Hace 25 años, Nico moría en Ibiza. Hoy la recordamos en Super 45.

No me arrepiento de nada. Mi único arrepentimiento es que nací mujer en vez de hombre                                                                                                                                                                                                                                                                        -Nico

Su vida puede ser un verdadero cliché. Modelo alemana, actriz, cantante y dueña de una tragedia. Drogas y soledad.  Con la excepción de que aterrizó en el grupo correcto que ayudó a su inmortalización: Velvet Underground a fines de los 60s en Nueva York y de la mano de Andy Warhol. El disco que grabaron juntos se convirtió en una roca fundacional para cada escena indie y alternativa que vino después  y un clásico del pop, finalmente.

De la guerra en Alemania a las pasarelas francesas, siguió con las películas; se enamoró de Alain Delon y con él que tuvo a su único hijo, Ari. A mediados de los 60s conoció a Warhol, que la fotografió y grabó su primer single “I’m not saying” con Brian Jones de Los Rolling Stones, un video que suele verse en los conciertos de Morrissey. Warhol le presentó  Nico a Velvet Underground  y terminó cantando un disco con ellos: The Velvet Underground & Nico. El disco del plátano de Warhol. Un imperdible en cada venta de vinilos. Arte y música.

La voz de ella, que había tomado clases de canto en Nueva York es un ícono: baja, sensual, con acento extranjero marcado que la hace aún más atractiva.  Nico era un bono para la banda de Reed y Cale, tenerla ahí cantando y tocando una pandereta. Les hacía buena publicidad. Pero a pesar de la apuesta novedosa, costó para convertirse en un disco clásico. Sin que la banda necesitara más su canto, siguió sola y de la mano de John Cale en la producción de su primer disco Chelsea Girl (1967) y de varios más.

El álbum  fue todo un acierto: simpleza, impecables arreglos más la melancolía, soledad, belleza, un reflejo de la misma Nico. Porque era callada, introspectiva, ida, asustada, bellísima, difícil de acercarse. Si tenía un mundo interior lo tenía escondido, privado. Y eso la hacía más atrayente, por cierto. El disco suena hermético y contenido como ella, pero representando un mundo interior que abraza todo; y que acoge a quien lo escuche.

Odiaba su belleza y ser rubia, y eso se transformó en su desgracia. Le gustó cuando empezaron a encontrarla fea y comenzó a descuidarse. Se tiñó el pelo oscuro, se hizo adicta a la heroína, llevando a su hijo a la misma práctica. Siguió buscando canciones, editando discos, teniendo amantes por poco tiempo, relaciones tormentosas.  En los 80s volvió un poco al rumbo musical luego de un hiato, siendo Camera Obscura uno de sus discos más destacados, de sonido gótico y casi ceremonial, que aún suena vigente.

Al conocer a James Young, uno de sus músicos  de esa década, él no sabía quién era. Más bien le pareció una adicta media vieja que vivía en su mundo, a la que le gustaba tener marcas en la piel de las agujas, tener la piel fea y el pelo gris. Murió de una hemorragia cerebral hace 25 años en Ibiza. Su hijo dice que fue el sol que la mató y no está tan equivocado.  Puede ser que su vida pueda verse hoy como un cliché, pero era talentosa, y todavía nos quedan cosas por descubrir de ella. Su secretismo y mundo propio nos dejó pocas pistas pero magníficas canciones para que la sigamos leyendo y en eso estamos 25 años después de perderla.  Persiguió la fealdad y el arte y a esas dos cosas terminó llegando todas las veces.