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A propósito de su último disco, The Lone Gunman (Talitres, 2006), el líder de Idaho conversa sobre sus inspiraciones y métodos creativos, que parecen ser cada vez más reposados y tranquilos.

Idaho es soñar un paisaje. Una memoria de un lugar donde nunca sabes si has estado o no. Sí puedes describirlo: olas de electricidad contenida de una guitarra que va y viene como en el mar, una batería precisa, con brillo, y un piano que se derrama tal cual es, sin miedo a su propia sensibilidad. Y, sin embargo, no oyes realmente quién está tocando. O no importa. Es tan sólo la música para alguna película que quieres recordar con precisión, cada detalle, como la memoria que se pierde entre los días.

Quien dirige los acordes y sonidos de Idaho es Jeff Martin. De un grupo de rock lento y devastador a una concepción más atmosférica, el proyecto ha atravesado distintas fases desde principios de los noventa. Martin trabaja en bandas sonoras para televisión, piezas que retoma en su último álbum, The Lone Gunman (Talitres, 2006).

Saltos espacio-temporales, melodías que se desvanecen, que mutan en algo nuevo y orgánico tras un onceavo de fragmento de canción. Ésta es música surrealista. Nunca sabes cuándo empieza ni cuándo termina. Sólo que golpea fuerte, como la sal en la cara, y que se compensa con un aire fresco y mojado.

La banda adquirió fama en Francia, donde el periódico Libération eligió Hearts Of Palm (Idaho records, 2000) como su disco del año. Nada mal para un elepé auto-editado. Fruto de esta simpatía, The Lone Gunman apareció antes en París que en Los Angeles (California), donde reside Idaho. Los arreglos cuidados de Martin y su certera composición conquistaron al sello discográfico galo Talitres, por lo que le dio la exclusividad para editar el material en Europa.

No es casualidad que un tema de Idaho se llame ‘Levitate’. El sostener las imágenes en el tiempo gatilla combinaciones insospechadas, y de repente los instrumentos se quedan flotando en una nube para partir otra vez. Horas de esfuerzo, un trabajo meticuloso en estudio y la sensación de desprendimiento del suelo han llevado a este inusual songwriter por caminos insospechados. Parte del encanto radica en su habilidad para lograr un resultado íntimo, personal y en calma, sin tensiones, excepto el dramatismo de algunos pasajes. Lo extraño es que Jeff Martin mantenga una aproximación intuitiva y natural en el proceso.

Este desplante le ha valido el reconocimiento y cariño en lugares como España, de donde viene llegando tras ser requerido para acompañar a John Parish, el experimentado guitarrista de PJ Harvey, de gira por distintas ciudades como Sevilla, Granada y Málaga. En sus inicios, Martin tocaba con John Berry; en un show, éste último salió a rasgar su guitarra con una jeringa rota en el brazo, luego de haberse dado un shoot. Una época de locuras de juventud que se desvanecieron junto con las disputas con Red House Painters por quiénes conquistaban más fans. Esos excesos románticos quedaron sólo en la música, que ha ganado fuerza con los años: hasta dejar atrás las guitarras en The Lone Gunman y apasionarse por el piano Rhodes.

Martin sigue siendo una sorpresa. Al lado de solistas de la talla de Nick Drake, Elliott Smith o David Pajo, conserva ese estado de secreto a voces que ansía ser descubierto. Una magia escasa que logra absorber en su laberíntico mundo.

The Lone Gunman es el producto de 14 meses de labor, y sus trucos radican en gran parte en el manejo de técnicas de montaje en estudio. Martin contesta una primera ronda de preguntas desde su casa en California, y una segunda desde la gira por España.

—¿Cómo ha sido tu experiencia en las técnicas de estudio?
—He estado trabajando con un ingeniero llamado Bill Sanke por unos buenos años… Me ha ayudado a grabar y mezclar todos los discos desde el Forbidden Ep de 1997. Él es muy instrumental a la hora de realizar el sonido de Idaho. Tiene oídos realmente sensibles y es capaz de volver las canciones mucho más presentables y balanceadas. Yo lo introduje en el mundo de los preamplificadores Neve, los que, dice, han cambiado su vida. Ellos evitan un montón el dolor de cabeza del proceso de registro. ¡Tan sólo pon el micrófono en frente de lo que sea, haz correr el sonido a través de un Neve y todo saldrá de maravillas!

—¿Desde This way out (Caroline, 1994) has estado grabando solo más que con una banda?
—El disco justo después de This Way Out fue hecho, en realidad, con una banda completa (cuatro integrantes): es el álbum de 1996, Three Sheets to the Wind (Caroline). Después de ello, Idaho se transformó en una suerte de dúo con Dan Seta. Grabé los últimos dos discos, Levitate y The Lone Gunman, solo. Me gusta trabajar por mí mismo la mayor parte del tiempo. Aunque no creo que sea saludable seguir haciéndolo por siempre de esta forma… La colaboración es muy saludable, aunque muy desafiante, también. Quiero forzarme a lanzarme más en esa dirección en el futuro. Ayuda a evolucionar la música.

—¿Cuál es el instrumento, o sonido, que tú prefieres?
—Me gustan muchos instrumentos. A través de los últimos años me he sentido más atraído hacia los teclados, por alguna razón, pero quiero trabajar con texturas más orquestadas a partir de ahora.

—¿Te gustan los escapes paisajísticos? ¿Cómo te aproximas al arte de portada?
—Amo el jardín de mi casa si a eso es a lo que te refieres. Vivo en Laurel Canyon y tengo un montón de naturaleza alrededor mío… ¡Es muy inspirador mirar por tu ventana mientras estás grabando y ver tamaña belleza! Cuando llega el momento de hacer la carátula, usualmente miro alrededor y encuentro rápidamente algo para usar como base para el arte. El resto encaja fácilmente si has encontrado un punto de partida desde el cual lanzarte.

—¿Qué cosas te inspiran a la hora de escribir tus letras?
—Intento que las letras “se escriban solas???, por decirlo de alguna manera. Si pienso acerca de ello por mucho rato, no resultan tan buenas… Es mejor “sentir??? las letras. La mayoría, así como las partes musicales de The lone gunman, fueron improvisadas. Lo que el auditor escucha es, realmente, la primera concepción de un tema. Ahí es donde se refugia la verdadera magia. Lo que es tan grandioso con el computador es que puedes mezclar elementos más puros e inspirados con los aspectos más estructurales de una canción.

—Casi siempre utilizas interludios en tus discos, fragmentos o pequeñas piezas entre las canciones…
—Creo que me ayudan a limpiar la paleta entre los temas, supongo.


—¿Cuál es tu interés en los conceptos de espacio y textura?

—Bueno, ellos son tal vez lo más importante de una canción de Idaho. Pienso en ello más como pintura que como el songwriting y la grabación tradicionales.

—¿Cómo llegaste a ese sonido, cercano a una banda sonora?
—La mayor parte de este disco fue tomado de música que escribí para imágenes. Publicidades que nunca obtuve y shows de televisión que nunca se hicieron en realidad. Siempre he estado dirigido hacia los matices y la sutileza, más que hacia la melodía, las estructura de canción y las letras.

—¿Por qué dejaste atrás el característico sonido de guitarras de tus discos previos?
—El cambio siempre es saludable, creo. Ahora estoy tocando un montón de guitarra nuevamente.

—En 14 años de carrera, este proyecto-banda ha cambiado mucho. ¿Cómo recuerdas los primeros tiempos con John Berry? He leído acerca del concierto con la aguja colgando de su brazo y de las giras con Red House Painters.
—John y yo estábamos ambos aquejados por drogas y alcohol en esa época. Nunca tuve todos los problemas que él tuvo con ello. Los primeros meses de trabajo con John bajo el nombre de Idaho fueron muy excitantes. Estábamos tan metidos en la música y en el proceso espontáneo de aparecer con los temas. Nunca he vuelto a sentir esa conexión tan profunda con la música, desde entonces.

—En un primer momento, se les asociaba mucho con Red House Painters. ¿Eran amigos? ¿Es cierto que peleaban para atraer la atención de las groupies? ¿Simple casualidad?
—Hicimos un tour con ellos. Nos llevamos bien pero no diría que somos grandes amigos. Y sí, hubo algunos altercados acerca de Idaho robándose a sus muchachas groupies.

—Idaho se las ha arreglado para crear una base de fans que le permitió a la banda tener su propio sello, sin coquetear con el mainstream y conservando un estatus de culto. ¿Alguna idea de cómo ocurrió esto?
—Es una pregunta complicada. Creo que hay muchas cosas que entran en juego aquí. Primero que todo, desde que Idaho estuvo en Caroline Records a mediados de los noventa, nadie realmente se ha acercado a la banda con un contrato de grabación bajo el brazo. Y yo me sentí mejor manteniéndolo como un secreto. No estoy tratando de convertir a Idaho en algún tipo de carrera ni nada por el estilo. Tan sólo quiero seguir haciendo la música que quiero hacer. John Berry y Dale Smith llevan el sello y es tanto más reconfortante trabajar con ellos que con alguien que no conozco. Se siente como una operación en familia.

—¿Cómo puedes definir a tu público?
—Creo que son difíciles de definir. No creo que sea necesariamente gente que esté en la última cosa del hype o del momento… A lo mejor son una suerte de tipos outsider como yo mismo. Es difícil generalizar acerca de ello.

—Tienes un éxito envidiable en Europa, más que en los Estados Unidos: te han editado un “grandes éxitos??? en Alemania (Vieux carré, Kalinkaland, 2004) y tienes un álbum que salió primero en Francia. Ahí, el diario Libération te señaló como el número uno. ¿Cómo es tu relación con tu público al cruzar el “gran charco???? ¿Es distinto al americano?
—Creo que las personas en Europa están más en un tipo de música “de bellas artes???. Y no son tan fluctuantes y susceptibles a caer de rodillas ante lo que industria los llena. Creo que las personas son más pacientes y tienen un mayor rango de atención. La música no es tanto un asunto de ego por allá.

—¿Cómo ha sido tu carrera como compositor de bandas sonoras? ¿En que instancias audiovisuales has sido invitado a participar haciendo música?
—Me gustaría poder hacer más filmes independientes. Por alguna razón, yo aterricé en este mundo corporativo de la televisión que parece ser el último lugar dónde debería estar. Es curiosamente satisfactorio el pensar en manejar hacia el interior del parking en Disney y reunirse con todos estos peces gordos cada semana. Es muy hilarante y divertido mirar algo que acabas de crear en televisión algo así como al día siguiente.

—Siempre quisiste hacer un disco basado en el piano, algo que venías anunciando desde 1998. ¿Cómo fue que te tomó tanto tiempo grabarlo (14 meses)? ¿Se podría decir que tienes un interés en el ambiente tan importante como en la melodía?
—Me llevó tanto tiempo crearlo porque, por primera vez en mi vida, estaba trabajando en el mundo “real???. Estaba haciendo un show para la televisión y audicionando para comerciales y más shows de TV. Estas canciones fueron principalmente tomadas de ese trabajo o estrujadas cuando tenía tiempo. No pienso en The lone gunman como un “disco de piano???. Aunque todavía me gustaría hacer uno, en cambio. Creo que el próximo disco de Idaho será un disco de rock, el opuesto exacto de The lone gunman.

—¿Estudiaste piano?
—Sí, tomé lecciones de piano clásico de los 9 a los 14 años. Fue bueno para mis manos.

—¿Cómo es que puedes hacer música tan profunda en una ciudad tan superficial como Los Angeles?
—LA tiene un poco de todo aquí. Muchos artistas famosos y músicos han creado en esta zona. Tan sólo trato de esquivar la basura. Me quedo en casa la mayor parte del tiempo.

—¿John Berry estaba metido en el showbusiness? ¿No es algo que afecte la creatividad de ustedes, californianos?
—John vive en los altos del estado de Nueva York, ahora. Es muy inspirador escribir música en California. Todo lo que apesta acerca de ello lo encuentro inspirador, de la misma forma que su belleza y el efecto aislacionista que provoca.


—Tiempo atrás manifestabas tu admiración por Pavement y Codeine… ¿En qué estás ahora?

—No mucho. Las cosas antiguas del ambient de Brian Eno. Harold Budd. The Altaf Gnawa Group, que es este grupo marroquí. El nuevo disco de Tresspassers William y algo de Lisa Germano. Y, por cierto, nunca me canso de Weather Report, de principios de los setenta.

En www.idahomusic.com, Jeff nos informa que ha puesto un idahoplayer exclusivo con canciones para escuchar en la red.