Cuesta creerlo, pero ya se han cumplido diez años desde el día en que este músico estadounidense decidió partir de esta vida que alguna vez consideró maravillosa pero terminó siendo demasiado abrumadora para sobrellevarla. En este artículo repasamos su vida y obra.

Nacido el 9 de septiembre de 1962 en Arlington, Virginia, en el seno de una familia dedicada a la minería del carbón, desde pequeño Frederick Mark Linkous tuvo muy claro que no quería seguir la tradición laboral, por lo que hizo de la música su obsesión y su refugio. El divorcio de sus padres, cuando tenía 13 años, afectó su conducta y, para espanto de su familia, comenzó a juntarse con una pandilla local de motociclistas. No pasó mucho tiempo antes de que fuera enviado a vivir con sus abuelos maternos a la ciudad de Charlottesvile, donde asistió a la secundaria Albermarle. Según sus palabras, la única razón por la que siguió asistiendo a clases era porque ahí podía ver a sus amigos. Eso, además conseguir el alcohol y la marihuana que consumía en cantidades industriales durante su adolescencia.

Iniciada la década de los 80s y luego de terminar sus estudios, Mark se trasladó a New York, donde comenzó a dar sus primeros pasos en la música con la banda Dancing Hoods, que se completaba con Bob Bortnick (voz, guitarra), Don Short (batería) y Eric Williams (bajo).  Con tres trabajos editados entre 1984 y 1988, fue su primer álbum 12 jealous roses (1985, Relativity) el que llamó la atención de la crítica, además de contar desde el día 1 con fans como The Del Fuegos y The Replacements. “Baby’s got rockets”, un single de su segunda placa Hallelujah anyway (1988, Relativity) logró cierta rotación en las radios universitarias y en el programa 120 Minutes de MTV. Con la esperanza de alcanzar mayor repercusión, la banda partió con camas y petacas a Los Angeles, California, pero el proyecto no resultó y Dancing Hoods eran historia pocos meses después.

Tras la disolución de la banda, el bueno de Mark regresó en 1989 a su estado natal, harto de la movida de Sunset Strip, la laca y los pelos escarmenados que parecían dominarlo todo: “Me harté de la escena de Los Angeles, era repugnante. El glam rock estaba en su momento más alto y se suponía que bandas como Poison eran importantes”. Su objetivo principal era intentar desengancharse de su adicción a las drogas, y aunque se planteó dejar la música, no se quedó de brazos cruzados y formó The Johnson Family, rebautizados poco después como Salt Chunk Mary. Tras varios años de editar solo demos, y de codearse con bandas como Cracker (chequeen su álbum de 1993 Kerosene hat, donde Linkous co-escribió la canción “Sick of goodbyes”) nuestro nombre se retiró para iniciar Sparklehorse con el álbum Vivadixiesubmarinetransmissionplot (1995, Capitol) un título que surgió de un sueño sobre un rudimentario submarino imaginario piloteado por el general Robert Lee, con una banda de dixieland a bordo, cuyo sonido se distorsionaba con la presión del agua; aún más obvio, es un guiño inequívoco al Swordfishtrombones (Island, 1983) de Tom Waits, músico que logró reencantar a Linkous con obras como Bone machine (1992, Island) y Rain dogs (1985, Island).

Los primeros esbozos de este disco se iniciaron cuando su amigo David Lowery (Camper Van Beethoven, Cracker) dejó un portaestudio de ocho pistas en casa de Linkous. Echando mano a canciones de la época de Salt Chunk Mary (“Someday I will treat you good”) como a otras compuestas horas antes de ser grabadas, casi sin darse cuenta dio forma a una obra con un sonido propio y cautivador, en donde evitó caer en clichés y prefirió usar elementos como mensajes telefónicos (es la voz de su madre la que se escucha en la preciosa “Spirit ditch”) o el sonido de una guitarra conectada a un amplificador estropeado  en “Ballad of a cold lost marble”. En algunas canciones utilizó una batería electrónica, y como tomadura de pelo a costa de la marca del aparato, incluyó en los créditos a “Al Esis” como baterista.

Triste y luminoso a partes iguales, la mezcla de folk, country, rock y pop de este debut fue el colchón sonoro perfecto para las reflexiones de Linkous sobre la vida misma, que comenzaron a cosechar adeptos gracias a sus presentaciones en vivo, para lo cual Mark se rodeó de una banda cuyos integrantes rotaron constantemente, dejándolo a él como único miembro estable.  Los méritos de este debut fueron suficientes para que Radiohead se los llevaran de teloneros por Europa en 1996, gira que fue abortada a poco de empezar: Tras un concierto en Londres, Linkous ingirió una mezcla de antidepresivos, Valium y alcohol que lo dejó inconsciente por 14 horas en su habitación de hotel, de rodillas en el piso y con sus piernas soportando todo el peso del cuerpo, interrumpiendo la circulación sanguínea. Internado de urgencia en el hospital de St. Mary, requirió varios meses de tratamientos y cirugías y uso de silla de ruedas para salvar sus piernas, que si bien recuperaron su movilidad, nunca volvieron a tener la misma fuerza.

En 1998 apareció Good morning Spider (Capitol), álbum que significó la evolución natural respecto del debut. La utilización de loops, instrumentos de viento y sintetizadores dio forma a una mezcla de sombras y luminosidad en donde caben el rock distorsionado de “Pig”, pasando por el pop arriesgado de “Sunshine” hasta la sinuosidad de baladas como “St. Mary” (testimonio de su accidente y posterior recuperación). Para los no iniciados podría parecer un trabajo disperso, pero cada pieza está en su lugar y se complementa con las demás para formar un disco indispensable.

Dueño de un pedigrí que solo aumentaba con el tiempo, Linkous contó con invitados de lujo para It’s A wonderful life (Capitol, 2001). PJ Harvey, Vic Chesnutt, Nina Persson, John Parish y Dave Fridmann pasaron a saludar al estudio para ayudar a dar forma al disco más directo de Sparklehorse hasta ese momento. Menos luminoso pero más experimental que Good morning Spider, este disco continúa la senda de las maravillosas metáforas de Linkous, que apuntan hacia una idea central, expresada ya desde el título: Aunque a veces pueda ser una comedia de equivocaciones, la vida vale la pena ser vivida. Y este álbum vale mil veces la pena ser escuchado.

Terminadas las labores promocionales del disco, Linkous pasó varias temporadas ampliando su campo de acción: En 2003 coló una canción en el soundtrack de All the real girls (dirigida por David Gordon Green y protagonizada por Zooey Deschanel), al año siguiente ejerció de curador para el álbum The late great Daniel Johnston: Discovered covered (Gammon, 2004), homenaje colectivo al desaparecido cantautor californiano que incluye un disco de versiones a cargo de gente como M. Ward, Mercury Rev, Calvin Johnston, Gordon Gano, Teenage Fanclub con Jad Fair, Tom Waits y Sparklehorse con The Flaming Lips; más un segundo disco con las mismas canciones en sus versiones originales. Como productor, trabajó con Nina Persson (The Cardigans) en el debut de su proyecto A Camp (Stockholm Records /Universal, 2001), asesoró a Daniel Johnston en la grabación de Fear yourself (Gammon, 2003) y fue artífice del regreso de Azure Ray en 2009, además de dejar una canción grabada junto al rapero Sage Francis, que aparecería en el álbum Li(f)e (Anti-, 2010).

En medio de toda esa actividad, reactivó a Sparklehorse en 2006 con el fundamental Dreamt for light years in the belly of a mountain (Capitol), disco que es también una catarsis contra sus propios demonios, como la depresión que lo acechaba desde hacía varios años, las drogas que nunca pudo dejar y en el último tiempo, una afección renal que lo obligó a someterse a diálisis. La portada, un collage del artista Robert Pokorny, funciona como una metáfora de los sonidos contenidos en el disco, donde nuevamente volvió a colaborar con Tom Waits, además de Steven Drozd (baterista de The Flaming Lips) Christian Fennesz y Danger Mouse, productor responsable de que esta obra llegase a buen puerto. Tan abrasivo como delicado, el disco transcurre entre baladas y estallidos guitarreros que desembocan en el tema que le da título, una extensa composición de casi 11 minutos que hace volar la imaginación para intentar situarse en el imaginario de su autor, cuya esencia permanece presente incluso después de que los últimos sonidos se han disuelto en el aire.

Al año siguiente, Linkous volvió a encontrarse con Fennesz en 2007 para grabar un EP de la serie In the fishtank, curada por el sello holandés Konkurrent. Lanzado finalmente en 2009, este trabajo muestra como dos músicos en apariencia disímiles pueden funcionar juntos sin problemas: La gélida belleza ambiental que despiden estas composiciones es necesaria para cualquier persona amante de la experimentación sin prejuicios.

También en 2009, Danger Mouse invitó a Linkous a componer la base musical de Dark night of the soul, accidentado proyecto en el que también colaboraron, entre otros, Gruff RhysJason Lytle, Nina Persson, Frank BlackIggy Pop y David Lynch, encargado de montar un libro de más de 100 páginas con fotografías inspiradas en la música. Debido a problemas legales por la utilización de bases de canciones de The Beatles junto a la versión a capella de The black album de Jay-Z en The grey album (autoeditado por Danger Mouse en 2004), el lanzamiento del disco fue retrasado por el sello Parlophone y el productor decidió habilitarlo para libre descarga en Internet, hasta que fue editado formalmente en 2010.

2010 no estaba siendo un buen año. Su amigo Vic Chesnutt (otro compositor a revisar) se había suicidado el año anterior. La relación de Mark con su esposa, Teresa, estaba muy deteriorada y el músico se había mudado a Knoxville, Tennessee, donde llegó a compartir casa con Scott Minor, integrante de Sparklehorse, mientras terminaba de montar un estudio donde daría los últimos retoques a un nuevo disco que estaba prácticamente completado.

La tarde del 6 de marzo de 2010, Linkous estaba en casa bebiendo unos tragos junto a DeWitt Burton y Scott Minor, cuando una serie de mensajes de texto llegaron a su celular. Según Minor, su única reacción fue mirarlos a ambos y decir fríamente “Esto no es bueno”. A continuación, subió al segundo piso, buscó silenciosamente un rifle que sacó camuflado entre sus ropas y anunció que saldría a dar un paseo. Alrededor de la 1:15 de la madrugada del 6 de marzo, Linkous fue visto sentado en un callejón, con el rifle apuntando a su corazón, segundos antes de que tirara del gatillo. Tenía 47 años.

Su muerte fue confirmada solo horas después en un mensaje publicado por su familia en el sitio web de Sparklehorse. Los homenajes no tardaron en llegar, y gente tan variada como Patti Smith, Chris Walla (Death Cab For Cutie), Wayne Coyne y Steven Drozd (The Flaming Lips) o Colin Greenwood (Radiohead) presentaron sus respetos al músico.

La partida de Linkous nos dejó una sensación amarga. La mezcla de rabia, tristeza e impotencia que se siente al ver que una sensibilidad tan extraordinaria decide partir es algo que cuesta poner en palabras, y solo queda volver a escuchar sus discos para intentar desentrañar el misterio. Es de esperar que su último viaje le haya entregado la paz que en vida le fue tan esquiva.