismo musical? Esta es la revisión de la carrera de uno de los íconos de las últimas dos décadas, que nos visita por segunda vez para presentarse en el Estadio San Carlos de Apoquindo, el próximo sábado 10 de noviembre.

En el mundo del pop, donde, al parecer, debes ser superficial, bella y exitosa como Kylie Minogue o inteligente, ruda y respetada como PJ Harvey, quizás sea Bjork la única en alcanzar logros excluyentes. Junto a su imagen, la marca “Bjork??? trae a la memoria momentos tan disímiles como un vestido del tamaño de un estadio en la inauguración de los Juegos Olímpicos 2004, el premio a “mejor actriz” en Cannes por Dancing in the Dark (2000), el gossip aliñado de sus affaires (que pasan por Goldie y Tricky hasta Michel Gondri), o el faranduleo primitivo tras un mechoneo a una notera en el aeropuerto de Bangkok. Después de la anécdota aparece su trabajo musical, ligado de preferencia a los clásicos del pop elegante y amigable que asomaron bajo el nombre de Debut (Elektra, 1993) y Post (Elektra, 1995). De ahí en adelante queda en el aire la sensación de no entender su discografía, recordar sus colaboradores más que sus discos, tal vez la decepción al no bailar tarareando sus canciones.

La teoría mal intencionada dice que la islandesa agotó su repertorio melódico durante los noventa y que a partir de ahí solo puso diferentes instrumentos a un universo sonoro de alfabeto bien conocido. En su defensa podría argumentarse una búsqueda sistemática y obsesiva sobre un tipo de melodía, lo mismo que un científico ensaya tras cada error nuevos materiales en su formula, acaso encontrando alguna vez lo que busca. A través de su álbumes pueden encontrarse líneas temáticas progresivamente explícitas, como la tendencia a enunciaciones melódicas características de las skald -narraciones orales de la tradición islandesa -también citadas por Sigur Rós y Steindór Andersen-, o el uso cada vez más preciosista de beats y programaciones. Es así como se entiende la dualidad que toma su trayectoria, por un lado dejándose llevar por el dramatismo de la naturaleza y sus ancestros (a través del agua en ‘Anchor Song’ o ‘Wanderlust’), mientras por otro carril recoge la curiosidad tecnológica que adquirió en su paso por los clubs (desde un inofensivo ‘Violently happy’ a un rabioso ‘Declare Independece’).

En sus entrevistas Bjork parece no acusar recibo de preguntas relacionadas con la fama o análisis académicos de su música. Arquea las cejas y aclara que ante todo es una madre islandesa, que además vive haciendo música. Rehúsa las preguntas capciosas y relata con entusiasmo las motivaciones tras cada disco, como un “I don’t know my future after this weekend (And I don’t want to)??? se transforma 15 años después en un comprometido “raise your flag???. Es este constante experimentar como mujer el que justifica que sus discos iniciales post Sugarcubes (separados el 93) sean tan brillantes y calidos, recogiendo su bagaje fiestero por la esfera dance londinense, mientras en su etapa Manhattan –Vespertine(Elektra, 2001), Medulla (Elektra, 2004)- refleje un animo intimista y reclamante, fraguado al calor de un nuevo embarazo y frente al miedo de vivir en un país en conflicto constante, eligiendo ex profeso armar su puzzle sonoro puertas adentro, a solas con su laptop.

Para 2007, después de tres “discos serios??? y una reunión de Sugarcubes para sacar de la quiebra al sello Bad Taste, Bjork decide volver al mundo, montar un disco entretenido y vivo que le permita salir de su casa, hacer una gira de 18 meses, mostrar que a sus 40 años aun tiene ganas de mostrar los dientes. Declarar independencia y buscar nuevos instrumentos con los cuales revolver el paisaje. En sus palabras: “si sigo así, creo que cuando cumpla 55 escribiré una cancion realmente buena???.

Debut (Elektra, 1993)

bjorkdebut.jpg A los 27 años y aprovechando el éxito de Sugarcubes, Bjork propone una colección de canciones frescas sin guitarras, que sin embargo mantiene la dulzura y liviandad del recién extinto grupo. De programaciones limpias y melodías impecables, este disco saca al mainstream las entretenidas tendencias dance de mediados de los noventa, instalándolas placidamente en los rankings.

Post (Electra, 1995)

post.jpg
Tal vez su disco más comercial, con singles como ‘Army of me’, ‘Isobel’ o ‘Its oh so quiet’ (sencillo que abrio las puertas de USA). Con este disco confirma de status de estrella freak pero interesante y de gusto masivo.

Homogenic (Elektra, 1997)

homogenic.jpg Es el inicio de su búsqueda personal hacia el beat más meticuloso y sucio, hacia la melodía de tendencia dramática. Bajo ciertas condiciones, este disco puede escucharse en canales separados como una sección de programaciones enérgicas mientras por el otro canal se escuchan solo los arreglos del octeto de cuerdas. La decisión de radicalizar su propuesta se relaciona con hechos que marcan su biografía como su decepción amorosa con Goldie, una carta explosiva enviada por un fan suicida, o el asedio periodístico del cual comenzaba a reaccionar.

Vespertine (Elektra, 2001)

vespertine.jpg Habiendo dejado Londres para radicarse en Estados Unidos y después del desgaste emocional que significo hacer “Dancer in the Dark”, la islandesa se propone hacer un disco “gentil, dulce y nutritivo, con arrullos y plegarias que te hagan reposar???. Su titulo evoca las oraciones en los monasterios, afirmando así el tono solemne y contemplativo del registro. Intenta dar un carácter cristalino y brillante a su sonido, alejándose del fervor en los beats de Homogenic.

Medula (Elektra, 2004)

medulla.jpg
Desde la corporalidad, las emociones y el sudor, Bjork apela a la búsqueda del alma humana en el humano mismo y no en su producto ciego envasado como religión o el patriotismo. A través de la reprogramación de samples de los sonidos generados en la boca -desde el bostezo hasta el beatbox-, reivindica la opción de SER HUMANO y disentir: “alentaba a cada uno a expresarse libremente, a imaginar que eran una maquina humana de beats o una línea de bajo. También puse al Coro Islandés como si fueran insectos o aves y todos esos planos sonoros de la naturaleza???. Mientras compone el álbum prepara el nacimiento de Isadora, su segunda hija, situación que vuelve más visceral su acercamiento al registro.

Volta (Atlantic, 2007)

volta.jpg
Después de experimentar cierto encierro en Manhatan, compra un barco (llamado Wanderlust, o el gozo de viajar) que le entrega la posibilidad de salir si es necesario. La misma misión cumple Volta a nivel musical, el cual se concibe como un disco alegre y animoso, que sin embargo confirma a la islandesa como una compositora introspectiva y no la imagen saltimbanqui que dejó en Post. Desde su primera banda a los 14 años (en la que hacia la batería), siempre su prioridad fueron los beats, sin embargo para este disco deja eso hasta el final, dando rienda al devenir y a la improvisación.

Selma Songs (Elektra, 2000) / Drawing Restraint #9 (One Little Indian, 2005)

selma-songs.jpg

drawing.jpgSoudtracks elaborados por la cantante para sus dos incursiones en el cine. Son también discos de paso entre sus antecesores, pues en Selma Songs se dibuja ya el interés por la contricción que tomaría Vespertine, mientras que Drawing Restraint #9 -compuesto para la obra de su actual pareja y padre de Isadora, Matthew Barney- retoma el modo de componer experimental de Medulla, sin restringirse a los sonidos humanos.

Y los demás:

Bjork no disimula su desprecio a la fama y al supuesto estatus que esta entrega. Por el contrario, concibe la música como un fenómeno naturalmente comunitario, en el cual se entiende que sus bandas (desde Kukl en adelante) sean colectivos artísticos. Este patrón se regenera en su carrera solista, a través de sus colaboradores, tan disímiles como Mike Patton (Faith No more), Timbaland o Tom Yorke (Radiohead). Tal apertura se vuelve inabarcable en sus remixes, pues el repertorio de versiones es tan amplio como las posibilidades que ofrece el hip hop de Beastie Boys (‘Arme of me’) o el grindcore de Carcass (‘Isobel’). La idea es horizontalizar el fenómeno musical. De esta forma el contacto con el público como un igual también ha sido sistemático en su carrera, dejando que los fans eligieran los temas de su primer grandes éxitos, convocándolos después a enviar sus remixes caseros de ‘Army of me’ para un disco en beneficio de UNICEF, o más recientemente, poniendo a cargo de los mismos cibernautas la posibilidad de ser el creador oficial del video para su ultimo single ‘Innocence’.