En un año de decisiva redefinición del mercado musical (no hablemos de crisis; eso suena a alucinación y Apocalipsis), de pataleta corporativista y reacción transnacional, de NetLabels, de descargas y más descargas, nunca habíamos tenido tanta buena música al alcance de la mano. La siguiente es la selección de los mejores discos del 2007 -la primera parte- según nuestro equipo. Recuerden que está hecha con cariño y absoluta subjetividad. Esperamos vuestras impresiones.
Seguro que el 2008 habrá el doble de buena música; esto ya es imparable.

Lee la segunda parte y final aquí.

El 2007 fue un año raro. Principalmente porque se transformó, en perspectiva, en un año definitivo para ciertos fenómenos que comenzaron a tomar forma hace un lustro o más, para llegar al 2007 como una realidad a la que debemos adaptarnos.

Hemos sido testigos de tendencias como la masificación y consolidación de algunos NetLabels como Pueblo Nuevo o los hace rato presentes Jacobino Discos, transformación de iTunes como una de las más importantes tiendas de ventas de música en línea, alternativas como eMusic de venta de música independiente sin DRM, masificación de sistemas de intercambio de archivos persona a persona como Soulseek, Bittorrent y eMule, pasión y muerte de Oink!.

Los melómanos hemos encontrado en Internet una caja sin fondo para proveernos de la música que las cadenas de distribución tradicionales sistemáticamente nos negaron. Antaño, Feria del Disco insistía en vendernos a La Ley cuando buscábamos lo último de Sonic Youth. El circuito era pequeño y artesanal, restringido, under y en algún sentido, elitista. La irrupción de Internet supuso el quiebre de las barreras con las cadenas de distribución tradicional y el errar de tienda en tienda y pagar cantidades absurdas por un disco sin book ni extras, lo cambiamos por un par de clicks en Rapidshare conseguido en el blog de turno. Se democratiza el acceso, se democratiza la cultura.

Mientras día a día nuestros primos y hermanos comienzan a explorar música que va más allá de la que nos quieren imponer los grandes sellos, la industria tradicional del entretenimiento sigue sosteniendo obtusamente que Internet está matando la música y que cada día pierden más dinero, cuando la realidad pareciera dirigirse por principios opuestos. En Chile no se recuerda un año con más conciertos y de calidad que el 2007: Erlend Oye, José González, Battles, The Rapture, la vuelta de los Chemical Brothers, Caléxico, Juana Molina, Dominique A; un poco fuera quizás de nuestros gustos, pero Coldplay, Roger Waters y Soda Stereo también hicieron lo suyo en este mundo musical en constante ‘crisis’. Mientras la RIAA y sus tentáculos bajan Oink! y se llevan detenidos a estudiantes por descargar MP3, en Chile Bjork y el raro tándem The Police+Beck llenaron estadios con gente que pagó más de 20 mil pesos (40 dólares) en la boletería. La música en crisis para cualquiera menos para los músicos y el público.

Así las cosas, es como hemos accedido a más música que nunca e hicimos este ranking antojadizo y arbitrario, pero lleno de cariño y dedicación. Juntar y tabular las elecciones de más de veinte colaboradores que hacen posible hoy Super45 es una tarea compleja. Más compleja cuando se juntan gustos tan disímiles como educados, algunos tendenciosos y otros derechamente hypes. Si bien los algoritmos sirven para darle un sentido al asunto, para finiquitar el ranking terminamos decidiendo a la vieja usanza, frente a un pizarrón sucio con tiza en mano, debatiendo y argumentando respecto de los puestos definitivos para un año riquísimo en discos y bonitos descubrimientos.

Pues eso. Estas tendencias del 2007 nos ayudan a pensar en el futuro de la música. Y en la música, claro. Los invitamos a compartir nuestra sudada elección, que puede servir como un elemento más para felicitarnos, descubrir nuevos discos, y criticarnos. Que algo de gracia tiene cuando hay discusión. Sin discusión, no hay alegría.
Claudio Ruiz

Los mejores 45 discos del 2007 según Super 45

editors2album.jpg45. Editors – An End Has a Start (Kitchenware)

(…) es imposible quedar indiferente; la composición está tan bien lograda y la postproducción es tan precisa que cuesta no involucrarse en los vaivenes sonoros hechos para conmover, aunque esté en desmedro de la fuerza que la banda había trabajado en su debut. Quizás convenga comenzar a entender a estos nuevos “Editors??? y desligarlos de la impresión que generó su primer álbum; una tarea difícil si pensamos en The Back Room como una de las mejores hazañas en el reciclaje post punk de la década. Roberto Dóveris

jg_inour.jpg44. José Gonzalez – In Our Nature (Mute/Peacefrog)

En 33 minutos se fragua un disco inquieto, de varias emociones, todas activas. Finalmente la naturaleza humana es imperfecta, apasionada e inconsistente, siempre inflamada. Al final del álbum la decepción vuelve tras la pelea, secuestra el tono mántrico de la propuesta musical de González y la transforma en recriminación constante: ‘Cycling Trivialities’. Más de lo mismo, pero esta vez con coraje, no con vergüenza. Rodrigo Pérez

ma_fleur.jpg43. Cinematic Orchestra – Ma Fleur (Ninja Tune)

Magia orgánica para un registro digital. The Cinematic Orchestra hace el cruce definitivo en este disco, alejándose de las líneas convencionales de la vanguardia jazz, para encontrar formas aún más nuevas e inexploradas. Bjork daría su vida por componer un cuarteto para cuerdas como ‘Prelude’, intenso y subterráneo. Bastante lejos se encuentra Ma Fleur de colegas como Dj Vadim o Amon Tobin, del mismo sello. Rodolfo García

ars.jpg42. Au Revoir Simone – The Bird Of Music

Los tracks de The Bird Of Music parten silenciosos. Con timidez las teclas juegan a producir escalas y a coquetear con sintetizaciones suaves que, poco a poco, se adentran en el ritmos de espontaneidad aparente. Esto, sumado a la voz de Heather D’Angelo moviéndose como una liebre sobre los paisajes, hace que los sonidos cobren vida y llenen el espacio en un éxtasis melodioso y que, muy en serio, provoca una dependencia narcótica cercana a lo patológico. De esta manera, Au revoir Simone se postula con méritos a ser la banda favorita de quienes no tienen repelencia al azúcar y adoran degustar melodías dulces, voces naïve y sintes electrónicos. David Lynch ya se declaró fan y de seguro muchos otros seguirán su camino. Roberto Dóveris

ninanastasia.jpg41. Nina Nastasia & Jim White – You Follow Me (Fat Cat)

A pesar de la escasa confluencia de elementos, el disco es intenso y emotivo y es que no hay que pasar por alto la nueva colaboración de Jim White con la cantautora. White, baterista de Dirty Three, ya había trabajado con ella en sus discos anteriores Run to Ruin (Touch and Go, 2003) y On Leaving (Fat Cat, 2006), pero esta es la primera vez que su nombre aparece tan a la luz, catapultándolo como coautor del disco. Asunto que ratificó Nastasia pues, tal como publica el sitio de Fat Cat, “it was Jim’s idea??? (…)Es la herencia de Dirty Three la que se percibe en You Follow Me, donde la batería es mucho más que un golpeteo rítmico transformándose en una creadora de atmósferas y potenciadora de los estados anímicos de cada letra. White aporta en intensidad, delicadeza o textura a la siempre intensa y altamente comunicativa potencia vocal de Nastasia. Maira Mora

pj_wc_cover.jpg40. PJ Harvey – White Chalk (Island)

Todo lo que has escuchado de PJ Harvey, su completa y mutante discografía anterior, viven lejos del territorio que pisa White Chalk.
Extraño, porque se trata de un giro muy radical a lo que se podía esperar después de Uh Huh Her (2004), aunque nunca se le ha podido seguir la marcha a una artista de su talla y visceralidad.
Cristina Correa

fiery-furnances.jpg39. Fiery Furnaces – Widow City (Thrill Jockey)

En su último disco, Widow City (Thrill Jockey, 2007), hacen caso omiso de las leyes cíclicas del rock, y en vez de regresar a 1978 en compañía de Gang Of Four, Television, Joy Division o The Fall como todas las nuevas “grandes??? bandas, se recluyen en 1974 y graban su disco más hard rock a la fecha.
Rock duro, sin olvidarlo, en sus propios términos. Edmundo Veloso

ironwine.jpg38. Iron & Wine – Shepherd’s Dog (Sub Pop)

Satisfecho de la experiencia de contar con músicos adicionales, Sam Beam ha optado por seguir en esa senda de apoyo instrumental masivo. Ya está el precedente del Ep Woman King (2005), el disco en colaboración con Calexico, In The Reins (2005) y la participación fija de una banda soporte en las últimas giras. La época de la guitarra de palo y la parada lo-fi ha quedado rezagada. Y es que con este nuevo álbum, parece que la fórmula es que entre mayores ingredientes más rico quedará el pastel. La diversidad instrumental y las incursiones estilísticas hacen de Shepherd’s Dog su apuesta más audaz y rítmica. Rodrigo Salinas

portadahungria.jpg37. Gepe – Hungría (Quemasucabeza)

Sorpresa provoca Gepe en los círculos musicales más tradicionales porque debe ser uno de los músicos más interesantes de una nueva época de músicos chilenos, tan desideologizada como abierta, tan creativa como honesta. En Hungría queda claro que no es necesario tener el pelo largo y usar poleras desteñidas para ser experimental, ni menos usar poncho para tomar de la mano, llevarse consigo y realizarle una actualización radical a buena parte de la tradición folklórica chilena, lo que sin duda son buenas noticias. Claudio Ruiz

justice1.jpg36. Justice – † (Ed Banger)

Sin duda este primer trabajo de Justice implica una serie de revisiones a referentes directos como Daft Punk, Dimitri From Paris y Cassius. Con todo, la banda logra construir una identidad propia e introducir elementos nuevos como las notables líricas que brillan tanto por su originalidad como por su extraña ejecución. Una confirmación de que el colectivo Ed Banger (algo así como una ramificación de “headbanger???) sabe hacer de su estilo algo masivo, con un mensaje directo que apela a tu lado más fiestero. Pablo Infante

field-music.jpg35. Field Music – Tones of Town (Menphis Industries)

En esto se encuentra Field Music; acogiendo la restituida y limpiada propuesta lanzada por algunos maestros como XTC o Big Star, que se dignaron a hacer pop sin estereotipos ni fecha de vencimiento, sobreviviendo a través de los años a pesar de modas pasajeras que se entrecruzan por el camino. La senda seguida por Andrew Moore, cerebro del proyecto y ex baterista de The Futureheads, junto con David y Peter Brewes, es llenada con aires post punk y refinada con tintes a la Beach Boys. Oscar Martínez

deerhunter.jpg34. Deerhunter – Cryptograms (Kranky)

Ya para nadie es sorpresa que el sello Kranky, una de las cunas del post-rock y casa de fina estampa ambient-psicodelco-aislacionista, logre reeditar el debut de estos americanos, cuyos desarrollos musicales los situan como dignos herederos de Spacemen 3, Sonic Youth y Yo la Tengo. Rock ambient drónico de cepa, que no renuncia a la repeticion como elemento vital del pop disfrazado de experimentación. Boris Orellana

pianomagic_partmonster.jpg33. Piano Magic – Part Monster (Important Records)

El trabajo productivo de (Guy) Fixsen ha sido fecundo y en la calidad de los detalles que conforman el disco ha cimentado la estructura de palacio que llega a ser Part Monster.
Claramente, el impacto que causa en el oyente es aquel que motiva a oírlo nuevamente una vez finalizado, con las canciones aún dando vueltas por la cabeza.
Rodrigo Salinas

bracken.jpg32. Bracken – We Know About The Need (Anticon)

Así es este disco de ear-candy, tono sepia, de voces multitrack, abundante cortar-y-pegar e instrumentos electrónicos por doquier. La gracia es que, en conjunto, el sonido es bien orgánico y consistente, similar un tanto al trabajo de Xiu Xiu pero sin lo mega-histriónico-exagerado. Claramente puedes escuchar interactuar todos los instrumentos y capas de sonido, con el resultado de lo etéreo y melancólico como manto permanente de todas sus canciones. Un disco de trasfondo trágico y desolador pero musicalizado magistralmente. José Luis Báez

tsc.jpg31. The Sea and Cake – Everybody (Thrill Jockey)

Es un disco de pocos overdubs que sorprende con alegres arranques de rock, como en la cool ‘Crossing Line’, o el trip setentero de ‘Left on’, con disimulados bucles de sonido, feedback, atmósferas levitantes y una segunda sección muy fuzzy que no disimula su carácter de jam session. Y aunque el total carezca de la energía desbordante de antaño, al escuchar ‘Transparent’ se revela otra lectura más entrañable, con sabor a epílogo de momentos románticos y dulces que han resistido los años para brindarnos, una vez más, la calidez de sus virtuosos creadores. Andrés Acevedo

sol.jpg30. Shout out louds – Our Ill Wills (Merge)

Los suecos Shout Out Louds habían debutado el 2005 con Howl Howl Gaff Gaff (Capitol) que los presentaba como otra banda más de garaje rock. Nada muy interesante, salvo que el disco era encantadoramente popero y la voz del cantante Adam Olenius quedaba grabada indeleble como una versión nasal Britt Daniel de Spoon sin el falsete. La entrega 2007, producida por Bjorn Yttling -que junto con un tal Peter y un tal Bjorn lanzó el año pasado Writer’s Block- los trae de vuelta con ese sello de perfección pop tan nórdico como los teléfonos celulares. Tempos galopantes de bajo y batería, líneas de teclados simples, guitarras atolondradas suavemente controladas y coros listos para un karaoke. Carmen Duarte

planetas_leyenda.jpg29. Los Planetas – La Leyenda del Espacio (BMG/RCA)

Limítrofe y decisivo, este disco, homenajea con dignidad, peso y honestidad las raíces flamencas para estamparlas de forma directa y a la ofensiva sobre un paisaje sicodélico donde el ruido se confunde con las melodías tradicionales (…) A años luz de cualquier banda de rock en español. Con el corazón independiente y con elegancia, Los Planetas, se han convertido en referente de un indie rock radial y comercial, pero al mismo tiempo, absolutamente personal y alucinante. Tan caótico, ruidoso y afilado como amable y entrañable. Enrique Moraga

feist.jpg28. Feist – The Reminder (Cherry Tree/Interscope)

Echando mano a raíces musicales y agregándole su propia manera de entender cada ritmo Feist en tan sólo tres álbumes, sin contar los remixes de Open Season (2006), ha construido una personalidad en el círculo de cantautoras pop-folk reconocible y auténtica, lo que es todo un mérito por estos días. Poseedora de una ternura que se desliza por cada tema, es difícil no caer encantado ante sus ritmos tan bien elaborados y por los cálidos sonidos de cada canción, como ocurre con ‘How my heart behaves’??? que sumerge en un espacio que pocas veces tenemos el agrado de experimentar. Roberto Dóveris

lrjb5.jpg27. Radiohead – In Rainbows (Radiohead)

Por primera vez en varios años, Radiohead presenta un conjunto de canciones innovadoras y atractivas. Estos chicos de Oxford no habían bajado la calidad de su propuesta, pero ningún público joven daba mayor atención a un estilo enmarcado, demasiado reconocible y francamente aburrido. Kid A (Capitol, 2000) fue un sorpresa en su momento, Amnesiac (Capitol, 2001) reveló un grupo cada vez más críptico y encerrado en sus ideas, y Hail to the Thief (Capitol, 2003) significó un cambio de ruta incompleto, lúcido a ratos y forzado en el resultado. Tal como indica su nombre y sin ironías mediante, In Rainbows es un trabajo luminoso, una superación de los estigmas depresivos que habían caído, con mayor o menor justicia, sobre una banda emblemática de los noventa y, por sobre todas las cosas, una demostración sutil y elegante de cinco músicos muy concentrados en su trabajo. Andrés Acevedo

dino1.gif26. Dinosaur Jr – Beyond (Fat Possum)

El mérito del trío de Amherst es que, lejos de optar por el ostracismo, nunca dejó de hacer música y fue capaz de envejecer junto a ella. Es por eso que Beyond está lejos de quedarse en un ejercicio forzado de nostalgia; dos décadas después, Dinosaur Jr. parece haber redescubierto la forma de sonar contemporáneos, como si en todo ese período no hubiese más que una larga y necesaria siesta. Guillermo Tupper

lcd_sound_of_silver.jpg25. LCD Soundsystem – Sound of Silver (DFA)

Asi, este nuevo compendio de canciones de LCD Soundsystem no deja de sorprender y de ser una grata explosión de baterias protagonistas, bajos sintetizados y guitarras robadas del punk, junto al peculiar timbre vocal de Murphy que lleva el timón de los tracks de manera casi permanente conformando líneas melódicas que se alejan de fórmulas aseguradas, para lograr una atmósfera que atrapa al oyente y que da coherencia a los tracks. Ellos cierran una circularidad sonora que hace pensar que, sea cual sea el estilo que inventaron, lo inventaron bien. Pablo Infante

conqueror.jpg24. Jesu – Conqueror (Hydra Head)

En Conqueror, su tercer largaduración, Jesu se abandona a la factura de una música que le debe tanto al electro-doom de Godflesh, como a My Bloody Valentine. Para ello utiliza guitarras metaleras saturadas, que privilegian los acordes sónicos sostenidos, bajos distorsionados y baterías programadas en raletí. Además se añaden sonidos de teclados que otorgan dulzura y melodicidad a esta espesa trama lograda por Broadick y los suyos. Las voces son otro aspecto de interés, ya que lejos queda aquella guturalidad extrema que el británico exploraba a fines de los ’80; a cambio privilegia la ensoñación y la hipnosis, formando una totalidad de connotaciones mántricas de abrumadora belleza. Walter Roblero

liars.jpg23. Liars – Liars (Mute)

Liars se afianza como una banda de sensibilidad pop cuyos recursos están a la mano y son de otras épocas, pero que logra bajo una mezcla atemporal, aguerrida, y también distante, un resultado genuino en su contexto. Un disco escéptico, que no quiere deslumbrar, pues sus canciones funcionan mejor desde un diálogo personalizado. Andrés Acevedo

grinderman_album.jpg22. Grinderman – Grinderman (Mute/Anti)

Con el antecedente esperanzador de Abbaitor Blues/ The Lyre Of Orpheus (Mute, 2004), un disco doble algo sobrecargado, pero con indicios de la garra del ex salvaje; Cave da el golpe maestro y crea una versión reducida de su banda, cambia de nombre y logra lo que Bowie soñó (y no consiguió) a fines de los 80s: la resurrección en formato grupal. Porque eso es Grinderman, la unión de Cave con sus compañeros en los Bad Seeds, Martin P Casey (alguna vez en The Triffids), Jim Sclavunos (batería de los primeros Sonic Youth) y Warren Ellis (cerebro de Dirty Three) para acordarse de los años de enojo y nihilismo. Incluso para tomar, de forma inédita, una guitarra y guardar el piano para mejores ocasiones. (…) Si bien nadie está hablando de una vuelta al sonido de Birthday Party o de sus primeros discos de Bad Seeds (las letras tampoco tienen esa agresividad), queda claro que Nick Cave ha optado por el riesgo con buenos resultados. Era cosa de abandonar la pieza del hotel y dirigirse al subterráneo. Jorge Acevedo

wilco.jpg21. Wilco – Sky Blue Sky (Nonesuch)

Muy pocas bandas logran crear un sonido propio a partir de la devoción, pero Wilco lo ha logrado otra vez y Sky Blue Sky suena como un caleidoscopio donde los matices y las posibilidades son múltiples. Trabajos como éste, ponen de manifiesto todo lo que una banda debería crecer entre disco y disco. Aquí convergen las aguas de todos sus trabajos anteriores y todo el afán por registrar, con dignidad, el sonido de tiempos mejores. El cielo es azul como antes y (Robbie) Robertson sigue sonriendo. Enrique Moraga