Tercera entrega de 5fav, una instancia donde comentamos libremente los 5 temas más importantes (según nuestro sesgado criterio) de nuestras bandas favoritas. Esta vez vamos con Primal Scream, esperando con ansias su próximo show en Santiago, el 30 de septiembre.

Este post es un ejercicio conjunto de nuestro staff. Colaboran aquí Carmen Duarte, Cristián Araya, Boris Orellana, Rodrigo Ferrari, Freddy Olguín e Ignacio Mardones.

Lo difícil de escribir sobre Primal Scream quizás se debe a que existen muchas esquinas desde donde se puede saltar al cuadrilátero. Además de ser una de las bandas escocesas más importantes de los últimos cuarenta años -tal vez a codazos con The Jesus and Mary Chain y Mogwai-, Primal Scream debe ser de aquellas bandas que mejor grafican el sonido de la década de oro de Manchester, con el ruido, el baile y el exceso que lo caracterizó y, quizás, ayudó también a enterrar.

Lanzado el mismo año que Nevermind, Out of time y Loveless, por decir sólo algunos discos fundamentales de la década, Screamadelica es tal vez la mejor fotografía de la banda hasta la fecha. El rasgueo pegajoso y los coros gospel se mezclan de pronto con pasajes tan bailables como noventeros, ilustrando con gracia una tríada de elementos que explican buena parte de su discografía, con coqueteos por partes iguales entre la pista de baile, el blues y el exceso de heroína.

Probablemente fue en 1991, y en buena parte gracias a las contorsiones estilísticas de estos muchachos, el año en que podemos dar por terminados los ’80. Como si eso fuera poco, los venideros ’90, cuya bandera estilística inaugural clavaron con fuerza en el mismo funeral, transformó a Primal Scream en una banda propia de su tiempo: altibajos en sus discos (aunque con momentos de lucidez en Vanishing Point y especialmente XTRMNTR) y una larga lista de colaboraciones con productores y pinchadiscos.

Hoy parecen algo entrampados en su extraña aventura por lanzar aburridas versiones de discos que fueron importantes hace cuarenta años (¿cuántas veces han tratado de hacer un Exile on the Main St?), pero si fueron capaces de hacer discos como los que han hecho, todavía habemos quienes mantenemos la fe en Mani y en Bobby y su consorte.

Pero en 5fav lo importante no son los discos sino las canciones. Si la tarea de escribir sobre la banda ya es complicado, la elección de cinco canciones favoritas nos obligó a sacar a buena parte de nuestras viejas glorias al pizarrón. Pudiendo haber escogido las obvias, a continuación una elección artificial, pretenciosa y arbitraria de las 5 canciones favoritas de Primal Scream, según parte de nuestro equipo. (Claudio Ruiz)

“Velocity girl”

Cuenta la leyenda que en 1985, Primal Scream no era más que una “invención” de Bobby Gillespie y que sólo Alan Mc Gee (The Living Room Club, Creation Records) y un par de compañeros de parranda le creían. Era la banda del batero de Jesus & Mary Chain, una excusa de Bobby para sacarse de encima la responsabilidad de compartir cartel con los Hermanos Reid.

Sin embargo, el año 1986 y gracias al cassette recopilatorio C86 y a la inclusión de este lado B (lo que no deja de aportar su lado maldito, recordemos que un lado b es sólo un tema de acompañamiento, una comparsa de la fiesta), en sólo un minuto y veinte segundos las guitarras del grupo remitían a la psicodelia más amable de los Byrds y la Velvet.

El Bobby mas naive, pedía estar solo, no quería saber más de esta chica (¿o sustancia química?), ni de sus amigos (¿hermanos Reid?), para eso tenía su banda. Un éxito indie, que los puso en el mapa, iniciando una carrera con chispazos de creatividad, que lograría reinventarse en cuatro años más junto a Andrew Weatherhall. (Boris Orellana)

“Love you”

Primer LP de los Primal y la crítica es implacable. Lo que más parece generar discusión es qué es más displicente, si el riff repetitivo de Jim Beattie o el pobre rango vocal de un Bobby Gillespie, que aún no lograba sacarse los fantasmas de encima tras su partida de Jesus & Mary Chain. Metáforas florales rebuscadas, letras ingenuas y un evidente guiño al Turn! turn! turn! de los Byrds, marcaban un tropezado debut musical para los escoceses.

Sin embargo, Sonic flower groovey (Elevation Records, 1987) tiene joyas y una de esas es “Love you”, que a pesar de ser la que más referencia musicalmente a la ex banda Gillespie, es quizás la canción más sincera y potente de un disco débil en emociones de verdad. Una letra simple y honesta que habla del fracaso amoroso cuando quieres tomar el control, el tema más manido de la música, pero que al final explica y justifica la existencia de la mayoría de las grandes bandas que conocemos. (Rodrigo Ferrari)

“Higher than the sun”

Con Screamadelica (1991) Primal Scream tocó el cielo. En un contexto donde todo estaba cambiando demasiado rápido, y la avalancha acid house empezaba a amenazar con desbordarse, Bobby Gillespie y compañía tuvieron el suficiente olfato de entregarle la producción a Andrew Weatherall y el prodigioso buen gusto de incorporar como en un calidoscopio su reverencia por el rock de Detroit, el pop contagioso de sus inicios con una improbable inclusión de techno, house y ese aire de rave intoxicada. Lo que terminó en uno de los mejores discos de los ’90, inagotable en sus matices y visionario como pocos.

“Higher than the sun” debe ser la más espacial de las canciones de Screamadelica. Con la sexy voz de Gillespie cantando calmadamente sobre sintetizadores difusos, la canción termina abriéndose en un final casi trip-hop, con una percusión dura, de galpón, en una transición perfecta de ese estado contemplativo de post-psicodelia a ese final que adelanta en un par de años a los beats entreverados que se harían la norma en el mainstream europeo de los ’90.

“Higher than the sun” es una celebración de haber alcanzado el mejor estado de todos: poder ver en panorámica, con la tan anhelada claridad interna, sintiéndose conectado con el mundo, sabio y libre. Y por supuesto, es la autocomplacencia plácida de estar extremadamente volado. (Carmen Duarte)

“Kowalski”

No es coincidencia que Gary “Mani” Mounfield (ex Stone Roses), uno de los bajistas más importantes sea co-autor de “Kowalski”. El tema es una de las piezas centrales de Vanishing point (1997) y presenta un riff de bajo potente, que sostiene la canción en cada momento, mezclándose con ruidos y samplers procesados en la tradición del dub.

La banda se reencontraba con Andrew Weatherhall para producir un disco más oscuro que Screamadelica, aunque esta vez el viaje no era tan feliz, ni tan placentero. Ahora había resaca y una sensación de paranoia que se percibe a lo largo de todo el tema. Gillespie, sólo se dedica a susurrar “Kowalsky…vanishing point… solar eyes”, transformándose en otro sampler más de este single, que anticiparía el exterminio que traerían el año 2000.

Imposible olvidar la noche del 23 de Abril de 1998, fecha en la cual Primal Scream presentaba este disco en Santiago, con un local abarrotado, donde todos los temas se mezclaban como una gran jam cósmica, la esencia del blues espacial, la dosis perfecta de krautrock, dub, rock garagero y electrónica. En una época donde no había shows de este estilo, muchos cambiamos nuestra percepción de la música, tras haber presenciado y compartido este soundsystem de otro mundo. (Boris Orellana)

“Kill all hippies”

XTRMNTR (2000) es lo más parecido a una continuación de Loveless que exista o vaya a existir. Aceptémoslo. Y problablemente el último gran disco publicado en Gran Bretaña también. Mosqueadísimo por la complaciente situación política de la Cool Britannia y su laborismo neoliberal, Primal Scream escupe un disco que profundiza este segundo aire iniciado por Vanishing point (1997), tras la debacle de Give out don’t give up (1994). Aquí hay rabia, mala leche, agresión sonora y un genuino espíritu de mandar a todos y cada uno al carajo.

“Kill all hippies” es la poco sutil manera de decirle a la generación del flower power -ahora en el poder- que son todos unos vendidos. La orden es matarlos a todos para luego repetir como mantra que “You got the money, I got the soul”. Todo envuelto en un línea de bajo pesadísima (gracias, Mani) y varias capas de guitarras (gracias, Kevin) sobre las que Gillespie realiza su declaración de principios.

La mejor manera posible de iniciar un álbum que no puede estar más contextualizado por estos días. Y eso que fue realizado pre 11/9, Guerra contra el Terror y Tony Blair arrodillándose frente a Bush Jr. una y otra vez. Evil heat (2002) trataría de abarcar los acontecimientos posteriores aunque sólo lo lograría a medias. (Cristián Araya)