Lo mejor del 2016 según Super 45: Discos chilenos

Por segundo año consecutivo decidimos confeccionar una lista exclusiva de álbumes chilenos junto al equipo de Super 45. Apenas otra confirmación que la escena local ha crecido y goza de una salud envidiable. Amplitud de propuestas y nombres con trayectoria junto a nuevos exponentes. Como siempre, sus comentarios siempre son bienvenidos.

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Es natural que el debut en solitario de Pablo Muñoz (bajo el seudónimo Gargales) sea un disco construido principalmente en torno a fricciones, cuestión que se vislumbra en los títulos de los cortes, que remiten a Diego Portales, el marxismo, Ray Bradubury o la destrucción de Mesopotamia. Sin embargo, son las fricciones que se producen entre distintas alas de la música electrónica, y el resultado de ellas, lo que realmente importa (Gabriel Pinto).

Colectivo Etéreo volvieron a la carga tras una larga pausa en la cual cada uno dedicó tiempo a sus proyectos personales (Dadaú, Tonossepia, Vaskular). En Antiwo entregan su nerdcore tan cual lo concibieron durante la década pasada, con mucho humor y dudas existenciales que siguen vigentes, esta vez con ciertos guiños más políticos que adolescentes (como en “Libre acceso”), plasmados siempre con actitud y encanto de sobra (Rodrigo Herbage).

Freddy Olguín, no solo es poeta, periodista y colaborador de diversos sitios de música. Es también -bajo el alias de Gen- parte de una generación de raperos que, sin dejar de ser críticos de su entorno, se alejan del ego y los panfletos para entregar una visión más cotidiana de lo que los rodea. Con una manera de rapear que tiene varios lazos con el spoken-word, en este nuevo trabajo Gen no sólo amplía las posibilidades de la rima, sino también aquellas de la producción: invitando a un granado grupo de productores nacionales a trabajar en las bases de su disco (Flakodiablo, Alpha S y Sinhogar, entre otros), Gen establece lazos entre la electrónica experimental y el rap, dando una vuelta de tuerca a un género que, muchas veces, es mirado en menos por su predictibilidad y poco riesgo. (Gabriel Pinto).

Aunque el parecido de “Palacio mental” con “Let it happen” de Tame Impala insinúa querencia por los hallazgos de Albert Hoffman, la droga favorita de Fármacos es el amor. Un amor que no es color de rosa, sino más bien rojo pasión. En el idioma de Diego Ridolfi, un letrista cuya pluma está conectada a su entrepierna, todo tiene que ver con el roce entre las pieles.Quizás las de Ridolfi sean tontas canciones de amor, pero como dijo Paul McCartney, cuando emuló la onda disco con los Wings, “hay gente que quiere llenar el mundo de tontas canciones de amor, ¿y qué hay de malo en eso? (…) el amor no tiene nada de tonto”. De hecho, en “Quiero conocer tu mundo”, que al comienzo asoma como la “Quiero estar entre tus cosas” de Fármacos, se esconde una crítica mordaz a la forma en que la gente exterioriza su vida privada a través de las redes sociales: “Quiero conocer tu mundo / Ése del que tanto hablas / Parece que es muy profundo / Pero para mí no alcanza” (Andrés Panes).

Sin Órbita (Paula Reyes y Martín Pérez-Roa) son un grupo digno de análisis en el cada vez más cuestionado panorama del pop chileno. Lejos del pop de guitarras, el indie-rock gararagero y los referentes synth-pop, el dúo no oculta ser influenciados por el RnB más experimental y la bass-music más elegante. La suya, en ese sentido, es una propuesta que nace de la música que se hace hoy y no de una nostalgia por géneros ya explotados. Y si el ejercicio de producción crece con cada escucha, es solo porque la particular voz de Reyes (rasposa y sensual, por partes iguales), ejerce una atracción inmensa como complemento a un álbum sólido, en el que las profundas reflexiones sobre la vida y la muerte, solo le suman más méritos. (Gabriel Pinto).

Una escucha superficial de este EP lleva a pensar que estas pequeñas canciones sólo esconden historias de planchados, cazuelas y radio cooperativa. Historias nostálgicas de una niñez tipo instagram, en el fondo. Pero el debut de Los Valentina (que cuenta con Juan Fernando “Mico” Rubilar de Medio Hermano y Roberto Sanhueza acompañando a Valentina Martínez) es mucho más complejo que lo que muestra esa superficie. Canciones que esconden melodías melancólicas para hablar de cotidianidades (“Señora civilizada”), y otras que explotan la idea de cómo lo doméstico se transforma en una trampa. Señora EP es un disco que nos lleva de la mano a hablar de aquellas cosas que no siempre hablamos: el amor por las melodías simples y pegadizas, la soledad de la vida dentro de la casa y dónde están aquellas que hacen de esta una sociedad machista. Todo esto, es el debut (Claudio Ruiz).

Alex Anwandter tiene una habilidad particular para relatar historias desde una intimidad muy personal e intensa, lo que se ha reflejado en sus distintos proyectos musicales. La perfecta mezcla de sus letras, en su mayoría amorosas, junto al pop han creado temas bailables que significan himnos para muchas generaciones. Pero es con Amiga, su último lanzamiento como solista, donde da un giro radical en su composición. Esta vez, con un discurso más explicítamente político, Alex vuelve con un disco más maduro que retrata la realidad de Chile, su violencia, su injusticia pero también su belleza (Valentina Aravena).

El 2016 fue un año extraño para Las Olas (Noispop): junto con participar del compilado NMC: Pop de guitarras en Chile, separar la banda durante el primer semestre y volverse a reunir para el Festival Huracán hace algunas semanas atrás, el cuarteto editó Canciones para mis amigxs, un EP que sobresale de los demás trabajos nacionales editados este año por lo confuso y excitante que resulta. A tomar nota: lo suyo es una idea que parte desde la no-wave, se confunde con el hardcore, resurge a través del power-pop y termina rematando en una candidez pop, que ya la quisieran muchos. Ya algún oportunista podría decir de ellos que son la próxima juventud sónica y no estarían del todo equivocados (Gabriel Pinto).

Lucha libre alienta. Varias de sus canciones son fácilmente traducibles a cántico de estadio, por eso dan ganas de corearlas así, aunque algunas letras digan cosas tan depresivas como “los días son eternos y los años pasan increíblemente rápido”. La faceta patiperra del disco motiva a salir a aplanar cemento, con esa cualidad propulsiva que también tiene Nonato Coo. Aunque Rubilar deja entrever que Medio Hermano no pierde el sueño pensando en sobresalir, sí hay algo extraordinario en su trabajo. No cualquiera se despacha líneas del calibre de “y miro cómo el karma disfrazado de una entrevista laboral, me hace zancadillas, pone trampas en mi alma” (Andrés Panes).

Si en su debut Temporada (Piloto, 2015) se nos mostraba una casa llena de colores, donde el brillo del dreampop se equilibraba con la melancolía de las letras, en este nuevo EP pasamos a una fotografía borrosa. Un trabajo cuasi -instrumental con un sonido que juega entre mayores dosis de distorsión y baja fidelidad. Si bien hay una clara relación estética con su debut, Los movimientos muestra otra faceta de Patio Solar que hace sino esperar grandes cosas para el 2017 (Boris Orellana).

Cinco años después de su debut homónimo, todo un acontecimiento al tratarse de un dream team del indie chileno (Gepe, Pedropiedra, Fernando Milagros, Felicia Morales), el proyecto Caravana que encabeza Rodrigo Santis, de Congelador, retorna con Caminata, una propuesta algo más liviana y rítmica de lo que conocíamos. Con Morales todavía en la alineación, y ahora con Álvaro Solar (Protistas), el director del sello Quemasucabeza sigue ofreciendo refugio contra el frío en una serie de canciones que, bien maceradas, fácilmente se vuelven cómplices (Andrés Panes).

Mi arma blanca es un camino paralelo dentro del indie en Chile. La banda liderada por Felipe Huerta y Diego González no se escapa de algunos clichés propios del rock más adolescente, algo que otras bandas de plano evitan. Las armonías en las voces a-la Beatles, el rock & roll y ese ánimo punk que recuerda la primera etapa de Los Prisioneros son los argumentos de la banda. La capacidad de manejar la estructura clásica de canción a su favor y la energía en vivo que la banda plasmó en el disco, dan valor extra a una placa única en la música alternativa de nuestro país (José Torres).

En SaYAa EP, Reinoso despacha cuatro temas influenciados por la electrónica de club, pero la suya no es una simple apropiación de la música de baile ni mucho menos del house: acá los beats suenan distantes, como si se encontraran en segundo plano, mientras la voz desaparece bajo capas de efectos. AyeAye sumerge al auditor en una atmósfera tan hipnótica como inquietante, con misteriosas melodías que se trenzan sobre ritmos sofocantes para una pista de baile donde la alta definición no existe y el único recurso a mano son cintas de casete usadas una y otra vez (Gabriel Pinto).

Su inusual facilidad para hacer melodías con pocos recursos (“Tutorial” está construida por apenas tres notas y engancha desde el primer momento con su “ni en diez / ni en cien / ni en mil años luz”) o el desparpajo con que usa expresiones como “quiero hacerte concha” en la canción “Más que nunca” o “para que cachís que soy el más bacán / el más pulento” en “Trovador retrofuturista”., sitúan a Lorenzini por sobre la media de sus contemporáneos nacionales, en un ejercicio de composición ecléctico, desprejuiciado y constante (Gabriel Pinto).

Run Run fue un disco anunciado durante un año completo. De tocata en tocata El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco iba generando cada vez mayor expectación y sumando más fuerza en su sonido. Run Run es un debut brillante, una mezcla de estados de ánimo donde la calma convive con el ruido. Las canciones hipnóticas, llenas de ritmos cambiantes y guitarras estridentes son el resultado del equilibrio creativo entre Vladimir Mella y Franco Perucca; dos caminos sonoros que construyen una bella armonía en base a sus diferencias (José Torres).