Una de las cantantes/compositoras favoritas de la casa cumple hoy 50 años de vida. A modo de homenaje, repasamos su trayectoria en este artículo.

Presencia constante en los márgenes de la música más arriesgada, la inglesa Polly Jean Harvey ha mudado de piel en cada una de sus obras, ya sea en solitario o en colaboración con otros músicos. La han tildado de narcisista y maquiavélica, pero ahí continúa, siempre en busca de nuevas formas de sacar esas canciones que le queman por dentro. Nacida el 9 de octubre de 1969 en Birdport, Dorset, Polly creció en la granja familiar donde sus padres (ella, artista y él, dueño de una cantera de piedra) estimularon sus inquietudes artísticas desde muy pequeña, ya fuera exponiéndola a una colección de discos generosa en country, blues y folk, con altas dosis de maestros como Howlin’ Wolf, Bob Dylan, Hank Williams y Captain Beefheart; haciéndola participar de guitarreos improvisados con amigos, o permitiéndole tomar clases de guitarra y saxofón. Las artes visuales, en especial la escultura, la llevaron a estudiar en el Yeovil College al terminar la secundaria.

A esas alturas, ya tenía en su currículum el haber participado en el octeto instrumental Bologne y el dúo folk Polekats, pero el primer gran punto de inflexión llegaría en julio de 1988, cuando se integró a Automatic Dlamini, una banda de Bristol en donde militaba John Parish, músico y productor que se convertiría en su amigo, mentor y colaborador casi permanente. Fue él, quizás sin saberlo, quien le dio las herramientas para mejorar su presencia en escena: “Después de pasar por esa banda, considero que ver a John tocando en vivo me fue muy útil como intérprete, para aprender a interactuar con el público. Probablemente aprendí eso de él, entre otras cosas”. Agreguen a eso que la fotógrafa Maria Mochnaz -novia de Parish en esa época- también se convirtió en su amiga y colaboradora, llegando a diseñar el arte de sus discos y videos.

Tras girar con Automatic Dlamini por Alemania, España y Polonia, y registrar en 1990 el álbum inédito Here catch, shouted his father, Harvey renunció amistosamente para formar su propia banda junto a sus ex compañeros Rob Ellis e Ian Oliver. Bautizados como PJ Harvey (“elegimos ese nombre porque todos los demás daban una idea errada de nuestro sonido, o simplemente no nos hacían sentir cómodos”), el trío tuvo un origen poco halagador, por decir lo menos. El bajista Ian Oliver renunció al poco tiempo para volver con Automatic Dlamini -siendo reemplazado por Stephen Vaughan- y su debut en vivo en abril de 1991 fue, en palabras de Harvey, “Un desastre. Estábamos tocando en una bolera en Charmouth Village Hall, debe haber habido unas 50 personas, y después de la primera canción la sala se vació. Quedaron dos personas, y una de ellas, una mujer, se acercó al escenario mientras tocábamos y gritó: ‘¿No se dan cuenta de que no le gustan a nadie? ¡Dejen de tocar, les pagaremos de todas maneras!”.

Aún indecisa sobre su futuro, se trasladó a Londres con sus compañeros para estudiar escultura en la Escuela de Arte y Diseño Central Saint Martin. En paralelo, la banda registró varios demos, que fueron distribuidos entre varios sellos. La etiqueta independiente Too Pure accedió a editarles su primer single, “Dress”, en octubre de 1991, y en febrero del año siguiente apareció “Sheela-Na-Gig”, antesala de Dry (Too Pure, 1992), LP debut de sonido crudo y directo, en donde la cantautora ya dejó claro que lo suyo era lidiar con el lado oscuro de la psiquis femenina, hablando de sexualidad, deseo, inseguridades, misterio y pasión, arropada por el intenso sonido creado junto a Ellis y Vaughan.

Pese a la deficiente promoción por parte del sello, las alabanzas de medios como Rolling Stone y de personajes imprescindibles como John Peel, la banda llegó a presentarse en el Festival de Reading en 1992, en medio de una guerra de ofertas por parte de sellos como Island, que se convertiría desde entonces en su casa disquera. Por desgracia, el éxito trajo consecuencias: La extensa agenda de conciertos y malos hábitos alimenticios le provocaron un colapso nervioso a Harvey, agudizado por la noticia de que su Escuela de Arte canceló su matrícula debido a sus ausencias.  En octubre de 1992 regresó al hogar familiar en Dorset, y mientras se recuperaba, inevitablemente comenzó a esbozar nuevas canciones.

A fines de 1992, el trío llegó hasta Minnesota para grabar el que sería su segundo álbum junto a Steve Albini en los estudios Pachyderm Recording Studios de Cannon Falls. Rid of me (Island, 1993), aún más agresivo y explícito que su predecesor, incluyó letras basadas en experiencias personales (el tema titular, para más señas), y ácidas críticas a la masculinidad machista (“Man-size”, “Me-Jane” o “50ft. Queenie”) pero según Harvey, no todas sus canciones debían interpretarse como autobiográficas, tal como aclaró en una entrevista: “Estaría agotada a los 40 años si hubiera pasado por todo lo que digo en mis canciones”.

La promoción del álbum los llevó nuevamente a girar por Europa y Estados Unidos, en donde las fricciones internas del trío se acrecentaron poco a poco, y tras oficiar de banda soporte de U2 en agosto de 1993, la banda se separó oficialmente. Polly comenzó desde ese momento su carrera como solista, apareciendo en vivo en el show de Jay Leno al mes siguiente, interpretando una abrasiva versión de “Rid of me”, y editando en octubre la colección de grabaciones caseras 4-Track Demos (Island, 1993), que vendió incluso más copias que su debut. A partir de ese momento, Polly Jean se abrió aún más a la experiencia de colaborar con distintos músicos, y junto a su amigo John Parish, el multiinstrumentista Mick Harvey -en ese entonces miembro de The Bad Seeds-, el baterista Jean-Marc Butty y el productor Flood registró el inmenso To bring you my love (Island, 1995).

Con un sonido aún más basado en el blues, aderezado con arreglos de cuerda, órganos y sintetizadores, las canciones de este disco hablan de amor, ya sea desde la pérdida, el anhelo o el desgarro, con varias referencias líricas a Captain Beefheart e imaginería religiosa “como una forma de encontrar una respuesta, de hallar el sentido a por qué estamos aquí”.” Pesadillesco, intenso y seductor, To bring you my love fue recibido con el mismo entusiasmo por los fans y la crítica, llegando incluso a comparar a PJ como una Siouxsie Sioux al frente de The Bad Seeds. No por nada, al año siguiente nuestra heroína colaboraría con Nick Cave en la canción “Henry Lee”, del disco Murder ballads (Mute, 1996), iniciando de paso una relación sentimental que terminó de manera tan sorpresiva como se inició, y de la cual el australiano dio buena cuenta en algunas canciones de The boatman’s call (Mute, 1997), junto con dedicarle una dosis letal de veneno en una entrevista, a propósito de su colaboración en Before the poison, el disco lanzado en 2005 por Marianne Faithfull: “Posiblemente, Polly Jean Harvey nunca tocaría parándose a recordar que ese disco era realmente de Marianne Faithfull. Solo pensaría en ella misma”.

Mientras To bring you my love no paraba de recibir elogios, la inglesa llamó a su amigo John Parish y juntos dieron forma a Dance hall at Louse Point (Island, 1996), una obra tan intensa como subvalorada, que llegó a ser tildada de “suicidio comercial” por los altos mandos del sello Island. Para Polly, el asunto era simple, según comentó a New Musical Express: “Sólo quería aprender cosas diferentes, y gran parte del aprendizaje viene de trabajar con otras personas. Tiendo a dar más importancia a la composición lírica que a la musical, y quería de alguna forma llevar la música a un nivel similar, pero no me sentía con la confianza para hacerlo. John puede escribir música desafiante e intelectual, mucho más que la mía, la cual es muy sencilla. Así que esto fue simplemente poner a prueba mi composición lírica”.

Tensión pre-milenio

Aparentemente incapaz de dejar de componer, ya en 1997 convocó nuevamente a John Parish, Mick Harvey, el ex Magic Band Eric Drew Feldman y a su ex compañero Rob Ellis para grabar Is this desire? (Island, 1998), un disco basado mayormente en paisajes sonoros más hipnóticos y ambientales más que en su clásico sonido de guitarras (reservadas para el single “A perfect day Elise”). Perturbador y oscuro, el álbum nació en medio de un período muy difícil para Harvey, quien lo considera su mejor obra ya que “pese a que fue muy difícil de hacer y aún hoy lo encuentro difícil de escuchar, es un disco que tiene agallas. Estaba experimentando con técnicas que jamás había probado antes y no me importaba lo que pensaran los demás. Estoy muy orgullosa de él”. Desconcertante en su momento, la placa ha ido develándose como un cofre lleno de tesoros que vale la pena volver a redescubrir cada cierto tiempo.

Dos años más tarde, el regreso con Stories from the city, stories from the sea (Island, 2000) nos mostró a una PJ fascinada con sus experiencias en New York, donde interpretó a una particular María Magdalena en la película The Book Of Life (Hal Hartley, 1998). Radicada en la Gran Manzana por varios meses, y reuniendo canciones compuestas además en París y Dorset, que tenían en común un enfoque más melódico y directo, más colorido también si se quiere. La comparación con Patti Smith, aunque facilista, se vale en esta ocasión, acompañada de aires a la Chrissie Hynde (Pretenders) que dan como resultado un disco vitalista y brillante, con canciones que se pegan a la memoria como “Good fortune”, “The whores hustle and the hustlers whore”, “You said something”, o el intenso dueto junto a Thom Yorke en “This mess we’re in”, que algo debe haber aliviado la úlcera de los ejecutivos del sello. “Este disco es lo más accesible que soy capaz de hacer.  Es pop de acuerdo a PJ Harvey, que probablemente no es pop de acuerdo a los estándares de la gente”, bromeaba en las entrevistas de la época.

Tras ser nominada a varios Brit Awards y ganar el Mercury Music Prize de 2001, Polly se encontró viajando entre Dorset, Devon y Los Angeles, California, donde comenzó a grabar nuevas canciones haciéndose cargo de todos los instrumentos -a excepción de la batería, ejecutada por Rob Ellis-, un método que no usaba desde los días de 4-Track Demos. El resultado fue Uh huh her (Island, 2004), obra que nuevamente logró unir calidad compositiva con éxito comercial, si bien la técnica de producción no fue del agrado de todos. “Buscaba sonidos de angustia, degradados. Así que todas las guitarras usan una afinación tan baja que es difícil detectar las notas que están sonando, o saber si son guitarras barítonas o si están conectadas a los amplificadores más de mierda que pude encontrar”.  Su afán por volver al lado más terrenal y sucio de las cosas se muestra en cortes como “Who the fuck?, pero también hay, en sus palabras, “optimismo y ternura” en canciones como “You come through” o “The desperate kingdom of love”.

La gira promocional, que pasó por varios festivales europeos e incluyó fechas como soporte de Morrissey, fue registrada por Maria Mochnaz y editada en DVD bajo el título de On tour: Please leave quietly (Island, 2006). Durante esa tanda de presentaciones, y quizás consciente de que el sonido crudo de Uh huh her podría llevarla a un callejón sin salida, Polly anunció que su próximo disco tendría un enfoque diferente, pues se basaría totalmente en el piano, pese a ser un instrumento que no dominaba por completo. Tras recopilar sus presentaciones en el programa radial de John Peel en The Peel Sessions 1991-2004 (Island, 2006), convocó nuevamente a John Parish, Eric Drew Feldman y Flood junto al baterista Jim White (Dirty Three) para dar forma al atípico y atractivo White chalk (Island, 2007), formado casi totalmente por baladas llenas de elementos que remiten a muchas épocas y a ninguna en particular. Acompañada solo de una guitarra, un piano y un autoharp, Harvey presentó la placa en vivo en un tour que la mostró aprendiendo nuevas formas de entregar su música, reinventándose una vez más.

Al término de la gira de White chalk, volvió a trabajar con su amigo John Parish en lo que se convertiría en A woman a man walked by (Island, 2009), una brillante muestra de canciones que lidian con el tema de las relaciones humanas, a veces de formas más luminosas, a veces de formas más torcidas, pero siempre memorables, con la irresistible “Black hearted love” como punta de lanza. Ese mismo año compuso la música para un montaje de la obra “Hedda Gabler”, de Henrik Ibsen, presentada en Broadway con Mary-Louise Parker como protagonista.

El mundo al instante

 Situaciones como el conflicto en Afganistán, los distintos sucesos que jalonan la historia de Inglaterra y la política global, fueron el caldo de cultivo para las canciones que surgieron durante los 2 años posteriores al lanzamiento de A woman a man walked by. Grabado en una iglesia de Dorset junto al infaltable John Parish, Jean-Paul Butty y Mick Harvey, Let England shake (Island, 2011) fue otro punto de partida de su obra previa. Grabado mayormente en vivo y partiendo muchas veces desde la improvisación, este disco fue otra oportunidad para volver a enamorarse de Polly gracias a esa voz que entona historias capaces de ajustarse a cualquier realidad, no tan solo la de los ingleses, desde la belleza casi insoportable de “The last living rose” hasta el lamento ensoñador de “Written on the forehead”. El cineasta Seamus Murphy se encargó de realizar un clip para cada canción del disco, los que fueron lanzados bajo el título de Let England Shake: 12 Short Films by Seamus Murphy (Island, 2011). Dos años más tarde, mientras era nombrada Miembro del Imperio Británico por su contribución a la música, Harvey lanzó la canción “Shaker Aamer”, dedicada al prisionero inglés del mismo nombre detenido en Guantánamo, donde pasó cuatro meses en huelga de hambre en respuesta a los apremios ilegítimos sufridos.

Esta misma preocupación por los problemas globales llevó a Harvey a recorrer lugares como Kosovo, Afganistán y Washington DC junto a Seamus Murphy. Esas experiencias quedaron plasmadas en The hope six demolition project (Island, 2015), disco cuya grabación se realizó como parte de la instalación artística “Recording in progress” en la galería londinense Somerset House. Las sesiones de grabación, de 45 minutos cada una y efectuadas desde el 16 de enero de 2015 hasta el 14 de febrero del mismo año, podían ser vistas por el público a través de una pared de vidrio, con la única restricción de no intervenir, fotografiar, grabar ni interrumpir a los músicos.

El resultado, que tuvo reacciones encontradas sobre todo entre quienes echan de menos la ferocidad sonora de antaño, sí logró sacar roncha entre políticos de Washington DC con canciones como “The community of hope”. Charles Thiers, tesorero de la campaña a la alcaldía de Vincent Gray, echando chispas por los ojos, declaró que “PJ Harvey es a la música lo que Piers Morgan a las noticias del cable”. Si los poderosos se incomodan, es que algo estás haciendo bien. En medio de nuevas nominaciones a premios, Polly y su banda pasaron la mayor parte de 2016 y 2017 girando por América, Europa, Australia y Nueva Zelanda.

Mientras esperamos el sucesor de The hope six demolition project, las últimas noticias que hemos sabido de ella llegaron en marzo de 2018, cuando junto a su inseparable John Parish lanzó la canción “Sorry for your loss”, dedicada a Mark Linkous, cuerpo y alma de Sparklehorse, quien cometió suicidio en 2010; en abril de 2019 lanzó la banda sonora de la obra “All about Eve”, protagonizada por Gillian Anderson; y hace pocos meses, en junio 2019, editó seis canciones que forman parte de la banda sonora de la serie “The virtues”, donde comparte cartel con Mono y Aphex Twin, entre otros. Escuchando esas composiciones, en especial los desolados versos dedicados a Linkous, solo queda pensar en lo injustas que suenan ahora esas acusaciones de egoísmo y narcisismo.