Tras unos días de reflexión, entregamos el reporte de lo que fue la jornada del día sábado, en el Festival Neutral 2013.

Por Claudio Ruiz, Gabriel Pinto, Cristián Araya y Diego Sepúlveda

Fotos de Carol Bravo

Novelas sobre escribir. Películas sobre hacer películas. Blogs sobre blogs. Junto con la nostalgia plástica respecto de un pasado cada vez más reciente, el nuevo siglo ha traído consigo también una autoreferencia pastosa a la hora de hablar de cultura. El caso de la avalancha de festivales en el último tiempo por cierto que no ha sido la excepción. En la era de la compra en verde, es más importante hablar de la experiencia que de los shows.

Con el Festival Neutral pasa todo lo contrario. Ha logrado un equilibrio preciso entre lo que los odiosos en busca de reconocimiento denominan ‘vieja escuela’ (digamos, quienes vieron a Tortoise la primera vez, cosas así) y el público que ha construido en parte este raro fenómeno del nuevo pop chileno. Un equilibrio entre hipsters y puristas, entre nativos e inmigrantes.

En Neutral 2013 hubo poca *experiencia*. El escenario principal es incómodo y parece mal aprovechado el espacio, no había donde conseguir agua ni algo para comer, los horarios, ciertamente confusos. Pumalab, pequeño. El ‘backstage’, sencillamente inexplicable. Hubo problemas técnicos embarazosos al comienzo del show de fondo. La crítica tradicional podrá decir que estos elementos harían de un festival cualquiera algo olvidable, perecible. La crítica ‘de la vieja escuela’ -a final de cuentas siempre muy conservadora- creerá ver en las dificultades una conexión con ‘lo real’, con esos esfuerzos pequeños que ayudaron a crear la escena local, eso que ellos vivieron y valoraron. Para ellos son estos tropiezos lo que hará valioso el espectáculo. ¿Cómo, entonces, evaluarlo?

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Quizás una pista sea el show de Congelador. Presentaban su primer disco y sonaban mejor que nunca. Al mismo tiempo brutal como hospitalario -sí, es posible- el trío entra a escena sin presentaciones ampulosas, sin gritos, sin efervescencias. Todo esto es sobrio, un poco parco incluso, y los músicos parecen estar más concentrados en reproducir con fidelidad un disco de 1998 que en generar empatía artificial. La acústica del lugar fue aliada de los borbotones sónicos y del ruido que de de alguna forma permite comprender mejor a la banda más representativa de la escena independiente de los últimos años. Congelador podrán retirarse de los escenarios una vez más. Podrán dejar de grabar. Probablemente volverán de nuevo. Pero cada paso, cada apuesta nueva y cada riesgo, lo hacen con dignidad.

Pasarán los años y Santis no será más cool ni Roblero se vestirá a la moda. Con Quemasucabeza, Congelador y el Festival Neutral pasa lo mismo que con el patrimonio, de alguna manera. Lo tenemos y nos esforzamos en su rescate porque, en él, habitan cosas de nosotros.

(Claudio Ruiz)

Violeta Castillo. La presentación de Violeta Castillo bien pudo quedarse en la “anécdota internacional” del Festival Neutral. Por suerte, además de altas dosis de carisma y sentido del humor, la argentina trajo consigo grandes canciones pop (que remiten constantemente a los momentos más lúcidos de Rosario Bléfari). Tan consistente como breve, y acompañándose apenas de una guitarra y un sintetizador, Castillo repasó canciones de sus EPs Uno, Otro y Horizonte; adelantó nuevos temas y regaló dos covers enormes: “Tu cárcel” de Gilda y “Fuego de noche, nieve de día”, de Ricky Martin. Tenerla de vuelta en Chile con banda completa, sólo realzaría las virtudes de la cantautora. (Gabriel Pinto)

Fakuta. Luego de Congelador, pasar a la sala del lado para ver a Fakuta resultaba una experiencia muy diferente. Pero, sorpresa, la sala estaba casi llena (a la misma hora tocaban Ases Falsos en el zócalo). Secundada por sus Laura Palmers más DJ Dementira y Pablo Muñoz, Fakuta parece que finalmente está entregando lo que viene prometiendo desde el lanzamiento de su disco debut. Se le nota más relajada y con una prestancia que se condice con el tono de sus canciones. Los que pensabamos que a Fakuta le falta creerse el cuento por fin nos estamos comiendo nuestras palabras. Las canciones están. (Cristian Araya)

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Los Mil Jinetes. El show de los Los Mil Jinetes estaba preparado para las 20 hrs, pero recién a las 20:10 se abrieron las puertas para unos diez minutos más adelante abrir el telón. Un escenario austero para una banda cuyos discos florecen de arreglos, pero que en vivo traducen por lo general en tres guitarras acústicas, percusiones y bases, a las que ahora se sumaba en el bajo Martín del Real (Ases Falsos), recreando la formación y el look del videoclip del cover que hicieron de 3Ball MTY, “Inténtalo”. El humo y las luces comenzaron tenues como la entrada de la banda a la primera canción, abriéndose paso en una sala atiborrada de personas que cerca de 40 minutos más tarde se preguntaban si la extensión del show fue verdaderamente la que acababan de presenciar.

De lo bueno poco, dicen, pero lo de Los Mil Jinetes fue más bien extraño, uno esperaría que en el contexto en el que se desarrollaba el festival la presencia de la agrupación hubiese tenido una mayor duración. Es una banda que si bien posee un cúmulo de canciones inmensamente atractivas que presentadas en vivo entregan una nueva dimensión de lo que uno acostumbra escuchar en sus discos, como espectáculo necesitan un tiempo y espacio especial para desarrollarlas en vivo, no por nada la mayoría de los escasos shows que presenta son en lugares como las salas SCD en dónde pueden dar rienda suelta a un espectáculo sencillo, pero potente. Con todo, la breve presentación de la banda logró entregar una presentación correcta con pocas interrupciones, dando paso a la mayor cantidad de canciones que pudieron, a pesar del evidente cansancio de Briceño y el dedo esguinzado del guitarrista principal, Joaquín Juricic. (Diego Sepúlveda)

Protistas. “Cada vez suenan mejor”, dice alguien a mis espaldas. Es cierto: de todas las bandas que se presentaron en la Plaza Zócalo, fue Protistas una de las que mejor sonó. También de las más enérgicas en vivo: un baterista potente, una segunda guitarra sólida y un bajo que sabe marcar el ritmo. Y Álvaro Solar, vocalista de la banda, transmite esta evidente comodidad con frases de buena crianza, una calidez inusitada (lejos del tenor arisco de la media interpretativa en Chile) y una sonrisa de oreja a oreja.

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Es bueno que, en una época donde el cinismo y la incorrección política son la tónica habitual, existan bandas que se salgan de este molde. Protistas lo saben y han construido un grupo de admiradores en base a esto. Y claro, a sus canciones, que sintonizan con este grupo de post-adolescentes cultos cuyo imaginario transita entre el gusto por las drogas, Kerouac, la neopsicodelia del indie gringo, la vida al aire libre, las fotos vintage, Elliot Smith y el sexo. A poco metros de ahí, Congelador empezaban su show. Pero Congelador, aunque le pese a Solar (fan confeso de la banda), poco y nada tienen que ver con Protistas ni sus seguidores. (Gabriel Pinto)

Ases Falsos. Ases Falsos viven en una dicotomía constante. En vivo, el pobre sonido con el que suelen presentarse, no logra representar las virtudes de su material grabado. Y en formato disco, se pierde el sentido del espectáculo y la fuerza con que la banda se presenta. Tomando lo anterior en cuenta, lo del sábado tuvo más aciertos que errores. Briceño, con un agudo sentido del humor y una voz que muchos desearían, es el frontman perfecto:maneja los tiempos y al público como mejor le parece; le da el suficiente protagonismo a sus virtuosos músicos sin que estos opaquen su presencia; se ríe con la asistencia y no de ella; es consciente de sus falencias y se obliga a dejarlo todo en el escenario para que estas no se noten.

Por si esto no bastara, Briceño y compañía manejan un puñado de singles que distribuyen adecuadamente a lo largo del show, sin que el peso de su repertorio descanse en ellos. El público, que a esa hora repletaba la Plaza Zócalo, corea, ríe, salta y levanta los puños cuando suenan “Venir es fácil”, “Fuerza especial” o “Pacífico”. Si Ases Falsos no logran el salto hacia un público mayor, sería más que injusto. (Gabriel Pinto)

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Pedropiedra. A nadie debería sorprender lo cómodo y suelto que se ve Pedropiedra sobre el escenario. Forjado en vivo tras su paso por CHC y, en la actualidad, como parte de la banda de apoyo de Gepe y Jorge González, ningún escenario pareciera quedarle chico. La banda con la que se presenta, resalta esto: un grupo de sólidos músicos que disfrutan, tanto como propio Pedropiedra, del estar tocando en vivo. Y, a diferencia de muchas de las bandas que se presentaron esa tarde, Subercaseaux y compañía logran llenar de matices sus canciones, a veces con toques de jazz o blues (inclusión de un saxo mediante) y en otras, acercándose a la energía que el “Flaco” Spinetta, proyectaba en vivo.

Lo que si sorprende, es la inmensa cantidad de hits que son propiedad de Pedropiedra. En una de las mejores presentaciones del Festival Neutral, quedan de testigos todos los asistentes, de que ninguna canción quedó sin corear. Ninguna. (Gabriel Pinto)

Alex & Daniel. Con mejores o peores resultados, el disco que Alex & Daniel editaron recientemente, remite con mayor frecuencia al sonido del primero. En vivo, por el contrario, es Gepe el que adquire mayor protagonismo, tanto por su desplante en el escenario (pasos de baile incluidos), como por su calidad interpretativa. El día sábado, esto quedó demostrado en innumerables ocasiones: fue Riveros el que empatizó de mejor manera con el público, el que recibió más aplausos y el que mejor cantó a lo largo de toda la presentación.

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Sin embargo, cuando el show estaba en su mejor momento y Anwandter parecía agarrar vuelo despachando ese inmenso hit que es “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?”, un repentino corte de luz mandó todo al carajo. Tras 20 minutos de espera, y con un sonido deficiente, el dúo regresó al escenario con la voluntad de entregar el mejor show posible en las peores condiciones. La postal final, con un Gepe cantando enrabiado y un Anwandter ironizando con toda la situación, no fue la mejor. A ver si en una próxima presentación, las condiciones mejoran y el dúo sale con la cabeza en alto. (Gabriel Pinto)