Nuevo post de 5fav, una instancia donde comentamos libremente los 5 temas más importantes (según nuestra memoria y criterio) de nuestros artistas favoritos.

En esta oportunidad escribimos de R.E.M., la banda de Athens que la semana pasada anunció su separación tras tres décadas de trayectoria. Es también un homenaje. Por eso movidos por el entusiasmo escribimos 6 y no sólo 5 reseñas.

El fin de R.E.M fue –lógico– sin muertes ni sucesos dramáticos mediante. Un simple comunicado agradeciendo a los seguidores sus años de fidelidad y listo. Sin escopetazos en la boca, sobredosis, peleas por unos dólares más o colapsos nerviosos se acabaron las tres décadas de un grupo que definió muchas cosas (integridad, mainstream v/s indie, venderse, pragmatismo) y que borró las líneas que separaban a la industria independiente del gran negocio de la música, cuando ese aislamiento tenía algún tipo de significado todavía. R.E.M fue la banda correcta en el momento correcto. Los que hicieron grandes canciones y discos tremendos para luego firmar contratos multimillonarios y seguir escribiendo grandes canciones y discos tremendos.

Desde sus años en el sello independiente IRS a su éxito mundial por la multinacional Warner, R.E.M siempre actuó bajo sus propios términos. La pregunta es por qué ellos pudieron y otros se reventaron los sesos (en algunos casos, literalmente) en el intento. Probablemente porque siempre tuvieron los pies en la tierra. Todos sus éxitos y fracasos son de su responsabilidad y sería impresentable pensar en que el productor, publicista o manager de turno tuvo que ver significativamente en el curso de los acontecimientos.

R.E.M fueron cuatro tipos comunes, medianamente informados, algo talentosos, nada atractivos y que, al fin de cuentas, le gustaban casi las mismas cosas que a uno. Y cuando tuvieron dinero (y mucho) no se compraron un castillo, ni una cama de oro ni alguna excentricidad standard de rockero gringo. Quizás es por eso la cercanía con el auditor promedio. R.E.M eran de los nuestros.

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Radio Free Europe

“Radio Free Europe” te despierta como una radio misma. Hace que te levantes, te alerta. La radio es un medio que luego de casi un siglo de existencia mantiene su popularidad y fidelidad. Esto es lo que la hace tan actual también a este tema, que fue lanzado como single (1981) y en el maestro Murmur (1983), coincidiendo con el poder y el éxito de MTV, como también en estos tiempos.  R.E.M habla de “Free Europe” en alusión a una radio existente durante la cortina de hierro en el viejo continente.

“Radio Free Europe” es la canción que eligió Michael Stipe para celebrar la elección de Barack Obama cuando tocó en Chile su segundo concierto, el 4 de noviembre y lo supimos por él los que fuimos. “Radio Free Europe” saca del post punk sólo la línea de bajo que sostiene una melodía pop. No cualquiera se saca un primer single tan potente y sigue con ese estilo latente a lo largo de sus 30 años de carrera. (Macarena Lavín)

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So. Central rain (I’m sorry)

Tras un promisorio debut, R.E.M. lanza su segundo álbum con el agua como elemento recurrente. Un set cargado de eventos desastrozos que dan paso al luto o al trauma. “So. Central rain (I’m sorry)” no es la excepción. Para algunos, uno de los varios homenajes que la banda haría en su disco Reckoning a su amiga fotógrafa Carol Levy (a quien dedicarían más directamente “Camera”). Para otros, un tipo al que echar raíces definitivamente no le va. Una chica que carece de sueños y que busca sentar cabeza. Diferentes proyectos de vida que tiran hacia polos opuestos, una tormenta por donde se le mire.

Una de las canciones mejor logradas de la banda de Athens, con un Michael Stipe que evita a toda costa la mirada, se esconde entre las chascas y pide perdón en cada coro. Él sabe que la lluvia no es su culpa, pero la tormenta pasa, las penas como las ciudades, se lavan y no queda más que seguir adelante, cada uno por su lado. La comunicación simplemente no funciona, las líneas están caídas. Ella no llamó y no hay nada que hacer. (Rodrigo Ferrari)

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Fall on me

El cuarto disco de R.E.M., Lifes rich pageant , está sacado de una frase de Peter Sellers y viene a marcar un cambio rotundo en la historia del grupo. Podríamos decir que es el disco donde Michael Stipe se transforma en el líder indiscutido de la banda ya que inaugura una etapa donde su voz pasa al frente definitivamente y empieza a jugar sin miedo en todos los registros.

Es también el disco que le tapa la boca a los críticos que habían masacrado a la banda con Fables of reconstruction. Al mismo tiempo es donde sale “Fall on me”, para mí una de las mejores canciones de la carrera de R.E.M. y aunque muchos la definen como una canción de amor, es de las canciones más políticas que tienen los de Georgia.  Es un tema que podríamos emparentar con eso de que el cielo sabe lo miserable que soy ahora y una de las razones por la que siempre le creeré a Stipe, más que a Bono. Escúchenla otra vez y vean cómo se les cae el cielo en la cabeza. (Pablo Rozenzvaig)

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The one i love

La gran enseñanza de R.E.M es que se puede estar en medio de las grandes corporaciones y, de vez en cuando, meter algún gol al desprevenido portero institucional. Si contemporáneos college como The Replacements o Husker Du se autoboicotearon  al dar el salto mainstream, los de Athens lo aprovecharon para amplificar su discurso y colar entre las listas de éxitos a un cantante ininteligible, una mandolina y algunas banderas que levantar.

Este fue el primer sencillo de Document (1987), su último disco “indie” por IRS y el comienzo de los charts, las entrevistas y todo eso que al bueno de Peter Buck lo debe de tener sin cuidado. Sustentado en una guitarra heredada de The Byrds y la friolera de ¡3 frases!, R.E.M. tomaron por asalto a un  Bilboard dominado por el exceso de cabello (Bon Jovi) o la falta absoluta de él (Phil Collins).

También hicieron abrazarse a parejas con la más agridulce oda a la utilización emocional. Y sintetizaron en 3 minutos el folk rock de la costa oeste con el post punk, engendrando una cantidad de hijos tal, que ya se la quisiera una familia Opus Dei. Y, por último, pusieron en la mente de gente de los países más exóticos (sí, hablo de nuestra casa) esa terminología de “alternativo”, “college” o “indie” con la que nos hemos llenado la boca las últimas dos décadas. (Jorge Acevedo)

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Pop song 89

La transición de R.E.M., desde la compañía independiente IRS hacia el coloso multinacional Warner, fue uno de los momentos más interesantes en la carrera del grupo. “Pop song 89” abría el disco Green (1988), el primero de la banda en casa nueva, con el discurso opuesto al que se espera de unas estrellas en ascenso: toda la hostilidad del -entonces todavía- cuarteto procesada en tres minutos de falsa insulsez.

Detrás del velo de ligereza del tema (que sonaba tan amable que hasta fue escogido como sencillo del álbum), estaban Michael Stipe y sus compañeros riéndose de la vacuidad del pop predominante. Pero también se burlaban de sí mismos, que ahora eran parte del circuito comercial, sabiendo que el éxito les sonreiría en cualquier momento, como ocurrió en 1991 con “Out of time”.

Comprendida popularmente como la antítesis de “Hello, i love you” de The Doors, “Pop song 89” deformaba el arrollador desplante del saludo de Jim Morrison (que cantaba “Hola, te amo, ¿quieres decirme tu nombre”), para convertirlo en preguntas tipo “¿Deberíamos hablar sobre el clima? Hola, hola, hola”. Autodefinirse por contraste con el resto pocas veces fue tan bien aceptado como en el caso de R.E.M., y esa identidad comenzó a construirse con esta canción. (Andrés Panes)

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Nightswimming

Ya había pasado. Con Out of Time (1991), REM quedó a las puertas de la consagración definitiva. Que llegó con el obicuo Automatic for the people (1992), ese disco tristón y amigo de las cuerdas (gentileza de John Paul Jones de Led Zeppelin) que inevitablemente aparece en cuanto recuento se haga de lo mejor de los locos noventas. El álbum que empezó la transformación de Stipe y compañía en esas figuras idiosincrásicas que defendían las causas justas, cimentando lo que después serían las únicas “entertenmeint personas” capaces de hacerle de contraparte  al megalómano de Bono y otros desafortunados voceros de la correción política.

“Nightswimming”, tan delicada en ese disco tan inevitablemente melancólico, supuestamente recuerda cuando la banda y sus amigos iban a nadar piluchos a piscinas del barrio en su originaria Athens. La canción es una repetición de una línea melódica de piano a cargo de Mike Mills, unas cuerdas elegantes y un lirismo sentido que en Stipe roza una extraña espiritualidad de suburbio.

Simple, es el recuerdo de algo que se ha ido, de sentirse libre en un mundo que podría tener dos lunas  al observar el cielo desde el agua y donde la polera queda olvidada en el borde de la piscina porque no importa mucho. “Night Swimming” es una canción lindísima que recuerda las cosas que la banda había  dejado atrás, y que hacen referencia a un tiempo que ya había desaparecido. (Carmen Duarte)