Iniciamos una serie de posts que llamaremos Industria independiente, firmados por Diego Sepúlveda, director del Sello Cazador, que a través de cuatro entregas nos introducirá al mundo de la producción independiente y sus protagonistas; al mismo tiempo que reflexionará en torno a la difícil misión de un sello discográfico, su entorno y objetivos.

Los actores de la industria independiente.

Contrario a lo que se podría pensar, la responsabilidad de una industria independiente no recae únicamente en las bandas, los sellos y sus esfuerzos. Son muchos más los actores que la conforman. Muchos de ellos prácticamente no existen o tienen nula participación en nuestro mercado.

La falta de estos actores, influyentes en el crecimiento de la industria independiente, es un símbolo de la falta de madurez de la llamada “escena nacional”.

La banda: Núcleo de toda la discusión. Afortunadamente nuestro país siempre ha gozado de buena salud en cuánto a talento. Desde la irrupción de los medios digitales, no sólo prensa, sino en todos los procesos de desarrollo, las bandas han ganado herramientas que si bien en un principio les ayuda para levantar su propuesta; extendida en el tiempo puede rozar el autosabotaje, al creer que el tener el control completo de todos los aspectos de su desarrollo les proporcionará el éxito condensado en sus propias manos. No voy a ahondar mucho en este punto, pues tengo un capítulo dedicado a las bandas en el futuro.

El representante: Como bien su nombre lo dice, este personaje existe para representar los intereses de la banda frente a los otros actores. Es sin duda alguna el principal responsable de lo que una banda puede o no lograr. Pero también es la tarea más ingrata de todas. Su principal labor está relacionada al show en vivo y el cumplimiento de las exigencias de una banda.

En nuestro país es también quien se preocupa de llevar a las bandas por el circuito de tocatas, incluyendo las visitas a otras regiones y países. Debe ser un apoyo en la toma de decisiones de la banda en una manera igualitaria, pero no totalitaria. Una banda jamás debería entregarle el control completo de sus decisiones a un representante.

El Sello: Al igual que con las bandas, escribiré en específico sobre los sellos. Por lo tanto me limitaré a decir que principalmente es quién debe ayudar a producir los discos, tanto a nivel de estudio como de fabricación. En su núcleo es eso. Lamentablemente en nuestro país los sellos están sobrepasados de trabajo, con un modelo de 360º (edición, distribución, prensa, marketing, booking, etc). Sostener ese modelo es una carga de trabajo de la que no puede responsabilizarse una empresa en la que generalmente trabajan constantemente 2 a 3 personas.

Al mismo tiempo el sello es una empresa y debe ser vista como tal, por lo tanto la relación entre la cantidad de bandas del catálogo y las personas que conforman el sello debe ser coherente. Mientras más bandas tiene un sello, más personal necesita para hacerse cargo de ellas, de otra forma muchas de las responsabilidades del sello caen indefectiblemente en los miembros de las banda, restándole valor a lo que el sello puede hacer por ellas. En el peor de los casos, esto desemboca en bandas que se alejan de los sellos y siguen su propio camino, desmembrando la estructura que la escena debería sostener.

Editorial: Poco es lo que suele conocerse en la industria independiente sobre este actor, se ve como algo lejano y confuso. La editorial debería ser la encargada de manejar el catálogo de un artista, desde inscribirlo en la sociedad chilena del derecho de autor, que a su vez se encargará de cobrar las regalías pertinentes a la difusión de la obra en medios masivos, hasta promoverlo en esos medios. La editorial es también la que posee el poder de incluir canciones en el soundtrack de una película o en publicidad.

En la vieja usanza, los sellos contrataban a artistas que luego estaban obligados a firmar con la editorial con quien el sello convenía. La verdad es que nadie está obligado a firmar un contrato editorial en conjunto con uno fonográfico, pero también es cierto que un sello puede perder interés en tu material si no firmas el contrato editorial, mal que mal, es una ventana menos de ingreso por su trabajo.

Es poco común que en nuestro país los artistas independientes tengan su propio publishing, por lo que entregan el control a la SCD esperando que ellos hagan el trabajo. Pero la SCD sólo se encarga de recolectar esas ganancias, no de cumplir las labores de la editorial, función que al final recae en las mismas bandas y/o en su sello.

Las editoriales son quienes poseen los márgenes de ganancia más altos en este conjunto, van desde el 20% al 50% y con muy bajos costos de producción, pues no necesitan fabricar grandes volúmenes como un sello. Es un trabajo principalmente de gestión.

Distribuidores: Otro actor que no es muy común en nuestro ambiente. Los distribuidores son muy importantes al momento de llevar tus discos a otras regiones del país o el extranjero, lo malo es que existen muy pocos y generalmente no trabajan dentro de los márgenes de la legalidad tributaria. En teoría, el distribuidor debe estar encargado de programar la venta de los discos en tiendas, poseer las facturas correspondientes para cada transacción y alivianar la carga del sello en ese aspecto.

Hoy en día son los sellos o los mismos artistas quienes se ocupan de esta tarea, desviando su atención de asuntos que les competen más. El distribuidor también es otro de los actores que pueden tomar mayores ganancias, pues tal como la editorial, pueden manejar un gran catálogo, de hecho, mientras más catálogo tengan, mejor. Distinto a lo que le sucede al sello. Un distribuidor puede ser cualquier persona con el giro “venta de discos”, más una camioneta y labia.

Booking: Una empresa de booking se encarga de agendar shows. Tan sencillo como eso. Generalmente pueden cobrar entre el 10% y el 30% de lo que genere un show. Supongamos que una empresa de Booking tiene 6 clientes. El promedio de tocatas para que una nueva banda se abra camino no debería ser menor a 2 tocatas mensuales, por lo tanto cada semana nuestra empresa de booking ficticia tiene 3 shows de jueves a sábado.

Supongamos que el jueves la ganancia neta de un show (descontados los gastos) es de $50 mil, el viernes de la misma forma, $100 mil y el sábado $150 mil. Si la empresa en cuestión por hacer todo (desde la gestión, negociación y coordinación del show) toma el 25% de la ganancia, se lleva el jueves $12.500, el viernes $25.000 y el sábado $37.500. En un mes, trabajando 3 días a la semana durante horarios nocturnos, se ganan $300 mil. Ahora ¿cuántos de los que están leyendo hoy esto reciben esta misma ganancia mensualmente por trabajar de 9 a 6 y de lunes a viernes?

Prensa: Este es probablemente el más conflictivo de todos los puntos que tratamos en este compilado: ¿Cómo valorizar el trabajo de prensa? No es como el booking, la editorial o la venta de discos, que tienen una ganancia palpable, inmediata. La prensa es un trabajo hormiga que puede subir los bonos de una banda si está bien hecha o simplemente volverla una más del montón si se carece de ella.

Siendo honesto, uno debería pagar mucho por el trabajo de prensa, probablemente más de lo que cualquiera de estos actores por sí solos podría generar. Un reportaje de media página en La Tercera o en El Mercurio puede llegar a costar miles de pesos o más, dependiendo del día. Una noticia en un blog puede medirse perfectamente por la cantidad de clicks genera. Entonces ¿por qué no existe una agencia de prensa de sellos y/o artistas independientes?

Desde mi punto de vista es caro, ese es el problema. Si realmente tenemos que pagar esas horas hombre, nuestro presupuesto se desequilibraría. En USA una agencia de prensa puede cobrar en una primera etapa US$5 mil, unos dos millones y medio de pesos por una campaña de 4 meses.

Probablemente cuando una agencia de prensa para bandas independientes nacionales se pueda solventar a sí misma, podremos hablar de una escena constituida.

Los locales: Siguiendo de cerca a la prensa, este es otro punto conflictivo. Se cierran más locales con capacidad para música en vivo anualmente de los que se abren. Partiendo porque muy pocos de estos locales acondicionados para tocar en vivo están realmente equipados como corresponde. Micrófonos que no funcionan, cajas con chirridos, ausencia de suficientes (o nulos) retornos, etc. Juegan en contra de la banda y del local.

Pero sin duda la peor parte es tener que pagar por tocar. La inversión que se hace en equipos de amplificación no es constante, se compran una vez, se arreglan cuando se echan a perder y se cobra a la banda cuando ha tenido una clara y directa relación con el daño de estos equipos. Entonces ¿por qué los bares le cobran a las bandas por tocar? Por qué toman un porcentaje de la puerta, cuando además se llevan todo el dinero de la barra. Honestamente me parece que los locales que tienen música en vivo, deben tener mayor conciencia de lo que significan las bandas en su negocio y respetarlas en relación a lo que significan para el mismo.

Es cierto que hay un técnico de sala cuando no tienes tu sonidista, en ese caso parece justo, pero debería ser un acuerdo directo entre la organización de la banda y el técnico. Si bien el porcentaje que suelen pedir no es muy alto, 20% en el mejor de los casos y 50%-60% en el peor, son gastos que de todas formas el local incurriría sin la banda, por lo que es un trato abusivo aceptar estas prácticas. Ese 20% podría significar cubrir parte de los costos de una banda y su producción aumentando las posibilidades de levantar un negocio en relación a su trabajo. Tomar ese porcentaje por parte del local parece ser más el pago de un seguro por si el show va mal, antes que un pago justo relacionado con el trabajo que hacen por facilitar el espacio a una banda.

El público: Hablar de público parece de perogrullo, pero no es menos cierto que ha existido un alejamiento de la masa a la que se han dirigido las bandas y los sellos en el último tiempo. No puedo hacerme responsable de esta idea, que en realidad escuché por primera vez de la boca de Enrique Elgueta, más conocido como Maifersoni. En su teoría, nuestras bandas de hoy deben volver al público universitario del que han estado alejados en el último tiempo.

Su argumento se sostenía al hablar del interés que despierta en el público universitario el pertenecer a un movimiento, en este sentido cabe la comparación con lo sucedido en Seattle en los 90s, movimiento principalmente universitario, como también en el mismo ejemplo de Elgueta, la movida que estuvo detrás de bandas como Taller Dejao. Aunque creo que esta teoría necesita una mayor discusión, no es menos cierto que nuestra gran masa de audiencia está en el ambiente universitario.

Sin duda en esta clasificación podrían incluirse otros satélites referentes al desarrollo de una escena. En muchos de los ejemplos simplifiqué el funcionamiento real en pos de la comprensión de la idea. No obstante, no es menos cierto que detrás de todo esto que pasa y el trabajo que realizan cada uno de ellos, no hay física cuántica. Cualquiera puede pertenecer y apoyar el desarrollo de la escena nacional sin dejar su trabajo diario. De hecho, si existiera una regla capital para quien comienza en esto sería: no dejes tu trabajo actual. Mientras no solventemos una escena propiamente tal, debemos caminar y mascar chicle.

En el próximo post abordaremos  el tema de la importancia de una escena.