Nuestro aguerrido corresponsal Jorge Acevedo se instaló en el Festival Internacional de Benicassim (FIB), acaso el mejor evento realizado en España para cualquiera que se precie de melómano. The Strokes, Arcade Fire, Primal Scream, Portishead y un largo etcétera formaron parte de su cartel este año. Les mostraremos sus impresiones de la cita en dos entregas, esta es la primera de ellas.

El tercer baño de cerveza lo cambia todo. En el primero lamentas que no sea la garganta, sino tu espalda el objetivo. Con el segundo te acuerdas que es verano, que esto es una fiesta y la amargura mejor dejarla en casa. Pero el tercero es el definitivo. Y el necesario para darse la vuelta y encontrarse con el tipo disfrazado de banana, que te lo ha enviado. Que baila abrazado de un zombie, un hombre-monja y una prostituta un poco masculina y con más vello del recomendable.

Y, claro, tampoco ayuda que el mejor curso de inglés sudamericano no incluya lecciones sobre ese acento criado entre Dublin, Glasgow y Manchester. Esto es Benicassim, esto es la mayor fiesta veraniega en España para la colonia inglesa y tocan algunas de las mejores bandas del momento. Y para los vasos de cerveza aéreos, mejor trae un paraguas.

Instalado en la costa valenciana desde 1995, el Festival Internacional de Benicassim es, probablemente, con el Primavera Sound barcelonés, las citas más importantes del panorama artístico español. Pero si el evento catalán opta por un perfil orientado exclusivamente a la música (“indie” para mejores y añejas definiciones), lo del FIB no esconde su carácter veraniego y “festivo”.

Hay otras actividades paralelas de interés (presentación de cortos, exposiciones artísticas), pero lo que importa realmente son los 4 días en que los “Fibers” acampan, beben, comen y deambulan, en un loop eterno. Todo ello condimentado con un cartel interesante e incluso, algunas atracciones de feria para los aburridos.

Donde el Primavera Sound (nuestro informe de la edición 2011  aquí) presenta un carácter inabarcable que gustará o no según la suela de los zapatos del interesado (20 minutos caminando para ir de un escenario a otro, un cartel realmente extenso, la imposibilidad ABSOLUTA de cumplir todos los deseos melómanos), el FIB lo simplifica en 3 lugares de interés y un par de carpas menores. La primera para bandas nuevas o shows humorísticos (sí, como lo lees) y otra para sesiones de DJ.

Así, con actuaciones que comienzan sucesivamente cada 30 minutos, es fácil poder ver casi todo lo que se desea, con pocas interrupciones entre sí. Vince Power, organizador también de Glastonbury, tomó las riendas hace 2 años y en su segunda ocasión mejoró el cartel, subió la asistencia de público y lo encaró como la cita veraniega que pretende que sea. Un horario acorde con una tarde playera, mucho sitio para morir en paz y la cantidad suficiente de fish and chips para satisfacer la demanda. Acá en Super 45 una mirada temática y, como siempre, eminentemente sesgada.

España versus el mundo

Brazos en jarra te lo tiran encima, por si no lo sabías: campeones del mundo, con la mejor liga de fútbol (¿con Alexis, quizás?) y con unas muy buenas playas. Las mismas donde los ingleses van a gastar sus libras, a tostarse un poco y a perder varias neuronas en el camino. Con ello en mente, el ya referido Vince Power ha elaborado los 2 últimos line-ups con el público británico veraniego en mente.

Es cierto que The Strokes son medio vecinos de Woody Allen, Arcade Fire de Bryan Adams y no hay criterio de segmentación alguno, en programar en un mismo fin de semana a números fuertes como Arctic Monkeys, Portishead o Primal Scream; pero algo de suspicacia provoca el lugar de privilegio en la parrilla de Elbow, Mumford and Sons o Pendulum. Más aún, la presencia de figuras poco conocidas fuera de las Islas como Anna Calvi o Paolo Nutini, pero de eso hablaremos después.

Un reclamo constante en la prensa previa al festival fue, entonces, la baja presencia de las bandas españolas, respecto de las extranjeras en el cartel. Nada sorprendente si hay otras citas estos meses con proliferación hispánica como el Sonorama o el Low Cost y tampoco muy cierto, ya que las primeras atracciones de cada día provenían siempre del país anfitrión. Así, bajo el impenitente sol valenciano se paseó el flashback psicodélico de Smile (nada mal, exceptuando esas letras sobre “el espíritu del 67”…glup), el rock arisco y casi grunge de Ainara Legardon, la cuota shoegaze con Nadadora y la solvencia de Nudozurdo.

Entre los que se asomaron por los escenarios principales y contaron con mayor adhesión de público, estuvieron una estrella en ascenso y un par de nombres ya probados. Ella, Russian Red, una chica de dulce voz y canciones que superada alguna polémica política (se le ocurrió declarase honesta y/o ingenuamente “de derechas”) ha sacado partido en los festivales veraniegos del éxito comercial de su disco Fuerteventura (Sony, 2010).

Ellos, Lori Meyers, dueños de himnos festivaleros sin mayores complicaciones; y los extrañamente exitosos Astrud. Si a este dúo catalán era difícil pillarlo en su versión tecno dúo a la Soft Cell, en su colaboración “orgánica” con el Col-lectiu Brossa, ya es definitivamente imposible. Lindos arreglos acústicos para canciones que si son broma, pecan de aburrimiento y si son en serio…

Por último: ¿alguien dijo América Latina? En la decisión más comentada en los foros previos, la organización llevó a la mexicana Julieta Venegas. La estéril discusión entre aperturismo musical y talibanismo indie, se agotó en la ligera indiferencia que sufrió el día jueves. Hizo lo suyo, que no es poco, pero sólo recibió tibios aplausos.

Las viejas glorias

Agradezcan a la mayor esperanza y calidad de vida del nuevo siglo, pero varios de los jovencitos saltarines del 77, hoy son señores respetables que sacan a pasear con dignidad (la mayor parte de las veces) su repertorio varios lustros después. Y resistiendo el canto de sirenas del escenario principal con una programación poco cuidadosa con la sensibilidad de nuestros mayores, que batallaban contra jovencitos como Brandon Flowers o The Strokes. Como ejemplo, vayan acá 3 glorias en activo.

The Undertones: se sabe la historia, sino busque en su libro preferido sobre el punk. La banda que firmó la canción preferida de John Peel, “Teenage kicks”, volvieron de sus cenizas en 1999 (luego de una década como That Petrol Emotion), sin su voz original, pero con el sonido intacto. A falta de Feargal Sharkey, colocaron al increíblemente parecido Paul McLoone y sacaron a relucir esos himnos que son un verdadero manual del mejor pop-punk.

Acá no hay letras obtusas, llamados políticos, ni el menor asomo de nihilismo, sólo píldoras infalibles de 2 minutos sobre angustias adolescentes y cosas lindas para bailar. Interpretando el clásico The Undertones (Sire, 1979) al completo, nadie se preguntó por las últimas referencias de la banda como Dig yourself deep (Cooking Vynil, 2007) y el público disfrutó como poseso. “¿Hay irlandeses aquí hoy?”, fue la pregunta de su vocalista sin necesidad de respuesta en algún momento del show.

The Stranglers: comparten con los anteriormente referidos esa ligera sensación de “coito interruptus” debido a la ausencia de su clásico frontman Hugh Cornwell. Pero la diferencia con los Undertones no es sólo en la solidez y amplitud de su repertorio (16 discos de estudio), sino en la tozudez de seguir durante 37 años sin abandonar el buque. De festivalero, todo su repertorio, anclado entre 1977 y 1987; de poco festivalero, esa actitud de absolutas estrellas del festival (“buenas noches, somos the Stranglers” y poco más), aun cuando buena parte de la gente abandonaba la actuación en la mitad para ver a The Strokes.

Ellos se lo pierden pensarán los incombustibles Jean-Jacques Burnel y Dave Greenfield, quien junto al ya clásico Baz Warne en los zapatos de Cornwell y con la ausencia forzada del baterista Jet Black (respetable decisión si sopla 73 velas el próximo mes), no dejaron clásico fuera del repertorio. “Golden Brown”, “Peaches”, “Always the sun” y el final, era que no, con “No more heroes”. Amén.

Big Audio Dynamite: Ese señor con cara de empleado bancario y con la sonrisa más amplia del festival se llama Mick Jones, ya estuvo el año pasado en el FIB como parte de la banda All-Star de Damon Albarn en Gorillaz, y vuelve reactivando su interesante grupo de los ‘80 y ‘90. Ah, bueno, y también fue guitarrista y cantante de The Clash, pero eso ni siquiera lo inmuta.

Con formación original, incluyendo al cineasta, DJ y -no creo que realmente- músico Don Letts; Jones hizo un paseo sólido y con muchas ganas por This is big audio dynamite (Columbia, 1985) y Nº10, upping street (Columbia, 1986), primeras referencias del cross-over entre rock y música negra en el post punk inglés de los ‘80. Comenzó con poquísimo público coincidiendo con el final de Arctic Monkeys, pero un tipo con esa historia debe temerle a pocos, ¿no?

En el próximo post quizá lo mejor del Festival: The Strokes, Arcade Fire, The Streets, Artic Monkeys, Portishead y más.

Fotos
Julieta Venegas: Libert Peiró
Undertones: Maxime Dodine