Gráfica: Ignacio Mardones

Sin mayores rodeos, les entregamos la segunda parte de los mejores discos del año según nuestro sitio. Esperamos que lo disfruten y esta selección pueda marcar un espacio para el debate entre nuestros lectores. Feliz año nuevo y nos reencontramos el 2010, con mucha más música y novedades.

Revisa las posiciones 45 a 21 haciendo click aquí.

20.- Phoenix – Wolfgang Amadeus Phoenix (Glassnote/Loyauté)

Sofisticación y frescura era la ecuación básica en el sonido de los primeros discos de Phoenix, pero en Wolfgang Amadeus Phoenix superan sus propios parámetros y se desprenden, minuciosamente, de las etiquetas. Razones sobran para decir que este álbum es lo mejor que se le ha escuchado a los franceses hasta la fecha, pero la más notable de ellas es la realineación de Phillipe Zdar, de Cassius, en la mezcla -quien ya había colaborado en el estupendo United (2000)- (…) Un gran paso para la banda que distingue la sofisticación versus el exceso de autocontrol. (Por Camila Rioseco)

19.- Mayer Hawthorne – A Strange Arrangement (Stones Throw)

Sobran referentes para empezar a hablar de A Strange Arrangement, el debut del californiano Mayer Hawthorne: Curtis Mayfield, The Stylistics, The Four Tops, Solomon Burke y Marvin Gaye (…) Pero este racconto estilístico que se encuentra presente en el trabajo de Hawthorne, en vez de ser una desventaja, suma por montones. Entre cuidados arreglos de bronces, el groove de la batería y los juegos de voces propios del soul, el californiano se despacha 34 minutos de cadenciosas canciones de amor dotadas con ese swing tan propio de la época dorada de Motown. Porque está claro que a eso juega Hawthorne: a emocionar y llorar. (Por Gabriel Pinto)

18.- The Flaming Lips – Embryonic (WEA/Reprise)

Wayne Coyne se ha encargado de explicar que la elección de hacer un disco doble fue más producto del azar a querer asimilarse -a lo menos conscientemente- a clásicos discos dobles como los de Led Zeppelin o Pink Floyd. Como si de una jam session en ácido se tratara, esta vez las armonías de Coyne se emparentan más con Tago Mago de Can que con Animal Collective (…) Si hay algo que, esta vez inconscientemente une a este disco con los experimentos de los ’60 es ese entusiasmo progresivo de tratar de llevarnos a lugares extraños, raros y freaks. El lograrlo en épocas de emepetrés y descargas por Internet es, sin ninguna duda, una buena y agradable gracia. (Por Claudio Ruiz)

17.- Japandroids – Post-Nothing (Unfamiliar/Polyvinil)

La adolescencia suele ser la época que uno revive con nostalgia, recordando los días en que las preocupaciones y responsabilidades eran pocas. Pero normalmente ese sentimiento está lleno de idealismos, clichés y actitudes vergonzosas. De alguna manera, con Japandroids, esto último no ocurre. Porque, si bien Post-Nothing está lleno de esa nostalgia e insolencia teen, la fórmula resulta altamente exitosa y evocadora. Escuchar Post-Nothing (…) es imaginarse tocando con un amigo, con la urgencia de que afuera del garage/estudio hay toda una vida esperando para ser disfrutada al máximo. (Por Nico Castro)

16.- Tortoise – Beacons of Ancestorship (Thrill Jockey)

Indiscutiblemente Beacons of Ancestorship se generó como una reivindicación de Tortoise a los nuevos tiempos, donde fueron recuperados los elementos distintivos del pasado y direccionados estratégicamente. Atrás quedaron los constantes cambios de texturas en las composiciones para dar paso a estructuras más simples y directas, pero que no dejan de estar acotadas por las barreras que ellos mismos se han impuesto por años (…) La banda genera una de las obras más destacadas de su catálogo, pero con el sello único de una vieja máquina que sabe enfrentar el futuro y lo hace redescubriéndose a sí misma. (Por Rodrigo Jara)

15.- Matías Aguayo – Ay Ay Ay (Kompakt)

El origen latino de Matías Aguayo es una influencia a la hora de encontrar nuevos recursos y lo llevan a desarrollar una orquesta de ritmos tribales. El tema que inicia la placa, “Menta Latte”, o el primer single del disco, “Rollerskate”, demuestran el juego de posibilidades que se ha dado la libertad de desarrollar (…) Si bien es posible encontrar ciertas estructuras que terminan por monotonizar el sonido, el juego de este productor nacido en Chile logra su objetivo de llevar su sonido al polo menos convencional, más efusivo y espontáneo de la música electrónica actual. (Por Rodrigo Jara)

14.- Dirty Projectors – Bitte Orca (Domino)

Bitte Orca se nota forjado desde la rebeldía a la convención de la canción tradicional a la vez que hecho con un palpable amor por crear un ambicioso pop diferente y de sello único (…) La manera en que Dave Longstreth arma los acordes y fraseos -rápidos y espasmódicos- influenciados por sonidos de la música popular africana y siempre al límite de quedar fuera de los compases, dan la personalidad a las 9 canciones y logran uno de los propósitos del disco que, en declaraciones del propio Longstreth, era crear un híbrido entre su sonido propio y algo mas masivo como Timbaland, Led Zeppelin o The Beatles (…) Un disco consagratorio. (Por José Luis Báez)

13.- The Horrors – Primary Colours (XL Recordings)

Primary Colours es un capítulo aparte en el libro de The Horrors. Disociados de sus ínfulas satíricas, los británicos se graduaron –con honores y en tiempo récord- de una escuela que tenía como manuales de estilo a 4AD, Kevin Shields y el krautrock. Geoff Barrow, el hemisferio izquierdo de Portishead, fue el productor del álbum y su amor por los Silver Apples, evidenciado en Third, también se transfirió al ADN de los otrora caricaturescos ingleses. No existe otra explicación para la odisea llamada “Sea within a sea”, aquella hazaña de ocho minutos con la que el grupo vaticinó que sus ambiciones no conocían límites.(Por Andrés Panes)

12.- The Antlers – Hospice (Frenchkiss)

Una fijación de Peter Silberman por los hospitales marcó el punto de partida de Hospice, que narra el distanciamiento de una pareja y que termina con el protagonista viendo morir a Sylvia, su ex, por un fatídico cáncer (…) Desde el aborto que los separa hasta la muerte definitiva, Hospice logra una ecuación perfecta entre la intimidad que le faltó y lo épico que a ratos exudó Funeral, de Arcade Fire. Es cierto, los canadienses llegaron primero, pero hay que saber identificar cuándo se está ante el alumno aventajado de la clase. Y con joyas como “Two”, “Bear” o “Shiva”, este debut se ubica cómodamente entre lo mejor de 2009. (Por Nico Castro)

11.- Yo La Tengo – Popular Songs (Matador)

Popular Songs se pasea por lugares y sonidos muy diversos, pero siempre bien ensamblados cuando su construcción está a cargo del trío norteamericano. Esos que no permiten derroches para emparejar su música a distintas formas que pueden ir desde la iluminación del pop arreglado, simpático y bien peinado que suena en “If it’s true” a la quietud plácida de “By two’s” (…) Es el cénit de una banda que, lejos de las ambiciones de la industria, ha sabido mantener su identidad reuniendo el talento junto a la experiencia y el escepticismo necesarios para no desbordarse a sí mismos en la morbosidad de las modas pasajeras. (Por Tote Valenzuela)

10.- Fuck Buttons – Tarot Sport (ATP)

A poco más de un año de su bien recibido primer disco, Street Horrrsing, este dúo inglés plantea un nuevo horizonte en su música (…) Tarot Sport se convierte en una pieza fundamental del ruido de nuestros tiempos. Una enseñanza de cómo confabular las piezas para entregar emociones constantes bajo argumentos simples, certeros y a la vez perturbadores. Si Tortoise fue capaz de crear una referencia antagónica e inteligente en la música en los ’90, Fuck Buttons nos está invitando a un futuro tanto más prometedor. En 10 años más de seguro se estará hablando de esto. (Por Rodrigo Jara)

9.- Girls – Album (True Panther)

En Album, el ectoplasma de viejos vinilos vuelve a materializarse; hay tanto de Pet Sounds como de This Year’s Model, en un amasijo de influencias evidentes, pero asumidas sin culpa alguna y con absoluto desparpajo. Cortes como “Laura”, “Hellhole ratrace”, “Darling” y “Lust for life” tienen tanta vida propia que no necesitan comunicados de prensa para salir del paso airosos y con la frente en alto (…) Porque Girls es relajo, estío y resaca vacacional. Puro ocio concentrado en tardes sin hacer nada, pero pensando en todo lo que a un post-adolescente con el corazón roto le puede importar. Esos asuntos que inspiran a los discos imprescindibles de una temporada. Como éste. (Por Andrés Panes)

8.- The Pains of Being Pure at Heart – The Pains of Being Pure at Heart (Slumberland)

A los que lo vivieron en su momento ¿recuerdan qué les causó el oír por vez primera a My Bloody Valentine, Lush o The Jesus & Mary Chain? ¿No había allí frescura, vitalidad y un contagio de un “teen spirit” pre-Nirvana? (…) Pues el cuarteto neoyorkino The Pains of Being Pure at Heart (Los dolores de ser puros de corazón … ¡qué gran nombre!) reproducen en cierta forma aquellas nostálgicas impresiones, armados de un sonido básicamente pop con fuertes ingredientes shoegaze y noise que refrescan una escena que desde un par de años está retomando nuevos bríos. Y ciertamente los resultados son muy satisfactorios, tan así que pueden arreglarte el día con ese eco jovial que trasuntan. (Por Rodrigo Salinas)

7.- Bill Callahan – Sometimes I Wish We Were an Eagle (Drag City)

Sometimes I Wish We Were an Eagle posee texturas de cuerdas y un tempo pausado que engañan. Tras el universo en apariencia tranquilo de Bill Callahan se esconden una serie de elementos emotivos en el minimalismo de los arreglos y una madurez que dista de sus primeros intentos ligados al lo-fi más primitivo y nihilista. Pero conserva una asombrosa capacidad para escribir canciones, admirada por sus pares de Yo La Tengo y Cat Power (…) De la generación de Beck, (Callahan) ha sabido crear su propio estilo, expresado en total belleza en este disco, una de esas obras maestras que no se esperan, sólo llegan. (Por Rodolfo García)

6.- The xx – xx (Young Turks)

A pesar de ser formado por cuatro integrantes, lo primero que hay que destacar es que xx parece más un disco hecho por y para dos. En 11 canciones que funcionan de manera poco egoísta en la ecuación instrumental, casi sin querer los que se roban la película son Romy Madley Croft y Oliver Sim, que intercalan voces que rara vez sobrepasan el susurro (…) Si xx hubiese sido en EP con lo más granado de esta placa, estaríamos hablando acá de un trabajo prácticamente perfecto. Así y todo, gracias a un puñado de buenas canciones –“Crystalised” es uno de los mejores sencillos del año–, les basta y les sobra para instalarse cómodamente entre los favoritos del 2009. (Por Nico Castro)

5.- Grizzly Bear – Veckatimest (Warp)

Animal Collective, Fleet Foxes o Grizzly Bear han escuchado a Brian Wilson desde sus propios palcos para revestirse con su enorme genialidad y entender los códigos desde una perspectiva tan propia que no se repite entre ellos. Dicho esto ya no importa pensar a qué suena Grizzly Bear en Veckatimest. Con enorme ímpetu abren el disco con el pop experimental de “Two weeks” y dan por enterado que sólo queda disfrutar de delicados 10 temas que llenan los espacios con atmósferas y texturas provenientes de diversos espacios (…) La confirmación de que esa determinación por hacer canciones con autoridad y propiedad logra llevarlos, al fin, a la tierra de los consagrados. (Por Tote Valenzuela)

4.- Bibio – Ambivalence Avenue (Warp)

Ambivalence Avenue es un verdadero mosaico musical donde hay un género distinto en cada canción. Sonidos plásticos y orgánicos a través de r&b, funk, balada melancólica (atención con “Haiukuesque/When She Laughs”), 8-bit, pastoral, electrónica, ritmos y arreglos cercanos al hip hop, post-rock, experimental y pop que conjugados evocan una extraña mezcla de ruralismo y sofisticación citadina (…) Bibio demuestra que sabe lo que hace, combinando todos estos elementos musicales con notorio dominio de ejecución e integración, siendo más la convergencia que la ambivalencia el concepto detrás de las 12 canciones de un gran disco a tener en cuenta este año. (Por José Luis Báez)

3.- Animal Collective – Merriweather Post Pavillion (Domino)

Merriweather Post Pavillion, su sexto disco oficial, suena como todos los anteriores, y al mismo tiempo, como ningún otro. Con la experticia que les ha dado la experimentación sin límites en las fértiles tierras del pop electrónico, alcanzan un registro más equilibrado, sin dar tregua a los baches oníricos de antaño. Sus melodías adoptan la estructura convencional de una canción, aunque las apariencias engañen, tal como en su juguetona carátula (…) Desprejuiciados, visionarios, da lo mismo si son dos o tres músicos: Animal Collective se reinventa sin dificultades y, aunque la frase sea baladí para ellos, nos entregan su disco más accesible a la fecha. (Por Andrés Acevedo)

2.- Fever Ray – Fever Ray (Mute/Rabid)

Fever Ray ha derivado a tierras densas y lejanas, donde hay que adiestrar el oído y sumergirse en una niebla sonora que no es fácil de digerir (…) Los ritmos más eufóricos de The Knife acá se vuelven opacos y atmosféricos, y es desde esos rincones sombríos donde la sueca se retrotrae a lo tribal, a lo fantasmagórico. El viaje, amenizado por su inquietante voz andrógina, nos habla de cansancio y de miedos que se perciben en cada uno de los temas. La maternidad y los cuentos de hadas nórdicos toman forma en “If I had a heart” y “When I grow up”, los dos primeros singles del álbum. Muy recomendable. (Por Roberto Doveris)

 

1.- Atlas Sound – Logos (Kranky)

 

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¿Es Logos el mejor disco del año? Sin la carga solemne de Veckatimest de Grizzly Bear ni el exceso lúdico de Merriweather Post Pavillon de Animal Collective este primer puesto podría despertar más de alguna suspicacia. De entrada, no es un disco fácil: de melodías lánguidas y letras introspectivas, cuesta entrar en sintonía con lo que se escucha en Logos. Si a esto sumamos la contundencia de los discos que acompañan al trabajo de Bradford Cox en este listado (y la presión del medio a encumbrarlos a “lo mejor del año”), lo cierto es que otorgarle el número uno a Atlas Sound puede ser algo arriesgado.

Sin embargo, los temas que componen este trabajo son argumentos de sobra para justificar este primer lugar. Cercanas al dream-pop, la sicodelia y el krautrock – con arreglos que recuerdan lo conseguido por Cox y compañía en el segundo trabajo de Deerhunter, Cryptograms (2007) – las 11 canciones de Logos son hermosas piezas de pop etéreo que conmueven con la escucha. Como “Quicktime canal”, con Laetitia Sadier de Stereolab, que aún en sus 8 minutos y medio de duración se hace inmensa. O “Walkabout”, con Noah Lennox, que recorre toda la distancia existente entre el Pet Sounds de los Beach Boys y el Loveless de My Bloody Valentine. También está “Sheila”, una de las mejores canciones del año, que se debate entre la candidez de Mazzy Star y la lucidez de Vashti Bunyan. O “An orchid”, “Criminals”, “Kid klimax”…

Respondiendo la pregunta que abre este texto: sí, Logos es el mejor disco del año. No porque represente la música del futuro ni tampoco porque sea un homenaje a la música del pasado: más bien es un disco atemporal, que fluye constantemente a lo largo de su escucha. En palabras del propio Bradford Cox, Logos no es tanto un viaje personal como el viaje de otros. Otros que bien podemos ser quienes escuchamos el disco y nos dejamos llevar por él para sentirnos fuera de lo cotidiano. (Por Gabriel Pinto)