Perrosky, Dënver, Tus Amigos Nuevos, entre otros, fueron los protagonistas del Chilean Showcase en el bar Friends de Austin en el marco del festival SXSW. Con las aventuras de Milton Mahan de Dënver seguimos esta bitácora dedicada a este encuentro musical  estadounidense.

“Poco y nada sé sobre la mente humana, pro algo me dice que uno siempre tiende a asociar, esta banda suena a…, esta película es como…., esta ciudad es a…. y por más absurdo que sea, es una manera sencilla de explicar las cosas, es que las imágenes son siempre más claras que las palabras que siempre siempre son confusas y oscuras. Quizás por eso nos atraen, pero es tal vez por lo mismo que comunicarse cuesta tanto. Es así como mi memoria emotiva me hace el paralelo de SXSW con el querido Festival de Cine de Valdivia (FICV).

Y claro lo que más llama la atención, además de los miles de jóvenes sedientos de música peregrinando a diario, es la distribución del festival, en nada se asemeja a lo que hemos conocido en nuestras tierras, -que ni son tan nuestras-, de otros festivales que ustedes ya saben de cuáles les hablo. Acá uno va recorriendo la ciudad e inevitablemente te vas haciendo parte de ella. Esto no es un día de doce horas de música, es una semana completa en dónde toda una ciudad recibe a una gran parte del mundo musical en sus bares, en sus salas de convenciones, en sus cines, en decenas de 7-eleven que sea la hora que sea siempre te aseguran un reconfortante y  añejado trozo de pizza.

La integración de la ciudad es algo que me hace recordar a la lluviosa Valdivia, en esa lotería que es llegar a esa proyección indie y saber si el proyector va a funcionar o no, en esas largas filas que hay que hacer para los estrenos y que muchas veces terminan en intercambios de redes sociales y a veces más que eso. Algo así se configura Austin y SXSW sin mitificarlo más ni menos de la cuenta.En esa lotería que es decidir que ver y no ver y cuáles shows te vas a quedar a afuera, no siendo siempre esto lo peor, es que uno se mueve indeciso entre calles numeradas siendo la principal arteria de acción la sexta.

Antes de cruzar la frontera tenía clarísimo cuál sería el primer show que vería: compartimos cartel en el festival Nrmal de Monterrey y además cruzamos un par de palabras en el lobby del hotel: hablo de Kelela, una nueva figura en el mundo del R&B que irrumpió el 2013 con su disco Cut 4 Me. Como nuestros horarios estaban al límite de chocar en Nrmal apenas me enteré que estaría ella en Austin, lo agendé. Llegamos temprano con Mari y Camo por ese rumor intermitente de que nos quedaríamos afuera. El show lo abría Anamanaguchi, unos neoyorquinos de los que sólo alcanzamos a oír sus últimos riffs, todo retumbaba en ese garage convertido en club nocturno pero el público se inclinaba claramente hacía beats más negros. Los que fueron rápidamente saciados por la dupla de Young Guru (productor socio de Jay Z en un montón de producciones) y Mick Boogie (productor y DJ conocido por sus mashups). Era un set infalible el que armaron llenos de clásicos del rap y el R&B y un montón de “motherfuckers” que encendían al público más que cualquier canción. La fiesta estaba armada y para cuando subió al escenario Rich Kidd parecía que el garage se iba a derrumbar de un momento a otro. Rich terminó su presentación volando entre el público y tuve que tirar mi dos equis si no me caía encima y mi vida pendería de un hilo. Acá una postal de lo que fue su fiesta 

Lo que seguía era lo más esperado por mí esa noche. Se sube al escenario con un pantalón de buzo muy sencillo y un top blanco muy ceñido que dejaría espacio para esos suaves movimientos de cadera que la harían flotar sobre el escenario esa noche. Todos seguían aún con ánimos de fiesta, pero Kelela traería algo más de calma, una interpretación impecable que entre efectos y armonías digitales que se envolvían entre el humo de los caños que volaban hace ya un buen rato de boca en boca en el garage. Solo acompañada de un DJ no necesitaba de mucho más para hacer del escenario un espacio amplio y pequeño a la vez según la interpretación y los beats lo necesitaran. Dulce y sencilla se despidió del escenario tras 40 minutos exactos de presentación, en eso no fallan los gringos, y ya no valía más la pena ver algo esa noche, era nuestro primer día y como un buen estratega sabe no es bueno gastarse las fuerzas en los primeros minutos ya que el factor sorpresa de los últimos segundos del juego pueden ser claves en el resultado”.

Nva.