Crystal Castles @ MSTRPLN
19/09/2010. Crobar, Buenos Aires

Esto es obsceno. Ethan Kath había entrado sólo al escenario para unos siete minutos de ofensa en audio con capas y más capas de ruido blanco que no tenían ningún puto sentido. Piensen en Masami Akita y Merzbow, por ejemplo, aunque esto sea Crystal Castles. Alice Glass tiene las pupilas de sus ojos como dos seven inches, las medias largas todas arrancadas y ni un gramo de grasa en el cuerpo. Y para colmo son las 23 exactamente, no es noche clubber en Crobar de Buenos Aires para la última fiesta MSTRPLN, no hay clubbers decididos del show de la noche anterior, una situación más desbordada con un Crobar totalmente lleno y cientos afuera viendo qué pasa, sino chicos más energéticos de 14 en adelante con acné y todo eso. Para el “WAAAH!” justo en el medio de “Air war”, del primer LP de la banda, ya todo se va al carajo.

No había grandes expectativas para esto, el show de la banda en Creamfields hace unos años había sido un ligero fiasco de dos canciones y nada más, un escandalete módico. En Crobar tres años después, Crystal Castles hace rendir valor de ticket y comulga con el lado más degenerado de la música electrónica, como si fuera la versión hipster de Atari Teenage Riot o un montón de ravers entrenados a base de Dead Kennedys o Mötörhead, adquiere una dimensión bestial que sus discos no tienen ni por asomo.

Desde el primer track, “Fainting spells”, que es del último LP, hubo momentos punk rock en exceso: Glass obsequiando Jack Daniel’s y cigarillos, Glass haciendo stage dive, Glass con la mirada perdida y una remera de Michael Keaton en plan Batman, todo es Glass. También, la melancolía sensualizada de “Crimewave”, que es como música para tener sexo cuando nadie quiere tener sexo con uno, el estómago revuelto de “Empathy”, Kath con una guitarra intentando hacer algo como My Bloody Valentine, y la batería de Chris Chartrand que justifica todo esto. Y la gente responde: esos blips de Nintendo excitan al instante, están todos como obsequiados, porque en sus recursos musicales limitados, en su entrega física anormal, Crystal Castles, que es como la Toronto Thrash Brigade o algo así, responde perfecto. Te patean el culo por una hora y ya.

Foto por Lucas Castro
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