El 7 de marzo tendremos tocando en la Ex Oz a Daniel Johnston (*) , uno de los artistas que mejor representa los ideales del DIY, esos que decían que cualquiera y con los medios que fuera podía hacer música de la buena. A comienzos de los 80s grababa sus canciones en el sótano de su casa con un órgano y una casetera. Cuando las copias no eran suficientes, volvía a grabarlas. Respaldado por una distribución casera basada en la convicción y en un fuertísimo boca a boca, se convirtió, primero en Austin, TX y luego en el resto de Estados Unidos, en una verdadera leyenda de los ideales más emblemáticos del indie. En la última década ha estado presentándose por Europa y EE.UU, generalmente ante pequeñas audiencias, hipnotizadas por esa lucidez esquiva que trae  a Santiago. Aquí los 5 favoritos de nuestro staff.

“Living Life” (Songs of Pain, 1981)
No sé a usted instruido lector, pero a mí algo de culpa me da ir a VER a un artista con trastornos de personalidad. Y recalco lo de ARTISTA por la magnitud de su obra, pero no me olvido lo de VER, por lo que se presenta arriba de un escenario cuando está Daniel Johnston. Un espectáculo centrado en la recreación dolorosa de un hermoso catálogo. Piezas generalmente bellas, pero surgidas del más intrincado de los laberintos mentales. Sublime para escuchar desde nuestra cómoda neurosis. Pavoroso para el que VIVE lo que canta.

Quizás para expiar las culpas propias es que escribo sobre Living Life, pero teniendo en la cabeza la hermosísima versión que Eels interpretaba en la gira de Electro Schock Blues (Dreamworks, 1998). Porque si hay uno que las ha visto feas, ese es Mark Oliver Everett, pero pudo escribir el mejor libro de autoayuda (“Things the grandchildren should know”) y, al final del día, bien ha podido lidiar con sus demonios. Con ironía, distancia y todas esas armas neuróticas de las que carece el bueno de Daniel, que cuando escribía eso de “Hold me like a mother would/ Like I always knew somebody should/ though tomorrow don’t look that good”, lo decía EN SERIO.

En esa grabación lo-fi (antes del lo-fi) a base de piano y voz. Daniel Johnston hizo en 1981 la más triste de las canciones alegres o justamente lo contrario. Luego el remolino paso por su cabeza y nos dejo el señor titubeante que estará en Chile en unas semanas más. Sí, instruido lector, yo también voy a ir a VER a Daniel Johnston. (Jorge Acevedo)

“Speeding Motorcycle” (Yip/Jump Music, 1983)
Si es cierto eso que más vale tener amigos con plata que ser rico, a Daniel Johnston le aplica que más vale tener buenos fans que ser famoso. Siendo sus devotos héroes del indie, la figura de Johnston estaba destinada a convertirse en un sello de garantía de una afinidad musical con street cred. Que tenía un aire de verdad escondida, a lo que todo amante del indie noventero aspiraba como búsqueda de verdad, y que parecía salir a flote en los covers de las canciones de Johnston.

The Pastels lo hicieron evidente al reformular “Speeding Motorcycle” en Truckload of Trouble (Seed, 1993), revelando una estructura pop certerísima que contenía una nueva dimensión jangle pop que aparecía apenas insinuada en la original y que reforzaba ese anhelo de despreocupación adolescente. A su vez, Yo La Tengo, en su versión extendida que aparece en Genius+Love=Yo la Tengo (Matador, 1996), resaltaron en esa grabación -coordinada con él por teléfono- tanto la ansiedad que llevaba a Johnston a tropezarse, como el manejo perfecto de los tempos para pasar del puente al coro. Al trastocar teclados por guitarra en un formato lo-fi igual de precario, “Speeding Motorcycle” gana en urgencia con esa declaración de libertad que es: “No necesitamos razón y no necesitamos lógica/Tenemos sentimiento y estamos muy orgullosos de ello.” (Carmen Duarte)

“Some Things Last a Long Time” (1990, 1990)
El primer verso “Your picture/is still/ on the wall” marca el ritmo de una de las canciones pop más hermosas jamás escritas. Nostálgica, romántica, simple, y conquistadora. Daniel Johnston puede escribir incansablemente sobre un mismo tema, sobre una sola mujer, por décadas, y cada vez es diferente. Aquí el tiempo está detenido en un par de recuerdos: una foto, y unos buenos momentos, que parecen eternos. “Some things last a long time” (Macarena Lavín)

“I Had Lost My Mind” (Don’t Be Scared, 1982)
De todas las canciones que Daniel Jonhston ha escrito sobre su bipolaridad, “I had lost my mind” es la más simbólica, y la que mejor describe la nebulosa entre realidad y fantasía en que vive el cantautor. Su prominente uso en “The Devil and Daniel Johnston”, el didáctico documental sobre la vida del californiano, da cuenta de la importancia de esta delirante composición: es el relato sobre un día en que, literalmente, pierde el cerebro por culpa de “una pequeña grieta en mi cabeza”.

“I had lost my mind” apareció por primera vez -en una casera toma acústica- hace 31 años, incluida en el segundo casete de Johnston, “Don’t be scared”. Pero es en la remozada versión de “Is and always was”, su eléctrica placa editada en 2009, donde el tema toca techo con un sonido que recuerda inevitablemente a Pavement. (Andrés Panes)

“Dream Scream” (Dream Scream, 1998)
Tal vez pocos entiendan que desafinarle a veces al mundo es una forma de verdad, más real que lo real. Yo por lo menos lo aprendí con este señor, aún antes de verlo en la polera de Cobain. Buscar en Internet, lo mucho que le deben tantas pero tantas bandas termina dejando esa polera, como una especie de toalla usada del Halcón, volando alto en una feria de verano.

Y en este tiempo de “plumaje blanco” como diría el Indio Solari, volver a escuchar esto y volver a escuchar, una de mis canciones de amor favoritas de la vida, del que supuestamente está “loco”, nos trae de nuevo a ese lugar en donde las canciones valen la pena. No sé si esta se gana el Guiness con más citas al sueño, la locura, y lo real en toda su discografía, pero sí sé que no sacaré mis estudios del DSM para explicarlo.

Elegí esta canción porque es la primera vez que escuché esta frase y me pregunté: ¿Y a este le dicen loco?

“allí estábamos, yo cantaba mis canciones, había algo loco en ti. Me lo tomé mal, te gustó mi canción ¿por qué no pude tenerte?”

Hay límites de caracteres: ¿hagamos un 100 fav de Johnston? (Pablo Rosenzvaig)

(*) 21 de abril