Fue su primo político, el pediatra y académico Anthony Costello, quien se encargó de dar la noticia el lunes 25 de febrero: Mark Hollis, cantante, guitarrista, pianista y compositor principal de Talk Talk, murió luego de “una breve enfermedad de la cual no pudo recuperarse”, en palabras de su antiguo manager Keith Aspden, quien confirmó los hechos al día siguiente, a través de sus redes sociales.

En verdad, no sorprende la forma en que se supo de su partida, ni la falta de una fecha exacta, dado el apacible estilo de vida que adoptó el británico tras retirarse de la música, al recluirse junto a su familia en Wimbledon, al suroeste de Londres.

El segundo de tres hermanos, Mark David Hollis nació en Tottenham (Londres) y asistió a la escuela Tollington. La tirria que le provocaban las entrevistas provocó que sepamos más bien poco de su vida personal, ya que cuando no omitía datos, entregaba información contradictoria: Una vez declaró que había abandonado la escuela antes de terminar los exámenes A- Levels (una serie de pruebas que certifican el egreso de la educación secundaria o universitaria); en otra entrevista dijo haber cursado durante un año y medio la carrera de Psicología Infantil en la Universidad de Sussex. Lo cierto es que, ya adolescente, trabajó en fábricas y como técnico laboratorista, donde su creatividad musical ya se hacía notar. En 1983 relataba a la revista Kim: “No podía esperar a llegar a casa para componer música y letras. ¡Me pasaba el día apuntando ideas en trozos de papel y esperando el momento para poder plasmarlas en una cinta!”.

En medio del estallido punk de 1977, Hollis formó The Reaction, banda primeriza en la línea de The Jam. Un demo grabado para Island Records les permitió aparecer en el recopilatorio Streets (Beggars Banquet, 1977) con la canción “Talk talk talk talk”. Después de editar por Island el single I can’t resist en 1978, The Reaction tomaron caminos separados. Más adelante, el hermano mayor de Hollis, Ed (DJ y productor de bandas como Eddie and The Hot Rods) le presentó a Paul Webb, Lee Harris y Simon Brenner, músicos de espíritu afín con los que formó Talk Talk en 1981.

Junto al productor Tim Friese-Greene, Hollis fue el principal motor de la evolución de la banda, que siempre logró un sonido muy personal, por más que los medios se esforzaran en colgarles una etiqueta. Por un tema coyuntural, por su afición al pop sintetizado y por tener un nombre con una palabra repetida, eran comparados a menudo con Duran Duran y fueron metidos con calzador en el saco de los New Romantics. Pero su debut The party’s over (EMI, 1982) ya mostraba el germen de la búsqueda musical que continuaría con It’s my life (EMI, 1984), donde calidad musical y éxito comercial fueron de la mano en países como Austria, Italia, Alemania y Francia, mientras eran ignorados en Gran Bretaña. Ya saben, nadie es profeta en su tierra. Pese al reconocimiento en el extranjero, la banda –ya reducida a trío, luego de la renuncia de Brenner en 1983- buscó alejarse a conciencia del mainstream: Conocida es la historia del autosabotaje en la grabación del clip para “It’s my life”, en donde un ceñudo Hollis arruinó a propósito la sincronización de labios con la pista de sonido, causando la cólera de la plana mayor del sello. Obligados a filmar un nuevo clip, el resultado es el que conocemos, con imágenes de animales salvajes mezcladas con planos del cantante recorriendo tranquilamente un zoológico mientras su rostro y boca son cubiertos por líneas y barras negras.

En The colour of spring (EMI, 1986) las canciones se alejaron del synth pop de los inicios para dar más énfasis al piano, el órgano y la guitarra, junto con integrar la improvisación en el proceso compositivo. Luego llegaría la monumental mezcla de ambient, jazz, rock y música clásica de Spirit of Eden (EMI, 1988. Lean la crónica del compañero Jorge Acevedo acá) -primer atisbo de eso que se llamaría post-rock y causante de que los encargados del sello les mostraran la puerta de salida- y Laughing stock (Verve, 1991), aún más minimalista y atmosférico, que terminó por ser el canto del cisne de Talk Talk, al mismo tiempo que inspiración innegable para otro genio contemporáneo como Graham Sutton de Bark Psychosis.

Mientras sus compañeros se embarcaban en nuevos proyectos como .O.rang y Heligoland, Hollis se retiró de la mirada pública. “Elegí a mi familia. Tal vez otras personas puedan hacerlo, pero yo no puedo salir de gira y ser un buen padre al mismo tiempo”, declaraba en 2008 a The Guardian. Contra todo pronóstico, y trasladado de vuelta a Londres con camas y petacas, lanzó en 1998 el sublime Mark Hollis (Polydor), uno de los discos más íntimos de las últimas décadas, en donde el silencio es un elemento tan importante como las influencias jazzísticas y neoclásicas que nutren sus composiciones: “Antes de tocar dos notas, aprende a tocar una sola. Y no toques esa nota a menos que tengas una razón para hacerlo”, solía repetir a quien quisiera escucharlo.

Si bien su debut solista no significó un retorno a componer ni menos a salir de gira, continuó colaborando esporádicamente en distintos proyectos: Camuflado bajo el alias John Cope, incluyó la pieza “Piano” en el disco A V 1 (Resurgence, 1998) de Dave Allinson y Phil Brown, co-escribió y tocó piano con UNKLE en el tema “Chaos” de Psyence fiction (Mo’Wax, 1998, de donde pidió ser retirado de los créditos) y ofició de músico y productor en dos canciones del disco Smiling & waving (Virgin, 2001) de Anja Garbarek.

En 2004 fue premiado por la organización de derechos artísticos Broadcast Music, Inc. por la canción “It’s my life”, y luego de incluir en 2012 el tema “ARB Section 1” en la serie “Boss”, Hollis volvió a concentrarse en su familia, celoso como pocos de su privacidad. Como muestra de esto, ahí queda la forma en que nos enteramos de su partida. Nos quedan sus composiciones, su característica voz y su insobornable sentido de la integridad, que lo llevó a darle la espalda al éxito comercial con tal de que su arte se mantuviera puro. “Para mí, la máxima ambición es hacer música que no se pueda utilizar según la fecha, que vaya más allá de tu propia época”. Está claro que lo lograste, Mark. Buen viaje, descansa en paz.