Jeff Buckley: “It’s Never Over” Rodrigo Pérezagosto 22, 2007Artículos8 comentarios A diez años de la muerte de Jeff Buckley, el recurso no renovable de la recopilación se agota: no queda novedad, ni remezcla ni toma en vivo antes no publicada. ¿Qué hay entonces después del cover, el tributo y la oración? El año 66, la mujer del astro folk Tim Buckley da a luz a su hijo. El astro se larga. La mujer, que es músico de cámara, deambula por el estado de California con su segundo esposo mecánico. El niño se cría en parques de casas rodantes mientras absorbe las preferencias maternas que van desde la profundidad de Bach al manierismo de Piaf. A los seis años ya maneja bien la guitarra y comienza a tocar canciones country que agradan a su padrastro, pues de su padre no sabe sino por opiniones de otros. El año 75 se enfrentan por única vez cara a cara y no se dicen mucho. Dos meses después Buckley padre muere lleno químicos en el cuerpo. Jeff Buckley sigue sin saber ni opinar nada de su progenitor por lo menos hasta que pueda enfrentarlo como músico, de igual a igual, cuando ya sea capaz de argumentar la propia capacidad de generar atención, y por que no, de superarlo a pesar de la admiración. Jeff Buckley adopta en su trabajo el romanticismo mas radical para validarse -desde el impulso- como un ser sustancial y hermoso. Definiendo gracia como “lo que vuelve divino a cada uno”, su música se vuelve una búsqueda explicita de lirismo para alcanzar la trascendencia, ambiciosa y ciega como el ego sobreactuado del cual se le acusa en vida. Buckley entiende la música como el permanente combustible de su existencia, y se consagra a la construcción de un mundo musical propio, cada vez mas bello y elocuente. Pretencioso, juega a ser dios para crear de la nada y estremecerse con su producto, se muestra condescendiente en su vanidad y en su arte, el pelo desordenado y la mirada de distraído desden han sido diseñados con anterioridad. En efecto quienes lo entrevistan, independiente del genio, comentan al pie de página que Buckley ama oírse hablar poéticamente, que disfrutaba del acierto de sus palabras, que no permite sino escucharlo. Incluso mas de algún músico que compartió escenario con el lo calificó de diva sobreactuada, sin embargo es justamente en escena donde estos elementos cobran coherencia en una travesía soberbia de pasión que necesita de la agonía para hacerse epifánica. Live at Sin-é (1993) En el 90 deja California para asentarse en Nueva York, girando en varios clubes pequeños hasta adoptar el Sin-é como capilla, donde amasará el gusto antojadizo que resume standards de Nina Simone, Bob Dylan, Joni Mitchell, Judy Garland o The Smiths. Su catarsis en escena se engolosina con ejercicios vocales ególatras y auntoindulgentes sin embargo hermosos. Como registro de esos días se registra un ep, en el que se incluyen versiones para Van Morrison, Edith Piaff y dos temas propios. Lo que inicialmente se puede confundir con sobreactuación en adaptaciones interminables, se revela en este ep como muestra de una sensibilidad dramática, sensual y violenta, que llena el eco silencioso de un público atrapado y sobrecogido en la interpretación. Grace (1994) El mismo año que los lanzamientos de Mellow Gold (Beck), Dummy (Portishead), Dookie (Green Day) y Definitely Maybe (Oasis) abrían tendencia, Grace vagabundea sin adscribirse entre el barroco, el hard rock y el folk. A partir del falsete mesurado y limpio o de su grito impotente, se forja una intensidad poco antes vista en tal precisión y variedad. En los arreglos grandilocuentes de ‘Grace’, el lirismo asceta para su versión de ‘Hallelujah’ o el llanto sonorizado en ‘Lover, you should’ve come over’, no solo se trasluce un exacto manejo de la melodía, sino también un exquisito uso del verbo como generador de contenido, emoción y sonido. El álbum traspasa el tono afectado de su portada y genera admiración como objeto de arte en si. Calificado de “divino” y “fascinante”, genera respeto y devoción entre quienes aceptan subirse en su tormenta emotiva. “Grace es un disco celoso“, diría Buckley para Inrocks. La hoguera de su vanidad artística ya esta bien atizada. Sketches (For My Sweetheart, The Drunk) (1988) My sweetheart the drunk se llamaría el próximo álbum, y se grabaría en junio del 97. Pasados tres años desde Grace, la experiencia de tocar en vivo, tanto en solitario como en formato banda, le exigía la instancia del estudio para cristalizar la nueva propuesta: “hacer el dibujo en blanco y negro mientras la banda agrega los colores???. Si bien originalmente se habían grabado algunos demos con Tom Verlaine (Televisión) en la producción, un retraso para recomponer los temas lo alejó momentáneamente del proyecto. Así las cosas, Buckley convoca a su banda para tres semanas de ensayo antes de la grabación del largo. El 29 de mayo, mientras esperaba a un músico faltante dando un paseo por la rivera del Wolf River (Memphis), se tira al agua, vestido, pasa un bote hacia el embarcadero y las olas lo absorben, lo llevan corriente abajo, se pierde hasta tres días después. Tras su muerte, justamente tomando la idea de borradores es que Mary Guibert (su madre y albacea) edita las maquetas existentes hasta el momento, bajo el nombre de Sketches (For My Sweetheart, The Drunk). Se hace injusto juzgar el disco a partir de su naturaleza aun incompleta, sin embargo a través de las líricas y las líneas melódicas se confirma el tono desengañado y doliente que construyó Buckley como identidad. Se observa con claridad un hombre insatisfecho y frustrado en su capacidad de amar y ser amado, traicionado por esa misma naturaleza humana que lo alimenta en tanto es víctima de sus propios errores, de la misma terquedad con que ama. Así queda de manifesto en “Everybody here wants you” o “I know we could be so happy baby (if we wanted to be)”. Dream Brother: The Songs of Tim & Jeff Buckley (2005) Si bien la producción póstuma ha sido fértil, traducida a discos en vivo (Mystery White Boy (2000), Live A L’Olympia (2001)) y en reediciones rechonchas de tomas no antes publicadas, quizás si la única muestra constructiva de tal “producción” sea el recopilatorio con versiones de los Buckley, Dream Brother, en el que participan desde The Magic Numbers hasta Matthew Herbert y Dani Siciliano. (Incluido sample de ‘Yard of blonde girls’ para en el comercial de AXE 3, donde dos jóvenes se juntan explosivamente en una tercera distinta y mejor). Parece ser que los fans de Buckley quisieran cualquier cosa y a cualquier precio, en tiempo de romería, es bien visto seguir la procesión, y en lo posible, tocar la reliquia con los propios dedos. El 19 de mayo pasado se lanzó So Real: Songs From Jeff Buckley, el cual Sony BMG define como “el cd perfecto a recomendar para alguien que nunca ha oído a Jeff” Los otros Su relación con otros músicos no pasaba por la amistad, sino más bien por la experimentación y la admiración explicita: Ejerció de entrevistador para Nusrat Fateh Ali Khan, participó vocalmente en una grabación de John Zorn (Cobra Live At The Knitting Factory (1995)), como también en las sesiones para un par de temas del disco Gone Again (1998) de Patti Smith. Tras su muerte, no son pocos los músicos que visitan su tumba con versiones tan disímiles como en ‘Lover, You Should’ve Come Over’ de Jamie Cullum o ‘Last Goodbye’ – Natalie Merchant. El impacto es más profundo a la hora de revisar las composiciones inéditas tributadas como condolencia, como el sentido ‘Memphis Skyline’ de Rufus Wainwright (), o ‘Memphis’ de PJ Harvey (“cuando aun tienes mucho que decir, escribí esta canción para ti“) sin contar otros homenajes como ‘Wave Goodbye’ de Chris Cornell, ‘Just like anyone’ de Aimee Mann o ‘Rilkean heart’ de Cocteau Twins.