Mark Lanegan Band en vivo
Jueves 12 de abril
Centro Cultural Amanda

Fotos: Orlando Robles

Han pasado menos de dos años desde la última visita de Mark Lanegan a nuestro país, pero Blues funeral (4AD, 2012) y su banda, son la excusa perfecta para aceptar esta invitación. La tentación de escuchar al bardo bajo el manto de su combo, es drástica y fulminante.

El formato de su nueva visita me animó a cruzar medio Santiago para llegar al Centro Cultural Amanda, donde Lanegan ofició una ceremonia absolutamente memorable. Incendiaria, subyugante y abrasiva, engrandeció sus visitas anteriores y superó cualquier expectativa gracias al acompañamiento preciso de cuatro músicos sobre el escenario; guitarras, bajo, batería y teclados.

Una banda tan estática como él, pero absolutamente eficiente a la hora de recrear el nuevo universo del grupo. Ese espacio donde las texturas de los teclados y las programaciones, abren nuevos caminos para la voz y otorgan una sensibilidad mucho más sónica y pop al sonido más bien costumbrista de su obra.

Sin siquiera saludar, la banda entró al escenario y comenzó una comunión que solo sería interrumpida por la rápida presentación de Mark a su banda y por un único, escueto y brutal encore. El directo, subrayó los puntos más álgidos de Bubblegum (Blanco y negro, 2004) y del espectacular Blues funeral, con paradas nada azarosas en clásicos del porte de “Resurrection song”, “One way Street”, “Pendulum” o “Crawlspace” de Screaminng Trees.

El setlist apuntaba directamente a ciertas canciones, a la coherencia de un discurso que solo consigue explicar su presente contextualizándolo con su pasado. Regurgitaron ruido y tensión eléctrica, blues pantanoso y rock celeste, cielo e infierno por partes iguales. Tom Waits y Howlin’ Wolf ladrándole a un frasco de pastillas.

En casi hora y media, Lanegan, le devolvió peligro, elegancia y sudor a esa veta rock que parece extinta. Canciones de resistencia emocional, militantes en las sombras y en la indolencia más pura, que de alguna extraña forma, en la saliva del trovador maldito, terminan haciéndose más humanas y reales.

MarkLanegan y su banda triunfaron en un juego que muy pocos se atreven a jugar en estos tiempos y que me gustaría llamar “rock con pelotas”. Él y su banda nos hicieron recordar que la inocencia sirve sólo para ser pervertida y que esta, se puede perder más de una vez.