Mayer Hawthorne
Centro Cultural Amanda, Santiago
Martes 31 enero de 2012

Mayer Hawthorne, el alter ego de Andrew Cohen, quiere por sobre todo complacer. Lo quiere tanto, que parece imposible que Hawthorne no sea más que un pseudónimo para un tipo algo flacuchento de Detroit. Hawthorne, el personaje y la banda, es una proyección de la argamasa de influencias soul que van desde el upbeat más cándido de los Four Tops, la vocación masiva y elegante de Hall & Oates y hasta pequeños guiños a Prince circa “1999.”

Hawthorne, como idea es perfecta: soul hecho por un tipo con street cred, amado por hipsters y hip hoperos por igual, con ese acercamiento tan desprejuiciado de Los Angeles y que da pie para que en el escenario haya una pequeña figurita que representa al músico, que hace preguntarse (intencionadamente por supuesto) si este Hawthorne no podría trasformarse en un ícono.

Con lleno completo, en un ambiente de verano pegoteado, Mayer Hawthorne entra a ganador. Lo suyo es un show que desestima el calificativo de concierto -ese  término usado por amargados que no disfrutan del baile- y que exige que el público manifieste devoción. Esa que se hace evidente a la primera canción, cuando el cantante hace que todos coreen, y que se repite en los chillidos, bailes coreográficos (lluvia cayendo, el baile de Errol Flynn) y canciones como “Just ain’t going to work out” cantadas en voz alta por los asistentes en medio de una ensoñación a lo Pleasentville.

Recorriendo sus dos discos (A strange arrangement, Stones Throw 2009 y How do you do Universal 2011) e incluyendo un logrado cover de “Priyate eyes” de los a estas alturas canónicos Hall & Oates, Hawthorne entrega un show donde el nivel se mantiene parejo y contenido en su efectismo: para meta soul, refiérase al concierto-fiesta-trance de Jamie Lidell en el mismo local el año pasado.

Porque Hawthorne no escatima en recursos: bailes coordinados, solo de todos sus músicos (guitarra, bajo, batería y teclados), momento íntimo sentado arriba de un amplificador y frases. Muchas frases. Esas que se escuchan con más frecuencia en ese festival del litoral central: “se ven tan hermosos”, “son un público fantástico”, “este show ha sido maravilloso y estoy tan feliz” o “vendremos siempre que nos quieran acá”.

Con su terno a lo Ricardo Montalbán y escondido detrás de un par de anteojos oscuros o mientras se le hace un trago combinado a un suertudo asistente de la primera fila, Hawthorne – anfitrión del escenario, amante de sí mismo y cabeza de serie de sus músicos patiños- complace a todos. Como era su intención.

Te dejamos la galería de fotos del show, tomadas por Rodrigo Ferrari y que que también puedes ver y compartir en Facebook