Cada año que pasa se hace más inabarcable y prolífico en materia musical. La oferta sonora crece, se diversifica y busca nuevas formas de llegada a las personas. Algo similar pasa con el criterio de todos los degustadores de música. Cada vez es más fácil encontrar seres educados en una tradición de música pop, con gustos de lo más amplio y variado. Para satisfacer a todos nuestros hambrientos y melómanos lectores acá les ofrecemos la lista con los mejores del 2006, lista que hemos parido (casi literalmente) después de varias semanas de procesar los gustos de todos los colaboradores de nuestra humilde publicación (algunos de los cuales casi terminan peleados a muerte).

Ustedes, amables lectores, pueden o no estar de acuerdo con los elegidos y con los lugares que estos ocupan en las listas (no solo en esta, obvio); al final todo se reduce a un asunto de suma de criterios v/s análisis estadístico. Lo que no se puede discutir es la vastedad de propuestas que acá se grafican: Desde el pop de impecable factura de Junior Boys o Javiera Mena, las complejidades en clave acústica de Joanna Newsom o Juana Molina, hasta los extraños retornos de músicos de oscura alcurnia como Scott Walker o Current 93, sin olvidarnos de aquellos que han facturado piezas notables partiendo desde patrones clásicos incuestionables, como Destroyer, Neko Case o The Decemberists.

Desde acá no dejamos de bailar, porque nos agarramos de preceptos tan simples como que alguien no puede ser completo si no se mueve y no vibra, aunque sea unos pocos segundos, al compás de ciertos ritmos. Es así como este año se sumaron obras que le han honrado a los beats y las pistas de baile, con buenas ideas y dignidad artística. Nombres hay varios: Fat Jon & Styrofoam, TV on The Radio, The Rapture, Girl Talk, Gnarls Barkley, Cansei de Ser Sexy, entre muchos otros.

No nos olvidamos tampoco de aquellos que ya han pavimentado un gran camino y que ahora agregan nuevo material clave a su obra: Cat Power, Divine Comedy, Yo La Tengo, Sonic Youth, Mogwai o Belle & Sebastian son nombres que venimos leyendo en las listas desde hace varios años, lo que no quita que hayamos dado cabida a debuts o segundas obras de talentos brillantes que apenas atraviesan la veintena, como Beirut, Beneoit Pioulard, The Knife o Grizzly Bear.

En fin, esto es de nunca acabar, pero nosotros disfrutamos con este asunto. Esperamos que ustedes también. Les deseamos lo mejor para el año que se aproxima y que traiga toneladas de buena música para escuchar, comentar y debatir.

1. Junior Boys – So This Is Goodbye (Domino)

Junior Boys Mucho se dijo y escribió sobre Last Exit (Domino, 2004), el debut de Junior Boys hace un par de años atrás. No obstante, fueron muy pocos los que atendieron a la nobleza de sus canciones (sí, canciones) y demasiados los que repararon en la ingerencia de Johnny Dark, el miembro que se fue antes que el dúo se hiciera conocido y que se supone era el “genio” compositivo, mientras que Jeremy Greenspan era “apenas” la voz y rostro para las portadas.

Para So This Is Goodbye ya no cabe más la sombra de Dark y es –un poco más– claro entender cuáles eran sus verdaderos aportes a la suma total. Todo el vértigo rítmico de Last exit se difumina a favor de canciones (sí, canciones) construidas casi como mecanismos de relojería y sobre las cuales la voz de Greenspan, secundado por Matt Didemus, les da un toque evocativo y afectado que sin pudor remite al synth pop pero que no resulta de ninguna forma un mero ejercicio revivalista. Es aquí entonces donde se aprecia la línea que separa a Junior Boys de la legión de evocadores de los 80s que arrecian. Mientras muchos se atienen simplemente a reproducir formas y cortes de pelo, lo del dúo canadiense remite al espíritu futurista que movió a las mentes más inquietas de aquella época. Por lo mismo, las diez piezas de So this is goodbye resultan una suerte de pop del futuro, llenas de detalles digitales y sonidos perfectos sobre los cuales Greenspan hace las veces de un crooner frío y distante.

Mención aparte son el single ‘In the morning’, junto a Andi Toma de Mouse on Mars, que desentona –en el mejor sentido del término– con la lánguida atmósfera del álbum gracias a un ritmo machacante y pegadizo, y el penúltimo track (‘When no one cares’), balada interpretada habitualmente por Frank Sinatra a fines de los 50s y que sigue aquí conservando la melancolía con la que fue concebida originalmente (Cristian Araya).

2. Yo La Tengo – I’m Not Afraid Of You And I Will Beat Your Ass (Matador)

Yo La Tengo Tal como ocurre con el Mr. Beast de Mogwai, demuestra esa necesidad por dejar en claro cuál es el estado de las cosas. Nombres fuertes, aguerridos e irónicos a su manera, citas cómplices para canciones que fijan las vigas del edificio con metal y martillazos (…) De la fraternal combustión de sus personalidades es muy probable que se prendan quienes buscan a esta banda con trayectoria. Porque I’m Not Afraid Of You And I Will Beat Your Ass es un disco que convence plenamente desde el cuarto tema, tornándose breve y entretenido sin percatarse. Por ahora sólo queda gozar de lo que se regala, hasta que el tiempo se encargue de lanzar la toalla y la desaparición sea una consecuencia natural de todas las cosas, como ocurriese con otros dignos compañeros de época como Guided by Voices.

Andrés Acevedo

3. Destroyer – Destroyer’s Rubies (Merge)

Destroyer Al escuchar Rubies , sexto larga-duración (séptimo, si contamos Ideas for Songs de 1997, solo aparecido en formato cassette) de Destroyer, podemos evocar rápidamente nombres como Marc Bolan, David Bowie e, incluso, al genial Luke Haines. Sin pretender ser ellos, el prolífico Bejar construye composiciones personales y atemporales usando el formato tradicional del rock, pero se aleja de muchos otros ejemplos que han intentado hacerse de estos legados copiando solo los amaneramientos, sin llegar al punto mordiente de sus referentes.
Lo de Destroyer, en cambio, es amor por el formato; un glam sin maquillaje ni tacos altos, que solo toma prestados ciertos moldes con los que logra expandir posibilidades e instalar discursos donde uno cree que ya está todo dicho.

Walter Roblero

4. The Radio Dept – Pet Grief (Labrador)

Radio Dept The Radio Dept. hace discos perfectos para regalar: sea en una envoltura con acolchado, muchas estampillas y una dedicatoria, o a través del gesto impotente de un despechado que los entrega en una despedida forzada. Estos suecos siguen en la senda de adolescentes en retirada que hizo memorable su debut Lesser Matters (2004). Con Pet grief producen una de las emociones que cualquier melómano puede llegar a experimentar: conmoverse de tal manera que se vuelve urgente compartirlo con alguien que importe. Que importe mucho. (…) Renovados y sonando igual de frescos que en su debut, pero en clave pop ochentera y shoegazer, Pet Grief atrae con fidelidad por su calma triste y la emoción que transmite. Gran disco de una banda privilegiada.

Carmen Duarte

5. Grizzly Bear – Yellow House (Warp)

Grizzly Bear Este es el segundo disco del grupo liderado por Ed Droste. Según él, este es el primer disco de la banda como tal, ya que Horn of Plenty correspondía a un proyecto personal que se transformó en una colaboración con Chris Bear (nada que ver con el nombre de la banda). Yellow House es una compleja obra de indie pop sumamente triste, que incorpora armonías de voces, arreglos de instrumentos de vientos, y producción que contrasta lo bello y limpio, con lo borroso y lo fi. Desde el primer segundo notarás que es un álbum que toma elementos del lenguaje pop, incluso del rockandroll sesentero (Knife, por ejemplo) pero con una producción de baja fidelidad y un espíritu experimental, que lo transforma en una obra intrigante y distante, como un viaje en bus, en una tarde de domingo.

Marcelo Mena

6. Liars – Drum’s Not Dead (Mute)

Liars Liars debutó el 2001 con un sonido punk bailable que pulieron hasta dejar a nuestros pies el hoy oscuro y mas delicado alcance post rock de Drum’s not Dead. Impecable en su extensión, este disco entrega un sonido que se abre hacia lo magno, con baterías soberbias, mientras que sus voces y guitarras son instrumentos que guían en un paseo que bien compartiría uno que otro disco de June of 44. Drum’s not Dead va vestido de negro; de negro y melancólico.

Melanie Cross

7. Mogwai – Mr. Beast (Matador)

Mogwai Si Happy Songs for Happy People (Matador, 2003) fue para muchos un desconcierto total, Mr. Beast debería ser su revancha. En cambio, si aquel disco más quitado de bulla les resultó un desconcierto a medias, Mr. Beast debería ser la justificación de la espera, como cuando una serpiente cambia la piel y en el trance sólo puedes conformarte con el espectáculo de lo antiguo y de lo nuevo.(…) Quizá el mayor mérito de Mr. Beast está, simplemente, en hacer post rock con el nervio de rock terrible, maligno, que los caracteriza.

Andrés Acevedo

8. Javiera Mena – Esquemas Juveniles (Quemasucabeza / Indice Virgen)

Javiera Mena En Esquemas juveniles, un disco delicadamente producido para conectarse con sus auditores, alcanza una cota de meticulosidad difícil de igualar para sus congéneres. Sin que las melodías pierdan frescura bajo el poder de las perillas y el estudio, las distintas capas de instrumentos se posan naturalmente unas sobre otras, conformando atmósferas de parsimoniosa seducción, con ese aire naíf tan propio que merece aplausos por lo sincero y grato que es, desligado de gustos masivos y del usual chicle de masticar y escupir.

Andrés Acevedo

9. Beirut – Gulag Orkestar (Ba Da Bing!)

Beirut Zach Condon debe haber viajado toda su vida. Y si no lo ha hecho, debe tener una imaginación tremenda.
Porque Gulag Orkestar es de esos discos urgentes y necesarios. Obligatorios a la hora de tomar decisiones tan radicales como dejar el cemento y los autos y la televisión y de una vez por todas abandonarte al tiempo y al sol o a la lluvia y a los fantasmas que alguna vez conociste. (…) Y es que bajo el aparente disfraz de Goran Bregovic, se esconde una de esas delicias que justifican con creces las inversiones desmedidas en tecnología auditiva. Y que con guiños a Magnetic Fields, Yann Tiersen y un montón de música de los Balcanes, logran que al menos dediques dos minutos a pensar ¿dónde diablos estoy?

Pablo Gallardo

10. Cat Power – The Greatest (Matador)

Cat Power Algo pasa con este último disco de Cat Power. Algo. Varias palabras al respecto: más accesible, menos terrible, menos afectado, más luminoso.
Es como si a Chan Marshall le hubieran dado varias buenas noticias seguidas. Quizás un día de sol se miró al espejo y pensó algo así como “ehhhh… ya basta un rato de andar lamentándose tan terriblemente por la vida”.
Y no es que estemos frente a un disco alegre. No, no es para tanto. Pero algo pasó. Optimismo es otra palabra que me viene a la cabeza.
Y claro, la gracia de mujer-triste-afectada-de-por-vida de Chan Marshall, se pierde un poco. Esos saxos y silbidos en las canciones parecen venidos de otras latitudes. De algún disco de soul.

Pablo Gallardo

11. Belle And Sebastian – The Life Pursuit (Matador)

Belle & Sebastian Amamos a Belle and Sebastian. Como una institución magnética y mesiánica, en ellos hay algo para todos. En Stuart Murdoch siempre encontraremos un perno apasionado que pasó de hacer homenajes a la música que escuchaba de chico, a diez años más tarde consolidar un estilo de pop en sí mismo. Los amamos porque en sus discos las pintoras tienen crisis existenciales, suceden cosas muy malas a la orilla de los rieles del tren y las secretarias hacen “horas extra” para complacer a sus jefes. Con reverencia, nos sorprenden cuando de verdad quieren hacerlo y nos rompen el corazón cuando se dejan estar. Porque al final, los amamos tal como una barra brava que se desvive por su equipo. Por eso, su último disco, The Life Pursuit, parece uno de esos partidos donde trataron de dejarlo todo en la cancha y aún así empataron. Una elusiva victoria moral.

Carmen Duarte

12. The Decemberists – The Crane Wife (Capitol)

Decemberists Después de cinco discos y cuatro años de carrera, The Decemebrists ya no son unos aparecidos. The Crane Wife los ha puesto en el lugar de una banda importante de la que seguro seguirán viniendo grandes cosas. Porque tan inexorable como se escucha el disco, The Decemberists se están consolidando al tocar con una seguridad asombrosa lo que en otras bandas es ejecutado como la búsqueda enclenque de “sonar como”. Melloy y su banda de guerra están sonando como ellos mismos.

Carmen Duarte

13. Calexico – Garden Ruin (Quarterstick)

Calexico En el casi bizarro mundo Calexico se está jugando entre la belleza, fealdad y la melancolía. En Garden Ruin, como siempre, se han aislado de una estética única, de géneros fijos. Hace ya largos años que se hacen notar en ese variopinto musical manejado como anillo al dedo por Joey Burns y John Convertino, cerebros de este proyecto. Aquí manifiestan una ambigüedad anímica, ampliando horizontes y mostrando un lado que se hace ajeno, una metamorfosis que se escucha más madura y accesible, perdurable en todo sentido.

Oscar Martinez

14. Joanna Newsom – Ys (Drag City)

Joanna Newsom ¿Es posible seguir detestando a Newsom después de un disco como Ys? Sólido y complejo, el disco bien podría haber sido la aventura experimental de tres hombres viejos con una voz joven. Hacerlo sonar grande y difícil, volverlo una pirueta sonora de palomas y ríos. Pero es la potencia de Newsom como autora que lo vuelve un ejercicio completo y descarnado en su belleza simple de arpa y voz felina. Y que lo pone en la categoría de ejercicio necesario, esos que hacen del pop un lugar donde todavía existen exploraciones riesgosas que terminan sonando a algo nuevo.

Carmen Duarte

15. Sonic Youth – Rather Ripped (Geffen)

Sonic Youth

Esto que parece un nuevo paso que los lleva más lejos del noise, quizás para los más intransigentes suponga una apuesta más comercial, menos independiente, como si a estas alturas a Sonic Youth pudiéramos exigirles credenciales de independencia o siquiera algo más allá que la gracia de sacar discos cada año y medio. Como si el sonido de Sonic Youth pudiera ser catalogado como comercial o alguna vez traicionero de ?as búsquedas continuas que son cada uno de sus discos (algunas veces con más, otras con menos ruido; algunas veces con más y otras con menos éxito). Pero jamás siendo transigentes ante la necesidad de alimento de la crítica y de sus fans.

Claudio Ruiz

16. The Knife – Silent Shout (Rabid)

The Knife

Silent Shout a través de un synth pop muy, pero muy oscuro, crean un mundo de hielo, mundo que posee un ritmo envolvente que atrapa a medida que se le va descubriendo. Es una incursión lenta hacia los espacios helados sin marcha atrás, toda una puesta en escena del tecnopop ochentero en su faceta más sombría, que cita de vez en cuando aquella temática gótica escandinava que tantos frutos ha dado en la escena musical con tendencia dark. Y es que parece imposible que de esas tierras lejanas no salgan obras que transmitan ese frío que cala hasta los huesos, ese clima que mantiene el año en una oscuridad aparentemente interminable y todos esos paisajes de hielos, de bosques nevados, de espacios abiertos y deshabitados.

Roberto Dóveris

17. Gnarls Barkley – St. Elsewhere (Downtown)

Gnarls Barkley

Gnarls Barkley exprime ritmos llenos de sensualidad, líbido y vigor tan bien como lo hace con los que trasmiten dulzura y nostalgia, armando un esqueleto perfecto de soul, funk, hip – hop, rhythm ‘n blues, coqueteando con maestría con todas sus influencias sin intentar disfrazarse o encasillarse en alguna de ellas. De eso se trata su trabajo, St. Elsewhere, que se ubica en la línea de la pseudo/modernidad; una dosis que intenta confundirte o engañarte por completo mientras tratas de encontrar la salida entre fragmento-bosque de coros apocalípticos y la contundente voz de Cee – Lo como maestro de ceremonia, que tampoco te deja escapar.

Oscar Martinez

18. I Love You But I’ve Chosen Darkness – Fear Is On Our Side (Secretly Canadian)

I Love you But I've Chosen Darkness

Este quinteto americano podría pasar a la historia como “la banda del nombre largo” o “la banda del nombre metalero”. Sin embargo, una vez olvidados los prejuicios y las odiosas clasificaciones – lease revival ochentero- nos encontramos con un debut lleno de aciertos cercanos al pop (‘According to plan’), al rock atmosférico (‘We choose faces’) y a las bandas sonoras (‘The owl’). La versatilidad de su sonido logra distanciarlos de un montón de grupos que continúan exprimiendo el sonido de hace 2 décadas.

Boris Orellana

19. Cansei de Ser Sexy – Cansei de Ser Sexy (Sub Pop)

Cansei de Ser Sexy Los paulistas de Cansei de Ser Sexy se transformaron en la sensación de este año con su mezcla de pop bailable, algo de rock y ritmos brasileños. Y claro, agreguen a esta receta, el lanzamiento mundial del disco vía el sello Sub Pop (The Postal Service, Nirvana, Band Of Horses, Hot Hot Heat, entre otros), y tendrán un rico y delicioso hype para servir en sus mesas y despedazar a gusto del consumidor.

Cesar Dubó

20. The Rapture – Pieces Of The People We Love (Universal)

The Rapture Tomando de Happy Mondays, con aspiraciones de Stereo Mcs y dejando de lado a su, ahora, caído en desgracia James Murphy, The Rapture tiene en Pieces Of People We Love una expresión ganadora de lo que se requiere para hacer a la gente bailar en estos días. Guitarras testosterónicas, hartas perillas, un bajo funky y si a eso se le añade mucho cowbell, voilá! ya están listos para gritar “girls, are you ready?”

Carmen Duarte

21. She Wants Revenge – She Wants Revenge (Flawless / Geffen)

She Wants Revenge Ya incluso dejando de lado los prejuicios, el debut de SWR nos lleva de la mano y de a poco, con algo de miedo (como si algo fuera a pasar si seguimos), a cerrar los ojos y correr a bailar nuestras tribulaciones a un rincón de la pista, moviendo la cabeza de un lado a otro, con la música fuerte y pensando en seguir bailando, a pesar que ya no quede nadie más y estemos solos, como ganas de repetir que no es que seas una mala persona, sino que sólo pasa que estás un poco abrumado. Pero bailando.

Claudio Ruiz

22. Scott Walker – The Drift (4AD)

Scott Walker Ésta es una obra completa que requiere la no aplicación del método científico y que exige que la emotividad nos pille distraídos. En suma, este regreso de Scott Walker es un crepúsculo longevo que sólo se hace noche por mano de una lírica traumática, revisionista y contemplativa, que nos recuerda que las sombras sólo se dan de día y que algunas personas sí ven en la oscuridad.

Rodrigo Dubó

23. Camera Obscura – Let’s Get Out Of This Country (Elefant)

Camera Obscura Let’s Get Out of This Country está construido para intentar escapar de todas las comparaciones que se hacen a su música dando ciertas luces de que el camino – incluso en su producción – es otro. Parece ser cierto o no, ese chamber pop lleno de arreglos no abusa tanto de guitarras acústicas perfectamente alineadas, ni de la sinfonía minimalista o de dulces composiciones que en ocasiones mermaban la exquisita voz de Tracyanne Campbell, la cual normalmente se mantenía detrás de una muralla donde musicalmente sonaban a Belle & Sebastian. El logro ahora es, sin duda, que el sexteto es un molde completo, una conjunción que llena espacios y da esperanzas de que la tarea se está cumpliendo.

Oscar Martinez

24. Yeah Yeah Yeahs – Show Your Bones (Interscope)

Yeah Yeah Yeahs Show Your Bones resulta a la larga un muy buen disco no porque esté lleno de hits como su antecesor, sino porque simplemente está lleno de buenas canciones que permiten que, a través de letras retorcidas, Karen-O salga sin querer de su personaje y de la estética “artie” posmoderna y nos regale una canción como ‘Cheated hearts’ donde nos dice qué hacer con los anillos un día de lluvia, o como en ‘Mysteries’, donde a punta de gritos y a subidas de volumen responde a las odiosas comparaciones con The Strokes. En la aventura destaca la preciosa ‘Turn into’ quizás una de las mejores canciones de su repertorio, donde hasta se da el lujo de poetizar sobre como alguien que, a pesar de su cariño, hay cosas que nunca nos dirá. Y hay que creerle.

Claudio Ruiz

25. Subtle – For Hero For Fool (Astralwerks)

subtle.jpg

Tras sufrir algunos cambios traumáticos en la formación de la banda, este álbum continua la senda del pop híbrido del debut A New White (disco # 40 de Super 45 2004), es decir una mezcla infartante de hip hop, electrónica, folk e indie rock. Recomendado solo para almas inquietas.

Boris Orellana

26. Juana Molina – Son (Domino)

juana-son.jpg

Esta cuarta entrega, Son, es una apuesta por llegar a un punto intermedio y hasta mítico, entre un folk acústico y una atmósfera ambiental lograda en base a delicadas programaciones electrónicas prácticamente imperceptibles, pero que le dan ese perfil de ensoñación que atrapa desde la primera escucha. En cada tema se ha encargado de dejar rastros de una organicidad que nos traslada a espacios abiertos, vegetales, limpios, lejos del ritmo acelerado de la ciudad y que seguramente están inspirados por el ambiente físico en el que Juana ha estado inmersa (el campo argentino) y desde donde ha extraído sonidos de la naturaleza que acompañan a la música y que nos obliga a sumergirnos en un recogimiento estremecedor.

Roberto Doveris

27. Girl Talk – Night Ripper (Illegal Art)

girl-talk.jpg

Más allá de la irreverencia, Night Ripper debe ser entendido como una experiencia musical basada en el deja vú dentro de la cultura light. Una fiesta en progresión que carcome la pista de baile, un curso ultrarrápido de cómo ser dj en estos tiempos, un bachillerato sonoro donde todos se pelean por agarrar el micrófono para cantar la canción del momento, un ciclón lleno de basura y retazos de pop, rock, hip-hop, electrónica y reggaeton. Cada mezcla tiene la (sana) intención de rendirte y aplastarte hasta demostrar cuánta chatarra pueden almacenar tus neuronas. Para quienes no saben de qué va este disco ni el mash-up ni la disolución de autor, Greg Gillis, de Pittsburgh, se ha encargado de samplear más de ciento cincuenta artistas, en cuarenta minutos y en una sola pista, en especial de los ochenta – y más atrás aún- hasta los hits más recientes, en una de las lecturas más desprejuiciadas, posmodernas y estimulantes del presente año. Por no decir psicoanalítica.

Andrés Acevedo

28. Beneoit Pioulard – Precis (Kranky)

benoit.jpg

Thomas Meluch es el compositor que se esconde tras el alias de Benoit Pioluard, quien impresiona con su pop de bajo presupuesto. Las texturas dream pop quedan relegadas a interludios donde sus canciones de folk pastoral son comparables a genios como Lou Barlow y David Pearce. Se agradece el descubrimiento al sello Kranky, quienes nos habían mal acostumbrado a proyectos demasiado herméticos.

Boris Orellana

29. TV On The Radio – Return To Cookie Mountain (4 AD)

tv-return.jpg

Un trabajo de joyería logró TV on The Radio en su último disco, el sucesor de Desperate Youth, Blood Thirsty Babes. Con unas percusiones nada originales del tipo latido del corazón dan ritmo a ‘I was a lover’, comienza todo así como una continuación natural del magnífico –si, magnífico- disco anterior. En ‘Hours’ retoman su forma, esa especial mezcla entre ritmos hipnóticos, voces agudas, espasmos que se repiten en el resto del disco. Qué decir de ‘Providence’, que cuenta con la colaboración de David Bowie, o de la sencilla y cautivante ‘Method’, sin duda una de las mejores canciones del álbum que baja la intensidad y logra el giro a una atmósfera más contenida menos explosiva que el single ‘Wolf like me’. Pero sin duda (como lo hicieron con ‘Ambulance’ en el anterior disco). Se supone que es un disco de Apocalipsis, basado en el estupor de los ataques terroristas y la guerra del terror de Bush, pero la sensación que deja al paladar es la de un fuego persistente que se consume en sí mismo para dar vida a algo completamente nuevo. Una mixtura de influencias exquisita que logra estampar un sello característico al sonido de Tv On The Radio.

Cristina Correa

30. Divine Comedy – Victory for the comic muse (Parlophone)

divine-comedy.jpg

La nueva aparición del crooner de la campiña británica, Neil Hannon; como siempre magno, elocuente, rodeado de orquestaciones pomposas grabadas en directo por 25 músicos, haciendo del pop una experiencia fastuosa y casi aristocrática. Noveno álbum del dandi irlandés, quien prosigue con sus temáticas románticas e irónicas, en la huella de la tradición sembrada por Gainsbourg y Walker. ¿Más de lo mismo?, sí claro, pero a la segura.

Rodrigo Salinas

31. Guitar – Tokyo (Onitor)

guitar.jpg

Está bien, cierto aire new age de factura plana puede jugar en contra de las buenas intenciones del alemán Michael Lüchner y su amiga japonesa Ayazo Akashiba, pero se agradece la claridad a la hora de jugar las cartas. Y Guitar no esconde nada. Visión occidental del oriente que cruza sin rodeos el ruido y el silencio, lo clásico y lo moderno. Homenaje directo a My Bloody Valentine con el drone eléctrico, las bases brillantes y retrofuturistas y esa voz dulce, lisérgica, lejana. Pero Lüchner apela a su mayor referente desde un sentido paralelo, limpiando donde Kevin Shields saturaba, más preocupado de un muro sónico idealizado, dejando que todo flote con pinceladas sintéticas y orientales de teclado. La gracia está en la mezcla, cuando Tokio, ciudad icónica, emerge a partir de cápsulas más tradicionalistas, de instrumentos autóctonos y un sentido de quietud repetitiva, con cuerdas de pipa y koto, bajo una ensoñación llena de mitos y armonía.

Andrés Acevedo

32. Fat Jon & Styrofoam – The Same Channel (Morr)

fjstrfm2.jpg
Este álbum rescata lo mejor de ambos intérpretes, y recuerda por momentos a un cruce improbable entre Dj Shadow y New Order. Los beats son intensos, y se conjugan con teclados misteriosos, quiebres glitch, y un flow urbano y melancólico. Uno de los temas, de hecho es el single, se llama ‘Space Gangsta’ y resume muy bien el hip hop futurista del dúo, híbrido a más no poder.

Rodolfo García

33. Ratatat – Classics (XL)

ratatat.jpg

Ratatat es una banda instrumental gringa con varios elementos de post rock, pero con componentes de electrónica y psicodélia considerables. Las canciones son de estructura de pop, pero la instrumentación le da un sonido cinematográfico que cautiva. A veces sus samples pasan a lo siútico (‘Wilcat’) y sus divagaciones musicales se dispersan, apelando al público de festivales hippies gringos. Sin embargo, en escencia, Ratatat hacen indie pop; las canciones, si bien no tienen letra, invitan a la reflexión y a la nostalgia. Como Red Snapper, es electrónica para indies de corazón.

Marcelo Mena

34. Neko Case – Fox Confessor Brings The Flood (Anti)

neko-fox.jpg

Ocupando todo el espacio con su voz y con canciones que no suenan ni demasiado experimentales ni demasiado oreja, Fox Confessor Brings The Flood parece quedar en el limbo de esos discos de singer-songwriters treintones que perdieron la onda y que empiezan a componer como académicos. Pero lo que salva a Neko de un disco aburrido es que ella conmueve hasta la incomodidad. Misterioso, en Fox Confesor… hay fragmentos de historias que nunca hablan de algo demasiado bueno: añoranzas, accidentes y belleza perdida. Generando un ambiente intrincado, Neko pone toda la fuerza en canciones correctas que suenan perturbadoras.

Carmen Duarte

35. Mojave 3 – Puzzles Like You (4AD)

mojave-3.jpg

Luego de mirarse los zapatos a principios de los 90s y después de vagar por el desierto, acústica en mano; Neil Halstead hace lo que siempre debió: cantar lindas armonías pop con su voz somnolienta. Para comenzar, en su cuarto disco como Mojave 3, se despacha con la mejor canción pop del año: ‘Breaking the ice’, una bonita melodía rompe-corazones para escuchar eternamente. Si a eso le sumamos un video en la tradición “persona-demasiado-emocional-no-puede-conectarse-con-el-mundo” (algo así como una reescritura urbana y menos hippie de la niña abeja de ‘No rain’ de Blind Melon) el resultado no puede ser mejor. En Puzzles Like You hay otras 11 canciones que rivalizan con la mencionada en fineza y capacidad inmediata de emocionar. Alguno pedirá la hoguera o, en el mejor de los casos, una condena ejemplificadora; pero ¿te importaría si acabas de hacer el disco power pop del año?

Jorge Acevedo

36. Peter, Bjorn & John – Writer’s Block (Wichita)

peter.jpg

Nuevas variantes en los puntos de cruce entre indie rock y pop sesentero. Podrían ser una de esas bandas fuertes que meten ruido publicitario y levantan hype, pero han contenido el power pop que corre por sus venas para deslizarse por una vía más ingenua, aunque no menos certera. Como si no fuesen de esta época, Peter Morén (voz, guitarra y harmónica), Bjorn Yttling (voz, bajo, teclados) y John Ericsson (batería) viven años dorados donde bastan unas cuantas maracas, silbidos y bongos para levantar un himno pop. ‘Amsterdam’ o ‘Start to smelt’ emocionan y superan el revivalismo retro, apelando a la expansión sónica y el pop de esquinas desaliñadas, alentados por un viento low-fi de buena vibra. Para seguirles la pista: Falling Out (Hidden Agenda, 2005), su debut homónimo (2003, Beat that!) y varios epés entremedio. Para tararear sin remedio: ‘Young Folks’. Para bajarle los humos a Death Cab for Cutie y recordar a los Smashing Pumpkins iluminados: ‘Up against the wall’.

Andrés Acevedo

37. Gossip – Standing In The Way Of Control (Kill Rock Stars)

gossip.jpg

Dance punk con un énfasis en lo punk. Canciones feministas, pegajosas, que invitan a la rebeldía. La voz de su gordita vocalista se asemeja más a Gloria Gaynour que a Le Tigre. El disco son varias canciones simples, con una línea de bajo potente e hipnótico. La guitarra se desata emulando la rebeldía de las letras. Gossip, junto con Le Tigre, son el soundtrack del feminismo y lesbianismo punk en Estados Unidos.

Marcelo Mena

38. The Strokes – First Impressions Of Earth (RCA)

strokes.jpg

En este, su tercer álbum a la fecha, pasada la sorpresa, con amplia competencia y luego de las tibias recepciones de Room on fire The Strokes muestra su faceta más rockera, ahora con menos argucias arties (se citó en algún momento a ¿Television?) y directo a los referentes clásicos del rock and roll mainstream. Por sobre la inmediatez del álbum corto, las canciones de 3 minutos de vocación pop y cualquier indicio de guitarras barridas velvetianas, abundan acá los riffs, los punteos notorios y extensos, canciones largas y orgánicas, una base que puede recordar tanto a Guns´n Roses como a Iggy Pop (a estas alturas el cambio de referentes pareciera dar lo mismo para la banda) y una voz que a falta de inspiración pareciera querer saturar en su volumen. La lírica de Casablancas en la veta de “generación cool y cansada” (‘I´m tired of Everyone’) se muestra algo reiterativa ya para estos pasos. ¿Sobre-abundancia?

Ivan Pinto

39. Spank Rock – Yoyoyoyoyo (Big Dada)

spank.jpg

Spank Rock irrumpe en la compilación Zentertainment de Ninja Tune ,con el tema ‘Far Left’, que inicia su declaración con “I don’t give a fuck”. El disco completo es ghetto electro hip hop de Baltimore, una especie de Peaches masculino, con la cadencia violenta del hip hop. La temática es sumamente sexual, con guiños y colaboraciones a las sucias Avenue D. Spank Rock hace el equivalente de Baltimore, del baile funk. Su simpleza lírica se manifiesta claramente en su nueva canción ‘White girl shake that ass until my dick turns racists’. Como Two Live Crew, pero con bases electro viscerales. Incluso en su gira también muestran que están al tanto de la contingencia farandulera “put your panties on, put your coochie away”, en honor a Lindsay Lohan y a Britney Spears.

Marcelo Mena

40. Hot Chip – The Warning (Astralwerks)

spank.jpg

Producidos por DFA y la trasmisión de su germen bailable, el quinteto inglés Hot Chip es el matrimonio perfecto entre actitud e influencias tan valedera a la hora de escuchar su nuevo trabajo, The Warning, un jugueteo de espasmos electro soul, un sarcástico pop con pinceladas de funk e histrionismo hip – hop que se retuercen entre el frenesí de baile, esbozos de fragilidad y grados de habilidad en su ejecución que llegan a escucharse originales. Manteniendo ese corpus de ideas, fuerza e intenciones en su casi paso inadvertido en su anterior álbum Coming on Strong (Astralwerks, 2005), que en ocasiones no se entrelazaban las ideas y que progresivamente tapaban esa válvula de escape por la cual querían salir. Pero ahora la colisión estética de ritmos quebrados con electrónica vanguardista que se desenvuelve entre la psicodélica de ‘Careful’, la elegancia de ‘Boy from school’ , la manipuladora ‘Tchaparian’ y las soñolientas ‘Won’t wash’ e ‘Look after me’, le genera sabrosos dividendos.

Oscar Martinez

41. Bonnie “Prince” Billy – The Letting Go (Drag City)

bonnie-prince-billy.jpg

El disco parece alcanzar cuotas extremas, donde la belleza de canciones como ‘Big friday’ o ‘I called you back’ hacen pensar que no sólo estamos ante uno de los discos del año, si no que ante el mejor disco de Bonnie “Prince” Billy. Porque la tragedia es cotidiana, pero deja suficiente espacio para respirar y, encuentra al responsable de There is no-one what will take care of you (1993) en estado de gracia para retratarla, nuevamente, con la distancia y el cuidado necesarios. Inalcanzable.

Enrique Moraga

42. The Drift – Noumena (Temporary Residence)

the-drift.jpg

Noumena es el primer álbum de este cuarteto editado por Temporary Residence, quienes publican a Mono y Explosions in the sky, y se dilata en un bebop sincopado, cálido, futurista. La electrónica está presente de manera inusual, sólo aporta a crear climas en medio de la danza atmosférica. The Drift se mantienen en ese borde preciso entre ser apreciados y mantenerse al margen, al medio. Sus ¿improvisaciones? retienen lo bueno del formato, con evocaciones sonoras y espacios nuevos.

Rodolfo García

43. Psapp – The Only Thing I Ever Wanted (Domino)

spank.jpg

Si Matmos estuviese interesado en hacer un álbum refinadamente pop, tendría que dejarse caer por The Only Thing I Ever Wanted, segundo disco de los ingleses Carim Clasmann y Galia Durant. . Menos inquietos que en su debut Tiger, My Friend (Leaf, 2003), su fórmula bossa-nova con tintes indietrónicos, bajo los deslices de Pram o Laika, ha evolucionado orgánicamente, manteniendo un ambiente fresco de avanzado minimalismo. Son canciones redondas donde nada sobra, caracterizadas por el sampleo juguetón y crujiente de ruidillos caseros, telón de fondo y contrapunto matemático para melodías tranquilas, interpretadas con calidez por Galia.

Marcelo Mena

44. Natural Snow Buildings – The Dance Of The Moon And The Sun

natural.jpg

Tal como sugiere el titulo de este debut, nos encontramos frente a un viaje conceptual (y astral) donde se unen el folk y los ambientes drónicos. Este debut sintetiza en dos discos conceptuales (el Sol y la Luna), lo que muchos exponentes de sellos como Young God y Kranky han tardado en lograr en años. Un disco complejo que se descubre y disfruta con paciencia.

Boris Orellana

45. Current 93 – Black Ships Ate The Sky (Durtro)

current.jpg

Es posible señalar a Black Ships Ate The Sky como el pináculo en la inventiva de David Tibet en su veta folk (no nos olvidemos que sus primeras incursiones como Current 93 durante los ochenta se podían enmarcar dentro de las corrientes del industrial y el noise). Aún así, cualquier palabra con la que se intente describir este trabajo queda corta si se compara con la experiencia de disfrutar la obra en su totalidad e imbuirse de su atmósfera. Tibet y compañía han logrado plasmar uno de los álbumes más hermosos y ambivalentes de los últimos años. Su escalofriante belleza no dejará indiferente a quien decida escucharlo.

Walter Roblero