Feist en Chile
Viernes 20 de octubre
Centro Cultural Amanda

Fotos de Rodrigo Ferrari

Un grupo de hombres ciegos escucha que un extraño animal, llamado elefante, ha sido traido a la ciudad, pero ninguno de ellos conocía su aspecto. Llevados por la curiosidad dicen “debemos inspeccionarlo y conocerlo por el tacto, de lo que somos capaces” (…)

Esteban (22 años, estudiante de traducción) llegó al Centro Cultural Amanda (CCA) a eso de las 17:00 horas con la intención de encontrarse con Leslie Feist antes de que probara sonido. La fortuna quiso que la canadiense tuviera la disposición de conversar con él, aceptando tomarse fotos y compartir con él un momento. Antes de despedirse, Esteban le preguntó a Feist si podía tocar “Intuition” y “Lover’s spit”, a lo que ella respondió “Sí, eso se puede hacer”.

Esteban llegó temprano al CCA: quería estar en primera fila, corear todas las canciones y ver si Feist se acordaba de él al verlo ahí, frente a ella. Feist, para sorpresa de Esteban, lo recordaba perfectamente e incluso hizo la jugarreta de “adivinar” su nombre y decirle al público “¡Todos ustedes son testigos de que adiviné el nombre de este chico!”. Por cierto, tras más de dos horas de concierto, Feist complació a Esteban, cantando “Lover’s spit” y, justo al cierre de su show, “Intuition.

Así pues fueron en su búsqueda y cuando lo encontraron se agruparon en torno a él. En el caso de la primera persona cuya mano alcanzó a tocar el tronco dijo “Este ser es como un tubo de desagüe”. Para otro cuya mano alcanzó la oreja, le pareció una especie de ventilador. Otro alcanzó a tocar la pierna y dijo “percibo que la manera del elefante es como un pilar”. En el caso de otro cuya mano tocó su espalda dijo “efectivamente este elefante es como un trono” (…)

Felipe (30 y tantos, periodista) llegó cerca de las 22:00 al CCA. Quería tener la mejor ubicación posible para ver y escuchar el concierto de Feist, sin que algún contratiempo o molestia entorpeciera la experiencia. Logró estar tan adelante como Esteban, grabar varios videos y aún así, no salió 100% satisfecho del concierto: en sus propias palabras, “un público muy participativo” que gritaba, traducía o pedía temas en cada pausa del show, tornó algo detestable el concierto.

Sin embargo, afirmó que, a pesar de lo extenso del show, tanto el carisma de la canadiense como la riqueza de sus recursos musicales, fueron algo a destacar. Aunque aún no entiende por qué no tocó “1234”, uno de sus sencillos más conocidos.

Ahora, cada uno de ellos presento el verdadero aspecto cuando relató lo que había adquirido de experimentar con el elefante. Ninguno de ellos se había desviado de la verdadera descripción del elefante y sin embargo sintieron que no acababan de percibir la verdadera apariencia del elefante (…)

Al contrario de Esteban y Felipe, Camila (22, fotógrafa y estudiante de artes visuales) llegó en el minuto en que Feist empezaba su concierto. A esa hora, el CCA se encontraba repleto, por lo tanto no tuvo otra opción que ubicarse en una de las últimas filas, lejos del escenario. En palabras de Camila, asistir al concierto de Feist era “saldar una deuda pendiente con su adolescencia”.

Aunque no logró identificar la extraña versión de “Limit for your love” que la canadiense realizó, para Camila, que Feist tocara una encendida versión de “Sealion woman”, fue la gloria: “ahora me puedo morir tranquila”, susurró al lado de uno de sus acompañantes. Aún así, no disfrutó el concierto todo lo que quiso: al lado de ella, un grupo de canadienses en evidente estado de ebriedad, gritaban y se reían, sin tener idea de dónde estaban o a quién habían ido a ver.

Nota al pie: el otro elefante

“Un elefante en la habitación” es una metáfora inglesa que hace referencia a un problema o verdad evidente que es ignorada o pasa desapercibida. Tras el concierto de Feist, un cúmulo de quejas, malos ratos y evidentes gestos de desaprobación, repletó las redes sociales. Parece que lo más importante, el extenso y sólido show que la canadiense presentó en nuestro país, pasó desapercibido para un público que buscaba un mejor lugar, un repertorio más breve, una vista bonita, singles a destajo, versiones fieles a las originales o quién sabe qué.

Por suerte, esta metáfora es inglesa, y poco tienen que ver las metáforas (y las parábolas) con una presentación donde el principal protagonista se encontraba frente al escenario, cantando inmensas canciones de amor, jugando con el público, riéndose de su pobre español, las piscolas del día anterior o la fanaticada ansiosa que insistía en leer el setlist del show. Un show que, por lo demás, se cuela fácilmente entre los mejores del año.

Acá puedes ver la galería de fotos del show, tomadas por Rodrigo Ferrari o revisarlas en nuestro Facebook.