Gráfica: Ignacio Mardones

Treinta personas. Sesenta oídos. Cuarenta y cinco discos. Tras un arduo debate y varias semanas de concienzuda selección, la siguiente es la primera parte de los mejores discos del 2009, según nuestro equipo. Que la disfruten.

La labor del crítico musical no es fácil: la mayor parte del tiempo, se peca de soberbia al momento de reseñar un disco, lo que de seguro nos lleva a tener más enemigos que amigos. Creemos saberlo todo, que nuestra opinión tiene más mérito que la de los demás y -a veces, rayando en la infantilidad- sacamos a relucir documentos, referencias, discos y rebuscados argumentos que sólo nosotros decimos conocer. Todo para justificar lo injustificable: el por qué nos gusta un disco.

En todo sesudo análisis que realizamos, tendemos a olvidar lo que estos álbumes nos causaron durante el año -al final, la verdadera razón por la cual los incluimos en nuestras listas personales-: esas canciones que nos hicieron bailar hasta que no nos dieron más los pies; las que nos emocionaron al punto de pararnos los pelos y aquellas que nos sirvieron simplemente de compañeras durante un viaje en bicicleta o en la comodidad de nuestro hogar.

Dicho lo anterior: ¿cómo armar un listado con “lo mejor” del año y dejar a todo el mundo contento? Al staff de Super45 no le alcanzó con un par de pizzas desabridas, unas cervezas tibias y unas cuantas risotadas para satisfacer todas las opiniones. Se alzaron voces furiosas por el resultado final. Algunos basurearon el acuerdo alcanzado. Dijeron que se perdió la mística de este humilde sitio. Que era desastroso el consenso al que se había llegado. Sí, estimados lectores: aunque cueste creerlo, terminamos convirtiéndonos en críticos de nosotros mismos.

Ya con los ánimos reposados y mirando con calma este listado, algunos se dieron cuenta que, más allá de cualquier diferencia, los discos aquí incluidos fueron un fiel reflejo de lo que ocurrió durante el año y de las visitas que recibimos. Los recitales de No Age y Sonic Youth, están estampados acá por un conjunto de discos tan ruidosos como experimentales. El pop sofisticado de Jens Lekman tiene en esta lista un contrapunto en discos cálidos, irónicos y melancólicos. La psicodelia ensoñadora de High Places, salpicó varios momentos de este año musical. El largo brazo de Warp queda aquí representado por trabajos de electrónica cautivante (y atemorizante). Incluso hay discos bailables y hedonistas, para que no digan que olvidamos el cuestionado DJ set de Justice.

Aún así, este resumen del año no es para dejar satisfecho a nadie. Ya lo dijimos: ni siquiera a nosotros nos dejó contentos del todo. Y eso sólo podría significar que estamos haciendo las cosas bien. Que en Super45 hay criterios variados, pese a que algunos insisten en decir lo contario. Que motivamos discusiones, peleas y hasta despertamos algunas pasiones. Para el próximo año, esperamos que sus opiniones sean tan encendidas y constructivas como las han sido hasta ahora. Por lo pronto, aquí tienen 45 razones para seguir peleando, discutiendo y, sobre todo, disfrutando de lo que más nos gusta a todos: la música. De eso se trata todo esto, ¿no?

Por Gabriel Pinto y Rodrigo Ferrari

Los 45 mejores discos del 2009 según Super 45: Primera Parte

45.- Memory Tapes – Seek Magic (Sincerely Yours)

Establecidos en New Jersey pero fichados por los respetables Sincerely Yours suecos, Memory Tapes suena a algo que ya se escuchó antes. Esa combinación de beats, sintetizadores, voces aéreas con una fuerte dosis de bajos y guitarras con flanger parece al principio el eco de alguna fiesta hip donde Cut Copy era la novedad (…) Desde ahí se entiende una cualidad extrañamente orgánica que sobresale en Seek Magic. Los bajos se toman el primer plano y si bien es el ritmo es rápido, los sintetizadores le dan un aire casi contemplativo. Con la aguda voz de Dave Hawk arriba, es un disco de canciones más aptas para disfrutar cuesta abajo en bicicleta que bailando con la mirada perdida. (Por Carmen Duarte)

44.- tUnE-YaRdS – BiRd BrAiNs (Marriage Records)

Un grabador Sony, un programa de código abierto para editar audio y su ukelele como principal instrumento fue todo lo que necesitó Merrill Garbus para armar su disco debut. En 11 canciones de intensa emocionalidad lo fi, Garbus (o tUnE-YaRdS, su nombre artístico) le da una vuelta de tuerca ese folk primario, infantil y bizarro que gente como Devendra Banhart, Joanna Newsom, CocoRosie o la revitalizada Vashti Bunyan, exploraban en sus primeros discos (…) A diferencia de los mencionados, en BiRd BrAiNs no hay tanto un deseo por rescatar el sonido tradicional/hippie (norte)americano, sino más bien un esfuerzo noble de experimentar sobre él. (Por Gabriel Pinto)

43.- Sally Shapiro – My Guilty Pleasure (Paper Bag)

Sally Shapiro ha regresado. Si su estreno llamó la atención por la cándida sutileza en que la voz se movía en beats que dejaban mucho espacio, en My Guilty Pleasure llevan ese allure de sintetizadores europeos al extremo. Con ese aire tristón que evoca tanto pulverizadoras penas de amor como la sensación de sobreviviente nuclear de querer intentarlo de nuevo, las canciones ahora son más estructuradas y efectistas. Natural para un disco de amor, pero que deja con la sensación que esta vez Sally Shapiro -la mujer, el productor y la banda- ya no quieren conmover en un gesto melancólico sino que hacer llorar. Con hipo. (Por Carmen Duarte)

42.- Kings of Convenience – Declaration of Dependence (EMI)

Esta vez, Kings of Convenience parece haber movido el foco y haberse concentrado en hacer canciones más directas. Lo que -para alivio de muchos- no suena demasiado distinto que las veces anteriores, simplemente más expuesto y mejor ejecutado (…) En Declaration of Dependence ya no todo es amor ni víctimas lánguidas que son tomadas por sorpresa. Esta vez aparecen dos sujetos que son capaces de causar dolor, ser impredecibles o simplemente decir la verdad. Lo que los hace sonar mucho más como singersongwriters que como un par de habilosos rompecorazones y les sienta tan bien como sus tenidas playeras de la portada. (Por Carmen Duarte)

41.- Noah and the Whale – The First Days of Spring (Mercury UK)

The First Days of Spring se presenta como un disco nostálgico y elegante, con las pretensiones suficientes como para además convertirse en una película, lanzada posteriormente al álbum en un DVD de lujo. Los ocasionales arreglos orquestales, con coro, piano y cuerdas incluidos, con su aire retro a serie pastoril de los años setenta, son aquí un acierto (…) Noah and the Whale posee, ahora, temas que harán palidecer de envidia a Stuart Murdoch, con influencias marcadas por el sonido reverberante de las guitarras de Mick Turner y David Pajo. Si bien en sus inicios fueron abucheados por parte de la crítica, ésta deberá comerse sus palabras una por una. (Por Rodolfo García).

40.- Jason Lytle – Yours Truly, The Commuter (Anti)

Aleluya para los seguidores del ex líder de Grandaddy. Aparece su debut solista y los resabios a la obra maestra de los de Modesto, The Sophtware Slump (V2, 2000), se hacen sentir (…) Pop, country, baladas, folk son los diversos caminos que va tomando en estas composiciones de gran calidad que irradian calidez y se dejan querer por su melodía y el muy buen trabajo en producción (…) A piano y voz se desliza en “This song is the mute button” hasta llegar a lo más sublime y quintaesencia de su concepto musical, que puede oírse en la notable “Rollin’ home alone”. Un gran trabajo hecho por una estrella de lo no convencional. (Por Rodrigo Salinas)

39.- Deerhunter – Rainwater Cassette Exchange EP (Kranky)

A menos de un año del aclamado lanzamiento de Microcastle (Kranky, 2008), Rainwater Cassette Exchanche confirma la tendencia art-pop ya desarrollada por Bradford Cox: explorar en profundo -y en no más de 15 minutos- pasajes llenos de nostalgia y evocaciones profundas (…) De esta forma, entrega la continuidad necesaria para entender el contexto nostálgico de esta obra, cuyos puntos álgidos y desbordantes llegan en “Disappearing Ink” y “Famous last words”, dos piezas que se transforman en fundamentales para comprender el mundo de un compositor cada vez más esencial.. (Por Rodrigo Jara)

38.- Cómo Asesinar a Felipes – Un Disparo al Centro (Potoco Discos)

Un Disparo al Centro es un disco oscuro, lleno de samplers que hacen referencia a situaciones angustiosas, preguntas introspectivas e inquietantes reflexiones. En un lúcido diálogo con ellas, los versos de Koala Contreras se enfrentan a esta sensación de pesar, obligando al oyente a poner atención a cada frase y así, sólo así, encontrar la luz al final del túnel. ¿Qué si CAF han hecho un mejor disco? No. Porque esta banda no es CAF, al menos no son los mismos Felipes del primer disco: esos murieron. Acá hay unos Felipes que renacieron. O, mejor aún: que sobrevivieron (Por Gabriel Pinto).

37.- Wavves – Wavvves (Fat Possum)

Wavvves es un disco repleto de ruido, espontaneidad y melodías que siguen desde la baja fidelidad al excéntrico y divertido pop de Brian Wilson mezclado con la naturalidad de The Vaselines y la envergadura sonora de Sonic Youth. Esa noventera y atractiva fórmula de noise-pop experimental los acerca a la propuesta de No Age, aunque Wavves se desplanta con menor candidez y mayor desenfreno vocal para deconstruir las premisas dulzonas en que parece basarse él mismo y lograr finalmente una perfecta y enorme avalancha de ruido. (Por Tote Valenzuela)

36.- PJ Harvey & John Parish – A Woman A Man Walked By (Island/Universal)

Repitiendo la manera en que se compuso Dance Hall At Louse Point (Island, 1996), no se podía preveer que A Woman A Man Walked By fuera un disco tan desgarrador como intenso. No sólo porque John Parish se ha sacado de la manga un puñado de melodías que superan incluso las conseguidas en su tremendo How Animals Move (Island, 2002), sino porque la voz de PJ Harvey es el perfecto complemento para ellas (…) Son sinuosas invitaciones a llorar, a lamentarse, a entender el amor. Es la visión de dos músicos que saben encontrar lo esencial para hacer grandes discos… y si es necesario un nuevo hiato de 13 años para que vuelvan a firmar algo en conjunto, más vale esperarlos. (Por Gabriel Pinto)

35.- Dan Deacon – Bromst (Carpark)

Si la música fuese una ciencia, Dan Deacon sería el ejemplo del científico loco que decidió focalizar su mente única hacia experimentos más convencionales (…) En Bromst, las canciones (?) son bastante más largas, lo que les permite ir ganando en fuerza desde la calma, para terminar en un hermoso y elaborado caos. La mejor demostración –empírica, si así lo quieren– de que todavía hay gente que juega con elementos, fórmulas y ecuaciones que el mundo de la música todavía no conoce. Sí, si esto fuese ciencia, de seguro habría más de un premio para Deacon a fin de año. (Por Nico Castro)

34.- jj – jj n° 2 (Sincerely Yours)

jj n°2 es un disco de amor brevísimo. Que en las bases suena a loops que mezclan beats de ritmos más bailables con arreglos de cuerdas (…) Sobre ello, está la voz de esta jj que canta con un efecto eco que hace que suene suave y lejana. Y tratándose de amor, el resultado es una piel de gallina contemplativa con un pie que se mueve al ritmo de los beats. En “From Africa to Malaga” -una de las canciones que debieran hacernos recordar lo bueno de este 2009- jj canta de lo fácil que es creer que cuando se está en suelo nunca se volverá levantarse. Lo que parece una perogrullada, en la canción se transforma en algo parecido a tener esperanza. (Por Carmen Duarte)

33.- Tonossepia – Happy Habibi (Modismo)

Luminoso en su totalidad, Happy Habibi coquetea con progresiones rítmicas (“Canción de los primeros pigmentos”), flirtea con bases dance (“Happy habibi te ves más feliz”) y enamora con dulces melodías que se encumbran sobre pulsos rap (“Parlante al curry”). Y aunque por momentos los temas de este trabajo puedan parecer algo extensos –varios sobrepasan los 5 minutos de duración– lo cierto es que este Tonossepia más feliz, más enamorado y más maduro, permite que cada canción (aún en su aparente monotonía) sea disfrutada como un “happy habibi” personal, que recorre los oídos, el cuerpo y, por qué no, también el corazón. (Por Gabriel Pinto)

32.- Ben Frost – By The Throat (Bedroom Community)

By The Throat es un poderosísimo disco instrumental, como pocos se oyen hoy en día, y que alcanza un status asfixiante a través de un juego de tensiones y calmas. Sonidos barrocos de guitarras acústicas, vientos, cellos y clavicordios distorsionados chocan con intervenciones abrasivas, metálicas e industriales conjugadas con una serie de sonidos orgánicos que interpretan (de forma muy tópica, eso sí) a seres amenazantes dentro de esta pequeña pero ambiciosa épica (…) Un disco que fácilmente te puede arruinar el día pero que mórbidamente te impide cambiarlo o apagarlo. Una de las experiencias musicales más estremecedoras del 2009. (Por José Luis Báez)

31.- Micachu – Jewellery (Rough Trade)

Micachu es Mica Levi. Acompañada de The Shapes edita Jewellery, un disco de art-punk. O bien, un disco de folk. También es un disco que se acerca al a la indietrónica, el grime, el jazz y un largo etcétera estilístico. Pero antes que todo, es un ejercicio práctico del DIY: samplers artesanales e instrumentos creados en casa enmarcados en un sonido lo-fi, con un cierto sentido de lo inmediato y lo urgente (…) Un diamante en esa caja llena de joyas vanguardistas, refrescantes y experimentales a la que alude el título de este disco. (Por Gabriel Pinto)

30.- Jim O’Rourke – The Visitor (Drag City)

The Visitor, la sinfonía folk 2009 de Jim O’Rourke, puede muy bien ser lo más ambicioso -en términos compositivos- que le escuchemos en algún tiempo (…) Guitarras campiranas, el piano como hilo conductor, el clarinete para dar el toque jazz, la batería controlada pero inquieta y esos juegos repetitivos de notas en guitarra acústica que fueran la base de Bad Timing (Drag City, 1997). Más allá de lo que el ex Sonic Youth nos privó en letras, es un temporal regreso en muy buena forma a terrenos estrictamente compositivos y un respiro a sus actividades cacofónicas a las que de seguro volverá prontamente. (Por Jose Luis Báez)

29.- Sonic Youth – The Eternal (Matador)

Sonic Youth despacha en The Eternal uno de sus discos más directos y abrasivos. El quinteto de Nueva York sabe como reinventarse tras casi 30 años de trayectoria con un olfato innegable por melodías ruidosas y plagadas de texturas de corte experimental. Esta vez, el sentido de la inmediatez se aleja de una tendencia hacia la abstracción que la banda venía desarrollando desde A Thousand Leaves (1998), y se acerca a canciones más cuidadas y luminosas (…) The Eternal queda como el celebrado regreso de Sonic Youth a las ligas independientes, tras terminar 20 años de carrera en la multinacional Geffen. (Por Rodolfo García).

28.- Woods – Songs of Shame (Shrimper/Woodsist)

El sabor de la madera distorsionada y ruidosa que propone Woods en Songs of Shame los ubica de lleno en los nebulosos y poco indagados espectros del folk leído desde la baja fidelidad, dándole a ese espíritu hippie y musgoso una sensación de provocación que evoca un sonido cercano a Fleet Foxes y reunido con la amable desprolijidad y candencia cercana a Violent Femmes y Captain Memphis (…) Una fórmula borrascosa y atractiva que se explaya en temas como “To clean” o “Born to lose”, y se llena de espaciosidad campestre en el derroche de psicodelia y constancia que proponen durante diez minutos en “September with Pete”. (Por Tote Valenzuela)

27.- St. Vincent – Actor (4AD)

Actor posee varias características de un musical, por la forma lírica que emplea a veces, aunque bajo la forma que podría darle un Stereolab en estado de delirium tremens. La voz de Annie Clark se impone con elegancia en medio de elementos próximos a una banda sonora clásica de los cincuenta y sesenta (…) Un disco cautivante, tanto en sus aires épicos como en sus detalles. Lo nuevo de St. Vincent desconcierta, también, como en sus citas a un funk quebrado digno de Prince, evocado y destruido en “Marrow” con una energía casi industrial. (Por Rodolfo García)

26.- Dinosaur Jr. – Farm (Jagjaguwar)

Dinosaur Jr apunta al grano en Farm, con una fuerte dosis de rock and roll. “Friends” y otro par de temas poseen hasta riffs de hard rock que no le vendrían mal a algún disco de Cheap Trick (…) Los solos (horror) de “Said the people” son obvios en su condición, tal como los arpegios que los siguen, pero son de esos que dejan mal, helado, inserto en sí mismo. Las apariencias engañan y Dinosaur Jr aún sabe manejar la montaña rusa emocional. Farm es un álbum que siempre ofrece sorpresas a descubrir y una buena dosis de veneno embriagante. (Por Rodolfo García)

25.- Antony and the Johnsons – The Crying Light (Secretly Canadian)

Por segunda vez consecutiva, la firma de Antony and the Johnsons figura en un álbum cuya calidad se condice con su exigencia. Canciones como “Aeon”, “Kiss my name” y “Everglade” pueden ser disfrutadas por separado, pero su abrumadora belleza demanda que sean degustadas en bloque, para no sucumbir ante la avalancha emocional que implican. Éste no es sólo un disco, es también la buena noticia de saber que hay un genio que camina en una calle asfaltada por él mismo. Y sin mirar hacia los lados. (Por Andrés Panes)

24.- We Were Promised Jetpacks – These Four Walls (Fat Cat)

Entre cuatro paredes surgió esta maravilla de debut de los escoceses We Were Promised Jetpacks. Un novel cuarteto de Edimburgo que, a través de su sitio en MySpace, fue descubierto por Fat Cat al andar intruseando los contactos de sus compatriotas Frightened Rabbit (…) Con atisbos de raíces punk, pasando por el pop y el emo tradicional americano, estos chicos la rompen desde un comienzo con una potencia deslumbradora y emotiva. Indie rock de grueso calibre que los puede asimilar a lo que hacen The Twilight Sad y Editors, pero con un grado de contundencia y estremecimiento mucho mayor. (Por Rodrigo Salinas)

23.- Danger Mouse & Sparklehorse – Dark Night of the Soul (Autoedición)

Dark Night of the Soul retoma el halo atmosférico dejado por Sparklehorse en Dreamt for Light Years… (2006): guitarras calmas y cálidos acordes de piano acompañados de suaves glitches eléctricos y ligeras distorsiones en la voz. Y en medio de todo, letras de claroscuras temáticas que, en boca de los invitados, toman un nuevo sentido. El potente desgarro emocional en voz de Black Francis (“Angel’s Harp”); el resucitado Jason Lytle aportando dosis de dulce melancolía (“Jaykub” y “Everytime I’m With You”); o el brillo de la angelical voz de Nina Persson (“Daddy’s Gone”) aportan un nuevo matiz a la telaraña íntima que se teje en la oscura alma de su autor. (Por Gabriel Pinto)

22.- Junior Boys – Begone Dull Care (Domino)

Begone Dull Care, el tercer LP de los canadienses Junior Boys, no se hace notar por su música, ni tampoco por la variedad de instrumentos y recursos empleados, sino porque confirma una labor que viene construyendo la banda desde sus inicios: la de alcanzar la pulcritud a través de un trabajo extenso. No hay voz por sí sola que hable, ni instrumento que conjugue melodías sin el otro. Cada canción detalla una parte de la gran historia; cada tema se desenfrena por encontrar su lugar en medio del disco que es sinónimo de creación total. (Por Manuela Ovalle)

21.- Oh No Ono – Eggs (Morningside Records)

La única manera de explicar el complejo e intrincado conjunto de estilos que se intercalan a lo largo de los diez tracks que componen el segundo y más logrado disco de los daneses Oh No Ono, es el hecho de que cada uno de sus cinco integrantes provienen de géneros tan diversos como convergentes. Eggs es fiel reflejo de una tradición escandinava marcada por elaborados y detallados arreglos musicales que han caracterizado a generaciones de bandas que se han bañado a orillas del Mar Báltico. Uno de los mejores descubrimientos del año. (Por Rodrigo Ferrari)