Con Excursiones, Ezequiel Acuña logra resumir simpleza, elegancia y emoción. Utilizando un mínimo de recursos, este astro lejano del nuevo cine argentino llega hasta los huesos con una mirada poética y cargada de nostalgia. Con espacio para el humor, la tragedia y los afectos, Acuña se aferra a un lenguaje audiovisual muy cercano al pop, mezclando a la perfección una música shoegaze con bellas imágenes en blanco y negro, a través de la historia de dos amigos.

Ezequiel Acuña nada en olas de nostalgia y pop (entendido como un universo en el conviven Slowdive y Jem Cohen). Su nueva película Excursiones (en funciones en MALBA, Buenos Aires, durante todo enero) logra fundir con maestría la música incidental, un guión acertado y emotivo, además de una fotografía en blanco y negro tributaria de todo el horizonte indie tanto cinematográfico como de clips.

En su mundo –el Buenos Aires actual, La Plata-, conviven personajes como una joven (Martina Juncadella) que anda siempre en patines, o el bajista de una banda (Ignacio Rodgers) que se agarra a golpes con el vocalista porque simplemente no lo traga y porque “al muy estúpido” se le ha ocurrido estudiar medicina y postergar los ensayos. Ello para luego embaucar a la chica en cuestión con un discurso nulo sobre cómo el patinar sobre el hielo congenia elementos primigenios como el agua, la tierra y el aire.

Ezequiel Acuña, de 33 años, plantea reflexiones en clave todo el tiempo, respecto a asuntos como la amistad o la muerte. Marcos, egresado de teatro que se había dedicado a otra cosa, queda sin trabajo y le pide ayuda para montar una obra a Martín, al que no ve desde hace diez años. Éste es guionista y ha tenido éxito en programas de televisión, pero no se ven desde que murió Lucas, el tercero de la pandilla.

Claro que la amistad, desde el punto de vista del director, pasa por asuntos hilarantes como cuando uno le pide al otro que se saque la camiseta del concierto de Morrissey que anda trayendo, ya que lo acusa de robársela, pero que ‘no importa’ y se la puede quedar (cuando la acusación huele a falsa y totalmente fuera de lugar).

Acuña posee una mirada prístina sobre sus personajes, lo que alterna con bellos paisajes internos reflejados a través de la banda sonora que inunda los momentos claves. No cualquiera, en realidad. Ezequiel ofrece una oportunidad única gracias a su olfato de connaisseur de la activa escena rioplatense. Esta misma que tantas alegrías le ha dado al indie rock sudamericano con bandas como 107 Faunos, Jaime sin Tierra o El Mató a un Policía Motorizado. Acuña ha participado de ello apoyando a bandas, montando un sello y produciendo recitales.

La música, y el indie rock en particular, del cual Acuña es fan -al punto de declarar: “ya no escucho a Slowdive, porque me basta con los días de lluvia, como los de Valdivia”– imbuyen las cintas de Ezequiel. Ya en Nadar Solo (2003), aparecen múltiples referencias, ya que el personaje principal tiene un grupo con su mejor amigo (y Jaime sin Tierra aporta con temas originales). Luego, en Como un Avión Estrellado (2005), la melodía es el metrónomo de las emociones de los protagonistas.

Ahora, en Excursiones (tal vez el secreto mejor guardado del cine del otro lado de la Cordillera), los acordes son una marea que reverbera la luz de la proyectora. Desde que empieza, para un fan de shoegaze, o de noise pop, o de pop con saudade o lo que sea la mezcla de spleen y rock, la entrega es bien recibida, con aires de sentirse en casa.

Resultó divertido que, tras ver una copia de Nadar Solo sobre la mesa en la última Feria del Libro de Santiago, Alberto Fuguet y Ray Loriga asumieran haber estado hace poco con Ezequiel, y que, también, sentían su mundo como su hogar. Acuña, en cuanto a él, se declara fan de Congelador.

-¿Cuánto tiempo demoraste en hacer Excursiones?

-Un año, porque grabábamos tranquilos los fines de semana. Eso, y sin las presiones de tener que terminar el rodaje en dos meses o algo así. Algo muy relajado.

-¿Cómo relacionas la música y la imagen?

-En las tres películas que he hecho me ha gustado mucho trabajar el soundtrack con canciones de una banda de rock, o ligadas a sonidos que me gustan. Me agradan las bandas sonoras originales, pero también trabajar con grupos y de ahí sacar material de las pistas de audio de sus temas. En Nadar Solo, tuve a Jaime sin Tierra, quienes de hecho aparecen tocando en la película, además de composiciones incidentales en piano. Luego en Como un Avión Estrellado salen Jackson Souvenir y Mi Pequeña Muerte, quienes comparten un integrante.

-¿Y ahora?

-En Excursiones, la música del soundtrack la hizo uno de los actores, que se llama, Santiago Pedrero, y el resto son cinco canciones de un grupo uruguayo que se llama La Foca. El asunto de los permisos y de los derechos de autor es costoso y complicado, así que agarro lo que tengo más a mano, aunque me encantaría tener temas de, por ejemplo, Congelador, en ciertas escenas. O de Sigur Ros, aunque eso es como muy flotante. Aparte, que así uno puede redescubrir lo local.

-¿Cómo partió esto?

-No lo sé, vengo trabajando en ello hace un tiempo. Para la época de Nadar Solo, produje un par de eventos con Interamas, y con una banda que se llamaba Bauer. Había un asunto con el diseño, también. Ahí salió la idea de montar un pequeño sello, y empecé a editar material de estos grupos. Se llamó Nadar Solo Discos y editamos tres discos. Algo muy lindo, tipo post rock, y muy poco comercial.

-¿Qué pasó, entonces?

Luego, sacamos las canciones de Nadar Solo, la película, en un compilado de bandas que iban por la misma línea. Después de un tiempo, con Excursiones, llegamos a un acuerdo con el cantante de La Foca en que los dos pusimos plata para el tiraje de unas mil copias del disco, Vos Lejos de Vos, el arte y esas cosas. Es como un sello más fantasma que otra cosa: Yo No Fui Doña. En el arte, sale un chico con una pelota que le rompió el vidrio a la vecina. A lo mejor sacamos algo del vocalista en solitario pero, no es un proyecto como para exigirnos sacar dos discos al año o algo así. Es algo que me gusta y que volvería a hacer.

-¿Cómo incorporas la música que te gusta a tus imágenes?

-No lo sé, es un proceso muy intuitivo. Ahora, por ejemplo, me traje un I-pod donde tengo desde Congelador hasta Camera Obscura, más pop español como Los Planetas. Y bueno, hay lugares que te generan una idea, una emoción, y luego tienes una banda de la que te gustó una canción de algún disco, y luego ves cómo va. Ahora, por ejemplo, con Excursiones, elegí unas cinco canciones y fui seleccionando pedazos. Por ejemplo, dices: “esta parte de guitarra está buena y la podría usar”, y ahí fui trabajando de acuerdo a estos extractos.

-¿Es mucho más que un adorno, para tí?

-Sí, bueno, hay películas donde salen dos personajes cantando en un auto, o en escenas de un baile, no lo sé. Sí, es una manipulación, del momento en que hay gente a la que no le gusta la música. Y está bueno incorporarlo como un elemento más que te aporte. Sin llegar a extremos de lágrimas como Cinema Paradiso

-¿Al extremo de dejar la cinta en off y darle todo el volumen a la canción?

-Sí, viste, había momentos incluso sin sonido ambiente, o algunos ruiditos, pero muy abajo…A mí no me gusta eso de alternar diálogo con canción, si vas a tirar un tema, que se oiga.

-¿Has trabajado en clips?

-Sí, junto a músicos como Fidel Nadal, un tipo de Mano Negra y de Todos Tus Muertos, con cosas por encargo. Pero, ello lo mezclo con una estética muy parecida a la de Como un Avión Estrellado. También, he trabajado con una banda que se llama Ojas. Y después, hice unos videos para La Foca, que salen en su disco, y luego para un grupo que se llama Nubes en mi casa. No es un laburo constante pero lo hago de vez en cuando.

-¿Con qué elementos contaste para Excursiones?

-Tenía seis actores, para dos personajes principales, dos secundarios y dos más que aparecen. Las locaciones fueron mínimas, básicamente la misma casa, desde distintos ángulos para hacerla parecer sitios distintos, que es el hogar de uno de los actores, muy amigo mío.

-¿Muy lo fi?

-Totalmente, sale mi casa, mi habitación, lugares que aparecen dados vuelta para convertirse en otra cosa…No es tan obvio, pero se puede jugar con los planos y los objetos. A veces, es difícil arrendar un lugar, o sacar a la gente, o poner extras. Si no te lo consigues, bueno, haces con lo que tienes a mano. Importa mucho más la finalidad de una escena que si tienes a alguien pasando por ahí o no, sobre todo si queda bien en términos visuales.

Tras pasar una temporada en Chile, Acuña se declara fan de Julián Peña. El director asume, también, un fenómeno extraño, que es que el indie en Santiago es más conocido por los chilenos, que lo que es el rock platense en Argentina. “Existe una brecha enorme entre el rock de estadio de grupos como La Renga y las bandas más independientes”, dice Ezequiel. “Luego, al medio, hay un vacío, y tras él, todas las bandas under como los 107 Faunos o El Mató a un Policía Motorizado”, prosigue.

-¿Jaime sin Tierra?

-Jaime sin Tierra es quizás la menos desconocida, porque le tocó abrir para gente como Sonic Youth en Buenos Aires, o para Luna y Tortoise. No tenía un tremendo número de público, pero funciona como un grupo padre que dejó a varios seguidores de su sonido, como Prieto Viaja Al Cosmos Con Mariano, o Norma… son todas bandas de La Plata, y ahí hay un movimiento bastante importante.

-¿Un círculo más bien hermético, sin tanta difusión?

-Sí, obvio, Jaime sin Tierra, cuando le iba bien, podían ser unas doscientas personas. Nunca para estadio. Tal vez para lo de Sonic Youth, o lo de Luna.

-Congelador le debe bastante a Galaxie 500

-Sí, claro, a Rodrigo Santis lo conocí justo antes del receso que se tomaron, el 2005. Ellos estaban medio desintegrados y él andaba con todo lo de Gepe, Quemasucabeza y el compilado que sacaron por la época (Panorama Neutral). Yo era muy fanático de estas bandas. Si estás con ganas, siempre puedes descubrir lo que te gusta, hace poco en una Rock de Lux, descubrí una banda italiana que se llama Kinder Forever. Una banda italiana editada por Elephant, y están increíbles, medios pop a lo Burt Bacharach. Si tienes curiosidad, siempre vas a descubrir, como, por ejemplo, cuando en Argentina teníamos a Suárez. En Buenos Aires, o en Santiago, tenían la misma cantidad de público, 25 personas (se ríe). Lee Ranaldo venía bastante a Argentina, a tocar con El Otro Yo, luego vinieron Los Planetas. Mogwai no tocó en Buenos Aires, eso sí (se queja).

Ezequiel termina recomendando la música incidental que Yo La Tengo le hizo a Old Joy. “Funciona muy bien como mezcla paisajes tipo Valdivia con la música de ellos, y les sale buenísimo”, concluye Acuña. Su segunda película, Como un Avión Estrellado, está para descarga gratis en Cinepata.

Más áspero que melancólico, el director ha declarado a la prensa de su país que la melancolía no le gusta desde el momento en que asoció a Chris Martin de Coldplay cantando con una guitarra en la playa. También, Ezequiel Acuña ha manifestado que no le molesta la juventud de sus personajes. Le cuesta trabajar con actores de más edad, y encuentra algo fascinante en el estado de la adolescencia.

VIDEO: “Nadar solo” de Ezequiel Acuña
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